Fundido a negro
Sinopsis de la película
Eric Binford sufrió las burlas de todos quienes le rodeaban. Amante del cine, se sumerge en los sueños y fantasías de los personajes y estrellas de las películas. Pero su mente perturbada por tanta humillación, le hace cometer crímenes inspirados todos ellos en personajes de sus amadas películas…
Detalles de la película
- Titulo Original: Fade to Black
- Año: 1980
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
Película
5.8
93 valoraciones en total
Eric es un tipo raro que trabaja en una empresa que se dedica a la entrega de material cinematográfico en moto. Debido a su carácter retraído a penas se relaciona con nadie y cuando lo hace solo habla de películas de cine.
Vive en una casa modesta con su tía discapacitada en silla de ruedas y le molesta que Eric se pase todo el día viendo películas antiguas. Un día tal es su enfado que llega a estropear el viejo proyector de Eric. Eso unido a una cita con una chica que le deja plantado transforma la vida de Eric que empieza a confundir la realidad de la ficción.
Empezará a disfrazarse de los personajes de sus películas y cometerá crímenes inspirados en ellas.
Fundido a negro es un referente del cine de terror de los 80 que no tuvo el reconocimiento que tal vez merecía.
Vernon Zimmerman su director quiso hacer un slasher al estilo de la moda implantada por John Carpenter en La Noche de Halloween. Para ello en su argumento trató temas como las adicciones o el maltrato psicológico que sufre su personaje principal.
La película tiene un tufillo a la nombrada Halloween e incluso a Psicosis de la que se reserva una escena homenaje. Esta a la vista que es una película de bajo presupuesto realizada con 4 duros y que el paso del tiempo le ha pasado factura.
Tiene el aliciente de contemplar como Eric se va disfrazando de sus personajes favoritos entre ellos Bela Lugosi (el primer drácula), la momia o un vaquero sacado de sus western preferidos. Incluso veremos a Mickey Rourke en uno de sus primeros papeles haciendo de compañero de trabajo de Eric.
Desde el más objetivo de los puntos de vista Fade To Black podría con facilidad calificarse como una película mala: posee múltiples errores técnicos –más de una vez aparece descaradamente el micrófono en pantalla, por ejemplo–, la incongruencia de su guión hace ver al surrealismo como un juego de principiantes y el nivel de las actuaciones del elenco –sin tocar aquí al protagonista– es comparable con el de digamos la esperpéntica troupe de John Waters en sus primeros films. Y, sin embargo, la historia que cuenta y la forma en que lo hace Fade To Black –haciendo a un lado una detestable y simplona subtrama romántica entre una mujer policía y el detective–a pesar de sus precarios recursos nunca deja de ser entretenida. La historia va de un joven, Eric, que no tiene mayores aspiraciones en la vida que estar en el cine ya sea viéndolo, imaginándolo, haciéndolo, siendo él mismo el Cine a fin de cuentas. Todo su mundo gira en torno al séptimo arte, sobre todo al de la época dorada: sus héroes (Cary Grant), sus villanos (James Cagney), sus monstruos (Drácula) y beldades (Marilyn Monroe) conviven con él diariamente y a ellos les tiene mayor estima que a los que habitan junto a él afuera de la pantalla de plata. La irritable mujer con la que vive, su tía –quien recuerda al personaje de la madre de Norman Bates en Psycho o a una fusión de Joan Crawford y Bette Davis de What ever happened to Baby Jane?– es inválida y anda en una fastidiosa silla de ruedas automatizada todo el día con un bastón detrás de Eric por el departamento recriminándole su afición, repitiéndole que es algo nocivo el que su vida esté siendo absorbida por ella: sin decirlo nunca de manera deliberada, Fade To Black nos cuenta que Eric Binford es un yonki enganchado al cine. El mundo de la ficción llega a contaminar a tal grado a Eric, dejando en claro aquello de que todas las adicciones son peligrosas sin importar a lo que se sea adicto, que cuando llega a ponerse violento sufre un desdoblamiento de personalidad y se transforma en los personajes del Cine que más admira y bajo este trastorno comienza a cometer crímenes contra quienes le han dado motivos. Slasher film, podrían decirle, thriller, film de culto, comedia negra, película serie B o kitsh ochentero, pero en realidad Fade To Black es una película sobre películas, así como lo han sido The Purple Rose Of Cairo, The Player, Tesis o recientemente The Artist, estilo de films en el que se acude a escenas, se hacen menciones, alusiones, homenajes, incluso parodias –aquí se hace una a la famosa secuencia de la ducha de Psycho– a films previos, al oficio del cine y a sus intérpretes, desde Frankenstein y Casablanca pasando por el célebre happy birthday que le cantó Marilyn Monroe a JFK y los cuerpos corruptos de Night Of The Living Dead hasta Blow Up y los primeros films a blanco y negro de Peter Bogdanovich coexisten en esta inocente película casi desconocida. Más que un film de terror propiamente dicho que es al género al cual pertenece Fade To Black hay que disfrutarlo como un ejercicio cinematográfico que sí, posee demasiadas carencias, pero incontables referencias fílmicas y una interesante y original historia que contar.
Película de culto injustamente desconocida, pero quizás sea la mejor película slasher que se ha hecho (teniendo en cuenta que suelen ser un tipo de películas malas a rabiar). Aquí sin embargo encontramos una idea muy original de un friki que se caracteriza de los personajes de sus películas favoritas para cometer sus asesinatos, una buena idea que habría dado mucho de que hablar si se hubiera hecho una superproducción con gente muy conocida.
En la cutreza reside parte de su encanto, con bizarras muertes (si no qué me diréis de lo de la momia), un Dennis Christopher perfecto para el papel del perturbado friki, y un novato Mickey Rourke en uno de sus primeros papeles, esta vez con diálogo, por lo menos, no como en su debut. El final de la película se entiende mejor viendo Al rojo vivo , película favorita del protagonista, pero no es obligatorio.
No cabe duda de que el cine ha dado gran cantidad de títulos que homenajean de manera más o menos directa a otras películas a géneros. Incluso hay algunas que directamente son un homenaje directo al séptimo arte, como Rebobine por favor de Michael Gondry. También fundido a negro se trata de un claro homenaje al cine, pero no por los caminos más habituales por los que normalmente se sigue, sino que se hace de manera muy singular (y muy en boga con el cine más paródico y pubescente que estaba naciendo en las salas comerciales de los años ochenta), recurriendo a la figura del cinéfilo paranoico, que al igual que el ingenioso hidalgo de la Mancha, de tanto visionado de películas, acabó como un majadero.
Y es que la película explora, por parte de su parte personaje principal, la psicología del lunático, que es incapaz de discernir realidad de ficción. Pero no se equivoquen, la psicología en el film importa más bien poco (pese a que cuando la cinta construye sus propias reglas es siempre creíble), sino que se trata de un pretexto para desarrollar una entretenida cinta que mezcla adecuadamente la comedia, el terror…y el drama.
Los ochenta son la etapa perfecta para que films que revisionaban de manera tan ácida el cine aparecieran. No sólo eso, sino que el propio género de terror estaba cambiando a marchas forzadas (y se haría tremendamente popular entre los sectores más jóvenes). Un claro guiño a estas películas lo hace la misma película, enseñándonos el póster en diversos momentos de La noche de Halloween de John Carpenter, la película que revolucionó el subgénero de terror conocido como Slasher. Más adelante se romperá el Póster de igual manera que estéticamente quede una secuencia parecida a la misma que Carpenter realiza en su película.
Fundido a negro comparte muchas características del Slasher, pero sin duda alguna se distancia de la rutina habitual de las miles de películas que se realizaron y se estrenaron por doquier en las salas comerciales, sin apenas interés artístico. Aparte de las típicas escenas de asesinatos (que por ellas mismas ya sustentan la película) encontramos trazas de comedia e incluso drama muy interesantes. De todas maneras el homenaje se expande por todo el celuloide norteamericano, películas desde Psicosis, Al rojo Vivo, El príncipe y la Corista o iconos del cine como Cary Grant, Bogart, Richard Widmark y sobre todo el gran James Cagney. Así pues, no hace falta decir que la película utiliza un lenguaje propio, evidentemente no podemos llegar tan lejos como para decir críptico (el mismo director nos enseña que películas está homenajeando cuando intercala fragmentos de las películas originales) pero está claro que el cinéfilo que reconozca los momentos, situaciones e historias le dará un valor añadido a la película. Sólo hace falta ver los múltiples guiños al dolor de cabeza (que remiten a la película de Al Rojo vivo o a los barbitúricos de Marilyn). Y es que la película para este tipo de público se puede degustar exclusivamente como un juego de pistas donde se interactúa con el espectador para que este pueda reconstruir los diferentes guiños que se esparcen por la película. Y funciona de esta manera porque no hay más pretensión por parte de la obra que activar la mente del espectador y jugar un rato con él.
Por ello la película cuenta con un actor de lujo, como lo es el propio protagonista, interpretado por Dennis Hopper. Su papel le pedía una camaleónica interpretación y sin duda Hopper cumple con creces. Aporta un histrionismo perfecto que va en conjunción con el tono paródico que pide la película.
Por otra parte, pese a que la dirección podría haber sido mejor y en algunos momentos la película pueda pecar de rutinaria, hay momentos muy interesantes. Por ejemplo los diversos momentos de asesinato, en que el director intenta recrear el ambiente de cada película a la que homenajea. A mencionar el asesinato que rinde homenaje al Western, rodado como una auténtica secuencia (pasada por un filtro, obviamente), con un interesante movimiento de cámara horizontal y una atmósfera ruda y seca que pese a no contar con arena ni desierto nos remite al cálido y árido ambiente del Western.
Y es que la enfermedad de Eric le llevará a cometer asesinatos imitando a sus historias del cine favorito. Ojo, porque entre broma y broma vemos una interesante reflexión de la violencia y el cine, y como estos dos conceptos van indisolublemente unidos. Por ejemplo el personaje del Policía Yuppie, una acertada visión satírica sobre los términos de la psicología que se aleja de los términos más duros para una visión más comprensiva del asesino. Una auténtica ironía sobre un Hippie trasnochado en los años ochenta.
http://neokunst.wordpress.com/2013/04/16/analisis-filmico-fundido-a-negro/
Es cutre, extraña, perturbadora, a veces sin sentido… Es una gran película. Lo pretenda o no, es una film de clase B de los 80 (esto lo escribo como algo positivo) cuyo personaje principal consigue una gran profundidad con su patetismo, su vulnerabilidad y su pasión por el cine clásico. Este antihéroe con escasas dotes sociales quiere convertirse se convierte en villano(s) como mecanismo de autodefensa y, junto con su inestabilidad psicológica derivada de una infancia traumática (como no), estalla en una explosión trágica y sobrecogedora que hace que la película sume la mayoría de sus puntos al final.