Hojas de otoño
Sinopsis de la película
Milly (Joan Crawford) es una mujer que dejó pasar la juventud entregada al cuidado de su padre. Un día, asiste a un concierto y se enamora de Burt (Cliff Robertson), un hombre bastante más joven que ella. Pocos meses después de casarse, Milly recibe la visita de Virginia (Vera Miles), la antigua mujer de Burt.
Detalles de la película
- Titulo Original: Autumn Leaves
- Año: 1956
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
Película
6.7
23 valoraciones en total
En este film Robert Aldrich nos brinda un gran melodrama. Llevado con gran pulsión narrativa por el susodicho cineasta y amparándose en un gran trabajo interpretativo de Joan Crawford, muy a su estilo melodramático ( La mujer de las 2 caras , Alma en suplicio ó Flamingo Road , por citar algunos ejemplos ) , destacando tambien la buena composición que de su papel hace Cliff Robertson .
Con un excelente y compacto guión, y un buena fotografía ( a destacar las escenas de exteriores ), este melodrama sesentero, es una buena pieza de toque con respecto a los transtornos de la personalidad.
Para degustarlo a todos los niveles.
Un saludo, efelson.
Elegí para adentrarme en el universo de Robert Aldrich dos películas desconocidas, o al menos no muy famosas, quería con ello buscar la mirada personal de los proyectos personales, la opinión vociferante de lo que cada uno se suele callar.
El cine de Aldrich habla de la mujer, al igual que el cine de Wyler o el de Lean, incluso el de Samuel Fuller, desde la perspectiva del análisis, de la necesidad de entender. El misterio se desvela en todos y cada uno de estos autores desde maneras diferentes, pero en todos ellos, aunque no hay un juicio de sus actos, los circunstanciales a los que se somete a los personajes femeninos y sus consecuentes reacciones son la película en sí, el por qué de contar esa historia.
En contraposición a Aldrich, Wyler y Lean se apoyan en la emotividad y el peso de creencias e ilusiones, tampoco Aldrich aboga por llegar a tocar hueso ni decir cuatro verdades aunque las haya, el simple hecho de pensar que las hay, ya denota el poco calado de las conclusiones. La mirada de Aldrich no es irónica como algún Lubitsch, ni tampoco furibunda como algún Hitchcock, no es tampoco una mirada cómplice como la de Fassbinder, ni excesivamente caballerosa como Cukor. Pero yo creo que es la más acertada, y que su intención inicial es conseguida.
No hay de que hablar. Todo serían halagos y reproches.
Curiosísimo el planteamiento del autor en ese western (porque hay que poner escenario, irremediablemente) El último atardecer, plantar ante la mirada de mujeres la naturaleza en su aspecto masculino, para que Aldrich y nosotros las veamos a ellas. También, en la igualmente maravillosa Hojas de otoño, con un primer plano sacar de Joan Crawford todo el background de su personaje… Pienso que estamos ante uno de los mejores directores de actrices de la historia. Aquí las perspectivas y los picados no buscas aristas en el escenario, se cuelgan en una ceja arqueada, y de ahí, cada uno que profundice hasta donde pueda y quiera llegar hacía dentro, desde la pupila hacia el alma, verdades que no se pueden explicar con palabras, no hay de que hablar, no debe haber halagos o reproches, me repito, todo está en la imagen de Aldrich y sus actrices…y el espectador que quiera entender que entienda.
Todo en ella es bueno: la película, la actriz, y la inusual historia. Porque las cosas como son, la peli es un poco rarita, más teniendo en cuenta la fecha de su realización (1956), pero eso no es necesariamente malo ni bueno, sino diferente, algo que bien gestionado (como es el caso) puede convertirse en algo muy favorable.
El comienzo es directo, sin rodeos, como mandan los cánones. Una mujer cuarentona, segura, trabajadora, se preocupa por su soltería, es decir, una perfecta descripción de nuestra protagonista, la siempre estelar Joan Crawford. Un día, en un restaurante alborotado, conoce a un chico más joven que ella y comienza una relación de amistad.
Los temas principales del film son la edad (eterna obsesión), las oportunidades perdidas y… el amor por encima de todas las adversidades. Aldrich nunca ha sido un director al uso. Aunque sus films beben de los clásicos, siempre hay algo que le diferencia (¿Qué fue de Baby Jane?, El beso mortal,etc). Aunque por momentos pueda parecer una película romántica, un melodrama o incluso un thriller, quizá es un híbrido de todo ello con sorpresas incluídas. Ciertamente, esta amalgama de géneros dificulta que sea una película redonda pero quizás ahí reside su modernidad, en la mezcla de estilos y en la confrontación de situaciones.
Por supuesto, Joan Crawford (de la que sólo puedo ser un fan empedernido) está majestuosa. Mujer madura en busca de la oportunidad perdida, el amor se le resiste. Con miedo a ser engañada y sin confianza por su edad, desconfía de toda propuesta amorosa. El papel es perfecto para ella. Sin perder su atractivo, pero sin disimular el paso de los años, puede ser la amante madura perfecta. Sin duda, una actriz sin igual.
En definitiva, una película distinta pero notable, que se sale un poco de los cánones, con un final rápido e inesperado, no por ello menos recomendable.
Séptimo largometraje de Robert Aldrich. Escriben el guión Jean Rouverol, Hugo Butler ( La joven , Buñuel, 1960), Louis Meltzer y Robert Blees. Se rueda en exteriores de Brentwood (LA, CA) y en estudio. Gana el Oso de plata de Berlín (director). Producido por William Goetz, se estrena en junio de 1956 (Festival de Berlin).
La acción principal tuene lugar en LA y alrededores, en 1955/56, a lo largo de varios meses. Milicent Milly Wetherby (Joan Crawford) es una mujer de unos 45 años, mecanógrafa de profesión, que trabaja por cuenta propia. En los años de juventud se dedicó al cuidado del padre enfermo. Por ello perdió oportunidades de matrimonio y tiene un círculo reducido de amistades. Mientras cena en un modesto restaurante, el joven Burt Hanson (Cliff Robertson) se acerca a ella y le pide permiso para sentarse a su mesa.
La película desarrolla un melodrama intenso, que incorpora elementos de cine negro, de terror familiar, de drama psicológico y de comedia romántica. Robert Aldrich, que aprendió el oficio como ayudante de dirección de Chaplin, Milestone, Losey, Renoir, Fleischer y otros, imprime a la cinta la impronta de elegancia y distinción propia de su estilo personal. El género de la obra no es el que mejor le encaja con sus habilidades. Pese a ello, el film está rodado con buen oficio, algunas genialidades narrativas y una correcta distinción entre elementos amorales de entono familiar y el amor generoso, limpio, desinteresado y sacrificado. Ante los prejuicios sobre la edad de los cónyuges, la película apuesta por la relatividad del tema y la importancia capital del amor sincero y profundo de la pareja. El realizador extrae de los protagonistas interpretaciones de gran nivel, a pesar de la falta de buena química entre Crawford (52 años) y Robertson (31 años). Es curioso que se presente la cleptomanía como un trastorno mental que precede a la eclosión de una esquizofrenia aguda. El tratamiento de la violencia de los esquizofrénicos mediante electro-shock es abordado con naturalidad y sin acotaciones críticas, de acuerdo con las convenciones de la medicina del momento. Poco tiempo después, se demuestra la inconveniencia del método, que es abandonado definitivamente. El film no se estrena en España por problemas de censura. Son escenas destacables la violenta manifestación de enajenación que culmina con el vuelo por los aires de la máquina de escribir, la visita de Violet a Milly, la conversación de Milly y Burt sobre el pasado, la transición entre el concierto y el tocadiscos.
La música, de Hans J. Salter ( Tierras lejanas , Mann, 1956), aporta una partitura densa, intensa y dramática. Añade un fragmento de Chopin y la canción Autumn Leaves , a cargo de Nat King Cole. La fotografía, de Charles Lang Jr. ( Sabrina , B. Wilder, 1954), hace uso de imágenes de contraste vigoroso, encuadres torcidos, primeros planos psicológicos y tomas largas y medias. Film correcto e interesante con momentos de gran intensidad.
Autum leaves es el titulo de la melodía que canta maravillosamente Nat King Cole y que sirve de motor a Hojas de otoño , un descarnado melodrama de Robert Aldrich, que inciide en lo complicado de las relaciones entre dos personajes solitarios, desusados, desconfiados, pero tremendamente necesitados de la vitamina del amor.
Milicent (Joan Crawford) es una mujer solitaria, mecanógrafa de profesión, con una sola amiga su casera. A Milicent le regalan, por su buen trabajo, una entrada para ir a un concierto y será en ese lugar donde conozca a Bart (Cliff Robertson) un hombre dicharachero bastante mas joven que ella y que se desvive por hacerla feliz proponiéndole incluso matrimonio. Milicent se resiste todo le parece demasiado irreal pues cree que su tiempo ya ha pasado y solo buscan hacerle daño. Con el tiempo descubrirá que su marido guarda un oscuro pasado.
Un duro melodrama que ahonda en la fuerza del amor de una mujer que se resiste a perder aquello con lo que tanto ha soñado y que tiene en la Crawford la actriz ideal para este tipo de papeles.
Destacable sin duda el trabajo de Cliff Robertson dando vida a un personaje de muchas aristas pasando del joven alegre e idealista al trastornado y esquizofrénico con tendencias claramente violentas.
Aldrich hace una película dura, descarnada, metiendo el cuchillo en la fragilidad de las relaciones, en la importancia del pasado, en la profunda desilusión de la soledad, y en los vericuetos de la mente humana, donde la cordura y la locura están separadas por una linea apenas perceptible.
Entre los secundarios podemos encontrar a una atractiva Vera miles (Falso culpable) y a Lorne Greene siempre recordado por su entrañable papel en la serie Bonanza.
Recomendable para los amantes del melodrama romántico que encontraran una buena dosis de intensas y lacrimógenas emociones.