H Story
Sinopsis de la película
Un director japonés (el propio Suwa) rueda un remake de Hiroshima mon amour cuestionándose acerca de la validez de sus imágenes y cuáles han sido las consecuencias que la catástrofe tuvo en la memoria colectiva de una ciudad y de un país.
Detalles de la película
- Titulo Original: H Story
- Año: 2001
- Duración: 111
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Opinión de la crítica
Película
7
67 valoraciones en total
El problema con Hiroshima es que ningún relato alcanza a agotar su historia. Es algo infinito. Pero toda película es finita. Las películas se terminan, Hiroshima jamás
(Nobuhiro Suwa)
Teniendo claro el director la imposibilidad de abarcar Hiroshima, busca con la intertextualidad, agotar los textos reflejando el propio texto. En palabras de André Guide, Suwa pone en práctica con H Story un mise en abysme (la puesta en abismo[1]. De esta forma, Suwa deja sobre el tapete lo que para él es la cuestión principal: el cine (de ficción) no podrá jamás enseñarle y/o decirle qué es Hiroshima. Y quedan reflejadas en esta propuesta, toda las limitaciones para llevar a cabo la empresa de un remake de la película Hiroshima mon amour de Resnais.
Más que metacine, H Story es ante todo, un ejercicio de metatextualidad. Así, a lo bruto, sin vaselina y si tiempo para dilatar. Pero no acaba aquí sino que la propia presencia en la pantalla del director, abre aún más campos a explorar: la responsabilidad con la Historia, su papel en la Hiroshima actual y las dudas de que los textos de Marguerite Duras sean eficientes y viables a día de hoy. Todo esto, queda de manifiesto en la entrevista que el propio Suwa hace a Machida (su amigo escritor).
Somos parte, pues, del rodaje de la película, con sus ensayos, sus claquetas numeradas, sus espacios en blanco, sus silencios y los múltiples interrogantes, y nos abre una comunicación directa inusual con una película realizada cuarenta y dos años antes. Como si esta H Story fuera, al fin y al cabo, el germen de Hiroshima mon amour.
Cuando Béatrice Dalle es incapaz de recordar el diálogo que habla sobre el olvido, Suwe a través de la puesta en abismo, consigue por fin el cambio que buscaba. Consciente del desconocimiento de ¿qué es Hiroshima? porque pertenece al pasado, el texto de Duras jamás debe ser repetido porque también es pasado. Es el punto de inflexión. Dalle detiene el rodaje (ese making off donde no sabemos cuando la cámara graba la ficción o la realidad) y Suwa se destapa por fin manteniendo la cámara encendida. Ya no existe realidad, ni tampoco ficción. La imposibilidad de seguir con el rodaje a partir de este momento deja la idea manifiesta del director que en el cine actual no existe originalidad (o eso creo).
Béatrice Dalle camina ahora por el Hiroshima actual, por el presente. Y ahora ya no queda excusa para crear (partiendo de lo real, tangible y conocido) una nueva Hiroshima mon amour. La Hiroshima del 2001. Pero nunca deja el director de mantener el metacine (o en este caso la puesta en abismo) a través de unas llamadas telefónicas que va recibiendo Machida (el nuevo él de Resnais).
(Abróchense los cinturones porque esto continúa).