Jackie & Ryan
Sinopsis de la película
Drama romántico en torno a la relación que se establece entre una madre soltera que lucha por la custodia de su hija (Katherine Heigl) y un sin techo que aún sigue tratando de alcanzar su sueño de ser músico (Ben Barnes).
Detalles de la película
- Titulo Original: Jackie & Ryan
- Año: 2014
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
5.4
81 valoraciones en total
Se puede tratar de una pelicula lenta, pero lo desde mi opinión el director quiere que nos paremos a pensar en las pequeñas cosas de la vida, en los pequeños gestos que son los que realmente dan significado a tu vida. Esto de incrementa si has conocido como es la soledad en un pueblecito americano. Si has vivido en una gran ciudad y luego te trasladas a un pueblecito allí, la vida gira completamente pasas a tener gente, barullo cosas que hacer a estar completamente aislado con tu familia.
Los esfuerzos realizados siempre dan sus frutos aunque no sean los esperados, hay que vivir todas las sensaciones para poder valorar las cosas que realmente importan.
Un irresistible hogar, del que es difícil marchar.
Cuando has perdido tu camino, vuelve a tus raíces, desanda el estropicio y recuerda qué te llevó allí, qué pretendías y cuáles eran tus ilusiones y, parece que ¡dicho y hecho!, o principio de ello pues, Katherine Heigl vuelve a la interpretación profunda, sensible e intimista hace tiempo ya olvidada, de recursos para ello va bien servida -nunca se ha puesto en duda su calidad como actriz, sólo sus gustos para elegir triviales papeles reiterativos que poco o nada aportan-, aquí magníficamente acompañada por un modesto, cautivador y transparente, en su magnética sencillez exhibida, Ben Barnes, músico errante que tiende una mano y detiene su viaje para deleite de quien mira la pantalla, pues permite esa integración con aquello que de si mismo descubre.
Sin queja y con ternura, con lentitud y complacencia, Ami Canaan Mann elabora un sabroso plato a fuego lento, con cariño y cuidado, suave y templada fotografía, de escogida delicadeza en las formas, que corona los importantes eventos que inician su rumbo, inocencia de pose de un superviviente hogar que abre sus puertas para compartir sus alegrías y penas, lloros y esperanza no extraviada a partir de esas amargas dificultades, de ese descorazonador miedo que envuelve sus vidas.
Bella y amable, serena y emotiva, deja fuera el artificio empalagoso y se centra en la sinceridad de un guión que no pretende lucir ni alardear, únicamente narrar la ayuda mutua de dos desconocidos, cuya intimidad florece a cada segundo en su honda y cálida evolución hacia la cumbre.
Jackie y Ryan, Ryan y Jackie, el orden no altera el producto, aunque si lo hizo un inesperado y necesitado encuentro cuyo fruto es para ambos, también para un espectador que participa, con esa humilde pero penetrante querencia de acogida, de su tiempo y sentimientos compartidos, ensimismada madurez, de hipnótica presencia, que luce su emotividad con calma, respiración y sosegada quietud de quien no tiene prisa por acelerar lo que se goza y disfruta a cada paso.
¿No tienes nada que decir? No realmente, y no lo necesita, pues se expresa mayormente a través de ese fabuloso y contagioso sonido country, esencia pura de sensibilidad melódica que conecta con el espíritu de quien escucha y toca, etiqueta ilustre que entona toda la silenciosa cercanía de una contienda suave, pausada y sosegada, que en proporciones mínimas se unen para encuentro de un comedido relato, nada original/ya novelado antes, que transmite aprecio, dulzura y enamora una mirada, encandilada en su textura y gusto.
Hay momentos en que estas pequeñas, afectuosas y acogedoras cintas son un regalo para el alma que, en ocasiones, sufre de inapetencia y desasosiego ante el desfile de películas que, ante tan elevadas pretensiones, apenas llegan a parte alguna.
La presente no promete pero inspira, no juzga pero alecciones, común y típica narración cuyo talento es la discreción, mimo y sutileza por sus personajes y audiencia.
Aspira la emoción, degusta su recorrido y abraza su desenlace, ¡no hay más!, tan frágil y natural como eso.
A veces simplemente se ama y se deja marchar, para que dicho portador de tan exquisito y exclusivo sentimiento, vuelva si lo desea.
Lo mejor, su pausa, armonía y tempo de un argumento que no corre, sólo camina.
Lo peor, se echa en falta una mayor intensidad, para mayor absorción de su devaneo.
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