Ghost Story of the Snow Fairy
Sinopsis de la película
Un joven aprendiz y su maestro buscan en las montañas un árbol con el que tallar una estatua de la diosa Kannon. Tras encontrarlo, una tormenta de nieve les sorprende y se ven obligados a refugiarse en una cabaña. Pronto recibirán la visita de la mujer de nieve, que mata al maestro pero deja con vida al joven aprendiz a cambio de que nunca rebele lo acontecido esa noche. Tiempo más tarde, el joven conoce a una bella y misteriosa mujer de la que se enamora perdidamente.
Detalles de la película
- Titulo Original: Kaidan yukijorô aka
- Año: 1968
- Duración: 79
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Opinión de la crítica
Película
6.9
22 valoraciones en total
Discreta película sobre el relato japonés de la mujer de las nieves, que coge una buena historia y la estira como un chicle hasta los 80 minutos que dura, en donde lo único destacable son las apariciones de dicho fantasma, que por otra parte son fascinantes. En medio hay una anodina historia sobre la creación de una estatua que no resulta de mucho interés.
Recomendaría en su lugar la adaptación de la misma historia en la maravillosa antología de historias de terror Kwaidan (El más allá).
Con sencillez formal y ritmo pausado, Kaidan yukijorô (Tanaka, 1968) se mueve con acierto entre los géneros del terror y el drama, logrando un delicado equilibrio entre ambos espacios. Para mí, esta armonía ya es algo destacable, pero director y guionista se atrevieron a ir más allá, permitiéndose jugar con las limitaciones del cine de terror, invirtiendo estereotipos y derrotando las expectativas del espectador.
El filme está basado en uno de los muchos relatos populares que giran en torno a la figura de Yuki-onna, personaje espectral que forma parte de la mitología japonesa tradicional. Según la leyenda, este espíritu se materializa en forma de mujer de tez pálida y cabello oscuro, dedicándose a deambular de noche por las montañas, congelando hasta la muerte a aquellos que se cruzan en su camino.
¿Os despierta esta descripción del fantasma algún recuerdo? Apuesto a que la imagen una niña de rasgos similares saliendo de un televisor de tubo ha cruzado la mente de más de uno. La caracterización del fantasma y la propia esencia de la leyenda de Yuki-onna, establecen conexiones evidentes entre Kaidan yukijorô y el subgénero J-Horror, cuyo boom se inició 30 años después del estreno de ésta. Sin embargo, a pesar de las similitudes, el filme del ’68 hace algo que The Ring (1998) y sus sucesoras no se han planteado todavía (al menos que yo haya visto), y es el construir a su personaje espectral como protagonista del relato.
En el cuento popular que adapta la película, Yuki-onna se encuentra con dos hombres que se ven atrapados en la montaña por una tormenta. El espíritu mata al más anciano, pero deja vivir al otro, porque es joven y hermoso (traducción: le mola). Sin embargo, al perdonarle la vida, el fantasma también le impone una prohibición: nunca podrá contarle a nadie lo que vio esa noche o ella misma tendrá que matarlo. Más tarde, el espíritu oculta su identidad tomando la forma de una humana y se casa con el joven, el cuál no se percata de su naturaleza espectral.
En el relato original, los esfuerzos del autor se concentran en crear intriga en torno a la prohibición impuesta por el espectro, utilizando la posibilidad de que el protagonista incumpla su promesa para generar incertidumbre y suspense. Mientras esta intriga se desarrolla, el espíritu aguarda la resolución de la misma con aparente paciencia y frialdad, escondido tras su aspecto humano.
La adaptación que se realiza en Kaidan yukijorô, respeta la estructura y los núcleos narrativos del relato original, pero se toma ciertas licencias, ubicando el suspense en lugares similares, pero enfocándolo de forma diferente. Este nuevo enfoque se debe sobre todo a que la película coloca al fantasma como protagonista, desarrollándolo como un personaje nuevo.
Lejos de la frialdad y el desafecto que la caracterizan en el cuento, Yuki-onna está representada en el filme como un espíritu que, aunque atesora un resentimiento enorme hacia los humanos, también anhela y envidia su felicidad. Es la lucha por alcanzar esa felicidad la que le da una nueva dimensión al personaje, una dimensión humana, con la que resulta fácil empatizar. La intriga sigue en el mismo sitio, el público sigue temiendo que el hombre incumpla su promesa, pero esta vez no porque ello signifique su muerte, sino porque significaría el fracaso del espectro en su objetivo humano y primario de alcanzar la felicidad.
No estoy diciendo con esto que Yuki-onna pierda en la adaptación todo su carácter vengativo o perverso, la vemos asesinar al anciano en los primeros compases del filme, igual que en el cuento. Su caracterización como fantasma también da bastante miedito, especialmente cuando la vemos desplazarse con delicadeza espectral y perturbadora o cuando dirige a la cámara su inquietante mirada. Pero guionista y director logran acercarnos a este ser complejo, no convirtiéndolo en un arquetipo plano de bondad extrema, sino explorando sus motivaciones y conflictos, dándole profundidad.
Tanto es así, que según avanza el metraje, no solo llegamos a admirar el empeño con el que la protagonista protege su felicidad y la de los suyos, luchando por mantener a su marido y a su hijo a salvo de las injusticias que los acosan, sino que llegamos a entender también su lado oscuro. Esta comprensión empieza a construirse cuando el espíritu adopta su forma de carne y hueso, momento en el que tiene que hacer frente a todos los horrores que un humano puede sufrir por ser mujer, hermosa y pobre en una sociedad como la del Japón feudal.
(Sigo SIN spoilers en la Zona spoiler)
En otros tiempos, la frontera de Mino y Hida fue objeto de una terrorífica leyenda creada a partir de las inclementes tormentas de nieve que sacudían el territorio.
Una de las leyendas ancestrales más conocidas que han surgido del país del Sol naciente, la de Yuki-onna , aunque siempre ha variado dependiendo de la época y el lugar donde fuese transmitido.
El espíritu de las nieves, la mujer blanca, desde su nacimiento, este ente con apariencia de delicada fémina y alma misteriosa y demoníaca ha alimentado innumerables obras de ficción, tanto en el mundo de la literatura como del cine, siendo su versión más famosa la escrita por el autor natural de grecia Lafcadio Hearn (bautizado como Koizumi Yakumo al residir en Japón), especializado en cultura y folclore japonés, sobre todo el referente a historias de terror. Si por algo se distingue su obra es por su decisión de conferir al espíritu femenino la capacidad de transmutarse en ser humano para saborear los placeres de la vida terrenal, residiendo de este modo en el mundo de los mortales como una mujer simple y corriente.
Aspecto que choca con la tradición de las leyendas niponas sobre amenazadores fantasmas y aterradores espíritus. El cineasta (y anterior asistente de Kurosawa y Mizoguchi) Tokuzo Tanaka ansiaba trasladar esta versión a la gran pantalla, que ya había sido visitada poco antes por Kobayashi en su mítica Kwaidan . De su adaptación, basada directamente en el relato de Hearn/Yakumo, se encargaría Fuji Yahiro, colaborador en más ocasiones del director y responsable de los guiones de El Intendente Sansho o la versión de 1.958 de Los 47 Ronin , realizada por Kunio Watanabe.
Kaidan Yukijoro se inicia, como no podía ser de otra forma, durante una fuerte tormenta de nieve que aisla a dos escultores de una aldea cercana, Shigetomo y su joven aprendiz Yosaku, a quien mantiene como su hijo, ambos en busca de un árbol del que poder extraer material para elaborar la estatua de la diosa Kanno, encargo del sacerdote del templo. En este primer cuarto de hora, Tanaka, sirviéndose de un notable despliegue de medios para recrear apropiadamente la fantasmagórica atmósfera de la leyenda, nos presenta a la mujer de las nieves en su más pura y espeluznante forma: la de un espíritu perverso de bello rostro, labios azulados y penetrantes ojos que asesina con su gélido aliento a los humanos que osan interrumpir su paz.
Sin embargo acabará perdonándole la vida a Yosaku, de quien inesperadamente se enamora, esto provocará que el espíritu aparezca poco después ante el aprendiz, oculto bajo el aspecto de una humilde mujer con el acertado sobrenombre de Yuki ( nieve en japonés). A partir de este giro radical en el argumento, Kaidan Yukijoro abandona (para desgracia del espectador que esperaba un film de terror al uso) su onírica atmósfera y apabullante fantasmagoría por un denso y melancólico drama feudal más propio de Mizoguchi o Yamanaka unido a una conmovedora epopeya romántica que pareciera orquestada por Kinuyo Tanaka.
Yuki morará en el mundo de los humanos y se dispondrá a conocer tanto lo maravilloso como lo horrible de él con la intención de ser considerada una mujer de carne y hueso, olvidando así el mundo de los espíritus al que realmente pertenece. Por ello decide convertirse en una esposa fiel, una madre responsable, una señora capaz de velar por la felicidad de su hogar, constantemente amenazado por los elementos. Uno de ellos será la infinita crueldad de la clase privilegiada y su poder de opresión sobre el pueblo (el despreciable intendente, envidioso de Yosaku por tener a tan bella mujer, que usa sus influencias para contratar a un artista que compita con él).
El otro, instigador de la inquietud y el miedo en Yuki, es la tradición del pueblo y su seguridad (la bruja protectora encargada de limpiar el lugar de los malos espíritus durante las festividades). Esto acrecentará sin duda la sensación de peligro sobre la mujer, temerosa de que su verdadera identidad pueda ser descubierta. Mediante avance la trama, melodramática y de mínimas concesiones al horror sobrenatural, dichas amenazas se harán cada vez más presentes, estrechando el cerco alrededor de la pareja protagonista impidiéndoles vivir su paraíso de felicidad soñado, un hostigamiento asfixiante que deriva en el acoso a Yuki, que usa su poder para combatir el Mal (maldad expresada, paradójicamente, con más intensidad en un ser humano que en ella misma, espíritu vengador por naturaleza).
Lo más importante que se nos plantea es el modo en que la mujer utiliza su maléfico poder: no para matar por placer (como el fantasma tradicional), sino para defenderse (como otro ser humano), las consecuencias del suceso cambian de rumbo la historia, desembocando en una significativa conclusión (comentada en Zona Spoiler). Tanaka, apoyado en un trabajo técnico magistral, elabora una hermosa poética de lo trágico y lo romántico mientras vuelve a dejar patente su maestría en el género de terror y oscura fantasía, bebiendo de la tradición del teatro Noh.
En el plano artístico contamos con un buen elenco donde cabe destacar a Akira Ishihama, el repulsivo Fujio Suga y esa espléndida Sachiko Murase. Pero todos quedan eclipsados por una soberbia Shiho Fujimura tan bella (pocas actrices japonesas poseen un encanto tan hipnótico y unos ojos tan arrebatadores) como versátil, dando vida al personaje con gran talento desde todos sus posibles enfoques (el del aterrador espíritu, la madre dulce y cariñosa, la mujer seductora y en última instancia desamparada…).
Con influencias de Trono de Sangre , el Yotsuya Kaidan de Shiro Toyoda y las ya nombradas Kwaidan y El Intendente Sansho , quizás no estemos ante una obra tan conocida como otras del género y la época, sin embargo este desgarrador melodrama disfrazado de cuento de terror clásico, ingeniosamente tergiversado, permanece en el tiempo como una las mejores.