Kansas City
Sinopsis de la película
1934. Kansas City es una ciudad dominada por la mafia y convulsionada por los crímenes, el racismo y la lucha política. Mientras tanto, los clientes del Hey-Hey Club asisten a otra clase de lucha: la de la primacía en el mundo del jazz.
Detalles de la película
- Titulo Original: Kansas City
- Año: 1996
- Duración: 115
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Opinión de la crítica
Película
6.3
52 valoraciones en total
Excelente film muy subvalorado. Solo dos críticas. Es uno de los mejores thrillers que se hicieron al final del milenio. Robert Altman por algo es considerado uno de los grandes del cine norteamericano.El maravilloso relato que combina crimen, mafia y política con una de las mejores pistas sonoras musicales que se hayan hecho y unos actorazos principales y secundarios como nunca especialmente las dos mujeres: Miranda Richarson y Jennifer Jason Leigh, con un Belafonte increíble.No la pierdas.
A Altman por sobre todo lo que le gustaba era captar ambientes, acá la historia es solo una excusa, de hecho el potencial que podía tener no lo explota, prefiere regodearse en el jazz, y que las escenas entre las protagonistas sean monótonas hasta casi llegar al final donde desarrolla un poco a las mismas, aunque no se termina de entender lo que trata de hacer con Carolyn, creo que no supo como terminar la historia y eligió hacerlo de forma sorprendente . Tampoco se entiende el cambio o giro truculento que da hacia el final la historia.
Creo que la relación de las 2 mujeres podría haber sido contada con más vigor, carisma, igual buen personaje de Jennifer Jason Leigh y muy bien interpretado por ella, creo que de los mejores de su carrera, una pena que no tuviera más suerte en su trayectoria y hoy esté relegada a personajes de reparto.
La ciudad de Kansas, la Kansas City de toda la vida, mediados los años 30. Por toda la ciudad se anuncia el evento: duelo a tenor partido el Hey Hey Club entre los dos grandes del momento, Lester Young y Coleman Hawkins. Hasta que el cuerpo (y el alcohol) aguante. Los músicos afinan sus instrumentos. Entre bambalinas, el gangster negro Seldom Seen y sus secuaces ajustan más que las cuentas. Entre el público que se agolpa a la entrada, un chaval imberbe al que algunos llaman Charles y otros llaman Parker. Natural de Kansas City.
La acción se desarrolla en el momento justo y en el lugar adecuado. Kansas City vive el apogeo de bandas como la de Count Basie, surgidas en los años 30 en el centro del mundo del jazz. Atrás quedó Nueva Orleans, Chicago. Y luego será Nueva York, pero ahora nos centramos en Kansas. Lester y Hawkins se disputan el trono del jazz.
en esta ciudad sin ley.
El hilo argumental de la película es otro bien distinto. Y ahí es donde entra de lleno una de las pocas visiones particulares que ha conocido Hollywood en los últimos 40 años. El cine de Robert Altman. Jennifer Jason Leigh, joven novia de un ratero, secuestra a la mujer de un influyente político para que éste logre liberar a su novio, capturado por una banda de gansgters que capitanea el dueño precisamente del local de la lucha de los dos tenores. O sea, que como vamos a visitar en bastantes ocasiones el club, escucharemos porque sí, queramos o no, jazz del bueno.
Altman, que también nació en Kansas City, se sirve del jazz (como en su día se sirvió del country en su fenomenal Nashville) para crear otra de sus típicas películas corales con insano humor y bastante mala baba. Un poco de corrosión no viene mal de vez en cuando. Si Altman elige alter egos en sus filmes, éste sería sin duda en Kansas City el personaje de Jennifer Jason Leigh, llamado acertada e intencionadamente Blondie, pícara muchachuela de los bajos fondos con aspecto de mojigata pero con las armas que la necesidad y el momento le deparan: tirar p’alante con un poco de mala leche.
Sí, el personaje de Blondie, con la cual Altman hace en un momento dado un precioso homenaje a las rubias platino tipo Jean Harlow. Pero también está el de un recuperado y sorprendente Harry Belafonte en el papel de Seldom Seen, mafioso peligroso a la sazón dueño de un club (cosa habitual en aquellos años) en el que no sólo domina el lenguaje del jazz. Capo al que no le temblará la mano a la hora de apretar un gatillo, o de mandar que lo aprieten.
A mí Kansas City me gustó. Sé lo que puede dar el cine de Robert Altman, sus formas y sus tics (Altman era de los pocos directores que usaba todavía el zoom sin fines paródicos). Sé que tiene películas mejores, y no por que haya jazz me tenga que gustar sí o sí la película. A partes iguales son razones el cuerpo de Jennifer Jason Leigh, un saxo tenor a tempo de balada o la marca de los puros que se fuma Harry Belafonte. No lo sé.
El jazz que acompaña a la historia es una magnífica banda sonora y el aspecto más logrado de la película. Para obtener un mayor grado de verosimilitud se reclutó a los mejores exponentes de la nueva hornada de jóvenes leones de los años 90 para que dieran vida a los músicos genuinos de la época dorada del swing. Así, el dúo Lester Young-Coleman Hawkins está (re)encarnado por Joshua Redman y James Carter. Jóvenes leones vs. Swing. Pero aún hay más.
En la banda que da apoyo al par de dos se sientan Jesse Davis, Don Byron, Nicholas Payton, Craig Handy, Cyrus Chestnut, Russell Malone, Mark Whitfiled o el cantante Kevin Mahonagy, algún veterano como David Murray o Geri Allen y algún histórico como Ron Carter. Es una gozada ver a tanto buen nombre reunido para la ocasión y es un deleite para el ultra del jazz adivinar quién es quién entre plano y plano y descubrirlos al final de los títulos de crédito. ¿Temas? Pues Moten swing, Tickle toe, Indiana, I surrender dear, Yeah man… Todo lo que se le podía exigir, y un poquito más, a un músico de, o que se diera una vuelta por, Kansas City a mediados de los años 30.
Cuidado que ahora viene un spoiler.
De nuevo el delirante e intenso mundo del jazz se ha convertido en un filón cinematográfico. En esta ocasión es Robert Altman, recuperando así uno de los referentes de su mejor cine, el que ha hecho una película atrevida y desbordante sobre este universo musical surgido en Nueva Orleans. El filme destaca por la riqueza conceptual y la firmeza de planificación, en un intento de conferir al cine negro cualidades jazzísticas. A lo largo de la película sobresale una espectacular Jennifer Jason Leigh y un no menos sorprendente Harry Belafonte. Todo sostenido por una banda sonora para el recuerdo, que se remonta a aquellos fascinantes años 30 y 40, cuando el be bop nacía empujado por el talento de Charlie Parker y Dizzi Gillespie.
Altman se embarca en el género negro y lo hace con una historia de un secuestro suigeneris, una ración de jazz, el coto gangsteril pululando por Kansas y los negros haciendo algo más que tocar la trompeta (manejar el dinero, el poder y las armas). Se apoya en la reconstrucción de época y de ambientes y vuelve a jugar con sus familiares bazas: la coralidad, el cruce y descruce de historias, el desencanto, la desmitificación… La conclusión es que los perdedores siguen siendo los mismos de siempre y los millonarios y poderosos (¿los ganadores?, ¿o no hay tal cosa en este mundo?) siguen siendo también los mismos.
Y la conclusión también es que Kansas City no aporta nada al género, que resulta digna desde lo técnico, discreta desde lo temático y provoca una sensación de que Altman se repite a sí mismo sea en Kansas o en el centro de Nueva York dónde ambiente sus películas, lo que intrínsecamente demuestra que da síntomas de agotamiento y que una genialidad supuesta (y poquísimas veces hallada: Vidas cruzadas de lo que yo he visto) pero no real, provoca una indiferencia bien tangible, nada virtual. No, Altman no es ni será nunca Allen, amigos pregoneros del cine independiente.