Fatima
Sinopsis de la película
Fatima es una musulmana inmigrante de origen árabe que es madre de dos hijas: Souad, una adolescente rebelde de 15 años, y Nesrine, una joven de 18 años que está empezando la Universidad y quiere ser médico.
Detalles de la película
- Titulo Original: Fatima
- Año: 2015
- Duración: 79
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes conseguir una copia de esta película en formato 4K y HD. A continuación te detallamos un listado de posibilidades de descarga activas:
Opinión de la crítica
Película
6.3
63 valoraciones en total
Es una de las mejores películas que he visto este año estrenadas en 2016 en España, sencilla y de poca duración su enfoque naturalista juega a favor de la narración. Es de esas películas que tienen la capacidad de transportarte a la vida de los protagonistas y empatizar con ellos sin necesidad de sentimentalismo o tramas románticas.
Lo mejor de la película es su visión femenina del problema de la integración y vemos 3 puntos de vista diferentes: el de la madre trabajadora que no sabe hablar bien francés, el de la prometedora estudiante de medicina (gracias a la colaboración y esfuerzo económico de su madre) y la de la estudiante rebelde que ve la situación injusta casi de esclavitud en la que vive su madre y, contradictoriamente, lo paga con ella causándole sufrimiento.
Las 3 actrices a nivel actoral están muy bien.
Merecido Cesar a mejor película! Desde luego es mejor que Mustang y Mon roi.
Por desgracia, una buena película no se hace a base de buenas intenciones y, aunque ésta sin duda las tiene, no logra ganar la complicidad del espectador. Aunque todos nos hacemos más o menos una idea de lo duro que resulta para una persona de otro país, otra cultura, incluso otro alfabeto, integrase en el país de acogida, esta película no acierta a provocar empatía ni emocionar, resultando un tanto plana. Las actuaciones son aceptables, destacando la naturalidad de la hija mayor, que sabe dotar a su personaje de matices dramáticos y credibilidad.
Tras los horribles atentados de noviembre en la capital parisina, una de las películas más recomendada, referenciadas y alabadas fue la anterior película de Philippe Faucon llamada La desintegration, Francia no tiene un problema de inmigración, sino de integración, un racismo evidenciado en las urnas que muestra una sociedad llena de contradicciones ¿Cómo puede adaptarse una comunidad en tu país cuando el mensaje que le envías es que no los quieres aquí? En La Desintegration estaba el reverso tenebroso de la historia: La falta de integración en la sociedad genera un acercamiento a las raíces árabes por la que la sociedad te desprecia que puede acabar en ocasiones en un radicalismo islámico peligroso y suicida. En cambio, con Fatima vemos el otro lado de la moneda, la necesidad de adaptarse a la sociedad, de buscar su aceptación para poder disfrutar de los beneficios de occidente como son un futuro profesional mejor y una libertad como mujer que aún está lejos de obtenerse en los países árabes. Estas dos caras de la moneda, son absolutamente necesarias, y más cuando las lleva a cabo la mano profundamente humana y acertada de Faucon, uno de los directores más malditos del hexágono.
La historia es cotidiana: Fatima es una limpiadora separada, una mujer que nunca lo ha tenido fácil, que apenas habla francés y que lo único que quiere es darle un futuro mejor a sus hijas. La mayor se enfrenta a su primer año universitario con la esperanza de convertirse en médica y con la responsabilidad económica que esto supone para su familia. La pequeña una adolescente inconsciente y vividora que desprecia a su madre por su forma de ganarse la vida. Pero Fatima es mucho más que esto es un retrato delicado sobre la inmigración (Mucho más sensible y bien tratado que Dheepan, por ejemplo) es una de esas películas que solo su recuerdo emociona, porque se queda anclada, sin artificios, con planos cerrados, sin música que añada emoción a donde la hay a borbotones. Fatima tiene uno de los momentos más puros de todo 2015: La carta a su hija pequeña. Un momento tan simple y emotivo que es imposible no romperse por dentro. Una joya tremendamente humanista. Si este alguien tenéis que conocer a alguien, que sea a Fatima.
Una película modesta sobre la situación de una inmigrante magrebí en su lucha diaria por integrar a su familia (más que a ella misma) en la sociedad francesa. El tono casi documental y la puesta en escena sin estridencias hacen que Fatima sea, sobre todo, auténtica y verosímil. El punto de vista va cambiando entre los personajes principales, pero siempre es femenino. Destaca el contraste intergeneracional, incluso la diferente actitud de las dos jóvenes hermanas a la hora de abrirse un hueco en la sociedad francesa. El film ofrece interrogantes e invita al espectador a la reflexión sobre la inmigración y la convivencia en la Europa moderna. No obstante, la historia es plana y convencional. Aunque el guión es meritorio por la credibilidad de cada diálogo, no hay ninguna trama destacable por sí sola. Es una película de planteamiento, o de situación, y una vez que Faucon nos enseña sus cartas y nos muestra qué es lo que quiere decir, el film no muestra mucho más. El reducido metraje (78 minutos) se agradece más que nunca. La película nos relata un periodo de la vida de Fátima que abarca aproximadamente un año, pero el director podría haber encogido o estirado el argumento a su antojo, sin que el conjunto ni el mensaje hubiesen cambiado mucho. En definitiva, una película interesante y honesta, pero no brillante, y que sólo consigue ser emocionante a partir de detalles sueltos de la vida de la protagonista.
Agradable película sobre una mujer magrebí separada, con dos hijas adolescentes a su cargo y que se afana por salir adelante en un país del que apenas habla el idioma y que trabaja como limpiadora. Nada que objetar al planteamiento y a la ejecución, salvo que resulta demasiado previsible y simplona, como si la premisa tuviera fuerza suficiente como para justificar las dificultades y sinsabores que van encontrando a lo largo de su camino. Ella sabe que culturizarse es la única forma de mejorar el estatus propio y – sobre todo – el de sus hijas, por lo que se obstina en que estudien y traten de tener una ambición perseverante que las saque de sus aprietos económicos y sus limitadas oportunidades como mujeres inmigrantes.
Al guión le falta dramaturgia y elaboración. Sólo hay un bosquejo de ideas algo tópicas pero elocuentes (prejuicios étnicos, algún apunte sobre lo difícil que resulta dejar el opresivo mundo aldeano y tiquismiquis de sus orígenes, discriminación cotidiana, etc.) pero la historia es demasiado ingenua, insulsa y plana como para trascender su punto de partida o para servir de ilustración de toda una generación de inmigrantes que con buena voluntad tratan de integrarse en una sociedad que parece que les diera la espalda, cuando a veces son ellos mismos los que quieren vivir de espaldas a la sociedad de acogida en las que han acabado residiendo. Culpar a los demás de todos los fallos existentes, es no responsabilizarse de lo que uno mismo podría o debería hacer para salir adelante.
Concluir por sistema y de forma acrítica que preexiste una confabulación maliciosa para que los inmigrantes musulmanes fracasen en la asimilación es tan arbitrario y absurdo como creer en los extraterrestres o en que Elvis sigue vivo. Quizás los premios y atención – a todas luces inmerecidos – que ha recibido la cinta son más bien fruto de los atentados islamistas que han asolado Bélgica y Francia en los últimos tiempos, porque por sí misma esta pieza apenas descuella más allá de su correcta factura y sus loables altas miras. Pero esta historia de adversidad y superación ya la hemos visto antes, mejor contada y con más enjundia, por lo que resulta contraproducente destacarla como si fuera novedosa o relevante cuando apenas sobrepasa la corrección cordial. La delicadeza del relato resulta insulsa, si no fuera por la sugerente presencia de Soria Zeroual.
Pareciera que no alabarla sin reservas fuera deleznable y censurable racismo, cuando por encima de sus innegables buenas intenciones y acertado tono vindicativo en realidad no fuera tan banal y simplista. Necesaria pero insustancial.