Hesher
Sinopsis de la película
T.J, un niño 13 años,y su padre, destrozados por la trágica pérdida de su madre y esposa, se van a vivir con la abuela. Un día, de camino a la escuela, T.J conoce a Hesher, un veinteañero con muchos problemas, que se convierte en el mentor y torturador de T.J. impulsándolo a meterse en toda clase de líos. En una ocasión, Nicole, una joven dependienta de una tienda de ultramarinos, protege al chico de un ataque, y él se enamora de ella, pero Hesher intentará acabar con sus ilusiones. Finalmente, Hesher, sin ser invitado, se muda a casa de Collin.
Detalles de la película
- Titulo Original: Hesher
- Año: 2010
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
6.5
27 valoraciones en total
Vi HESHER sin saber nada de ella, por lo que no tenía ni la más remota idea de qué me iba a encontrar al verla. Buen comienzo, dramático, hasta los créditos, donde parece que la película se torna cómica. A raíz de ese instante me encuentro totalmente metido en la historia. Siento rabia ante el niño malo del cole que me hace perrerías, me enamoro de Natalie Portman (varias veces), siento pena y tristeza por mi padre que ha perdido las ganas de vivir, por mi abuela que no encuentra compañía y nadie le da las gracias por ser el motor de la destrozada familia. Sé que no soy el joven T.J, protagonista del film, pero es que la película me ha hecho identificarme totalmente con él.
Tengo que ir a visitar a mi abuela a la residencia donde pasa sus últimos años, meses, días, y ahora hablo de mi vida real. Resulta que Hesher también ha entrado en mi casa y le ha dado una patada en los huevos a mi conciencia.
Primer largometraje de Spencer Susser, una comedia dramática con algo de comedia negra que gira en torno a lo trágico y al absurdo, y de base un guión con la forma de una gran figura retórica.
La puesta en escena tiene como tema central la pérdida, entendida y cargada por los personajes de manera distinta. Incluye la pérdida de un ser querido, de la seguridad personal, del rumbo… estar perdido. En este último sentido, la temática será atravesada por subtemas como la depresión, la necesidad de despedirse, el deseo de ser recordado, la violencia, romper las reglas, liberarse internamente, etc. La figura más repetida será el aprendizaje, adquirido por TJ mediante enseñanzas y moralejas que surgen de fabulas, alegorías y parábolas contadas por Hesher (¿un Jesús del metal, con algunas técnicas algo violentas?).
Los personajes aparecen más bien como tipificados y no como si estuvieran interpretados para reconstruir una realidad, por ejemplo, podemos observar que la ropa de los personajes es esencialmente la misma en todo el film (como un dibujo animado) y que las personalidades son exageradas y explotadas desde lo icónico. Podríamos decir que TJ es el personaje más real de esta historia, como si se tratase de una ficción o sueño que gira a su alrededor y que involucra personajes absurdos (en Alicia en el país de las Maravillas esto es llevado al extremo en todo el film) como un metalero totalmente loco, una cajera de supermercado solitaria, un padre depresivo, una abuela algo delirante y senil, un adolescente agresivo, etc.
La puesta en cuadro alterna elecciones neutras con algunas (pocas) marcadas, y se desenvuelve entre imágenes planas y profundas, aunque siempre facilitando la lectura de las imágenes y una fácil orientación. La puesta en serie se destaca cuando hace hincapié en los nexos que contrastan a Hesher con los demás personajes.
Desde los códigos estilísticos se puede reconocer el estilo del cine independiente yankee: encuadres que cortan los contornos del rostro adrede, varios planos detalle, el constante uso de la cámara en mano, algunas sutiles inclinaciones. Curiosamente, en lo musical (y esto podría considerarse otro rasgo del cine independiente), por lo general escucharemos una música diegética -es decir, incluida en la realidad representada- casi siempre proveniente de la van de Hesher.
El estilo del título Hesher, símil al de Metálica por ejemplo, sumado a los tatuajes que pueden verse en este personaje, explotan lo simbólico del metal. En este sentido, los títulos juegan un papel tanto estilístico como connotativo dentro del film.
Un film interesante que se escuda con un guión potente que lanza diálogos absurdos y reflexivos a la vez, y un humor que emana de estas curiosas interacciones. Los personajes, individualmente, descollan.
Una película que no pasará a la historia y a muchos no les gustará pero hay que valorarla, resulta muy curiosa y te mantiene atento gracias a la personalidad de Hesher (Joseph Gordon-Levitt).
Es un buen drama y muy bien llevado por sus protagonistas, que es lo que realmente sostiene la película, empezando sobre todo por el pequeño protagonista (Devin Brochu), que tiene que aguantar maltratos en el colegio y cargar con un depresivo padre (Rainn Wilson) después del fallecimiento de su madre y sobre todo con Hesher, el único apoyo que encontrará será en una guapísima cajera de supermercado (Natalie Portman) pero nada le saldrá bien.
Las interpretaciones son el punto fuerte de la película sin lugar a dudas, todos están espectaculares, el guión en algunos momentos deja algo que desear y alguna explicación sobre los orígenes de Hesher no hubiera estado de más, además hay situaciones muy forzadas o surrealistas pero el final vale la pena.
Tiene sus pros y sus contras pero es una película cuanto menos interesante y que no te deja con la sensación de que has perdido el tiempo.
Hesher es la negación de todo, ni siquiera podría decirse que opta por lo inmoral. Un acto inmoral lleva consigo una carga de maldad, la conciencia de dicho acto en tanto procedimiento incorrecto. Hesher es amoral, no hay reparo alguno en sus acciones, es el impulso mismo llevado a extremos completamente irracionales. Y esa misma irracionalidad se transforma en la fórmula secreta de la peli: de allí sus peripecias cuasi surrealistas, de allí esa licencia poética (sí, poética, una poesía puede ser rastrera y visceral, no depende exclusivamente de la belleza y de lo sutil) para justificar ciertas escenas que dentro de un marco realista no tendrían cabida.
En Hesher se aprecia una moraleja que roza el desastre y que se emparenta mucho con la frase final de Pecados capitales: dicen que el mundo es hermoso y que hay que luchar por él. Estoy de acuerdo con lo segundo . Levitt podría haber quedado como un personaje controvertido y vacío, y peligrosamente en muchas secuencias se acerca a ello, pero es esa secuencia final la que justifica su anti-filosofía y la que lo convierte, por sus propias acciones y por los símbolos que de él se desprenden, en una figura de carácter universal por sus propias particularidades (¡notan la increíble paradoja!).
Partiendo de una familia destruída, pues todo lo demás llevará la nefasta acción en cadena: la destrucción de toda norma y régimen equilibrado de vida. Hesher se instala en sus vidas como el resultado inevitable de una fé perdida. El paraíso edulcorado, la única verdadera pega de la peli, que se nos presenta en ese flash back solo anticipa la pérdida del mismo, y la búsqueda subsiguiente por recuperar los pedazos sueltos. En ese aspecto Hesher es peligrosa desde su mensaje: encarnar la violencia llevada a los extremos como acto catártico que nos permitirá, tarde o temprano, encontrar de vuelta el camino más pacífico.
Como tanta otra gente, yo pertenezco a una generación atormentada. Crecer en los setenta y los primeros ochenta, con dos canales de tele, sin mando a distancia y sometido a la dictadura materna significaba, en mi caso y en el de miles y miles de inocentes víctimas más, que parte de los domingos por la tarde había que pasarla, velis nolis, en compañía de una extraña y terrible criatura llamada Michael Landon. Puedo afirmar, orgulloso, que nunca le he arrancado más lágrimas a mi madre de las que este monstruo sin entrañas le arrancó, primero con La casa de la pradera y con Autopista hacia el cielo después. Y eso que motivos, ay, se los di a manos llenas.
Hesher me ha traido recuerdos de aquella época. No porque hacia 1987 yo estuviera descubriendo a Metallica, ni porque me identifique demasiado ni con el niño protagonista ni con ese peculiar headbanger que da título a la película, sino porque la historia de este extraño ser surgido de quién sabe dónde y que se presenta sin ser invitado en el hogar de una familia al borde de la desintegración a causa de una tragedia no deja de ser una astuta revisión en clave indie de las aventuras de Jonathan Smith, aquel infatigable y bondadoso ángel de vuelta entre los humanos, que iba de casa en casa solventando rencillas familiares, devolviendo al redil a las pobres ovejitas descarriadas y predicando entre sus semejantes el amor al prójimo y la palabra del Señor.
Lo que Hesher predica, sin embargo, no es precisamente el mutuo entendimiento entre las personas. Él y su negra y sucia furgoneta parecen haber brotado de la nada para violentar el mundo que rodea a la aturdida familia Forney y liberarla así del fantasma de una madre y esposa muerta. Sin motivo aparente ni explicación posterior, Hesher saquea su nevera, les somete a guitarrazos, les expone a porno y a procacidades, mete a TJ, el desorientado niño de la casa, en tremendos atolladeros y le abandona a su suerte, traiciona su confianza, se cepilla a su amor platónico, usa la mentira, la violencia y la intimidación. La misión de Hesher consiste, básicamente, en alimentar e incendiar la ira y la frustración de TJ y lograr de este modo que viva la vida que el espectro de la madre muerta le impide disfrutar.
Lo mejor que ofrece esta interesante película surge, precisamente, de las crudas sesiones de autoayuda que este retorcido y oscurísimo ángel administra sin contemplaciones a los Forney. Hesher, de hecho, funciona a la perfección mientras es ácida e inmisericorde, y sólo flojea un par de veces, justo cuando a su director le da por la gazmoñería y la lágrima fácil (un burdo e innecesario flashback, unas tontas escenas en cámara lenta), viejos y desgastados trucos que, por suerte, no logran borrar esos memorables minutos en el tanatorio y el paseo triunfal de la abuela Forney, unas escenas que deberían bastar para ahuyentar al fantasma de Michael Landon y devolverlo de vuelta al cielo, de donde nunca, nunca, nunca debía haber salido.