Historia de Hachiko
Sinopsis de la película
Narra una historia real sobre la fidelidad de un perro hacia su dueño, incluso después de la muerte. Fue la película más vista del año en Japón. En 2009, se hizo un remake americano protagonizado por Richard Gere.
Detalles de la película
- Titulo Original: Hachikô monogatari (Hachi-ko)
- Año: 1987
- Duración: 107
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Opinión de la crítica
Película
7.3
76 valoraciones en total
Hermoso me parece la palabra más adecuada para describir esta película. Película bella, maravillosa, sensible. Logre presenciar unas de las conexiones más hermosas de la historia del cine (desde mi punto de vista) la conexión perro-hombre, un perro hermoso, una maravilla de la evolución, este perro ama tanto a su dueño iba al trabajo, el perro siempre lo esperaba en la estación de trenes, y cuando muere el amo, sigue esperando. De verdad que es el amor elevado a su mayor expresión. La película no presenta diálogos impactantes pero por ese motivo no bajaré mi calificativo, se logra presenciar la amistad, el amor que une a los seres. Aunque nos creamos lo suficientemente fuerte, valiente para no necesitar amor te creeré si me dijeras: que logré amar al ver una película te creeré si me dijeras que fue con esta. Yo aprendí a amar al ver a Hachi buscando a su dueño.
Para quienes amen a los animales y tengan especial debilidad por los perros, el visionado de esta película es absolutamente imprescindible.
Hachi te hará entender y comprender que significa realmente amar, al igual que se lo hace entender a los seres humanos en la película.
He visto esta versión japonesa, original con subtítulos en español.. En principio pensé que al tener que estar leyendo, iba a perder un poco de emoción o encanto…Pero estaba equivocado, volvería a verla 10 veces más, solo por escuchar en japonés cada vez que pronuncian el nombre de Hachi .
Voy a ser breve…cuando uno ve al perrito Hachi por primera vez sabe que es imposible que no se le escape una lágrima en la película, trata de eso simplemente, de un perro totalmente fiel a su amo, y un amor mutuo entrañable.Trata de la fidelidad de estos animales en su máxima expresión, asi que si son amantes de los perros es indispensable ver esta película llena de ternura, no es mas que eso pero vale la pena sin dudas.
No vi el remake pero seguramente esta versión japonesa debe ser mejor. Saludos.
Eran aproximadamente las 10 de la noche un 31 de Diciembre. En la sala se alcanzaba a observar gente adulta conversando. Bebida en mano. Música de rock sesentero de cajón. Humo y risas. Silvio Rodríguez y su incansable lucha social se escuchaba por allá, tienen que ver Los gritos del silencio , es una cinta con conciencia decían cerca donde la leña hacía lo suyo con la chimenea. Debates culturales y tal. El clima era agradable y las estrellas proporcionaban una bella vista nocturna. Hasta que en algún punto de la cálida celebración mi madre asomó al cuarto donde yo dormía…
No pudo entrar al cuarto y una expresión y sensación de temor asolaron en su ser y su rostro. Volvió a la sala, y de una manera sutil informó a mi padre la alerta. No hizo esperar y salió. La fiesta seguía allí. Al acercarse donde yacía mi lecho notó un gruñido que le pareció familiar. Tampoco consiguió estar cerca de mí, un pastor alemán lo impedía, estoico e inamovible permanecía cerca de las patas traseras de la cama. Mi padre informó a los invitados, quería saber si alguno había traído su mascota a nuestra casa. Nadie. Y pronto, el espectáculo pasó a ser esa habitación en la que yacía él y yo…
Yo tenía 5 años y lo nombré Arbat. Pronto nos adaptamos los dos. Corríamos, jugábamos, le daba de comer a la misma hora que yo lo hacía y de vez en cuando lo regañaba, luego me arrepentía y le acariciaba, cabeza y lomo. A mi padre le gustaba llevarnos a las montañas en el carro, los dos siempre en la parte trasera, y siempre sacaba la cabeza por la ventana mientras jadeaba, por las noches se acostaba allí mismo. Donde lo conocí. Pasó el tiempo y él se volvió mi mejor amigo, no solo porque yo fuera el típico chico raro antisocial. Lo que pasa es que de él aprendí el significado de lealtad. Fueron 7 años maravillosos.
Por problemas de fuerza mayor, mi familia y yo nos tuvimos que mudar a otro estado. Mi padre me dijo que regresaríamos por él en dos días, en el carro, solo los tres, como acostumbramos. Y así sucedió, y fuimos por él. Eran como las 10 de la noche. Y se sentía una ligera brisa. Mi padre abrió la puerta y allí estaba Arbat, agonizando.
(Continua en spoiler esta historia)
La historia del perro Hachi-ko es una poesía de las que hacen llorar. Este perrito nació en la provincia de Akita, al norte de Japón, en el año 1923. Fue un macho de color blanco, de la raza canina Akita, originaria del Japón. Esta clase de perro es considerado en el país del Sol naciente como el perro nacional del país, y de hecho durante generaciones fue usado por guerreros nipones como perro de defensa y ataque.
Seijiro Koyama construye una espléndida y enternecedora película acerca del susodicho can Hachi-ko, cuya fidelidad y fama llegó a ser tan excepcional que dejó trascendente huella en los corazones de los japoneses.
Así pues, el tal Hachi-ko fue un perro de raza Akita (natural de esa misma provincia del norte de Japón) que a las pocas semanas de nacer le fue regalado al profesor del Departamento de Agricultura de la Universidad de Tokio, Dr. Eisaburo Ueno. El docente en principio no lo quiso tener en su casa (en el barrio de Shibuya al Oeste de Tokio), debido a la oposición de su esposa, pero acabó alojándolo en el patio de entrada a su vivienda y tratándolo con gran cariño y delicadeza, hasta tal punto que la señora de Eisaburo se sintió celosa. Hay una escena en el filme donde él le dice a su consorte que un perro, a pesar de ser un perro, tiene derechos.
Sin duda, la historia de Hachi-ko nos toca el corazón porque nos enseña qué es capaz de hacer un perro o con cuánto agradecimiento puede responder al cariño, los cuidados amorosos y el mimo que le depara su amo o cuidador.
El profesor colmaba de tantas atenciones a Hachi-ko que incluso en alguna escena se le ve quitándole con gran paciencia una enorme cantidad de pulgas que va matando sobre un papel, durmiendo con el animal encima o incluso metidos los dos en la tina de baños para personas y dándose un reposado y enjabonado aseo humano-canino. No es pues de extrañar que ante tantos cuidados y ternura, el perro Hachi-ko sintiera religiosa veneración o simpatía hacia su amigo racional. Desde pequeñito el perro se acostumbró a acompañar a su dueño hasta la entrada de la Estación de trenes, cuando el profesor se iba a trabajar a la universidad, e igualmente lo recibía en el mismo lugar cuando regresaba de la jornada laboral. Y así a diario, lo cual llenaba de admiración a la gente de este barrio de Shibuya en el extrarradio de Tokio, quienes veían al can comportarse de esa manera extraordinaria.
Pero la grandeza de este perro y de su historia se incrementa a partir de un día del año 1925…