Hitchcock
Sinopsis de la película
En la cima de su carrera como director, Alfred Hitchcock (Anthony Hopkins) decide filmar una película de terror aparentemente de baja categoría. Ningún estudio apoya el proyecto, así que Hitchcock decide financiarlo él mismo y rodarla con un equipo barato de TV. El resultado fue un fenómeno internacional y una de las películas más famosas e influyentes de la historia.
Detalles de la película
- Titulo Original: Hitchcock (Alfred Hitchcock and the Making of Psycho)
- Año: 2012
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
Película
6.2
93 valoraciones en total
Alfred Hitchcock es uno de los más brillantes directores de nuestra Historia, aunque esa imperfección en forma de ostentosa gala de injusticias conocida como los Premios Óscar, se hubiese negado a reconocerlo a lo largo de la impecable filmografía del realizador británico. Quizá consciente de su estrepitoso ridículo, la Academia trató de subsanar este descuido otorgando al Maestro del Suspense un premio honorífico en reconocimiento a su carrera, en el año 1971. Talento cinematográfico al margen, Hitchcock fue además una figura rebosante de carisma, hecho por el que encarnar al susodicho se antojaba una tarea harto complicada por el riesgo latente de terminar ofreciendo algo que no estuviera a la altura de tan prodigioso personaje. Pero el extraordinario —y aquí, físicamente irreconocible— Anthony Hopkins (Conocerás al hombre de tus sueños, 2010) cumple muy bien con la tarea de acercarnos a la intríngulis de la personalidad del admirable director londinense, metiéndose totalmente en su rol y ejecutando una excelente —y por tanto, inmejorable— interpretación.
Sacha Gervasi se apoya en el guión de John J. McLaughlin y Stephen Rebello para convertirnos en testigos del proyecto más complicado de la carrera de Hitchcock: el rodaje de su aclamada obra Psicosis (1970). Con la desconfianza inicial de todos los que le rodeaban y erigiéndose Paramount Pictures como el primer escollo a superar (ya que se negaba a financiar una cinta tan polémica para la época), Hitchcock encuentra en su obsesión por ver terminada su película y en su mujer Alma (muy buen papel de Hellen Mirren), los principales pilares que le otorgan fuerza suficiente para llevar a cabo sus pretensiones. La cinta siempre está más cerca de la admiración contagiosa hacia un Hitchcock del que se ofrece una cercana estampa, que de tratar de ser un detallado documento sobre las dificultades que se debieron superar para hacer Psycho. Suma multitud de simpáticas líneas de diálogo que no hacen más que invitarnos a reverenciar nuevamente la efigie del excepcional director, al que se pinta tan misterioso e imprevisible como los personajes de sus propias películas, y se sumerge a Hitch en varias escenas surrealistas en las que charla animosamente con Ed Gain, el asesino en serie en el que se basó el Norman Bates de Psicosis.
Hitchcock es una cinta que va de más a menos pese a que sea en la parte más templada cuando aparecen algunas de las secuencias más tensas. Creo que esta es una película más dirigida hacia los admiradores y conocedores del realizador londinense que hacia alguien que desee descubrirlo (inexplicablemente, existe quien no haya visto ninguna de sus películas), pues el argumento transcurre principalmente sobre una de sus obras más conocidas, por lo que vivimos una especie de making of en el que el hecho de haber visto previamente Psicosis hace que el anecdotario encaje aquí cual pieza de puzzle. Y yo, por lo menos, nunca vería un making of de una película que no he visto. También hay referencias a Vértigo (1958), Con la muerte en los talones (1959), actores y musas que utilizó a lo largo de su trayectoria y otros detalles que llamarán nuestra atención si hemos visto su cine con anterioridad. Y hablando de musas: Scarlett Johansson. (Lost in translation, 2003) Qué frescura aporta a la película con su belleza, sensualidad y aspecto risueño, encarnando a una Janet Leigh que no para de sonreír hasta enamorarte a través de la pantalla.
Ya nos conocemos las tácticas de Hollywood o derivados: si una película tiene éxito, saca pronto la copia. Esto es lo que ocurre habitualmente, pero de un tiempo a esta parte parece que las majors no quieren ni esperar: ¿van a preparar un film sobre Blancanieves? ¡Hagamos 4!. Fruto de esta especie de competencia de clonación temática nace esta Hitchcock , un biopic sobre el considerado Maestro del Suspense que repasa la fase de producción de una de sus películas más emblemáticas, Psicosis (Psycho, 1960). La otra cara de la moneda fue The Girl , una producción para televisión de la HBO que también partía del material de un making of para narrarnos la turbia relación establecida entre Hitch y Tippi Hedren durante los rodajes de Los pájaros (The Birds, 1963) y Marnie la ladrona (Marnie, 1964). En ambos casos encontramos películas bastante desapasionadas sobre una figura apasionante, con actores que interpretan al britanico con cinco toneladas de maquillaje haciéndose casi irreconocibles.
Sobre Hitchcock pueden decirse pocas cosas buenas, aunque tampoco demasiadas malas. Como toda película biográfica está siempre supeditada a la comparación, y a conseguir que nos creamos -o no- que lo que se muestra en pantalla pudiera haber sido así o de otra manera. Sacha Gervasi, su responsable, apenas consigue que nos entretengamos un rato mientras vemos cómo Anthony Hopkins y Helen Mirren se lucen, especialmente esta última, que está sensacional, interpretando a unos personajes que están escritos con poca imaginación y bastante rutina. No falta, por supuesto, una recreación de la famosa escena de la ducha, pero la pérdida de tiempo con posibles escarceos amorosos ente Reville y otro personaje ensombrecen un trabajo que pudo ser, definitivamente, mucho mejor. Como retrato de esa relación Hitchcock/Reville la película es tibia, algo vacía. Como making of no vale un duro. The Girl , siendo un film más modesto (hecho para TV) conseguía sacar mucho más de su concepto que la aquí presente.
Aún así ambas están heridas de muerte desde su concepción: la imitación y reiteración de algo que ficcionado no tiene sentido. La réplica, cual figura de cera, de dos procesos de creación difíciles de capturar en su magnitud e importancia. Se puede ver, pero es una película que no soportará la prueba del tiempo. No porque vaya a quedarse desfasada (ya lo está), más porque en unos años nadie se ella. El concepto al que se acoge es el que es, entretiene . Menos es nada.
Anthony Hopkins reencarna al maestro del suspense de una manera magistral, con una inspiración y una penetración de Alfred tanto física como psicológica a una altura grandísima. Espectacular el papel de Helen Mirren como Alma, su esposa y confidente en todas sus películas. Desde un punta de vista dedicado al fan de Hitchcock deja al director en un segunda plano en deprimento de su esposa en casi todos los aspectos de la cinta, lo que a los puristas del orondo maestro pueden incordiar o simplemente reprochar. Para los amantes de su clásico atemporal Psycho (1960), es un deleite ver en pantalla y con grandes interpretaciones como se hizo esta obra maestra del cine contemporáneo.
El guión está escrito minuciosamente, cogiendo datos reales de publicaciones y sobre todo basándose en el libro escrito por Stephen Rebello. Todos los actores tanto secundarios como de reparto son clavados a las personas que interpretaron Psicosis en su versión original. Queda impuesto que Gervasi a hecho hincapié en ofrecer la mejor propuesta técnicamente posible para hacernos ver y sentir como Hitchcock organizado el tan enmarañado rodaje de su obra cumbre. El desarrollo de la trama no da respiro ni un solo momento, lleno de objeciones sobre como se llevo a cabo todo el proceso de desarrollo del film, productores, guionistas, incluso la relación amorosa de la pareja protagonista, quebrada por la autofinanciación de la película y los singulares estados anímicos de Hitchcock.
Tiene un toque perturbador que genera el ambiente y el entorno de Alfred, al elaborar en su cabeza y con sus propios miedos e inquietudes acerca de como desarrollar esa historia de terror que haga estremecerse al espectador. La transición de su cine queda reflejada en la película, con la inexpugnable colaboración de Alma en sus producciones, tanto de guión, como en la música e incluso en la dirección. Para sacarle el máximo partido a esta estupenda cinta hay que conocer la historia en la que se basa, es decir, para verdaderos seguidores del maestro del suspense y su excelente obra. Para los que no conozcan esta grandiosa película encontraran más aburrida su trama, ya que conserva muchos guiños a la misma y datos relevantes para su producción.
Conclusión: Es un biopic excelente, con un planteamiento interesante, bien desarrollado y una delicia para los amantes de Alfred Hitchcock y de su obra maestra, Psicosis.
La película muestra sus cartas ya desde el cartel: un Anthony Hopkins convertido en figura de cera con el cuchillo de ‘Psicosis’ en la mano y agarrando a una elegante Helen Mirren por la cintura, sin que ninguno de los dos actores tenga primacía sobre el otro.
Anthony Hopkins calca la voz y el gesto públicos del maestro del suspense. Como en esos programas de la tele en que se imita a las celebridades, el camaleón escénico modela su actuación sin descuidar detalle alguno. Pule pose y tono: de tanto cincelar, compone una naturaleza muerta. Tal vez el reto era excesivo –Hitch es, en sí, icono y mito, quizás por ello sea inimitable.
Con él no sirve el karaoke. Para dar vida a Hitch en la pantalla, no basta con la copia, por muy exacta que ésta sea. Habría sido necesario recrear el personaje. No basta con reproducir la superficie y barnizarla: habría que arrancarle la máscara al icono, zambullirse en su interior, asumir el riesgo de estrellarse.
La cinta es una pasarela por la que desfilan los lugares comunes que hay en torno al director: detrás de todo gran hombre hay una gran mujer, ninguna rubia de Hitch está a la altura de su Alma (con y sin mayúscula), Hitchcock es Scottie (protagonista de ‘Vértigo’), ‘Psicosis’ cobró vida en el montaje, Hitch era un celoso compulsivo (la intensidad de Janet Leigh, en la famosa escena de la ducha, es provocada por un ataque de celos de sir Alfred), el orondo director fagocitaba a sus actrices, era un voyeur morboso y penetrante (¿y qué gran cineasta no incurre en ese vicio?)…
Por si la dosis de tópicos no fuera suficientemente generosa, James DArcy no representa a Tony Perkins: se limita a hacer de Norman Bates. Scarlett Johansson nos ofrece una Janet Leigh ingenua y explosiva (sus pechos son tan grandes que ha sido todo un reto no mostrarlos, se dice ya en el mismo tráiler de la cinta). Como era de esperar, destaca Helen Mirren, por dos motivos esenciales: primero, es una actriz extraordinaria y, segundo, Alma Reville (la mujer de Hitchcock) era una persona no muy conocida para el público, por lo que el margen interpretativo/creativo es amplio y fértil.
El guión contiene multitud de réplicas y frases ingeniosas (los diálogos, más que articular la relación entre los personajes, se dicen de cara a la platea, tal como ocurre en las sitcoms, a menudo dan ganas de poner aplausos y risas enlatados). Pero a Hopkins –y a Sacha Gervasi– les falla la mirada. Y es que el genio de Hitch está en ese mirar que lo hace diferente. En el destello perverso y juguetón de sus pupilas, diminutas, en medio de su rostro ancho, redondo y adiposo. No hay, en esta cinta, atisbo de esa luz inigualable (no sé si por falta de talento o de bemoles). Ni un solo trazo de cine genuino, nada que nos haga sentir el instante de magia en que la idea se hace carne y se transforma en emoción estilizada, nada que conjure los momentos especiales de ‘Psicosis’, nada de su alquimia. Tan sólo retazos de cine complaciente, gotitas de arte sin espinas (o de espinas debidamente limadas y embotadas), algo así como pescar un tiburón en la piscina de un chalé.
En la película ‘Remando al viento’, de Gonzalo Suárez, Lord Byron le dice al personaje interpretado por Liz Hurley: En las profundidades del lago hay cieno y malas hierbas, pero cuando miras su superficie sólo ves tu propio reflejo. Así es exactamente como tú eres, Claire. Muy similar es la visión que tengo del ‘Hitchcock’ de Gervasi. En vez de bucear por el pantano de sir Alfred y correr el riesgo de quedar sumido en sus arenas movedizas (como el coche que se hunde en la marisma de ‘Psicosis’), Gervasi se conforma con chapotear en la piscina de Alfred Hitch.
Parafraseando a Umbral cuando habla de la prosa de Azorín, Sacha Gervasi no dirige mal ni bien, largo ni corto, claro ni oscuro, superficial ni profundo. Gervasi dirige… cobarde.
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Un entretenimiento digerible, pero que nadie espere aquí el cuchillo verdadero de ‘Psicosis’.
[Texto publicado en cinemaadhoc.info]
¿Qué quiere ser Hitchcock? ¿Un homenaje al cine, a Hitchcock, a Alma Reville o a la leyenda oculta de toda leyenda? ¿Un acuchillamiento en toda regla a Psicosis pasado por agua, tal vez? ¿O una parodia involuntaria? El filme de Sacha Gervasi comienza y finaliza siguiendo la estela de ‘Alfred Hitchcock presenta’ y en sus ‘interiores’ se reflejan los conflictos de los personajes: la vejez, el miedo a la infidelidad o descubrir que Hitchcock tenía ‘fuertes’ sentimientos psicopáticos… Eso sí, aquí no corre la sangre porque estamos ante un impasible mirón y voyeur, siempre observando… como una sombra en el sobaquín y por debajo del pezón.
El propio Hitchcock afirmaba que en sus imágenes está toda la verdad… Efectivamente en Hitchcock la verdad es que no hay ni hubo ni habrá verdad… ni, por lo tanto, película. Poco se reconoce la figura de William Castle en una película de poca historia y mucha mirada, realizada bajo una pésima lectura de ‘Alfred Hitchcock and the Making of Psycho’ de Stephen Rebello. Que si Anthony Perkins era lelo, que si Janet Leigh y Vera Miles eran muy buenas madres por encima de actrices súper-súper-profesionales, que si Hitchcock no paraba de darle a las delicatessen y a la botella… Muchas frases célebres a calzador y Helen Mirren en bañador para hacerse un homenaje a sí misma y a su famoso ‘posado’ en bikini —del mismo color— que provocó una popular cadena de gimnasios declarase a la actriz británica como mejor cuerpo del mundo. En Hitchcock ella es el cuerpo del delito pero descubrimos que no había delito que escribir ni cuerpo en el guión. El maestro del suspense se merecía algo con más… suspense… y aquí no sabemos si quiere asesinar a su mujer, se enamoraba/decepcionaba de sus actrices hasta límites enfermizos, si su sueño era ser el cómplice de Ed Gein, si estaba deprimido porque no se había inventado la Viagra o el Botox o que luchó mucho por Psicosis para no perder la piscina y el bañador que solía recorrerlo de lado a lado.
La interpretación de Anthony Hopkins es digna del Celebrities de ‘Muchachada nui’. Pero lo peor, aparte de hacer parecer que Psicosis es fruto del azar, de medio empalme, de una mano con ‘Alma’ y de un rodaje digno de eyaculador precoz, es que el contenido dramático provoca risa. Tenemos, por supuesto, la historia de amor y celos: Alma tiene celos, Hitchcock tiene celos. Hitchcock era un genio y tenía mal genio. También Alma era una mujer con genio, con genio y con genio. O sea, la combinación perfecta con mucho genio. Obviamente las referencias hitchockianas son ¿obvias? y Hitchcock oscila entre las fantasías oscuras del cineasta, la ligereza del humor y la auto-parodia-y-homenaje en una comedia con su toque cínico-dramático, que acaba en romántica entre genios con genio. Por mucho genio que habite en la cinta, esto no es Cazador blanco, corazón negro y ni siquiera RKO 281. La batalla por Ciudadano Kane.
Pero la moraleja y motivo real por lo que, más que decepcionante, Hitchcock me parece tremendamente fallida es que todo se reduce a reivindicar que a Hitchcock no le dieron un Oscar ni por Psicosis… ni por ninguna de sus películas de Oscar. Yo, si hubiera sido la Academia, le habría dado el Oscar este año a Sacha Gervasi por ‘joder’ y apuñalar de nuevo al mito… que al parecer se le da bastante bien a este director y a la propia Academia. Y, desde luego, no hace falta mojarse ni ponerse la ropa y peluca de mamá, mostrar un cuarto de baño o realizar una película que ni es homenaje ni película.