Historias extraordinarias
Sinopsis de la película
Se trata de relatos que tienen como figuras centrales a tres forasteros, identificados cada uno con una inicial -H, X y Z-, cada uno con una misión, que se irán revelando poco a poco. Capítulo tras capítulo, la película describe los lugares, las situaciones, las actitudes frente a las circunstancias y los hechos de los que son protagonistas o simples testigos los personajes, todo ello narrado en voz en off, con las voces de Daniel Hendler, Juan Minujin y Verónica Llinás.
Detalles de la película
- Titulo Original: Historias extraordinarias
- Año: 2008
- Duración: 245
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Opinión de la crítica
Película
7.5
94 valoraciones en total
A medio camino
Llinás hace suyo el postulado de Unamuno: … todo hombre es un boceto de novela . El resultado es una cinta irregular.
Las historias no están del todo mal. De hecho, comienzan muy bien, con imágenes sugerentes y plenas de misterio, pero conforme avanza el tiempo, el recurso de las cajas chinas pierde fuerza e interés y las tramas personales sin aparente resolución, terminan dejando un extraño sinsabor.
Pues sí, aunque sus incondicionales no lo reconozcan, a esta película le sobra una hora y más. Se dirá: pues claro, es un experimento, una apuesta distinta, es riesgosa, etc. Pero a mí, simplemente no me convenció, a pesar de los otros aspectos sobresalientes (fotografía, música, etc.) A esta película le sobra oficio, pero le falta corazón.
Un halo fantástico se desprende de estas tres potentes historias rodadas en localidades anodinas, desperdigadas en la llanura de la provincia de Buenos Aires, que encierran arquitecturas misteriosas y suntuosas geometrías recubiertas de olvido y abandono, que parecen aguardar a quien las descifre.
Mariano Llinás se revela como el intérprete adecuado para sondear en estos misterios, tan a mano como ignorados. Se trata de una película donde los actores son tan importantes como la voz en off y las imágenes de los campos y los pueblos del interior bonaerense y la omnipresencia del río.
Los actores, igual que la historia fluyen naturalmente a pesar de situaciones artificiosas registradas con una fotografía, banda sonora y técnicas fílmicas cuidadas hasta la obsesión.
Las cuatro horas de duración se sostienen en base a puro talento narrativo, que apela a las reglas mnemotécnicas de la poesía clásica, caracterizada por la iteración en cada recomienzo para refrescar la memoria del espectador-lector.
Este relato filmado va ganando en sugerencia y nos invita a una lectura audiovisual narrada en tercera persona y con pocos diálogos, donde los personajes principales carecen de identidad, no tienen nombre, como si se generalizaran a partir de las letras que los nombran: X (el propio Mariano Llinás), Z (Walter Jakob) y H (Agustín Mendilaharzu).
La película se parece a una novela, con sus capítulos y momentos en los que pueden cerrarse los ojos y dejarse llevar por la seductora narración. Historias absurdas y extremas pero al mismo tiempo cercanas y posibles, a las que hay que leer también en su plano simbólico. En esto las historias y metahistorias son borgeanas: los datos reales y concretos se van volviendo cada vez más abstractos, más simbólicos. Sus datos concretos (un crimen casi involuntario, un tesoro que siempre se aleja como una mujer fatal) se van desmaterializando en un tiempo que termina olvidándose al ser superado por el relato.
Las historias construyen su unidad a partir de un símbolo universal pero poderoso: la vida es un camino, un viaje, la vida es el río y también el solitario encuentro en el interior de uno mismo en la habitación de un hotel de provincias, en medio de esa planicie amorfa y estéril que se presenta como un territorio de aventuras, donde todo puede pasar, donde hay historias a descubrir y solamente es cuestión de traducirlas en imágenes y sonido.
Un crimen, un tesoro, una apuesta. 3 historias, 18 capítulos y 4 horas de duración. Mariano Llinás dirigió, escribió y protagonizó esta arriesgada película literaria completamente curiosa desde cualquier ángulo que se la mire, como si fuera una aventura que nosotros mismos estamos viviendo, porque los largos pasajes temporales y los ojos de los personajes parecen ver al mismo tiempo lo que el espectador ve, convirtiéndose ellos mismos espectadores de las historias y meta-historias que suceden… como si fuera una lectura audiovisual narrada en 3era persona donde (vaya paradoja) los personajes principales carecen de identidad, no tienen nombre, como si se generalizaran todas las historias que similares a estas son contadas por personas, personas comunes, como vivencias y anécdotas de la vida. Una película donde realmente los principales actores son la voz en off y las imágenes de los ríos, los campos y los pueblos del corazón de la provincia de Buenos Aires, lugares que de solo estar parado ahí ya te hacen sentir como en una aventura o en una película… en mi infancia fueron los campos cercanos a Junín e imagino que ustedes tanto como yo tienen historias para contar.
Sin embargo y como puntos negativos se podría mencionar que el director parece excederse por momentos y juega con la inteligencia del espectador. También que luego de un comienzo que pintaba para obra maestra daría la impresión que al relato se le va acabando la magia ó la pierde por el camino…
El hermoso mundo del cine hace que cada tanto nos topemos con obras de arte de este talante. Lamentablemente, las veces que me ha sucedido las puedo contar con los dedos de una mano.
Ni bien finalicé de ver el film, cuyas 4 horas de duración me fueron escasas, sentí el impulso de levantarme y aplaudir. Es una película, sí, lo sé, pero también es un libro, ese gran libro de cabecera que cada tanto ojeamos para que esté latente y fresco. Historias Extraordinarias es, sin temor a equivocarme, la película que me hubiera gustado filmar si hubiera tenido el talento para hacerlo. Como si me la hubieran robado del inconciente, como si Mariano Llinas hubiera leído dentro de mi mente antes de rodarla.
Tres historias de apertura, las tres maravillosamente interesantes, la voz en off marcando el ritmo, la ruta, la hermosa planicie bonaerense, un laberinto de tramos intercalados que dejan siempre con la emoción al filo.
Una película que volveré a ver tantas veces como necesite saciar esa sed de historias.
Tres historias de apertura, a partir de las cuales nacen otras historias y otras más, hasta lo infinito. Así es la vida.
Emotiva, sensible, potente, Extraordinaria…así es Historias Extraordinarias.
Para quien les escribe, un manual de la narración, un antes y un después en la historia del cine argentino, una guía de como hacer una obra maestra.
Haga lo que haga de acá en más, Mariano Llinas tendrá mi eterno respeto.
Bien ganado se lo tiene.
Una película que dura cuatro horas y que por añadidura se presenta como una narración (y ya sabemos lo que desbarata en ocasiones la voz en off al cine) tiene todas las papeletas, de salida, para ser un soberbio tostón. Y sin embargo… ese fatídico presagio se convierte en maravilla en manos de Llinás y de unos actores que resultan paradójicamente naturales en sus papeles artificiosos.
El acierto de la película consiste en llevar la literaturización del cine a su extremo mezclando además guiños a otros géneros literarios y arropada en una fotografía, banda sonora y técnicas fílmicas sobresalientes. El prodigio de la prosa de Llinás vale por una novela en sí misma. Uno podría quitar la imagen o cerrar los ojos y dejarse llevar por la narración y la satisfacción sería grande, pero es enorme cuando precisas imágenes, bellísimas, juguetonas a veces, parodiadoras otras, profundísimos primeros planos cargan todo de un sentido en que el espectador se impregna de algo profundamente verdadero, algo de calado.
Por supuesto las historia que se nos cuentan son extraordinarias , absurdas, extremas pero hay que leerlas no en su plano literal (sí literario) sino simbólico y el autor para ello ha escogido un símbolo muy antiguo pero muy poderoso: la vida es un camino, un viaje, la vida es el río, o el paseo interior de uno mismo en la habitación de un hotel… Llinás ha sabido dar nueva vida a esta metáfora.
Hasta el aburrimiento es un viaje maravilloso, como constatan algunos personajes, y Llinás ha conseguido hacer de lo que tenía todas las papeletas para aburrir el más apasionante de los periplos.