Imago Mortis
Sinopsis de la película
En el siglo XVII, antes de la invención de la fotografía, Girolamo Fumagalli, un científico obsesionado con la idea de reproducir imágenes, descubrió que asesinando a una persona y arrancándole los ojos, era posible reproducir en un papel la última imagen impresa en la retina. Esa técnica se llamó tanatografía y, en la actualidad, ese terrible ritual empieza a practicarse en una escuela internacional de cine. Co-producción italo-hispana escrita por uno de los guionistas de [REC].
Detalles de la película
- Titulo Original: Imago Mortis
- Año: 2009
- Duración: 113
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Opinión de la crítica
Película
3.3
50 valoraciones en total
Sí amigos míos, los chiquillos de la famosa serie de Nickelodeon se han hecho mayores y ahora gatean a dos patas por el campus universitario de una universidad anónima. ¡Y es que el argumento se desarrolla exactamente de la misma forma! Y si alguno no sabe de qué hablo, que se imagine un videojuego, una aventura gráfica: Secuencia de video introductoria de un minuto, recoger diversos objetos o pistas, avanzar sin saber muy bien cómo, avanzar, avanzar, secuencia de video explicativa de un minuto, avanzar, avanzar, avanzar, juntar dos piezas, avanzar, secuencia explicativa, avanzar… y así hasta el desenlace pero sin tocar un botón.
Los mejores momentos de la película:
Cuando alguien dos filas más atrás gritó embargado por la emoción ¡Blas Castellote! al aparecer en pantalla Álex Angulo.
Y eso fue todo.
La trama naufraga y aburre porque no avanza salvo en ultramegapluscuam-esclarecedoras secuencias de 30 a 60 segundos cada cuarto de hora. O sea, que no pasa nada, o más bien siempre pasa lo mismo, el aspecto positivo sería que no sabemos por qué pasan las cosas que pasan, pero en lugar de cocinar esa falta de entendimiento obligándonos a interesarnos por lo que sea mientras poco a poco van dando vueltas a la tuerca, con esa explicación-de-todo-lo-que-pasa-y-lo-que-viene-a-partir-de-ahora lo escacharran, porque si algo está claro es que el guión no está plagado de ideas geniales, que tampoco es lo que se pide, ojo. Igual tengo síndrome de Homer Simpson y las tramas sólo me divierten cuando me las invento o tal vez ellos deberían haberme dejado montarme mis historias, el caso es que aquí estoy, dispuesto a echar un montón de tierra sobre esta ¿película?
El aspecto visual no está mal. Un poco húmedo y oscuro, como la fotografía ultra definida y retocada con photoshop de los modernetes de cualquier escuela de artes del tres al cuarto.
El protagonista también falla. No se muy bien cómo decirlo… pero el actor gesticula mal… quiero decir que pone cara de sorpresa cuando ve un fantasma y cara de terror cuando encaja las piezas del puzzle en el argumento… no se, que igual soy yo que no se leer en su rostro…
——->Sigue en el spoiler con lo mejor de la crítica>>>>>
¡Santo Dios! ¡Qué cosa más mala de película! ¿A qué pobre diablo se le habrá ocurrido producir, dirigir o interpretar este bochornoso bodrio, deslavazado y aburrido a manos llenas? No quisiera ser despiadado, pero decidan si no ustedes cuando vean a un tal Alberto Amarilla en casi todos los planos y escenas sin contar nada, con una vocecita ridícula, procurando hacernos sentir miedo o estupor cuando no pena.
Un tanatoscopio (averigüen qué coño es este aparato del siglo XVI y para qué sirve y sabrán de qué va la película de las narices o de los ojos, en este caso) da pie a unos insensatos a creer que se puede retratar el momento último de la muerte (de los otros, no vaya a ser que las preclaras mentes científicas se pierdan por hacer experimentos consigo mismos), un frágil alumno -de fotografía y cine, supongo, en una universidad que no queda claro si es inglesa, americana o europea- que responde al apodo cariñoso de Calavera por su tez blanquecina y lechosa, empieza a ver muertos por doquier (en realidad son dos los muertos, y el doquier son los interiores de la venerable institución docente y sus aledaños)… y no busquen más, porque el tal Calavera se pasa los 90 largos minutos poniendo cara de haber visto dos merluzas preparando una lubina al horno… ¡Dios, y la música, qué música, quién es el músico que me lo cargo!
Una cosa les pido a productores de cine: Eviten, en la medida de lo posible, las coproducciones. Ésta que es de Italia, España e Irlanda (tres países católicos por excelencia, y, por extensión, y con un cine a ratos talentoso, casi siempre, pesado y con mucho pasado), no es para descrita. Salí de la sala de proyección (mi casa) bostezando, como se suele, con ardor de estómago y una mala hostia sin consagrar que para sí quisieran los adoradores del diablo.
Ni la vean, ni se molesten… y si lo hacen, no duden en escribir una crítica aún más ácida, si cabe, que ésta que acaban de leer. Saludos
Despues de ver esta pelicula me he quedado con un aburrimiento mortis producido por las veces que me he dormido viéndola.
Disculpad por la simpleza de la crítica, pero no quiero caer en las pretensiones de los autores de esta película y pensar que sólo es necesaria una direccion artística estrafalaria y una fotografia cuidada para contar una historia.
Esto no es ni arte, ni cine de género, ni siquiera un cuadro de Saura……..
Y luego nos extrañamos de la crisis del cine y de la crisis económica…..hay señor! ..cuanto dinero se podría estar ahorrando en lugar de hacer estas imbeciladas……….
Con sólo ver la primera escena de la película ya te das cuenta de la ínfima calidad de la misma. A nadie en su sano juicio se le ocurre plantear un inicio así para enganchar al espectador.
El guión no tiene ni pies ni cabeza, intenta mezclar conceptos típicos del terror obteniendo una amalgama incomprensible. El guión está lleno de agujeros, no tiene ninguna continuidad y es un sinsentido constante. No da ni para un corto de 10 minutos.
La dirección actoral es inexistente. Los actores (la mayoría de pésima calidad) deambulan por la pantalla, convirtiendo una supuesta película de terror en un producto que provoca aburrimiento.
De la música casi mejor no hablar, intenta remarcar los momentos de más suspense y lo único que hace es molestar.
Y como colofón a la película un final lamentable. Hacía mucho tiempo que no veía 20 minutos finales tan ilógicos, disparatados e incluso estúpidos.
Lamentable haber pagado por ver esta película. Una auténtica falta de respeto al espectador.
Presumía, a juzgar por su baja puntuación filmaffinitera, que iba a ser un bodriete. Y sí, efectivamente, Imago mortis es un bodriete. Una mala película. Lo que no me esperaba, sin embargo, es que fuera -además- tan pretenciosa y aburrida. Pretenciosa porque su notable fotografía y puesta en escena está de más. No sirve para nada. Ni para generar atmósfera ni para introducir al espectador en el meollo. Este desaprovechamiento estético, no obstante, es lo mejor de la peli. Porque cuando uno intenta tomarse en serio el planteamiento argumental -presuntamente intelectual, por cierto- de las tanatografías, los tanatoscopios y la madre que las parió viendo a Blas Castellote (Alex Angulo) haciendo de Doctor Caligari y al panoli del prota (Alberto Amarilla) balbuceando toda la peli como una nenaza, es para mandarlo todo al carajo y darle al stop a toda leche. Pero lo peor de todo no es eso. Lo peor es que la peli de Bessoni es aburrida. Tremendamente aburrida. Hacía mucho tiempo que no veía una peli de terror que ‘asustara’ tan poco y cuyo guión fuera tan flácido y destartalado. Ni puto caso, por lo tanto, a su llamativo y engañoso título en latín. Ah, y cualquier posible similitud con El fotógrafo del pánico consideradla como una pura coincidencia. Hacedme caso y, si no es demasiado tarde todavía, contened cualquier oscuro e irreprimible deseo de verla. Un servidor, en lugar de Imago mortis, la llamaría Corpore insepulto. Porque esto no es una peli. Es un cadáver putrefacto.