Gracias a Dios
Sinopsis de la película
Alexandre vive en Lyon con su esposa e hijos. Por casualidad, se entera de que el sacerdote que abusó de él cuando era un boy scout sigue trabajando con niños. Se lanza a un combate al que se unen François y Emmanuel, otras víctimas del sacerdote, con el fin de liberarse de sus sufrimientos a través de la palabra. Pero las repercusiones y consecuencias de sus testimonios no dejarán a nadie indemne. Basada en el caso real de Bernard Preynat, sacerdote de la Diócesis de Lyon, acusado en 2016 de abusar sexualmente de decenas de niños.
Detalles de la película
- Titulo Original: Grâce à Dieu aka
- Año: 2018
- Duración: 137
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Opinión de la crítica
6.6
54 valoraciones en total
Salgo de la sala con un sentimiento de admiración y rabia contenida a la vez. Admiración para el tratamiento del tema y el enfoque que se hace en torno a las víctimas de un cura pederasta de Lyon con el encubrimiento incluido de su diócesis. Hechos conocidos que se narran a partir de los testigos principales de cuatro de las víctimas sin caer en ningún momento en un sensacionalismo gratuito y ciñéndose de forma escrupulosa a unos hechos contrastados y con la aprobación de todo el grupo de víctimas con sus familiares apoyándolos. Esta contención a la hora de no buscar la emotividad gratuita podría haberse torcido en contra y quedarse en una especie de docuficción sosa. No es el caso y podemos afirmar que no hay ninguna ornamentación para apelar a una justa emotividad que se acerca a una mezcla de solidaridad e indignación. El único añadido cinematográfico que utiliza F. Ozon son varias retrospectivas de la infancia de los protagonistas junto al pederasta sin entrar en ningún momento en escenas escabrosas.
La rabia contenida es inevitable si se hace una mínima asociación con los numerosos casos que han salido y salen dentro de la institución eclesiástica y especialmente en sus centros educativos concertados con evidencias claras de encubrimiento. La tarea de la administración educativa y de justicia debe ser decidida para compensar a las víctimas, castigar a los culpables y establecer mecanismos de prevención para evitar este tipo de abusos dentro cualquier organismo con trato y atención a la infancia sin olvidar el trabajo de divulgación y empoderamiento que hacen diferentes organizaciones y medios de comunicación. El papel de la misma iglesia, por el bien de la misma institución tal y como plantean claramente algunos de los protagonistas, debería cambiar en dirección a una auténtica asunción del problema con las culpabilidades incluidas y establecer mecanismos de prevención eficientes. Por pedir que no quede …
No se trata de un Spotlight francés aunque estamos ante el mismo asunto. La mirada sincera y clara del director está centrada en este caso en las vivencias de varias víctimas, su camino hasta constituirse en asociación y su proceso íntimo de liberación. Una mirada que no es una crónica periodística sino una búsqueda valiente y decidida dentro de sus amargos silencios para acabar dando valor, ahora más que nunca, a unas palabras de redención auténtica. (8/10)
http://bit.ly/2ZjTbgC
Me llama la atención la actitud de ciertos críticos españoles, que cada día me resultan más evidente de que parecen guiarse por caprichos y carecer de cualquier argumento ético, menospreciando algunas películas y otras, siendo más irrelevantes desde cualquier punto de vista, defendiéndolas sospechosamente por razones que nada tienen que ver con lo estrictamente cinematográfico. Ya no se trata ya de que algunos de ellos carezcan de formación, o de que se tengan que tomar unas vacaciones o jubilaciones anticipadas. Es que simplemente responden a una serie de intereses creados, y no sé como hay gente que, a estas alturas, se fíen de lo que cuenten.
El caso es que esta última película de François Ozon ha dividido al sector de los críticos, encontrando mayor unanimidad entre los espectadores aunque no se trate de un gran éxito en nuestro país. Muchos han insistido en que se trata del Spotlight francés. Pero mientras el film de Thomas McCarthy, aunque necesario, era meramente correcto y mordía sin hacer daño, sin dejar señal, además de transpirar aires de telefilm, Gracias a Dios de Ozon va mas allá, es mucho más serio. Se le podrá achacar cierto tono casi documental, pero se trata de una disección admirablemente trazada. Quizás haya momentos en que peque (vaya por Dios) de ser algo fría, pero para mí es modélica en algunos aspectos. Por ejemplo su guión: es un cúmulo de información, de personajes, de puntos de vista de todos ellos y de circunstancias, tanto pasadas como actuales, perfectamente gestionadas, con brillantes diálogos y muy bien escrita. Las más de dos horas es un continuo no parar, pero sin ser ningún thriller, su tensión es soterrada. Incluso hay cosas que el espectador puede pensar que van a ocurrir y sabiamente Ozon las esquiva y no ocurren, por lo que tampoco es un film predecible. Es realista, y puede que, ya acostumbrados a oír noticias sobre abusos sexuales, sepamos que no depara nada nuevo, que eso es diferente, pero insisto en que sin duda es un guión que esquiva cualquier situación escabrosa y que se centra en lo que implica una denuncia a un sacerdote y sus consecuencias, familiares y sociales.
Otro factor vital es la dirección de Ozon. Estupendo hasta en los nimios detalles de sus actores, sabe articular esta historia coral, ponerles caras y darle credibilidad gracias a un elenco de actores y actrices con los objetivos muy claros, que ese ha sido otro logro, desde los más veteranos a los más jóvenes. Ha sido una alegría ver de nuevo a Josiane Balasko, en esta ocasión en un papel dramático, frente a actores eficientes como Éric Caravaca, Fréderic Pierrot o sobre todo Denis Ménochet, Swann Arlaud o Melvil Poupaud. La verdad es que olvidarse de alguno de ellos sería injusto.
El proceso creativo de Gracias a Dios también ha sido afortunado y Ozon también ha estado acertado. Basándose en hechos reales, con todo ese material que disponía, pensó en hacer una obra de teatro, que luego daría paso a la opción de rodar un documental. Creo que la más acertada es la elegida, una película, rodada con el máximo respeto, incluso como se llega a decir en la propia película esto no es contra la Iglesia, es por la Iglesia. Esto los más cicateros e hipócritas no lo compartirán, más por obstinación que por no llevar la razón, pero sinceramente creo que la película contaría con la aprobación del mismo Papa Francisco, al que se alude en algunos momentos.
El ser Ozon uno de los directores más relevantes del momento en Francia es una de las múltiples razones de que haya críticos que lo comparen con Almodóvar, comparación que dicha sea de paso no agrada a ninguno de ellos. Y no creo que sea por vanidad o porque lleven años haciéndolo y estén aburridos. Es que, al menos por mi parte, creo que a estas alturas sobraría porque cada cual tiene su identidad y una carrera bastante definida como para entrar en comparaciones absurdas, aunque algunos insistan en hacerlo.
El aspecto técnico de la película es también bastante acertado, sin demasiados alardes en la fotografía o con escasa banda sonora, aunque su tono es el más propicio.
Todo este alud informativo/ cine denuncia me ha gustado por el reto que ha supuesto. Hace que Ozon continúe en una línea notable de creatividad e incluso de versatilidad innegable, donde la maldad, que él tan bien sabe exponer, ha quedado casi en un segundo plano por la objetividad, sin que eso implique que los crímenes se han maquillado, con el fin de que la verdad salga a relucir. Desde luego, aunque no le hubiera salido tan bien, hubiera sido elogiable que, en estos tiempos que la producción cinematográfica vomita imbecilidades constantemente, haya alguien por hacer un cine adulto y serio. Y lo de serio que no se tome de forma peyorativa, ya que hay incluso un hueco para el humor en toda esta podredumbre que se nos expone.
¿Lo mismo otra vez?
No soy un gran admirador de François Ozon, pero sí soy un gran seguidor, ya que no ha habido película de él en los últimos 10 años que no me haya acercado a verla. De sus películas me gustan momentos, escenas, ideas… pero nunca la obra al completo. Con Gracias a Dios es la primera vez, en 10 años, que siento que por fin ha ocurrido. La paciencia siempre tiene su premio, sino que se lo digan a los protagonistas de la película. Con todo esto afirmo que Gracias a Dios es la mejor película de Ozon, y además, la menos polémica si te paras a pensarlo un momento. A veces no hay que escandalizar para ser un cineasta de autor.
¿Otra película de víctimas de abusos infantiles? ¿Y los violadores son los curas? ¡¿Otra vez?! ¡¿En serio?!
Me encanta ver películas que en apariencia es LO MISMO de siempre porque me encanta ver cómo se lo han montado para darle aire fresco y revitalizar las viejas historias, con ello nunca se hubiera muerto el western o el cine en primera persona. He de decir que en estos casos normalmente salgo decepcionado pero, al igual que los protagonistas de la película, si persistes algo rascas, y con Gracias a Dios yo he rascado el premio gordo.
Un objetivo más grande que tú
El relato tiene varios protagonistas, pero te los vas encontrando a lo largo de la narración, como una partida en el GTA V. Eso significa que la película juega bastante a la contra, pues tiene que crear situaciones de identificación para cada personaje y hacerlo en los primeros 10 minutos de película es lo fácil, ¿pero hacerlo cuando quedan 40 minutos? Eso son palabras mayores, y encima lo consigue. Sus protagonistas se pasan el relevo como en una carrera y les pierdes la pista. Diferentes personajes para una acción común. Diferentes formas de afrontar los abusos, y diferentes formas de afrontar que no hubo abusos. Lo que los personajes dicen mueve la acción, pero lo que no dicen mueve al espectador.
Hablamos de un caso real que iba a ser documental, pero que se transformó en ficción. Un cura pederasta, que, protegido por la iglesia, dio rienda suelta a sus impulsos y lo mejor de todo, que el personaje es humano, pues nunca ha negado los hechos. Una visión fresca de víctimas de abusos, centrado en las pequeñas acciones de los damnificados, sin casi asomarse por la iglesia. Sin caer en los tópicos, pues el juego de flashbacks y las sugerencias hacen las ¿delicias? de la imaginación de los espectadores.
Conclusión
Cuánto tendría que aprender ‘Spotlight’ si aún no se hubiera hecho y sobre todo si no hubiera ganado el Óscar. ¿La Iglesia es una institución impermeable y cerrada? Eso ya lo sabemos, y menos mal que la película no se encarga de recordárnoslo todo el rato. Lo importante está en la superación de las adversidades y en la lucha común contra un objetivo más grande que tú.
Escrito por Néstor López
https://cinemagavia.es/gracias-a-dios-critica-pelicula/
Cuando eres niño, el mundo de los adultos es un enigma indescifrable. Poco a poco vas aprendiendo cómo se comportan y lo que pretenden con sus conductas, porque una cosa es lo que proclaman y otra muy diferente es lo que en realidad hacen. Si tienes la mala fortuna de encontrar en tu camino a una persona que te somete a abusos físicos o sexuales, entonces cuesta expresar lo que pasa. Además, cuando lo que te ocurre tiene que ver con la sexualidad – un tabú donde se mezclan la curiosidad, el secreto, el sentimiento de culpa o el silencio de tus allegados – entonces te falta la capacidad para elaborar una respuesta fluida y natural con la que abordar esa tropelía. Quizás no sea ni lo peor ni lo más dañino que te pueda ocurrir durante la infancia, pero está claro que alguien (el abusador) ha cruzado una frontera y uno mismo (el abusado) no comprende lo que está aconteciendo. Y si, para colmo de calamidades, quien traspasa ese límite es un educador o una persona con autoridad, entonces podemos sucumbir al desánimo o la locura.
Los abusos sexuales son una pegajosa y tupida tela de araña que nos atrapa y engulle. Negar los abusos es aberrante. Tratar de encubrir a los culpables es criminal. Y aunque este tema parezca reducirse a los desafueros cometidos – y ocultados – por la Iglesia Católica, no debemos olvidar que ni han sido los únicos ni, quizás, los más abundantes, aunque a buen seguro que dada su vocación salvífica y compasiva puedan – y deban – considerarse los más tóxicos y censurables. Pero también las familias deben cargar con su responsabilidad, al no haber escuchado y entendido lo que estaba pasando. Señalar sólo a los infractores es querer silenciar que hubo muchos cómplices que por comodidad o pereza optaron por hacer dejación de su obligación de estar junto a los más débiles y vulnerables: los vástagos.
François Ozon nos propone una exhaustiva crónica sobre la incapacidad de la Iglesia – debido a un inapropiado concepto del perdón que los llevó a creer que los trapos sucios, por el bien de sus feligreses, debían purificarse, con disimulo y sin publicidad, entre bastidores – para encarar y atajar este lacerante asunto. Pero la omisión del deber de amparo y respeto hacia los perjudicados salpica más allá de los claustros y las abadías, facilitando con ello que los agravios se multiplicaran por el mero disimulo o inacción. Quizás la cinta resulte demasiado prolija y envarada, con unos diálogos redundantes y repetitivos, pero su excelente factura y su mirada clemente la convierten en un documento imprescindible para comprender que nunca es fácil encontrar soluciones sencillas a problemas complejos.
Necesaria y desasosegante.
Como bien dice la crítica y publicidad, se trata de una película basada en el caso real de Bernard Preynat, sacerdote de la Diócesis de Lyon, acusado en 2016 de abusar sexualmente de decenas de niños.
Se trata de una cinta interesantísima, que Ozon toma como algo personal dadas las continuas noticias respecto al abuso de menores por parte de sacerdotes, en muchos casos, con enorme poder actual en la Iglesia Católica.
Está muy bien narrada y se toma su tiempo en ahondar en la historia, que se eleva enormemente con la aparición de los otros dos protagonistas y al ser tres el abanico de posibilidades, situaciones y sentimientos encontrados se enriquece hasta hacerla apasionante en algunos tramos.
Lo peor que se puede decir de este duro pero riguroso filme es que el metraje empleado en narrar la historia se antoja largo. No en vano son más de dos horas y al final se nota. No llega a ser agotadora pero sí que se tiene tendencia a mirar el reloj, sobre todo porque, al parecer, ya se ha dicho y oído lo principal y no queda nada por descubrir. Pero no, al final tenemos la escena de la cena entre los cuatro protagonistas y sus esposas y de nuevo surge el enfrentamiento, promovido sobre todo por el cansancio y la enorme lucha diaria que les ha hecho arrinconar sus relaciones familiares.
Sí que es cierto también, que hay picos de interés, elevado con la aparición del personaje encarnado por Denis Menochet (inolvidable como el maltratador de Custodia compartida ), pero estancada en cierta manera con la del personaje de Emmanuelle, dada su oscura y triste cotidianidad. Un hombre infeliz que no logra encontrar su sitio en la vida.
Muy bien interpretada, creo recomendable su visión desde todos los puntos de vista, tanto el cinematográfico como el humano y social, aunque hay que verla con algo de paciencia, sin prisas.
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