Intimidad
Sinopsis de la película
Una pareja de desconocidos mantiene encuentros furtivos de carácter puramente sexual. Ella va a verlo los miércoles por la tarde y sólo quiere sexo. Apenas hablan ni se hacen preguntas. Ninguno sabe nada del otro. Llega un momento en que ella ya no sube a la casa, sino que baja directamente al sótano sin amueblar, donde él ha cubierto el suelo de mantas y edredones. Pero, de repente, el hombre siente curiosidad por conocer la vida de ella.
Detalles de la película
- Titulo Original: Intimité (Intimacy)
- Año: 2001
- Duración: 114
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Opinión de la crítica
Película
6.2
83 valoraciones en total
Estupor, eso fue lo que sentí cuando leí la pobre crítica de Carlos Boyero del Diario El Mundo. Afirma nuestro profiláctico visor de cine que la película está llena de personajes sucios, feos, todos cerdos. Pero ese no es el problema,en ello tiene razón, es eso lo que quiere mostrar esta película: personajes en crisis frente a su época que es también la nuestra. Es el sexo explícito, que subyace como metáfora de la soledad a que nos vemos sometidos muchos en estos tiempos de competitividad y egoísmo suicida, lo que pudo haber causado un ataque de moralismo estético al ya reseñado censor del buen cine y a muchos también, no lo dudo. A él y a ellos habría que replicar con las palabras de Dostoievsky: el miedo a la estética es el primer signo de impotencia – me mandarán al paredón por no recordar si lo dice en Crimen y Castigo o en los Hermanos Karamazov-. Pero no me rasgaré las vestiduras, no uso mantos de seda para protegerme de la realidad, aún así existe la necesidad de afirmar que Intimidad no es una película sucia ni sobre estiércol mezclado con impúdico sexo… Intimacy no es un soez bodrio sobre las verdades de unos personajes lastimeros, por el contrario, respira por doquier sensaciones, sentimientos y dramas íntimos tratados con tacto y ritmo de cirujano, porque esto es lo que va de los personajes: dolorosas incisiones que escudriñan en las tinieblas de seres humanos contemporáneos y llegan a tocar el nervio de una sociedad neurótica, inflada de arrogancia para ocultar sus miedos y horrores. Al internarse en Intimidad se asiste al encuentro de desgarradoras historias que lejos de afincar un convulso y sensacionalista discurso, van y vienen por una cotidianidad exasperante pero calma. La intimidad de los personajes -de todos- los coloca al borde del patetismo, como en cualquier novela de Dostoievsky, pero el espectador puede verlos como vecinos de la cuadra, como resignados amigos de siempre, o como almas heridas que siguen caminando por la obligación que tienen de vivir, o por la leve aunque estertórea esperanza que se dibuja en una que otra vacilación de su rutinario trasegar. Y así se dibuja el arte cinematográfico de Chérau, como los aconteceres que filma, con tonalidades y ritmos sinuosos, con una cámara que vacila pero que parece incrustarse en el espíritu de cada quien, que capta todo lo que de descompuesto hay en el hombre de hoy, que se interna en el relato de crisis nauseabundas en la edad en la que presuntamente se debe tener un muy buen empleo, familia feliz y perro con reluciente manicure. ¿ y el morbo? está en quien lo tenga, Intimidad no lo tiene: El sexo sudoroso , oliente a semen y fluidos vaginales, el común y corriente entre dos desconocidos, es solo eso: sexo, tan común y corriente a todos los mortales, que no se presta para otro propósito que para alimentar el guión:
INTIMIDAD es auténtica. Sus protagonistas no se encuentran bajo el yugo estético esculpido a golpe de bisturí , ni son veinteañeros ni poseen una belleza hipnótica ante la que caer rendidos , pero ello no la convierte en una película ni soez ni vulgar.
Es una película valiente, sin disfraces, sin poses estudiadas, libre ,con escenas explícitas rodadas con una sencillez y una naturalidad extraordinarias, con el difícil virtuosismo de hacerte sentir tan reales los personajes que cuesta trabajo creer que la cámara esté ahí.
Es la historía de los encuentros furtivos de un hombre y una mujer maduros,que cada miércoles quedan en una vieja casa para hacer el amor. Ninguno sabe nada de la vida del otro,apenas hablan,no se hacen preguntas… Pero un día él empieza a sentir curiosidad por la vida de su compañera .
Basada en una obra de Kureishi, pero no en la novela Intimidad (inquietas divagaciones de un guionista en la víspera de abandonar a su mujer e hijos) sino en el relato corto Nightlight, en el cine francés esta película comparte con El último tango en París (Bertolucci, 1972) y con Una relación privada (Fonteyne, 2000) el planteamiento básico de una pareja de desconocidos que se reúnen regularmente para follar, sin más, con ansia, con hambre, desechando la conversación. Pero, a diferencia del enfoque cargado de patetismo de la primera, o del elíptico de la segunda, el de Intimidad es crudamente naturalista, sin artificios ni esteticismo. Aunque hay varias escenas muy directas, también la atmósfera erótica se reduce a mínimos, apagada en el sórdido ambiente de clase media baja del oeste de Londres, con característica moqueta poblada de ácaros, tiras de papel pintado que se despega, manchas de humedad y cacharros con moho apilados en el fregadero.
La descripción de los acoplamientos entre los nada apolíneos protagonistas tiene bastante más frialdad de reportaje que temperatura de ficción porno.
Y cuando, a partir de ese grado cero de la comunicación humana, uno de ellos sienta curiosidad por saber cómo es la vida del otro en el tejido social, fuera del piso donde se reúnen, sensaciones e impulsos darán paso a emociones abrumadoras: crueldad, desesperación y soledad, exacerbadamente.
La actriz Kerry Fox da a su personaje una autenticidad perturbadora, contribuyendo al voltaje final de la película.
Conclusión: melancolía.
Tengo un conocido que con 40 años había logrado lo que todo hombre de clase media aspira a conseguir: un hogar con mujer para banquetes, bodas y entierros, 2 hijos, niño y niña como mandan los cánones, un trabajo a jornada partida que le permite comer, pagar la hipoteca e irse una semana de vacaciones y una amante 8 años menor que él, soltera, que le proporcionaba la pasión y las eyaculaciones que su larga relación matrimonial le habían hurtado. Su coartada para no ser cazado consistía en decir que iba a nadar todos los miércoles de 7 a 9 de la noche, cuando en realidad iba a casa de la querida y una vez terminada la faena, se iba a la piscina a ducharse con lo cual mojaba el bañador, las gafas y el gorro, se secaba con la toalla y así no dejaba ningún cabo suelto. Incluso había llegado a presentar la amante a su mujer y de vez en cuando quedaban todos a tomar algo, por si algún día le pillaba fuera de juego tener la oportunidad de salir airoso del trance. El adúltero perfecto.
Intimidad cuenta la historia de una relación sexual, bastante explicita por cierto, entre un hombre separado y una mujer casada y la problemática que surge cuando uno de los 2 quiere algo más que sexo un día a la semana y empieza a investigar sobre la vida del otro. Me ha interesado la historia pues normalmente la infidelidad en el cine o se aborda en tono de comedia chusca o acaba como el rosario de la aurora, léase atracción fatal. Aquí los distintos personajes son bastante veraces, son feos, huelen a sudor, lloran, van a pubs a beber cerveza y sus vidas en general son bastante desastrosas, justo como pasa en la vida real y no en las películas hollywoodienses. Sin embargo aunque la idea es buena, el metraje es excesivo pues el guión se mete en muchos charcos que no aportan nada a la historia y obvia otros que a mí me hubiera interesado profundizar y lo peor es que el director tiene un exagerado celo en cortar con planos cortos de cámara la incipiente calva del protagonista para buscarle un atractivo que en mi modesta opinión adolece.
Un mal día la amante de mi amigo le comunico que iba a tener un hijo suyo. Mi amigo le ordenó que abortase pero ella se negó en rotundo. A medida que la barriga iba creciendo mi amigo fue perdiendo el gusto por la piscina hasta que dejó de ir definitivamente. La amante despechada, no se le ocurrió mejor idea que ir donde su mujer y contarlo todo…..
Muchas veces la gente deja de ser feliz cuando intenta ser más feliz.
El erotismo en el cine me atrae muchísimo. No lo digo con ánimo de hacer el chistecito fácil, es simplemente que el intento por saciar nuestra lascivia me parece la tendencia más natural del mundo. Pero hoy en día es facilísimo recurrir a una simple película porno, y la frialdad con que en ellas se trata el sexo ya me deja insatisfecho. Es por eso que aprecio especialmente películas como ésta, que, además de escenas fuertes en este sentido, ofrecen una historia y unos personajes interesantes. No son pocas las que he visto, pero sí las que dosifican y varían con tanta efectividad los contenidos. Encontré aquí dosis considerables de humor –algo negro en ocasiones, pero tan cercano que me resultó simpatiquísimo–, de dramatismo y de buen hacer visual y narrativo. Más que suficiente para sentirme interesado durante las casi dos horas que dura.
En el fondo, suelen traérmela floja las opiniones de la crítica, así como los premios y demás reconocimientos que no provengan de mi persona. No es que quiera faltar al respeto a los críticos, y no significa que no los lea de vez en cuando, es simplemente que hace tiempo que me di cuenta de que, al final, irremediablemente, voy a terminar viendo las películas que me llaman la atención a mí, no a ellos.
Todo esto venía a propósito del comentario de Carlos Boyero ( Detestable. Los personajes me repelen. Son feos, sucios, vulgares y lerdos. […] Y si el rollo va de sexo puro y duro, prefiero cualquier porno mediocre. ), un tío que suele ser sincero pero que a veces asiste adormilado, según confesión propia, a algunos pases de los festivales. Pues no sé si sería éste el caso, pero viendo que un tío que no es precisamente Brad Pitt y que se ha tirado la mitad de su vida colocado –según confesión propia también, y si no lo creen, lean sus encuentros en http://www.elmundo.es– se queja de la fealdad y de la necedad de estos personajes, no puedo evitar citar una de las frases más geniales de Woody Allen –que se la he oído mentar a él también–: El sexo sólo es sucio cuando se hace bien . Una verdad como un templo.