Kaboom
Sinopsis de la película
Historia que cuenta el despertar sexual de un grupo de jóvenes. Smith (Thomas Dekker), un universitario bisexual de 18 años, en medio de jornadas alucinógenas y presunciones de crímenes, y rodeado de sus amistades de ambos sexos, tropieza con una peligrosa conspiración en un pueblo aparentemente idílico del sur de California.
Detalles de la película
- Titulo Original: Kaboom
- Año: 2010
- Duración: 86
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Opinión de la crítica
Película
5.2
63 valoraciones en total
De una comedia desinhibida sobre el devenir sexual del protagonista, a una pesadilla semi-Lynchiana de secuencias psicotrópicas y misteriosos enmascarados. Araki, tras su encontronazo con el establishment (que dio como resultado la floja Smiley Face ), se reencuentra con ese cine que tanto fascinó a aquellos que han disfrutado de cintas como The Doom Generation , y que logra crear, a partir de ese marco acerca de jóvenes sedientos de sexo, otra de sus intrigas paranoides acompañando un relato donde el humor se sobrepone a cualquier tipo de consideración, y logra hacer saltar la carcajada en más de una ocasión.
Quizá el pero, en esta ocasión (que tampoco es muy grande), está en la confabulación de esa intriga, que en cintas como Nowhere lo dejaba todo en manos de una anarquía y un desorden palpables, y aquí es presentada como un elemento más, como si, en un momento dado, la película tuviese que virar entorno a ello y construir una atmósfera que en sus anteriores films se creaba a través de detalles.
Aun así, la cinta no se resiente, sino que además resulta uno de los ejercicios más redondos y sugestivos de toda su carrera, que deja a un lado esa presunta madurez que pareció ganar con Mysterious Skin y vuelve a sus orígenes, aquellos donde el surrealismo invadía la pantalla y sus personajes no dejaban de devanearse entre el sexo y las sensaciones más radicales. Puede que si cambie en su discurso que éstos personajes ya no parecen más muertos que vivos, ni se cuestionan como y cuando puede llegar su final, sin embargo, en una película de Araki la cuestión no reside en ese punto, sino en como el autor norteamericano irá confabulando esos instantes alucinógenos para regalarnos un final sencillamente demencial. Puro Araki, por si a alguien se le había olvidado que es eso.
John Waters, director de Hairspray o Los asesinatos de mamá (Serial Mom), recomendó a Araki regresar a sus orígenes a la hora de dar cuerpo a su nueva película. Y vistos los resultados queda claro que el consejo no cayó en saco roto.
La historia está protagonizada por un grupo de estudiantes pero se centra en Smith (Thomas Dekker), un joven bisexual atormentado por una serie de pesadillas que parecen hacerse realidad la noche que una extraña pelirroja (Nicole LaLiberte) desaparece mientras tratan de huir de unos (igualmente extraños) tipos disfrazados con máscaras de animales. A partir de ese momento, y con la inestimable ayuda de Stella (Haley Bennett) y London (Juno Temple), Smith tratará de averiguar qué pasó con la chica.
A medio camino entre el cine fantástico y el drama juvenil (made in Araki), la cinta recupera al cineasta más gamberro, colorista (la fotografía es, como suele ser habitual en sus películas, tan psicodélica como llamativa), naíf y grotesco (tan nihilista como desaliñado en las formas) de la escena alternativa. Este trabajo es un bombón (ni demasiado dulce ni demasiado amargo) para los que somos fans de tan peculiar director.
Kaboom es una de esas películas que prometen, pero, a medida que avanza la historia, se va desinflando por mucho que uno intente negarlo y espere en vano a que remonte. Y es una pena, porque la primera mitad es realmente prometedora, con buenas situaciones, golpes de humor conseguidos y una estética peculiar y muy lograda.
El problema es el misterio que se intenta resolver a lo largo de la película, y cuya explicación es tan absurda que casi parece que Araki busca autodestruir su película, cargarse todo lo bueno hecho hasta entonces. Los últimos 10 minutos son sencillamente patéticos. Lo único que consigue es que, hacia el final, Kaboom parezca una especie de versión indie y sin gracia de Colega, ¿dónde está mi coche? .
De todas formas, y quedándome con lo bueno, destacaría el personaje de London, la colorida y por momentos onírica fotografía, y la estupenda banda sonora, con canciones de grupos como The XX, The Pains of being Pure at Heart o Placebo.
Después de sorprender a críticos, eruditos y fans con una aproximación tan seria, incisiva y dolorosa como Mysterious Skin a las angustias adolescentes, columna vertebral de su carrera, Gregg Araki vuelve a una explosiva mezcla de géneros y temas que ya tocó con una cinta previa, Nowhere, película con la que Kaboom forma un díptico perfecto sobre el sexo como motor vital y el fin del mundo como única solución para la ansiedad pubescente.
Como en Nowhere, Kaboom es, de base, una película juvenil, pero despojada de todos los tópicos Hollywoodienses, con los que sin embargo juguetea en la definición de sus personajes. A su vez, y accidentalmente, el filme se convierte en una película de ciencia ficción hecha desde una perspectiva gamberra y que no pretende en ningún momento ser veraz o equilibrada. Araki es un autor personal, único en su estilo: quién lo compara con David Lynch o con Larry Clark es que en realidad no lo conoce.
Su sello está presente en Kaboom de forma clara: en su ecléctica fotografía, una construcción de coloristas cuadros de colores, esteticistas y alejados de la sutileza, en la definición de sus personajes y la forma en que sus actores los encarnan, como si se tratasen casi de dibujos animados, pero a su vez inseparables del fondo melancólico de sus existencias. Y sobre todo, en el tema recurrente de su carrera: el echo de que la juventud se acaba, y con ello, todo lo que merece la pena, las verdaderas amistades y la lucha con una pulsión sexual que nos domina, pero que precisamente por eso, nos hace ser mucho más honestos y sinceros.
Excepto Mysterious Skin (película que si no es ya un clásico, los será muy pronto), las películas de Araki siempre tienden al desequilibrio, a la gamberrada sin justificación, pero eso es parte de su encanto: el cocktail imposible que hace el cineasta en un cruce entre el enamoramiento de la juventud, el nihilismo definitivo, el exceso y el sexo como única forma de comunicarse.
Terror, intriga, ficción, romance y mucho erotismo, se agitan, y al final eso es lo que sale: el pedo de una gaviota. Esa expresión sobre la ventosidad del ave marina la utiliza una de las protagonistas, de forma muy acertada, y como el propio Gregg Araki además de director es el guionista de esta película, seguramente tenía en la cabeza que eso podría ser el mejor símil de su trabajo. Pero el pedo de una gaviota es interesante, al menos para mi que no he escuchado ninguno, y así la película se hace interesante. Lo malo es que su interés se monta a base de planos bien fotografiados y secuenciados en trozos que cada uno de por sí atrapa. Pero llegamos al final, y hay que hacer recuento de todo lo que he visto, y sinceramente, me parece aire, como el pedo de una gaviota, como el mismo pedo final.