Faraón
Sinopsis de la película
Imperio Nuevo. Egipto se encuentra en una difícil coyuntura. Por una parte, los asirios amenazan con invadir el país y, por otra, el empobrecimiento del pueblo es cada vez mayor. Una vez proclamado faraón, el joven Ramsés XIII (faraón inexistente) decide poner remedio a esta situación sirviéndose de las riquezas de la casta sacerdotal, que concentra en sus manos el poder económico, religioso y, de hecho, también el político.
Detalles de la película
- Titulo Original: Faraon (Pharaoh)
- Año: 1966
- Duración: 145
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Opinión de la crítica
Película
7.4
45 valoraciones en total
Obra cumbre del cine polaco Faraón es uno de los más grandes esfuerzos llevados a cabo por la cinematografía europea para dotar al cine histórico de verosimilitud. Gracias a una puesta en escena impecable, a una estudiadísima ambientación, a unos medios amplios (hasta el ejercito ruso participó en el rodaje proporcionando miles de extras) y a un rigor apabullante esta obra es hoy en día uno de los mejores y más complejos ejemplos de cine histórico que pueden verse.
Lejos de la edulcoración o el glamour característico del cine americano,el gran Kawalerowicz, que invirtió tres años en sacar el proyecto adelante, se escuda en la historia de un faraón inexistente para recrear el esplendor egipcio y para desplegar un discurso que apenas ha perdido actualidad, el enfrentamiento entre el poder civil y el religioso, que en la película es objeto de un análisis muy profundo y que hacen que esta obra siga siendo hoy en día tan actual como lo fue en el momento de su estreno. Cosas que suelen pasar con las grandes películas.
Así las intrigas y conspiraciones que se tejen en torno al poder tiene no solo la autenticidad de una recreación totalmente congruente si no la fuerza que le proporciona el talento que las origina y que las convierte en universales. Pese a su largo metraje, y a algunos momentos algo farragosos y excesivamente dilatados, Faraón es toda una lección de cine y de historia, y supone unos de los mejores ejemplos que existen de como debe uno acercarse a la recreación del mundo antiguo sin perder de vista en momento alguno la actualidad. Han pasado 40 años desde su estreno y a día de hoy esta obra sigue siendo de visión casi obligada para todos los amantes de la historia, del cine y de la historia del cine.
Algo tendrá esta película cuando, a pesar de su escasez de medios y de abundar en anacronismos derivados de la adaptación de una novela mal documentada (no existieron ni el decimosegundo Ramsés ni el decimotercero, y parece haber algunas imprecisiones temporales en cuanto al enfrentamiento asirio), la mayoría de cinéfilos y amantes de la egiptología la califican, aún hoy, como el mejor peplum de temática faraónica de todos los tiempos. Se deberá, seguramente, a su acabado realista alejado de la superproducción, a su digno elenco (aunque ni de lejos sobresaliente, si se me permite discrepar), a su meticulosidad en la reconstrucción de los detalles costumbristas y a su imperecedero análisis de los conflictos político-militar, religioso-militar, religioso-social… y todas las demás palabras compuestas que se os ocurran con los tres estamentos, que en este aspecto el material es bien completito.
A los interesados en sus cualidades fílmicas hay que remitirles, fundamentalmente, a los peculiares planos secuencia en los que la cámara aparece estabilizada mediante fijación a un elemento que se mueve por el escenario, que lo mismo te hacen sentir transportado en palanquín que a pie de batalla en un sube y baja por las dunas. Pero también hay que advertirles de que se emplean otras técnicas demasiado farragosas, como en esa escena de trasfondo sosegado en la que, sin cambiar de plano, se sucede un frenético intercambio de encuadres entre sacerdotes (a mí me sonó a modernez, la verdad), y de que la narración transita por momentos de plúmbea pesadez, afortunadamente breves.
Un punto a favor del realismo es la ausencia de música instrumental. La banda sonora se limita a los sonidos de guerra y a los graves alientos guturales que expelen los sacerdotes para entonar sus cantos.
A los más interesados en las efemérides egipcias sólo puede recomendárseles, si al menos desean pasar un buen rato, que se olviden de la dinastía Ramésida y que extrapolen la ficción a los numerosos momentos posteriores de la historia que se ajustan al patrón descrito. No habrán de caer en saco roto las explicaciones sobre el inmenso poder que adquirieron los líderes religiosos, que sucumbieron al efecto Gollum tras acaparar inmensas riquezas y esconderlas en los laberintos de las pirámides, ni el conflicto de intereses que se establece entre el temperamental soberano que acaba de heredar el imperio y los consejeros políticos que ya habían iniciado negociaciones con el enemigo.
He de confesar que la civilización Egipcia nunca me ha atraído más allá de la curiosidad que puede suscitar el misterio de las pirámides. Sin embargo, tras ver esta película, he buscado detalles sobre el periodo que se nos narra para descubrir que ni Ramses XII ni Ramses XIII existieron, amén de otros anacronismos que para nada empañan el conjunto de la obra. El hecho de tenerme durante dos horas y media (los 182 minutos de la ficha deben ser de otra versión) pegado a la pantalla y tras finalizar entrarme el gusanillo de buscar información lo considero razón suficiente para recomendar este peliculón. Superior a obras más conocidas como Cleopatra, El Cid o Espartaco, pese a estar basada en un libro poco fiel a la historia real, la recreación de la época es acojonante. El uso de localizaciones reales como las Pirámides es todo un acierto para dotar a la historia de mayor realismo. Realismo que se palpa también en las batallas, rodadas con una maestria desbordante (la introducción de la cámara entre los combatientes me recuerda en cierto modo a Senderos de Gloria) en las que parece que la maza golpea al espectador. Matrícula de honor para el vestuario, de una belleza sobrecogedora. Y mención especial también para los dos protagonistas, el impetuoso Ramses XIII y el impasible sumo sacerdote Herhor, que realizan una labor interpretativa soberbia. Cada uno actúa de forma coherente a sus intereses, pero el director tiene la inteligencia de dejar las intepretaciones al espectador. Todo un ejemplo de cómo hacer cine histórico y de aventuras sin caer en los manidos clichés de los malos son muy malos y los buenos muy buenos. Recomendada encarecidamente para amantes de la historia y cinéfilos en general.
La lucha entre poderes, el enfrentamiento entre el poder civil y el poder religioso, es el tema principal de esta excelente película, y Jerzy Kawalerowicz nos sumerge de lleno en la historia del Antiguo Egipto con un realismo muy superior a las películas que se habían rodado en el cine americano durante aquellos años.
Pero el trasfondo político es evidente. Ambientada en el Antiguo Egipto pero tratando temas contemporáneos, sobre todo de su país, Polonia. Después de la II Guerra Mundial y de la ocupación alemana, Polonia cayó bajo la férula comunista de los soviéticos. Se rompió la aspiraciones políticas de democracia y libertad del sufrido pueblo polaco. La Iglesia lograría mantener el equilibrio necesario entre el poder y la población para que no se produjeran enfrentamientos.
Y la película plantea un claro de debate sobre el Estado y la sociedad: un Estado justo (socialmente) y fuerte (militarmente) para evitar peligros externos. ¿Y el clero? ¿cuál es su papel en ese Estado?. A Kawalerowicz le interesa el drama del poder. Recordemos los hechos que sucedían en Polonia en los años 60: el enfrentamiento entre el gobierno comunista polaco y la iglesia católica representada por el cardenal Wyszinski, la supresión de algunas fiestas católicas y la promulgación de una ley sobre el control de natalidad, etc…
También se evidencia el conflicto entre dos generaciones con visiones distinta pero con la necesidad de defender su país: la más joven absolutamente idealismo, y la adulta más realista y con más temor al futuro.
Claramente Kawalerowiciz se sirve de la novela de Boleslaw Prus para exponer esta dicotomía política utilizando su capacidad analítica y su visión cinematográfica de manera excepcional.
Hay que apuntar que algunos sucesos narrados en el film no son históricos: Ramsés XIII no existió. Asiria no era una gran potencia en aquella época. Los banqueros fenicios, judíos y griegos no tuvieron la importancia se les atribuye en la película.
Aun así, la ambientación tan realista de Egipto nunca se había visto antes en otras películas históricas:el vestuario, los livianos tejidos, las mujeres desnudas con sus pelucas, las escenas del desierto y las estancias de los templos y palacios, son un estudio arqueológico de un Egipto fascinante.
Arqueología histórica pero también un retrato de poder en nuestros días. A fin de cuentas muy pocas cosas han cambiado a lo largo de la historia: el poder y sus conflictos.
677 votos totales y apenas 11 críticas… me estoy planteando si molestarme o no en escribir porque es altamente probable que sea solamente leído por una persona, o dos, como mucho… Bueno lo haré… para así tener un punto de vista distinto sobre esta obra, ya que las once críticas existentes son de opinión muy parecida, y creo que no hay ninguna con nota inferior al 8.
Informo:
-Que mi género favorito es el Drama Épico-Histórico.
-Que me gustan de veras la historia antigua y la egiptología, habiendo leído varios libros, tanto ensayos como de ámbito científico (y novelas, claro), y pegándome diversos atracones de Wikipedia.
Admito (gustosamente):
-Que el poder de sus imágenes es maestro en muchas ocasiones, auténtico lenguaje cinematográfico (con unos cuantos tropiezos torpes también).
-Que su diseño de vestuario da gusto sólo de verlo.
-Que nunca nos cansaremos de ver los paisajes naturales donde está rodado.
-Que su realismo y rigor histórico en general es abrumador, pese a servirse de un reinado faraónico ficticio.
-Que no manipula ni nada de eso, es neutra y ambigua como pocas, expositiva.
-Que sus diálogos son muy inteligentes y virtuosos.
-Que sus protagonistas están muy bien interpretados y están bastante desarrollados.
-Y lo mejor de todo, que es un debate siempre cercano al presente y que está bien debatido. Pero…..
Peros:
-El ritmo es muy farragoso. Es muy lenta. Hay muchas escenas que sólo sirven para lucir rigor y que al final no sirven a ningún propósito. Muy dilatada, te pasas toda la película esperando que arranque, pero no arranca. El clímax de la película, se queda en un mero ¿eh? cuando debería ser un ¡ooh! . Dicho clímax, la escena del eclipse, es además cutre, porque realmente jamás se ve…. Sigo en el Spoiler por falta de espacio, sin destripes.