Infierno
Sinopsis de la película
Una mujer y su amante abandonan al millonario marido de la primera en el desierto, con una pierna rota y con el objetivo de deshacerse de él. El hombre, interpretado por Robert Ryan, tendrá que iniciar una auténtica lucha por la supervivencia y por volver a la civilización para vengarse.
Detalles de la película
- Titulo Original: Inferno
- Año: 1953
- Duración: 83
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Opinión de la crítica
Película
6.1
50 valoraciones en total
Que una pareja de amantes hayan trazado un plan a medio acabar no quiere decir que la película carezca de intriga, aunque sea sencilla.
Es un plan sin desarrollar, que se queda en el aire, que surge de un accidente, y como nace de la improvisación, se queda sin rematar, de tal forma que los autores no pueden estar seguros de su éxito, y eso créedme, es muy estresante.
Robert Ryan hace de un rico negociante con un carácter muy fuerte, el señor Carson, de estos que rozan el despotismo ilustrado que necesitan una lección de humildad rápido. Y parece que el desierto se la va a dar.
Su mujer, Rhonda Fleming, se la ve todo lo contrario, muy dulce y delicada. Así es que aunque la película empieza con la acción rodada, ya metida en harina, ves que ella no es muy de su estilo. Le va más el amante secreto, rubio, más tranquilo, evidentemente sin tanto carácter, lo que no quita que posea pensamientos oscuros y sea capaz de engañar y asesinar.
Los tres se sitúan en mitad del desierto americano para estudiar un proyecto de minas que el marido debe financiar.
La película aunque muy elemental, se ve con rapidez. Está realizada para 3 dimensiones, algún efecto haría al público deseoso de emociones. Tal vez Rhonda Fleming en tres dimensiones causara efecto vertiginoso, y, una serpiente de cascabel que sale enfurecida, también. El otro efecto es un giro debido, esperado eso sí porque como decimos, el plan no estaba rematado.
Protagonizada por el gran Robert Ryan, en el papel del millonario Donald Whitley Carson III, casado con Geraldine Carson (Rhonda Fleming), una mujer fría y calculadora, la cual planea junto con su amante Joseph Duncan (William Lundigan), asesinar a Donald y hacerse de su fortuna, el cual sera llevar a Donald al desierto y abandonarlo a su suerte con su pierna rota, haciendo ver que se trato de un accidente.
Pero su plan no contaba que Donald un hombre dedicado a su empresa, que solo piensa en negocios, considerado un inútil para otros asuntos, comience a idear por su afán de sobrevivencia diferentes recursos para sobrevivir, sabiendo que nadie va venir a rescatarlo, dándose cuenta que no es tan inútil como pensaban los demás.
Es así que la historia, tiene como tema central la lucha de nuestro protagonista por sobrevivir, donde vemos cada paso que de para esto, en donde en algunos momentos parece que todo esta perdido, que ya no tiene esperanzas, pero decide que tiene que vivir, que no puede y no quiere morir así, teniendo la idea fija de la venganza.
La narración se va intercalando entre la historia de los amantes y la lucha de Donald, siendo la última la que genera el suspenso requerido, utilizando la voz en off, para mostrarnos la angustia y deseos por seguir viviendo, cuando más se acerca al final el suspenso va creciendo poco a poco, manteniéndonos en espectativa si logra sobrevivir o no.
La película se trata de un buen ejercicio en el genero del suspenso, dirigido por Roy Ward Baker, un especiliasta en cuando al genero de terror, en donde con tampoco recursos puede imprimir una buena dosis de tensión, la cual es llevada con inteligencia hasta el final, además de contar con la interpretación de Ryan, un grande que no es valorado en su real magnitud, y que se puede apreciar su talento en obras como esta.
Hay películas cuyo título se presta a interpretaciones varias o a ridículas especulaciones. En esta película no se explica muy bien —en realidad nada se explica— las razones de su título, tal vez haga referencia al infierno interior que cada uno de los tres personajes protagónicos (la víctima, su mujer y el amante de ésta) padecen por las acciones que les toca en suerte. En todo caso este buen thriller de 1953 se destaca, entre otras cosas, por tres elementos bien distintos:
1) En primer lugar el guión es muy ingenioso porque la película arranca con el crimen ya cometido (aunque uno todavía no sabe que existe tal tropelía) y no se ve una planificación, ejecución y desarrollo del delito. La historia te cae encima y, en forma muy inteligente, va creando un suspenso que aumenta a medida que transcurre la historia y que llega hasta el final para su resolución. Lamentablemente la sinopsis de FilmAffinity es casi un enorme spoiler de la trama porque hasta que no pase el primer tercio de la obra no se entiende muy bien cómo viene la cosa, pero si uno leyó el resumen que aparece en la ficha pierde bastante la gracia.
2) Fue rodada originalmente en 3D y por ello es que la fotografía resulta tan atractiva con el uso intensivo de la profundidad de campo (mantener en foco en una misma toma tanto los primeros como los últimos planos) y es lamentable que no exista ninguna versión SBS que permita visionarla en estereoscopía con gafas anaglifas. Technicolor de antaño en que los colores son registrados tal como los percibimos en la vida real, y no la estética del cine contemporáneo que todo lo atraviesa con matices oscuros y deslucidos.
3) Además de los elementos anteriores hay una historia de superación en la supervivencia de circunstancias extremas vividas en el desierto.
Tampoco estamos ante una obra maestra ni nada parecido, pero es una buena opción para tener un entretenimiento sano por 83 minutos.
Película de calado humano en que las tramas se imbrican con soltura y su planteamiento y desarrollo siempre ofrecen al espectador una visión clara de los hechos.
Pero durante la proyección se tiene la impresión de que se abusa de la linealidad en el relato y de que falta cierta mordiente narrativa, la cual habría proporcionado mayor dosis de intensidad a una historia en la que el dramatismo es siempre el protagonista.
Un dramatismo que se convierte en infierno.
El infierno físico es el que asume el personaje que interpreta R. Ryan y el infierno psicológico es el que sobrevuela sobre los papeles de W. Lundigan y de R. Fleming en el que cada uno de ellos encuentra el suyo particular.
Tres infiernos por el precio de uno para una película en que la aventura y la intriga policial se dividen a partes iguales el peso del argumento.
Con la excusa de que van a buscar un helicóptero, la joven esposa de un multimillonario y su amante abandonan al esposo de aquella en un pedregoso desierto, con una pierna rota, al accidentarse en una excursión. No piensan volver y el infortunado millonario comienza un calvario para volver al redil. Los progresos del desdichado, sus tropiezos, la voz en off que revela su desazón, el desierto, el desierto, el desierto… llegan a cansar un poquito pero, cierto es, que el director trata de interesarnos con las diversas cuitas por las que atraviesa y que están bien traídas. De tanto en tanto, se aligera el cambio de escenario con las inquietudes de los adúlteros que temen ser descubiertos. Cuando, bien avanzada la historia, mejoran las posibilidades del herido, va ganando en tensión, crece el suspense y, bien tejido, nos ofrece un final que engrandece todo el conjunto. Si se aguanta el tirón de los primeros 20 minutos, se pasa bien.