Ismael
Sinopsis de la película
Ismael Tchou, un niño mulato de 8 años, se fuga en el AVE rumbo a Barcelona para conocer a su padre. Su única pista es la dirección de un apartamento, escrita en el remite de una carta dirigida a su madre. Cuando encuentra el edificio, en el apartamento sólo está Nora, una elegante mujer de unos 50 años.
Detalles de la película
- Titulo Original: Ismael
- Año: 2013
- Duración: 106
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Opinión de la crítica
Película
5.4
100 valoraciones en total
Marcelo Piñeyro, tras su magnífico trabajo en El Método, tristemente se deja caer con este Ismael, una historia alucinante cuya acción transcurre en un solo día. Eso sí, a todo trapo, es increíble la cantidad de cosas que le pasan a esta gente en menos de 24 horas.
Podríamos señalar varios records mundiales que se baten en la peli y que deberían figurar sin duda en el Guinness.
1. El record mundial de amor paterno express. Mario Casas ve por primera vez a su hijo y, tras años de ignorarlo olímpicamente, se queda enganchado de momento, vamos, que en cuestión de horas se convierte en un padrazo que ya quisiera para sí más de uno y más de dos.
2. El record mundial de enamoramiento entre pijos cincuentones. Belén Rueda conoce a un encantador exmúsico reconvertido en propietario de coquetuelo hotelito rural, un hombre interesante, buen conversador, amante de la buena mesa, totalmente abierto al amor, y… no te lo pierdassss… soltero!!!! Lo prometo. Y en un solo día la llama de la pasión prende, consiguen una complicidad casi de matrimonio de toda la vida y se cuentan todos sus secretos. Toma ya.
3. El record mundial de pijoterismo. Imposible encontrar más pijos por metro cuadrado: el propietario del hotelito rural, la empresaria dueña de restaurante de éxito, la pareja de médicos, y el niño, que viste exactamente como los niños de papel cuché de las revistas de moda infantil. Por no hablar del smartphone de última generación que lleva la criaturita a sus ocho añitos.
4. El record mundial en velocidad de reinserción de delincuentes. Efectivamente, tenemos a un delincuente al que su profesor le da una cámara para que ruede lo que él quiera y en menos de 24 horas se convierte en cineasta, psicólogo infantil y perfecto compañero de juegos del hijo del profe, además de consejero espiritual.
5. El record mundial de matrimonios modélicos que entran en crisis súbitas. La pareja de médicos, aparentemente enamoradísima y bien avenida, hace aguas en el mismo momento en que la mujer vuelve a ver a un antiguo amante con el que llegó a estar la friolera de tres meses hace un montón de años. Toma ya relaciones sólidas y consistentes!
6. El record mundial de fugas infantiles. El niño protagonista se fuga dos veces en el mismo día. Vamos, que cada vez que se le cruzan los cables a la criatura coge su mochila y se las pira, con el consiguiente disgusto de su familia. Un regalito de hijo, vaya. Y eso con 8 añitos, no quiero ni pensar en la adolescencia de ese muchacho.
7. El record mundial de amistades fulminantes. El niño se hace supercolega del alumno de su padre en cuestión de horas. Son presentados por la mañana, se dan cordialmente la mano, y al cabo del rato, en la siguiente fuga del muchachito, a quién recurre? Pues a quién va a ser, a su colega del alma al que ha conocido esa misma mañana?
8. El record mundial de velocidad a la que un empresario de éxito se olvida de su negocio. Pues sí, Belén Rueda, una mujer dedicada en cuerpo y alma a su prestigioso restaurante, de repente un buen día conoce a un niño negrito muy mono que dice ser su nieto, y… voilà! Llama a sus empleados, les dice que se las apañen sin ella, que la olviden, y a continuación apaga el teléfono y dedica el día entero a su hijo, al que no le había hecho caso nunca antes en la vida, a su recién estrenado nieto y al propietario del hotelito rural que le hace ojitos desde que la vio, con el que además tiene conversaciones tan apasionantes y llenas de ingenio como: oye, por qué me miras tanto el escote?
9. El record mundial de peinados infames. Totalmente incomprensible cómo el personaje de Belén Rueda, una empresaria de éxito, superpija y superfashion, puede ir por la vida con ese espantoso look. Madre mía, si más que pelo parece un pelucón de paja! Yo ni muerta saldría a la calle con esas pintas de adefesio total. Si se trataba de avejentar a Rueda para que pareciera una abuelilla, no bastaba con quitarle unos cuantos kilos de corrector de ojeras y de maquillaje?
10. El record mundial de actuaciones igualmente infames. No se salva ni Dios. Mario Casas es la planicie interpretativa hecha hombre, aunque Sergi López es sin duda un gran competidor a ese nivel. Y respecto a Belén Rueda, su papel es tan forzado, sus diálogos tan absurdos y sus reacciones tan demenciales que por muchas tablas que tenga, simplemente no puede ser creíble de ninguna manera. Creo que todos ellos muy probablemente realizan las peores interpretaciones de su vida. Y eso que Mario Casas tiene complicado lo de batir su propio record.
Ismael es un niño de 10 años que no conoce a su padre, su curiosidad es muy fuerte por lo que un día decide coger un tren de Madrid a Barcelona para hacer realidad su sueño. Durante las siguientes 24 horas Ismael y su familia vivirán las consecuencias del viaje de éste.
El director Argentino Marcelo Piñeyro regresa a España ocho años después de dirigir El método, sin embargo el resultado no es el mismo. Mientras en El método Piñeyro dominaba el ritmo de una película con un solo escenario, en ésta no consigue encontrarlo durante todo el film haciendo que el resultado sea aburrido. Y no sólo eso, sino que el director no hace que el espectador conecte con sus personajes tan desdibujados y cubiertos de melodrama.
Quizás la culpa sea del guión que cae en los tópicos de un melodrama sensiblero con situaciones que no acabamos de creer. Los diálogos se antojan forzados y en ocasiones rozan el patetismo. El problema es que el libreto nunca llega a coger una dirección concreta, lo que hace que todo se tambalee, la crítica social que intentan abordar parece fuera de lugar y no acaba de empacar con el resto de la historia.
Los actores están más que correctos y aguantan con altibajos durante toda la proyección, en especial, Belén Rueda que realiza un trabajo muy preciso alternando el drama y la comedia de forma excepcional, resultando comedida y distante. Mario Casas consigue estar correcto, pero la falta de matices y de una personalidad concreta en su personaje le va en su contra. El problema de este actor es que ha encontrado la forma de estar cómodo en los personajes dotándolos a todos de la misma personalidad, sin indagar más allá de las emociones más evidentes. Los noveles Ella Kweku y Larsson do Amaral se ven afectados por una dirección de actores pobres y su primeriza actuación es evidencia con interpretaciones muy sujetas al texto.
Una película pobre y que realmente no aporta mucho a la ya de por sí mediocre cinematografía española de este año.
Óscar San Martín
http://ciudadanoskine.blogspot.com.es
Mala, sin sentido, con personajes desdibujados de cartón piedra y con un guión absurdo y anticuado. Se enmarca en una historia que nadie con un mínimo criterio analítico puede creer, ni plantearse que algo así remotamente sucediera.
Me dormí dos veces y me apenó lo que el cine español esta haciéndose con películas como esta, que no tienen nada que contar y muy poco que decir.
Una lástima.
Para ser una cinta española, Ismael es más digna que la media. A pesar de ello le faltan aun muchos flecos para resultar un drama verdaderamente potente e identificativo con los sentimientos y sensibilidad básica humana.
Su planteamiento es excelente, no lo voy a negar: un niño (Larsson do Amaral, bastante natural y tierno, pero en ningún momento memorable) de 10 años que no conoce a su padre (que a su vez desconoce que nació) decide ir a Barcelona él solo a conocerlo. Allí trastocará con el encuentro no solo la vida de su desconocido padre, sino la de su tribulada madre… bueno, trastocarlo todo es un decir. Pues la cinta promete eso en su planteamiento para al final no acabar dándolo.
Y es que el desarrollo del guión con sus divagaciones, sus reiteraciones innecesarias, sus tópicos aquí y allá, sus situaciones superficiales y sus momentos inacabados es uno de los lastres del metraje. Pero comenzaré con todos los aspectos positivos que hacen que Ismael no sea una total catástrofe:
Primero hay que destacar positivamente a Belén Rueda, que es la única intérprete que consigue emerger del naufragio interpretativo con el que nos regala la cinta. La actriz aporta una presencia sorprendentemente cálida y estilosa (reconozco que no es una de mis actrices predilectas precisamente, pero aquí la he visto en mejor forma que nunca) haciendo de esa joven abuela pija que aporta gran empaque, entereza y elegancia, y regala desde pequeños momentos de humor hasta otros de complicidad o duda. Afortunadamente la película deja a Belén Rueda como protagonista junto a Mario Casas, y gracias a ella el film se sostiene. Ella es sin duda lo mejor de la película, y sin ella sí que hablaría de Ismael de catástrofe total.
Otros puntos positivos a destacar son las bellas localizaciones de la Costa Brava que se aprovechan en la cámara de manera notable (a destacar también el sonido). El film también cuenta con algún que otro destacable tema en su banda sonora.
Y por supuesto tenemos como otra gran baza del film sus buenas intenciones, el querer ofrecer una trama de encuentros y desencuentros entre familias disfuncionales… pero está visto que eso es mejor que se lo dejemos a Gracia Querejeta.
Para empezar Piñeiro aporta un tempo desacertado, con escenas alongadas donde nada sucede y que inducen al bostezo. Luego tenemos demasiados momentos donde parece que el cámara le ha dado al LSD, las escenas se nos agitan de manera innecesaria y fastidiosa (puede que eso resulte moderno, pero que sea moderno no significa que sea de calidad), si estuviéramos hablando de una cinta de acción trepidante se entendería, pero no es el caso. Y aquí simplemente hay secuencias estropeadas y emborronadas por ese efecto, donde el espectador no puede ni apreciar los escenarios o sus elementos. Tampoco se acierta en muchos puntos dramáticos a la hora de usar el foco alterno con los personajes (algo tan básico como necesario para observar sus reacciones)… simplemente porque no se usa, ¡qué gran error!
Todo esto da una sensación de falta de esfuerzo a la hora de mostrarnos este drama, y el espectador lo nota. Nota y se contagia de esa dejadez que también incluye al desarrollo de la trama. Es cierto que hay pequeños momentos de acertado humor leve o de tenue afecto (básicamente son los que logra erigir Belén Rueda), pero también la película se carga de momentos y pequeñas situaciones fragmentadas, inconclusas, hueras, insuficientes y contradictorias que chocan al espectador por no casar con la verdadera realidad humana.
Y la puntilla de la indolencia está en la pareja progenitora del tal Ismael (tanto Mario Casas como Ella Kweku tiene la misma expresión ya sea para querer transmitir alegría o pena), Juan Diego Botto también tiene un personaje para olvidar tanto en su tratamiento en el guión como en su puesta en escena. Sergi López sin embargo tiene un personaje más agradecido que interpreta con naturalidad y simpatía… aunque de nuevo el libreto no ahonda en él.
En definitiva, Ismael puede verse y soportarse a duras penas gracias a su elegancia de escenarios y a Belén Rueda que trata de rescatar el metraje. Pero no estamos ante el viaje interior que nos prometía, y se echa de menos más ahondamiento, profundidad, naturalidad y madurez en esta historia que acaba siendo más superficial, vacua, inconexa y presuntuosa de lo que esperábamos.
Lo mejor: Belén Rueda. Algún que otro tema de su banda sonora.
Lo peor:…
Lo malo no es que la película no te guste, casi diría ni el dinero tirado a la basura, lo malo es convertir una tarde con la persona que quieres en una amargura de tarde. A mi la película me la recomendó un gilipollas de amigo, yo quiero desde aquí decir que es aburrida y para lerdos, como lo será el autor.
Porque el niño sea negro da igual, aunque podría haber sido gitano. Sí creo que el autor mezcle su doctrina progresista en la elección del color para ganar simpatia, lo que es patético.