Fort Apache
Sinopsis de la película
Terminada la Guerra de Secesión (1861-1865), el general Owen Thursday, tras ser degradado, es enviado a Fort Apache en calidad de coronel para hacerse cargo del mando. El fuerte, situado en medio del desierto de Arizona, es un puesto militar fronterizo cuyos soldados están curtidos en la lucha contra los apaches mescaleros.
Detalles de la película
- Titulo Original: Fort Apache
- Año: 1948
- Duración: 127
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Opinión de la crítica
Película
7.7
98 valoraciones en total
John Ford, por medio de su productora con Meriam C. Cooper (si el de King Kong) produjo tres películas ambientadas en los enfrentamientos entre el ejercito yanki y las tribus indígenas en la década de los 70: Río Bravo, La Legión Invencible y Fort Apache. Se trata de tres películas en donde se refleja la vida dentro de los destacamentos militares (fuertes) con un protagonismo fundamental de la Caballería, fuerza de choque de los mismos. En ellos se refleja magníficamente el mundo endogámico y cerrado de estas microsociedades, con sus sargentos chusqueros (en las tres aparece Victor McLaglen) sus suboficiales de trayectoria intachable, las esposas y/o hijas, los jóvenes oficiales en primer destino recien salidos de West Point, y también el/los viejo/s oficial que tiene en el destacamento el punto final de su trayectoria milita (en los tres aparece John Wayne, aunque sólo en Río Bravo es el comandante del puesto).
De entre las tres sobresale a mi modo de ver de manera rutilante Fort Apache, en primer lugar por la extraordinaria sobriedad de las interpretaciones, como la de Fonda aunque el resto del reparto está magnífico, por la propia historia que aparentemente no es sino una revisión más o menos disimulada del General Custer, encarnado en el personaje durísimo e intolerante de Fonda, el final no puede ser más evidente.
Fort Apache contiene los elementos más destacables de estos films de Ford, excelente puesta en escena, ambientación, escenas de caballería magníficas, etc.., además es el primero en el que los indios tienen un rostro reconocible, algo es algo (inquietantes los primeros planos de Jerónimo y Caballo Loco), apreciándose una lógica evolución que culminará en El Gran Combate .
Lástima del alegato final, totalmente injustificable y gratuíto que desvirtúa un poco el conjunto global, pese a ello muy estimable western.
Hay algo que nunca entenderé, y es que Centauros del desierto esté considerado por la mayoría no ya como uno de los mejores westerns, sino como una de las mejores películas de la historia. Par mi gusto, John Ford tiene trabajos mucho más interesantes, entre ellos Fort Apache . Lo prefiero por muchas razones: porque el protagonista es Henry Fonda, un talento que deja muy atrás al desaborido John Wayne, porque los americanos también mueren, porque los indios lo son de verdad –y no sólo me refiero al físico, sino también a las temibles emboscadas que preparan–, por el menor número de fallos de raccord –aunque los hay, como explico en el siguiente párrafo–, por un desarrollo más ameno gracias a los innumerables chistes y a la camaradería entre los soldados, etc.
Hay algo que me molesta mucho de las películas de Ford, sobre todo de los westerns, y es que en casi todos ellos encontramos algún que otro fallo de raccord garrafal, cuando no un montaje descuidado. Esta ocasión no es una excepción, y, aunque se lo terminas perdonando por los buenos momentos que te hace pasar, sería injusto no mencionarlo.
El que recuerdo en Fort Apache está en la carga final. Por un lado hay que decir que el montaje, posiblemente limitado por un mal material de rodaje, no deja claro finalmente dónde están situados los indios, dónde los carros y dónde el hoyo en el que se refugian los soldados (un hoyo más artificial que los pechos de Pamela Anderson, por cierto). Y la prueba de ello la encontramos en el heroico rescate de John Wayne. Veamos. Wayne está en retaguardia a cargo de los carros, en principio se supone que refugiados tras unas rocas situadas mucho antes del cañón de la emboscada. En determinado momento, decide coger un caballo y marchar en busca de un Fonda herido por un disparo apache a la entrada del cañón. Pues bien, de un plano a otro Wayne ya ha llegado, sin explicarnos cómo leches ha sorteado a los mismo indios que dispararon a Fonda. Luego, decide prestarle su caballo para que logre refugiarse en el hoyo, que, por lógica, ha de estar a medio camino entre ése lugar en el que se encuentran y los carros. El coronel llega con dificultad al hoyo, tras lo cual, aparecen un montón de indios a caballo que salen del cañón en dirección a los carros. Y, en el plano siguiente, ¡¡¡Wayne está en los carros esperando la acometida de la caballería apache!!! ¡¡¡Magia potagia!!! ¿Cómo ha conseguido llegar allí tan rápido sin caballo? ¿Cómo ha podido sortear con tanta facilidad los disparos que casi acaban con la vida de Fonda, quien, por otro lado, se las vio putas sólo para llegar al hoyo? ¿Por qué Fonda y los demás se quedaron en el hoyo y no fueron a los carros?
Supongo que habrá explicaciones técnicas, como que tuvieron que rodar la escena en sitios diferentes, o lo que sea. Pero no hay excusa. Es un fallo que resta unas cuantas décimas.
Hace unas semanas revisé otra de las patas del trípode de la trilogía fordiana sobre la caballería estadounidense, ‘La legión invencible’. La decepción de entonces quedó ya plasmada.
Segundo round. Aunque no de forma tan intensa, vuelvo a sentirme frustrado después de rescatar la obra inaugural del tríptico cinematográfico. La mayoría de elementos se repiten (en la otra más bien, que es posterior), con pequeñas variaciones. Wayne, McLaglen y el resto de secundarios están, a mi parecer, más afortunados que en el capítulo dos. La historia tiene una mayor carga dramática, y el episodio amoroso entre la joven pareja de tortolitos es menos melindroso que el de ‘She Wore a Yellow Ribbon’. Del mismo modo, la presencia de los indios apaches es mucho más consistente. Pero el discursito patriótico y la presentación del conflicto como una especie de lucha entre iguales, por mucho que intente soslayarlo, acaban chirriándome de manera escandalosa. Incluso contando con el tradicional apego de Ford por los valores castrenses, incluso contando con que es de 1948, recién acabada la II GM y en los albores de la GF. Incluso siendo fan de Ford, de Wayne y de Fonda. Sinceramente, ha envejecido, y mucho. Al menos a mí ya no me dice casi nada.
Puede que para el historiador del cine sea una película de capital importancia, pero bajo el prisma de un espectador medio no resulta un film especialmente apasionante.
Renombrado western del realizador John Ford, primero de la llamada Trilogía de la Caballería. Escrito por Frank S. Nugent e inspirado en Massacre, uno de los relatos sobre la caballería de James Warner Bellah, que Ford conoce en la India durante la IIGM. Se rueda en 45 días en escenarios naturales de Monument Valley (Utah) y de Corriganville Movie Ranch (CA) y en los platós de Selznick Internacional Studios (Culver City, CA), con un presupuesto estimado de 2,5 millones de USD. Producido por Merian C. Cooper para Argosy Pictures y RKO, se proyecta por primera vez en público el 27-III-1948 (Phoenix, Arizona) en sesión de preestreno.
La acción dramática tiene lugar en un fuerte militar imaginario llamado Fort Apache, situado en los confines de la frontera del país, en un lugar alejado, árido y despoblado. Los hechos que narra tienen lugar entre 1876 y 1878, algo más de 10 años después de finalizada la Guerra Civil Americana o Guerra de Secesión (1861-1865). Temporalmente el relato se extiende a lo largo de uno o dos meses. Destaca la excelente definición de los caracteres principales. Owen Thursday (Fonda) es un hombre ególatra, ambicioso, autoritario y soberbio, que se siente frustrado por haber sido destinado a un cometido oscuro y nada propicio para destacar, ser reconocido y ascender. Le duele, así mismo, el haber pasado de general durante la Guerra Civil ateniente coronel en tiempos de paz, pese al carácter general de reajuste de grados militares que se produce al finalizar el conflicto. Por lo demás, es un personaje solitario, sin amigos, viudo y con una hija, Filadelfia (Temple), de 16 años, que le aprecia profundamente, pero que no comparte sus ideas y no acepta de buen grado sus decisiones. El capitán Kirby York (Wayne) es rudo, pragmático, flexible, experto, equilibrado e inteligente.
El desarrollo del relato se apoya en gran medida en la confrontación de contrarios. En este sentido cabe hablar de la contraposición que se da entre el teniente coronel y el capitán, la mentalidad práctica del Oeste y el rigorismo formalista del Este, la vida de cuartel y la familiar, las marchas en formación de la Caballería y los bailes de salón, etc. El film describe con gran eficacia y satisfactoria economía de medios la vida cotidiana en el cuartel de oficiales, suboficiales, clase de tropa, reclutas y familiares (esposas, hijos, sirvientas…). La obra muestra la notable capacidad narrativa del realizador, que se advierte a través de la acertada selección de detalles significativos que muestra, capaces de decir muchas cosas al espectador (imagen religiosa, biblia, colgador de prendas de vestir…) y del excelente uso que hace del lenguaje no verbal (gestualidad), del vigor expresivo que caracteriza el diseño y la composición de numeroso encuadres. Me parece magnífico el fotograma que desde el interior de la casa de los padres del segundo teniente Michael O’Rourke (Agar) muestra un exterior luminoso a través de la puerta de entrada y de la ventana abiertas de par en par). Aligera el relato un salpicado abundante de humor deliciosamente jovial.
Fort Apache es… todo lo que me gusta de John Ford. La aventura, los combates entre los indios y los americanos, las galopadas a toque de corneta, los carromatos siempre a punto de derrape, Monument Valley, la violencia justa, el valor necesario, el sentido del honor y el del humor, los mismos secundarios de siempre, tan excelentes como siempre, el hombre tranquilo (John Wayne) a quien ningún director le sacó tanto partido, los primeros planos, ese segundo justo que la cámara se detiene sobre un rostro para retratar un sentimiento, la familia con lo que conlleva y por encima de todo, su capacidad para filmar la naturaleza humana.
Además en Fort Apache, John Ford rueda el nacimiento de un mito, muy en la línea del General Custer, el de un heroico militar, el coronel Thursday, complicado personaje al que mueven los hilos de una deshonrosa degradación y que no duda en anteponer prestigios personales a intereses colectivos. Magnífico. Magistral Henry Fonda. Resultar odioso no es nada fácil para un actor y él lo consigue con su intolerancia, con su prepotencia, con su infamia para con los apaches al mando de un juicioso Cochise. La figura de los salvajes indios se engrandece con Ford y aunque eso no resulte atractivo para aficionados al western de americanos buenos e indios malísimos y sanguinarios, el Oeste resulta mucho más real y menos comic de ficción. Y el mito nace. Con su carga de falsedades históricamente convenientes y sus verdades anónimas. Con los verdaderos protagonistas entre las bambalinas de una historia corroborada por los silencios de quienes pudiendo hablar, callaron. Como el capitán Kirby York (John Wayne), anónimo y sin monumento al héroe desconocido.
Aunque su aire de bobalicona porcelana queda bastante bien para esa trama romanticona frecuente en la mayoría de westerns, no creo que Shirley Temple sea la mejor de las ladys fordianas. Puestos a elegir, Maureen O,Hara, Linda Darnell o la misma Joanne Dru hubiesen ofrecido más jugo o cuanto menos un jugo distinto. Respecto a los de siempre, Ward Bond y Victor McLaglen, soberbios en sus roles pura cepa O,Rourke.
Para Welles, los tres mejores directores clásicos estadounidenses fueron, según él mismo, John Ford, John Ford y John Ford. Yo me quedo con el primero, o con el último… Bueno, con el otro también.
Los 10 también existen. Para películas como ésta.