Habla, mudita
Sinopsis de la película
El abuelo Ramiro está de vacaciones en un parador de la sierra en compañía de su familia. Decide enviar a los suyos a Madrid y quedarse en un refugio, diciendo que su salud lo necesita. Pero el motivo es otro.
Detalles de la película
- Titulo Original: Habla, mudita
- Año: 1973
- Duración: 88
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes conseguir una copia de esta película en formato 4K y HD. A continuación te detallamos un listado de fuentes de descarga disponibles:
Opinión de la crítica
Película
5.6
96 valoraciones en total
Un arranque lento e incierto para lo que se espera en el patio de butacas resulta ajustado para el plan que M. Gutiérrez Aragón se había trazado.
Con pocos elementos construye una trama, la hace crecer, le sigue el hilo y da la impresión de que se encarama hacia lo más alto.
Quietud, intimismo, susurros sencillos, aroma de la sierra, un punto de erotismo salpicado por toques de humor y unos paisajes extraordinarios conforman la peripecia en la que juega importante papel la intervención de J.L. López Vázquez y K. Mánver.
Mixtura entre lo bucólico y lo salvaje, entre lo convencional y lo inesperado, entre lo salaz y lo comedido.
Un escritor, preocupado y estudioso de los problemas del lenguaje, intentará hacer hablar a una joven muda del lugar dónde pasa sus vacaciones, un pueblecito de la montaña… La primera película de Gutiérrez Aragón, cineasta sobrevalorado dónde los haya, muy bien recibida por la crítica. Vista actualmente pudieran justificarse sus defectos en el caracter de debutante de Gutiérrez Aragón pero analizando su filmografía posterior resulta un film tan desaprovechado y mediocre como casi todos los suyos.
El argumento es múltiplemente interesante (y la metáfora más extraíble es la de que es más fácil entenderse con un ser anormal por mudo que con tanto ser anormal que convive día a día con nosotros. También puede ser una metáfora sobre la dificultad para comunicarse, sobre la censura, sobre la falta de libertad, durante el franquismo, pero siendo ésta una película que trata sobre el lenguaje resulta harto frustrante su deficiente escritura (defecto insoslayable a su autor), su nula capacidad elíptica. A ella se fusiona una molesta indefinición genérica pues uno apunta como drama lo que en imágenes parece ser una comedia, ni siquiera se queda en tragicomedia realmente, tal es la incapacidad de su director para convencernos de una u otra cosa (y no por ello la película es inclasificable ni extraña ni única, claro). Otra de las habilidades de Gutiérrez es no saber dirigir buenos repartos, de tal modo que grandes actores como López Vázquez rozan el ridículo de no ser por las tablas ya adquiridas. Uno siempre tiene la sensación viendo las películas de este director de que los actores o no encajan con los personajes o no están a gusto o simplemente no están. ¿Casos?. Fernán Gómez ( Maravillas , La noche más hermosa ), Victoria Abril ( La noche más hermosa ), aquí López Vázquez.
Así pues, un film de buena fotografía, pero deficiente y cada día más viejo. Insisto: ¿dónde está la magia?.
No puedo salir de mi asombro al oír al crítico invitado a ilustrar con sus comentarios esta película, cuando confunde un quinteto para piano y cuerdas con una sinfonía, me refiero a la obra de Franz Schubert La Trucha que acompaña la decepcionante película de Manuel Gutiérrez Aragón en el debut de un cineasta que venía del mundo literario. Y eso demuestra, una vez más, que para opinar sobre el cine con criterio, no es suficiente con ver muchas películas y documentarse sobre el medio. Es necesario conocer otras artes como en este caso la música clásica, que al parecer nuestro crítico cinematográfico colaborador del programa no está muy curtido en el tema del pentagrama, aunque prefiero pensar que fue sólo un lapsus.
Producida por Querejeta, el film está en la linea austera y vanguardista del productor vasco que tan buenas obras aportó al cine español, aunque ésta sea un tanto fallida, seguramente por la inexperiencia de su irregular director. Un film rural, minimalista e introspectivo, generoso en metáforas que acaba aburriendo con sus divagaciones sin concretar. El cineasta, como buen amante de la letra y la palabra para expresarse y comunicarse, proponía una reflexión sobre el lenguaje, incidiendo sobre sus limitaciones y carencias. La gran cantidad de sugerencias que apunta no acaban de encontrar el adecuado cauce de expresión. Pese a ello, consigue introducir una considerable dosis de humor subterráneo en su formulación.
El grandioso López Vázquez que es referencia obligada de nuestro cine, no me parece el mejor actor para este papel de intelectual logopeda, por otro lado, Paco Algora está muy desaprovechado. Se trata pues, de una fábula recurrente en el cine de Aragón, en tono metafórico sobre los problemas contemporáneos, que siempre interesaron al cineasta a medio camino entre lo poético y lo discursivo que reflexiona acerca de cuestiones como la intolerancia y las relaciones humanas: Ramiro, un editor madrileño de vacaciones en un pueblo montañés de los Picos de Europa de una belleza natural imponente, encuentra a una joven solitaria y muda, a la que intentará devolver el habla.
Un quiero y no puedo que se apoya en imágenes cargadas de poesía y humanidad, pero que son insuficientes para llevar la trama a buen puerto. Me quedo con la magia del entorno, la idiosincrasia rural y noble del bosque y la montaña con sus humildes y hospitalarios moradores, sabios para convivir en el medio natural, con sus costumbres ancestrales que valoran las cosas sencillas, e ignoran la apresurada rutina del espontáneo urbanita, del dominguero patán y curioso que desconoce o no respeta las leyes meteorológicas y busca el aire de la montaña para oxigenar sus pulmones contaminados por el monóxido de carbono de la gran ciudad.
Primera película dirigida por Manuel Gutiérrez Aragón de la que sería una gran carrera profesional.
La acción transcurre a comienzos de los años 70 del pasado siglo en las montañas de Cantabria. Ramiro, un escritor que está pasando sus vacaciones junto a su mujer, hijo, nuera y nietos, en el parador nacional, mientras trata de acabar un encargo editorial, decide quedarse al final en el lugar, en un refugio, mientras su familia regresa a Madrid. El motivo es el encuentro que este hombre ya maduro ha tenido con una adolescente sordomuda, a la que trata de acercarse con la intención de enseñarla a hablar y disfrutar del placer de su cercanía.
Gutiérrez Aragón pone de manifiesto en su guion y dirección varios hechos que resultan duros de la vida rural de aquellos parajes tales como la manera de vivir aún, por aquél entonces, de una forma bastante primitiva. Los hermanos sordomudos que parecen ser tratados por su entorno como seres subnormales, el uso que del joven mudo hacen las mujeres del villorrio como juguete sexual que sacie sus fulgores, la animadversión hacia el forastero del que se sospecha lo peor aun sin haber sido testigos de nada… en definitiva, el retraso secular de todo un pueblo.
La película está dirigida con una eficiente solvencia, sorprendente por ser un director debutante, a la que pone siempre entre el drama, incluso previendo la tragedia, y la comedia, algo definitorio del mismo modo de la situación vivida entonces en aquel ambiente cerrado e insano.
Con un guión coescrito junto con José Luis García Sanchez, el cántabro Manuel Gutierrez Aragón debutó con ésta opera prima ambientada en el corazón de los Picos de Europa, lugar de descanso de un profesor madrileño llamado Ramiro (José Luis López Vázquez) y su familia. Cuando éste decide quedarse unos días más en un refugio de las montañas conocerá a una joven chica (Kiti Manver) que no posee la facultad de hablar y que vive con su madre, su abuela y un hermano (Francisco Algora) también mudo.
Sencilla fábula sobre el lenguaje pero también de la, a veces, incapacidad de comunicarse o querer comprenderse, la película de Gutierrez Aragón, nacido en Torrelavega y que ha dirigido otros films reconocidos como Feroz (1984), contrasta también dos mundos, el del incursivo hombre de ciusad que busca la calma por otra parte el del campo que no tiene porque ser sinónimo de tranquilidad y silencio. Éste último aspecto precisamente que rige por la falta de habla aunque puede propagar otra forma de lenguaje.