Furia
Sinopsis de la película
Durante un viaje, Joe Wilson llega a un lugar desconocido, donde es encarcelado por un delito que no ha cometido. Los vecinos, amotinados, provocan el incendio de la cárcel y dan por muerto al forastero. Sin embargo, Wilson consigue sobrevivir y, entonces, intentará vengarse haciendo que sus potenciales asesinos corran el mismo peligro del que él escapó milagrosamente. Fury es el primer film americano del gran director alemán Fritz Lang.
Detalles de la película
- Titulo Original: Fury
- Año: 1936
- Duración: 94
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Opinión de la crítica
Película
8.1
45 valoraciones en total
La presunción de inocencia es algo que la ley nos da a todos. Hasta que no se demuestre lo contrario, todos somos seres inocentes incapaces de matar a alguien. Pero ese baremo también cambia conforme a la persona a la que se juzgue. Fritz Lang siempre nos mostró el lado más oscuro de todas las caras del ser humano, y en sus inicios en el cine americano, ese rostro le tocó a la justicia. Por una estúpida norma, presuntos asesinos no van a la cárcel ya que es imposible adivinar el paradero de Joe Wilson. La ley americana, el gran país de la libertad, seguía demostrando sus ironías, casi demostrando que se castiga al asesino, no al que lo intente. Puedes probar a asesinar a alguien, que hasta que no lo intentes, tranquilo, el gobierno te dará una palmadita en la espalda y te incentivará a que vuelvas a intentarlo.
Frit Lang, siendo precursor de Hitchcock, comenzó su etapa americana con esta monumental muestra de hipocresía y dualidad de personaje. A diferencia de Don Alfredo, el falso culpable de Lang no tiene la oportunidad de redimirse, ni de demostrar su inocencia, si no únicamente acabar con todos aquellos que le han hecho la putada. Y como tal, pondrá todo lo que tiene de su parte para conseguir su meta, llegando a la más absoluta locura y obsesión. Otro de los puntos claves del genio alemán es el poder que la masa ejercía en sus cintas. Ya se vió en Metrópolis, y aquí es la masa en grupo la que ejerce de protagonista. Y como dice Silvia Sydney, la masa ataca sin pensar, movida por el odio y por las ganas de hacer su propia justicia. Y una gran crítica también al racismo y a la xenofobia, justo cuando el sheriff niega haber visto a sus conocidos en el linchamiento, y le echa la culpa a una masa de extrajneros que pasaba por allí y no tenía nada mejor que hacer, algo que sintió el propio Lang a su llegada a los Estados Unidos. Quizás el sensiblero final, atípico de Lang, reste valor a la cinta, aunque queda clara la intención de Lang, contar como un buen hombre pierde la fe en todo lo que creía, en la justicia, en la libertad, en la honradez, por una mera cuestión: no haber muerto.
La película no habría sido la misma sin la notable dirección de Lang, que siempre aporta su toque expresionist a la cinta, ni al portentoso trabajo de Spencer Tracy. Aquí logra componer un personaje totalmente catártico, pasando de la bondad y la honradez máxima a ser un tipo maquiavélico y vengativo, que en lugar de actuar como lo haría cualquier americano de las pelis de Capra, opta por ser un cabrón. Lang sabe cómo crear ambientes tétricos y que hagan mella en el espectador para hacerle partícipe del dolor de los personajes, y en esta cinta sus cotas como director están a un nivel exorbitado. Sus sutiles movimientos de cámara, y el juego que ejerce en el espectador con el uso de los primeros planos es sencillamente magistral.
Primera película americana de Lang. Nominada al Oscar a la mejor historia original (Norman Krasna), se inspira en un linchamiento público ocurrido en California en 1933. El productor fue Joseph Leo Mankiewicz.
La acción comienza en Chicago en la primavera de 1935 y termina en torno a setiembre de 1936 en Strand. Narra la historia de un joven, Joe Wilson (Spencer Tracy), honrado y trabajador, enamorado de su novia Katherine Grant (Sylvia Sidney), que aplaza la boda por falta de dinero. Ella marcha a Capitol City (Texas), donde le han ofrecido trabajo. Él se traslada a Illinois, donde monta una gasolinera. Tras algo más de un año, Joe va al encuentro de Kathy para contraer matrimonio. Cerca de la localidad de Strand es retenido por el sheriff, como sospechoso de haber participado en un secuestro que ha conmocionado la ciudad. La película explora los móviles de la venganza. La colectiva se basa en la falta de confianza en la justicia, en deseos precipitados de compensar el mal y, en ocasiones, en impulsos irresponsables de diversión. La individual suele basarse en el instinto de responder al mal recibido procurando daño a los responsables. En ambos casos, la venganza conduce a situaciones de amargura. Lang explora, además, el mundo oculto de las causas que impulsan a hacer el mal. Los instintos violentos pueden provocar, en toda persona, conductas agresivas, injustas y antisociales. Son escenas destacadas el travelling de aproximación al sheriff apostado frente a la Comisaría, el asalto, la reacción de los acusados al ver la filmación del asalto y las imágenes de Kathy ante el regreso de Joe. La obra contiene algunos puntos débiles: la retención de Joe por indicios insuficientes y la forzada escena final. Se hace el elogio del coraje del sheriff, mientras se critica la cobardía interesada de algunos políticos.
La música está dirigida por Franz Waxman, exiliado polaco, en su segunda intervención en el cine. La fotografía incluye imágenes sobrecogedoras (Joe tras las rejas y frente a la multitud que prende fuego a la Comisaría). En varias ocasiones se hace uso de imágenes expresionistas (hoy parecen artificiosas), de acuerdo con la costumbre del momento. El guión ofrece una narración que combina angustia y lirismo. La interpretación de Tracy demuestra su gran talento y la de Sylvia Sidney (25 años) trasmite inocencia y ternura, en un papel muy a su medida. La dirección, con su maestría habitual, crea ambientes opresivos y angustiosos, con un primer climax en el asalto y un segundo en la lectura de la setencia del Jurado.
Película de gran calado narrativo, crítica y sobrecogedora, que echa mano ocasionalmente de recursos cómicos (el coro de gallinas) y tragicómicos (el violento desalojo de la Sala de un personaje ruidoso). Pese a algunos puntos débiles, el conjunto es muy sólido y consistente.
La verdad es que desde que empezó el año, aún no había visto una película que pudiera recomendar. Hasta que he llegado a un clásico que tenía perdido por la videoteca sin ver. Furia es una gran cinta que queda torpemente finalizada.
La venganza mueve a Spencer Tracy a jugar con la vida de unas decenas de vecinos de un pueblo tomando la frágil justicia por su cuenta. La historia es sumamente interesante y está narrada de forma amena. La moralidad está presente durante todo el metraje de forma que el director se asegura unos espectadores implicados emocionalmente con la trama.
Una gran fotografía y una buena actuación de Spencer Tracy forman un gran panorama que únicamente decae en su final.
Un hombre feliz que cree en la democracia y en la bondad del ser humano viaja para reencontrarse con su dulce amada. Debido a un lamentable error es confundido con un secuestrador y su vida cambia: la masa, la sociedad sedienta de culpables no tarda en sentenciarle sin pruebas y se dispone a aplicar su veredicto…
La presunción de inocencia ( principio que no se respeta en nuestra sociedad ), las atrocidades que puede cometer el ser humano cuando se encuentra protegido bajo el anonimato de la masa o la pérdida de confianza en la ley y en la justicia son temas que se abordan en esta maravillosa película de Lang.
Con una fotografía excelente ( no es extraño proviniendo de este maravilloso fotógrafo ) que resalta los claroscuros y la iluminación de los rostros, un reparto entregado ( excelente Spencer Tracy, angelical Sylvia Sidney ), una banda sonora adecuada de Franz Waxman y una dirección precisa, brillante, que dota de a la historia de una profundidad asfixiante, esta película es un alegato en defensa de los valores de la democracia, una reflexión sobre la inocencia perdida, y una muestra más sobre la reflexión en torno a la naturaleza del ser humano.
Excepcional obra que anticipa tantas otras ( La mujer del cuadro, Perversidad, Sólo se vive un vez… ) que realizaría su autor en su fructífera estancia americana. Fritz Lang realizaba un cine serio, humanista, apasionado, preciso, complejo, atormentado y profundamente lírico, que le situa en mi opinión como un autor difícilmente igualable.
Un gran éxito tanto de crítica como de público. Con su apasionada protesta contra los linchamientos, Furia se convirtió, rápidamente, en un clásico del cine social. No obstante como suele ocurrir en toda su obra, las preocupaciones de Fritz Lang eran mucho más amplias, y la película es una reflexión sobre la violencia, la culpa y la justicia.