Funeral en Berlín
Sinopsis de la película
El jefe del servicio de espionaje soviético, el coronel Stock, proyecta huir a Occidente. Harry Palmer, un hombre que ejerce de espía a la fuerza tras haber sido atrapado en un sucio asunto, es enviado a Berlín para ayudar a Stock, pero para ello tendrá que cambiar de identidad.
Detalles de la película
- Titulo Original: Funeral in Berlin
- Año: 1966
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
Película
6.4
96 valoraciones en total
Segunda entrega del agente secreto británico interpretado por Michael Caine nacido como la versión seria de James Bond.
La película resulta entretenida aunque algo enrevesada en su desarrollo. De hecho por momentos resulta difícil de seguir y eso no siempre es sinónimo de complejidad de la trama, sino de cierta torpeza a la hora de explicar los acontecimientos y los intereses divergentes de los personajes.
Lo mejor son las dos huidas que se describen para pasar el muro de Berlín.
Aunque no es una película desdeñable el personaje ni por asomo tiene el carisma del famoso agente 007.
Al termina la II guerra mundial Alemania quedó dividida en cuatro sectores repartidos entre las potencias vencedoras de USA, Inglaterra, Francia y Rusia. Stalin ordenó la constitución de la república democrática alemana y las otras potencias también se unificaron en la república federal. Idéntico proceso sufrió Berlín, la ciudad de los espías, donde el sector ruso quedó separado por un muro y sus correspondientes aduanas para evitar la fuga de los disidentes del régimen comunista. En este entorno el coronel de la KGB Stok quiere cambiar de bando, una operación doblemente difícil por el paso de aduanas y por ser un oficial. La operación es confiada al legendario espía británico Palmer [Michael Caine]. Éste tendrá que sacar a Stok sin levantar sospechas. El agente Keuzman tiene la tarea de simular un traslado funerario desde el sector este al oeste de Berlín. Pese a que el plan es seguro, Palmer es sometido a una intensa persecución de la temible KGB.
Una de espías durante la guerra fría que fastidió las relaciones internacionales desde finales del II Guerra hasta la caída del muro. Interesante thriller basado en la novela de Len Deighton. Gran parte de la acción transcurre de noche y es bastante enredosa. Pero si no se ha enterado a la primera, déjelo porque de este asunto hay un mogollón de cintas. La película tiene influencias del cine de detectives y es una crítica severa del mundo del espionaje. La cinta, por fortuna, está alejada de los bodrios que se produjeron a raíz de la guerra fría.
Mi nombre es Caine, Michael Caine.
Sí, las conexiones con el espía más famoso del Reino Unido son más que evidentes, no ya sólo en que los personajes guardan algunas relaciones muy significativas, sino que las tramas de las míticas peliculas de Bond tienen su particular eco en esta cinta. Evidentemente Caine pone de su parte para que la película sea algo más que una simple copia y la obra tiene una singularidad propia que la hace muy disfrutable. En realidad se trata de la continuación de la película Ipress, donde Caine también encarnaba al mismo agente. El agente Palmer.
La trama es típica de las películas de espías que florecían en aquellos años sesenta. Poca acción, tal y como la conocemos hoy en día (es decir, tiros, explosiones y desvaríos varios) y mucho enredo argumental. La frase clave sería juego de máscaras. Los personajes juegan a participar en un desfile de carnaval en el que sólo puede haber un ganador, el que mienta mejor y con más eficacia. Los personajes nunca descubren su auténtica dimensión, sino que constantemente tratan de ocultarla. Para que el juego de enredo se haga más eficaz harán aparición los claros elementos que forman parte del juego habitual del gato y el ratón, como es la Femme Fatale. Aquella mujer que tratará de seducir mediante su belleza a nuestro protagonista principal y que jugará para más de un equipo. También los amigos del alma demostrarán que a veces las apariencias engañan.
La pena es que la película seguirá unos derroteros que la convierten en un tanto previsible y anodina. La trama va dando vueltas y comportándose de manera camaleónica al igual que sus personajes, dando pocas pistas al espectador (como es habitual en las películas del estilo). Le falta punch, fuerza, un gancho definitivo que nos demuestre que no estamos ante algo ya visto.
La película pues, está cerca de ser una cinta típica de la saga Bond de los sesenta, pero en vez de Connery tenemos a un majestuoso Michael Caine que hará las delicias de sus seguidores. Otra vez consigue superarse a sí mismo y es que consigue crear un personaje icónico con apenas un par de gafas de pasta (jé) y una personalidad desquiciante y satírica que le viene como anillo al dedo. Es cierto que Palmer no es un agente Bond al uso, pues consta con una ética bastante singular (no es un mercenario al uso) y un agotamiento sobre la política que Caine es capaz de captar.
Guy Hamilton, el director, cumple acceptablemente, con alguna que otra secuencia interesante, como la persecución en el cabaret (rodada tal y como uno tiene en la cabeza antes de verla) o la secuencia inicial , que ya es una buena muestra de como introducir al espectador a la película.
http://neokunst.wordpress.com/2013/03/03/analisis-filmico-funeral-en-berlin/
No debe sorprender que señale a Michael Caine como uno de los buenos actores que ha dado el cine. En este caso, no se desmiente esta condición. Sin embargo, la película por momentos tiende a enredar su trama, por lo que hay que verla un par de veces para lograr captar la idea. A pesar de eso, resulta entretenida de ver y los 97 minutos de metraje no son un desperdicio.
194/11(20/10/16) Entretenido film de espionaje de Guy Hamilton, tiene en brillante Michael Caine a la gran baza, que despliega un gran encano, carisma, cinismo y vis cómica muy inglesa. La obra rezuma el aire melancólico de las obras literarias de John LeCarré, aunque en este caso la cinta está basada en una novela homónima de Len Deighton de 1964, tercera de las cuatro que escribió sobre un agente británico no identificado, precedida por Ipcress (1962) y Caballo bajo el agua (1963), y seguida del El cerebro de mil millones de dólares (1966), esta Funeral en Berlín fue la segunda de las tres películas que se hicieron en la década de 1960 películas sobre Harry Palmer (la serie fue brevemente revitalizada en la década de 1990 para un par de películas de televisión). La cinta está dentro de la ola de cintas de agentes especiales que puso de moda en la década el creado por Ian Fleming, el icónico James Bond, aunque en este caso este espía sin nombre es su reverso amargo, con escasos recursos económicos, no tiene ni coche, su patriotismo es flexible, es un desencantado que trabaja de agente especial porque lo chantajean (fue reclutado por el servicio de espionaje después de haber sido sorprendido robando en el Ejército). Para emparentarla más a la saga bondiana nada mejor que uno de sus directores fetiches, Guy Hamilton, que había dirigido previamente Goldfinger, está uno de los productores de la misma, Saltzman, y el diseñador de producción Ken Adam.
Estamos en plena Guerra Fría, Harry palmer (Michael Caine) es un espía inglés que viaja a Berlín Oriental para organizar la deserción de un militar soviético, el coronel de la KGB Stok (Oskar Homolka), su contacto en la capital germana es el agente alemán Johnny Vulkan (Paul Hubschmid ). El protagonista contratará a Kreutzman (Günter Meisner), para la logística de atravesar el Muro de Berlín. Tendrá también importancia en la historia la agente israelí Samantha Steel (Eva Renzi).
Film hijo de serie de cintas de espionaje que se realizaron en la década de los 60, ejemplo El espía que surgió del frío (1965), donde se retrataba la Guerra Fría como algo asentimental y amoral, donde el patriotismo se retorcía y donde la vida de las personas no parecían tener valor, alguno, cintas donde la acción era escasa, su fuerte estaba en la composición de personajes complejos, en la creación de una atmósfera ácida y gris, y donde la línea entre el bien y el mal era bastante difusa, y con guiones enrevesados con traiciones, lealtades frágiles y muchas mentiras, donde el juego del gato que quiere atrapar al ratón se hace ambiguo al no saber el espectador quien es uno y quien otro. Aquí el guión de Evan Jones (Rey y Patria o Evasión o victoria) añade a este clima gélido bastante humor fino, mordaz, cinismo, sobre todo gracias a la gran construcción del protagonista, haciendo un nihilista desengañado pero a la vez encantador y muy divertido en su modo irónico de tomarlo todo, Harry Palmer es el lado pobre de James Bond, apenas dispone de dinero, reside en un triste apartamento y no tiene ni coche (el jefe le deniega un adelanto para comprar un auto), se mueve por autobús público, Bond tiene un sex-apple animal que le hace acostarse con decenas de mujeres, este agente cuando se ha acostado con una guapa chica sabe que no es por su hermosa figura, Bond asesina sin pesar de su conciencia, mientras aquí Harry hace todo lo posible por no matar, aunque se lo ordenen, esto hace el antihéroe encarnado por Caine humano, y con ello se desmitifica el empleo de espía, y no como a Bond, que es una especie de superhéroe mítico, un rasgo más profundo entre los dos agentes en sus historias es que las de Bond son más superficiales, todo sucede en pantalla, mientras aquí gran parte de la trama acontece fuera de campo, se esconde de nuestra vista para hacerla más matizada. Los diálogos son ágiles, los secundarios están notablemente delineados, aportando peso dramático a la trama, con giros inesperados, con un ritmo fluido, con momentos apreciables, con tensión e intensidad, con recursos visuales simbólicos picantones (ejemplo cuando Harry sale del piso de Samantha y pasa junto a unos pivotes de piedra que se ven exactamente como falos erectos).
Es una película hecha con el único fin de entretenerte un rato y que además reflexiones un poco (no mucho) sobre la Guerra Fría, algo que sucedió soterradamente en el mundo. El pero está en que estas disfrutando del relato estupendamente, sin ser nada espectacular, pero de pronto hay un momento en que la trama da un giro Copérnico y te descoloca, te envuelve en la confusión y te saca de la historia, y tardas en volver a conectar, lo cuento en spoiler.
Michael Caine encarna al espía con una gran personalidad, dotándolo de humor, de cinismo, de cinismo, de flema inglesa, y lo hace con contención y mesura, con una imagen cuasi-icónica, con su eterna gabardina, sus gafas de pasta y bien repeinado, lo baña de fuerte personalidad, de ingenio, una gran frescura y naturalidad. Oskar Homolka borda a su jocoso militar soviético, un carisma portentoso, en sus escasa apariciones deja una tremenda huella con su vis cómica, y con Caine existe una chispeante química, con réplicas y contrarréplicas ricas, tanta peso tuvo que se recuperó su personaje con él para la siguiente entrega de las andanzas del agente Harry palmer El cerebro del billón de dólares (1967). Paul Hubschmid como el agente Johnny Vulkan hace labor correcta, sin más. Eva Renzi despliega desde su entrada en pantalla sensualidad y belleza con esos sexys modelitos, tiene buenos momentos con Caine. Guy Doleman como el jefe de Palmer, Ross, el reflejo de la burocracia desalmada y fría, bien interpretado. Günter Meisner ayudado por su tallado físico encarna con sutilidad y perfidia intrínseca a su rol. (sigue en spoiler por falta de espacio)