Ichi the Killer
Sinopsis de la película
Un conocido jefe de la Yakuza (la mafia japonesa) desaparece junto con un botín de 100 millones de yenes. Su mano derecha, el sanguinario y masoquista Kakihara, y el resto del clan, emprenden su búsqueda, ya que no creen que se haya fugado. Para encontrarlo utilizarán todos los métodos que consideren oportunos, ya sea torturando o matando. Así, Kakihara consigue averiguar que lo que pensaban que era una desaparición, es en realidad un asesinato, cometido por un hombre llamado Ichi, un esquizofrénico que cuando pierde el control puede hacer picadillo, literalmente, a cualquiera. Con esto, quiere resarcirse de los traumas de la infancia, aunque lo que consigue es lo contrario. Pero Ichi no está sólo en esta lucha, le acompañan unos repudiados del clan, destacando a Jijii, que es la cabeza del grupo y quien incita al caos que se organiza.
Detalles de la película
- Titulo Original: Koroshiya 1 (Ichi the Killer)
- Año: 2001
- Duración: 129
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Opinión de la crítica
6.3
53 valoraciones en total
He de reconocer que gracias a los gustos por el cine oriental de muchos de los usuarios que escriben en FA, me he animado desde hace unos meses a conocerlo. Tampoco es que me haya dado un atracón, todo sea dicho, sólo me he visto una docena de pelis…
La cultura asiática (si es que se pueden agrupar en una cultura las tropecientas mil vertientes, tan diferentes, de ese continente) era para mí algo absolutamente desconocido. Gracias a esta revisión de películas, principalmente japonesas, ahora la conozco un poco más de cerca (esta es una de las grandes virtudes del cine), y mi ignorancia ya no es tan grande. Entre otras cosas, me ha servido para darme cuenta de que los orientales están mucho peor de la cabeza de lo que yo pensaba.
El cine japonés actual y el de hace unas décadas son radicalmente distintos. Sobre todo en su ritmo narrativo. Se ha rebajado notablemente la teatralidad de sus interpretaciones, aunque no la sobreactuación, que parece que vaya a más, y esas escenas de nipones gateando pidiendo perdón durante 35 minutos no son ya tan habituales como lo eran en el cine de Mizoguchi, por ejemplo. Por otro lado, aunque esto es universal, ha desaparecido el buen gusto. Lo soez, lo escatológico y lo vulgar son una constante del cine policiaco en este nuevo siglo.
De todas formas no voy a criticar que esta película sea asquerosa, pues la debilidad de un estómago no repercute en la calidad de un film. Tampoco discuto que sea de mal gusto, más que nada, porque no es algo que admita discusión.
Y aunque no quiero debatirlo, sí que hay una característica de esta película que me cuesta entender: a ratos parece tomarse las vísceras a broma y a ratos en serio. Lo primero es más restrictivo que lo segundo, con lo que el resultado final es que la violencia se trata con ligereza e incluso humor. Por ello las escenas semidramáticas resultan, cuando menos, absurdas.
A mí, particularmente, las mutilaciones y las torturas no me hacen mucha gracia. No me río cuando a un tío le cortan verticalmente en dos o a una tía le dejan la cara como un mapa. Soy así de soso.
Me gustan tanto los personajes como el guión (aunque sea simplón), pero aborrezco sus imágenes e interpretaciones. Entonces debería darle un 5, pero la música es tan ridícula y chirriante, los planos tan gratuitamente mareantes y la historia tan poquito original, que aunque me gustaría aprobar la obra por ser generosa y no pretenciosa, todo lo que puedo darle es un 3.
No sé si Miike podrá dormir esta noche por culpa de mi suspenso. Bueno, tampoco es que yo haya dormido como un angelito después de contemplar su charcutería visual. En paz quedamos, pues.
Ichi the killer, del renombrado Miike Takashii es una película totalmente recomendable para los cinéfilos que busquen experiencias nuevas. Es una película que no se toma en serio a sí misma, está repleta de escenas sumamente violentas, muy exageradas a menudo, pero con mucho sentido del humor, muy macabro.
La historia es deliciosamente disparatada: Ichi, un deficiente mental ha sido programado y condicionado para acabar con los yakuzas de Tokio. Cuando despacha al importante jefe Anjo, se monta un gran revuelo entre las bandas yakuzas que, encabezadas por el loco masoquista Kakihara, removerán todo Tokio hasta encontrar al culpable. Asistimos a toda una gama de torturas, situaciones violentas y personajes variopintos. Especial mención merece el villano Kakihara, un psicópata masoquista, con un atuendo muy particular, que para mí, es sin duda uno de los malvados más carismáticos del celuloide en lo que va de siglo.
Resumiendo, gran película que de ningún modo te dejara indiferente, totalmente novedosa. Si te gusta, no te pierdas otras pelis de Takashii como Audition, Graveyard of honor o Visitor Q.
Tiene cosas interesantes, pero en general la película se me hizo un tanto pesada y excesivamente larga. No me quejo del gore ni de la violencia porque desde el principio sabía más o menos qué estilo de película vería. Y no me equivocaba.
He hecho un esfuerzo por verla entera, porque me parecía como si hubieran muchas escenas innecesarias… Y me parece muy bien que se quiera exagerar ciertas cosas para intentar pasarlas al otro extremo (al absurdo, rídiculo y cómico) pero creo que Takashi no ha conseguido unos resultados que a mí me dijeran nada. Ah, y Ichi es insoportable y cutre…
Pero bueno, no todo es crítica negativa de la película, hay muchos temas que como ya dije me parecieron interesantes, por lo tanto mi conclusión es que puede valer la pena, pero sólo si estás preparado para una sesión de dos horas de tortura gráfica. Qué ironia, el público mismo se transforma en una especie de Kakihara cuando ve la película… quiere que le den hostias, las disfruta.
Sí: es cutre, desagradable, grosera, absurda, soez, disparatada, caótica, enfermiza, corrosiva, demente, áspera, insana y psicotrópica.
Y a la vez: desternillante, desvergonzada, fascinante, original, catártica, apasionante, burlona, atrevida, fresca y sumamente divertida.
El cine de Miike raramente deja indiferente: o lo amas o lo detestas. Y yo, aunque soy una humilde iniciada, desde luego me incluyo en el primer grupo, casi a ciegas, e intuyo que pronto me rendiré a sus pies.
Si aún no la habéis visto, os digo desde ya que podéis esperar aberraciones a mansalva. Pero sin especial crudeza… que de eso ya se encargan otro tipo de genios como Park Chan-Wook o Pasolini (e incluso, en esferas más comerciales, paletos como el pesao del Mel Gibson).
La concepción de un superhéroe voayer, pajillero y llorón, al que cada vez que le da una pataleta arde Troya, y de un villano totalmente desquiciado, al que cada vez que fuma le sale el humo hasta por las patillas (y aun así no desiste), es de una frescura y genialidad incuestionables.
Consejo: No la veáis con unas cervezas de más… en la escena en la que a Kakihara se le descuelga la mandíbula poco me faltó para orinarme encima de la risa.
Vaya por delante que acabé con un malestar y una mala fondinga de narices después de tragarme semejante amasijo de desviaciones sexuales que tienen como base el maltrato (especialmente a prostitutas), y la mutilación. Sin duda alguna, la película más macabramente bestia de cuantas he visto y de cuantas pueda llegar a imaginar. Es muy posible que no exista una representación igual de lo denigrante en muchísimo tiempo. Sólo disfrutarán dos colectivos: Quienes se tomen la película a broma y quienes se estimulen con semejante espectáculo. Por lo demás, dirección ágil, historia densa y el sentido del humor más macabro conforman la película más truculentamente adictiva de cuantas he visto. Miike se lo tuvo que pasar pipa.