Gotas de agua sobre piedras calientes
Sinopsis de la película
Alemania, años setenta. Léopold, un cincuentón, seduce a Franz, un joven de 19 años. Franz se enamora y se va a vivir con Leopold, pero un día sucede algo sin importancia en lo que no están de acuerdo…
Detalles de la película
- Titulo Original: Gouttes deau sur pierres brûlantes
- Año: 2000
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
6.3
25 valoraciones en total
Película muy interesante sobre la dominación psicológica y sexual. Los personajes están muy bien definidos y son muy lógicos en sus reacciones. Otro punto a favor es que se trata de un film muy dinámico que no aburre en ningún momento.
Al terminar la película algo inspirador y profético sucede, imaginas cual es el resultado de esas gotas que caen, pequeñas, privadas, con sumo cuidado, sobre redondeadas y ardientes piedras. En un intento por fusionarse ambas, la gota no resiste el contacto de tan esperado encuentro, por resultar la piedra tan hiriente, determinante y fogosa. Así que como única vía de escape queda evaporarse, huir en otro estado, no sin antes gritar tan dolorosa y desesperada marcha, ese sonido chirriante que deja constancia del intento y el fracaso de una mutua unión.
Se repite una y otra vez, cada gota vertida es una batalla fugaz, donde ambos sufren las consecuencias, siendo la piedra siempre recia, siendo la gota un vaporoso espejismo de sí misma.
Encuentras aquí, en este nuevo mundo a la refinada y dura piedra, dispuesta a entregar y recibir lo que sus antojos le permitan. Lo mismo ocurre con las gotas, víctimas de sus deseos más ardientes, cada acto es una mella en los sentidos.
Un día Leopold lleva a Franz a su terreno, con sabiduría y tacto dirige la situación para que el chico de rostro inocente diga un sí a cada tentación encubierta, ganando todo el maduro hombre de raya impoluta en los pantalones. A partir de entonces, el cristal será su confesionario, la gabardina su desenfreno y la cocina, el epicentro del sometimiento.
Porque Franz se vistió de verde y no de negro. Leopold disfrutó el momento y sentenció caprichosamente los restos de una relación en la que una pequeña cosa sin importancia, una diferencia, deja los lugares comunes fuera de escena, abarcando el completo caos en ese lugar con un sofá en el que traicionarse mutuamente y una alfombra donde contactar con las promesas.
Y pasan los días y la crueldad deja de ser efímera, está siempre latente, digna presencia para ahorcar la inteligencia. Decisiones nunca acertadas, razones sin sentido, humanos parodiados por la carne y el placer, amor a las cadenas que aprietan la humildad y permiten la humillación.
Sin olvidar que aparecen en el escenario Anna y Vera, en esta incompleta desdicha, para agrandar el torbellino de la pasión que somete la realidad a un segundo plano en esta eufórica sátira de lo que podría ser el indeleble amor.
Días de ira, en los que queda para el recuerdo el expirado humo de unas gotas de agua que se traicionaron al desembocar en la superficie de una piedra caliente.
Una de las conductas que más me fascina del comportamiento humano es la absurda dependencia que tenemos de los seductores, que a pesar de que no nos hacen caso, nos humillan y disfrutan siendo crueles con nosotros, nos encantan y seguimos implorando sus minutos de la basura de amor en una actitud entre patética y compasiva. No hay nada más repugnante que mover a la caridad en las relaciones de pareja ¿acaso no podemos mandar nuestros dañinos sentimientos a la papelera de reciclaje? Nadie cambia y cuando se establecen los parámetros de una relación son definitivos.
Otro aspecto llamativo es el de la dominación. Hay personas absolutamente dependientes y necesitan tener un amo y recibir órdenes. Esa memez del libre albedrio está muy bien cuando has desarrollado cierto grado de evolución pero estos gregarios están desprovistas de orgullo y el fin último de su existencia es hacer feliz a su amo/a sin importarles su propia vida.
La tercera variante que trata la película es la búsqueda de la felicidad a través del sexo. Partiendo de la base que el sexo es una necesidad fisiológica entiendo que las personas que lo practican con fruición llegado un determinado momento necesitan ir más allá de las costumbres de apareamiento corrientes con el otro sexo y el paso siguiente no es otro que probar con los del mismo, supongo que es una evolución lógica de una sexualidad exacerbada pues el ser humano se caracteriza por la búsqueda constante de nuevas emociones, experimentar y transformarse.
El gran mérito del cine de Ozon es que nunca lluevan ranas, ni hay flashback desordenados, ni superhéroes, ni historias paralelas que no se encuentran. Su cine es de pocos personajes, real, claro, rotundo, preciso, directo. Tramas distintas pero impactantes, una sola localización y mucha profundidad en la intrincada psicología y sexualidad del ser humano.
Me encanta.
En un teatro francés contemporáneo se presenta la obra Gouttes deau sur pierres brûlantes.
Su autor, el gran dramaturgo alemán Rainer Werner Fassbinder.
El director, François Ozon: gran representante de la movida teatral post Nouvelle vague.
La gente se amontona en la entrada con grandes expectativas llenado la sala.
Se abre el telón, desde sus butacas los espectadores esperan ansiosos la irrupción de los actores: en escena aparecen primero Bernard Giraudeau y Malik Zidi, a mitad de la obra Ludivine Sagnier y Anna Thomson se unen al dúo actoral.
1er acto.
Como se denota inmediatamente el film posee una estructura muy teatral, el espacio fílmico es siempre el mismo (la casa de Leopold = Giraudeau), la narración se desarrolla en tiempo real. El lienzo fílmico carece, en el buen sentido, de matices. Es decir, la cámara es concisa y efectiva en lo que desea mostrar, no sobresalen ningún movimiento de cámara u angulación distinto a lo convencional.
2do acto.
Su esencia reside en los personajes.
El personaje principal es Leopold, interpretado por un maravilloso, versátil y contundente Bernard Giraudeau quien toma el papel de un exitoso hombre de negocios que usa su poder de seducción para alcanzar sus propósitos. Franz (Malik Zidi) será la primera victima de estas usanzas, compartidas por una sensual y provocativa joven, interpretada por Ludivine Sagnier, quien debuta en la pantalla grande.
En un papel más secundario y tardío se une al grupo, Anna Thomson, quien completa a un inspirado reparto.
3er acto.
El tema que determina a los personajes es la búsqueda de la felicidad (arquetípica), en cuyo camino impregnado por la pasión como leitmotiv generará un baño de sexo, ilusiones y sueños, en constante estado de intriga. Cuyo desenlace va a caer en una tragedia con trazos de comedia.
Telón final.
GANADORA A LA MEJOR PELÍCULA EN LA BERLINALE, OZON NOS OFRECE UN FILM SÓLIDO, VIBRANTE Y HONESTO. EN EL CUAL NOS DETALLA SU ESPÍRITU LÚDICO Y PERTURBADOR MEDIANTE UNA EXCELENTE DIRECCIÓN DE ACTORES Y UNA PROVOCATIVA MUESTRA DE HUMOR DISPARATADO Y DELIRANTE, CON UN TRASFONDO DRAMÁTICO.
Increíble. Es como si el propio Fassbinder hubiese resucitado y la hubiese rodado él mismo. Su gran última película con tintes autobiográficos. Esa estética, esos planos, esos diálogos… el mimetismo es asombroso.
Pero además Ozon aporta el ritmo, ese montaje vivo, dinámico, que no permite silencios, que encadena planos sin dejar resquicio al aburrimiento. Y aporta una dirección de actores maravillosa, sin encorsetamientos. A pesar de lo arriesgado del guión, hace que la historia sea totalmente creíble, y en vez de caer en el absurdo aporta secuencias hilarantes. ¡Ese baile con una famosa canción de la Carrá, pero en alemán, de fondo! Impagable.
Excelente.