Faldas de acero
Sinopsis de la película
Desde el cuartel general de los Estados Unidos en la Alemania Occidental se detecta el acercamiento de un avión ruso. La nave está tripulada por Vinka Kowallenka, capitán del Ejército Soviético y tercera mujer piloto de su país.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Iron Petticoat
- Año: 1956
- Duración: 87
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Opinión de la crítica
Película
5
24 valoraciones en total
Una vez finalizado el visionado de la pelicula lo primero que uno puede hacer es pensar que el gran despliegue de medios para la realización de la película es desmesurado para la calidad de un guión de lo más flojo, que con una idea sencilla intenta llenar una pelicula, y claramente no lo logra.
Como comedia, simplona, aunque la parte de enredo levanta el nivel y hace finalmente pasable la pelicula.
En definitiva una pelicula con muchas posibilidades no aprovechadas.
Hubo un tiempo en que, ante el espanto de los sectores más conservadores de norteamerica de que el comunismo Ruso pudiese horadar sus convenientes bases ideológicas, se hizo uso de todas las formas posibles de denigrar del sistema económico propuesto por Marx y Engels… y por supuesto, el cine también encajaba dentro de estos medios. Surgieron, entre muchas otras, películas como Ninotchka (1939) o Camarada X (1940) que atacaban de un sólo lado, dejando sentadas las innumerables carencias o la crueldad a la que se sometería quien se acogiese al leninismo. Pero, tras la guerra, los buenos términos en que quedaron EEUU y la Unión Soviética –aliados y protagonistas en su triunfo contra el fascismo- motivó una repulsa más moderada contra el nuevo amigo y así surge una película como esta de Ralph Thomas que, curiosamente, deja sentada una posible cercanía entre ambas naciones, admite señalamiento de debilidades de ambos sistemas y muestra que pueden ser tan tontos los militares de aquí como los de allá.
Infortunadamente, a la comedia le falta brillo, buen gusto y una hábil dirección. Ralph Thomas, fue apenas un director de oficio comprometido sólo con el negocio pero nunca con el arte. Katharine Hepburn –por primera y única vez en su carrera-, haciendo de militar y heroína rusa, resulta desencajada, sobreactuada y fuera de lugar. Me parece verla junto a Spencer Tracy, el día de la premiere, cubriéndose cada tanto el rostro o girando ambos frecuentemente la cabeza de un lado a otro, ante tanta, pero tanta bobería.
Ni a su co-intérprete, Bob Hope, le sirvieron todas las marañas que se inventó durante el rodaje, cuando buscó como pudo que el guión de Ben Hecht se modificara en su favor, pues temía que Kate pudiera robarle algún protagonismo. Horrorizado con tal indelicadeza, el famoso guionista abandonó los Estudios Pinewood, en Inglaterra y exigió que su nombre fuera excluído de los créditos. Curiosamente, en la copia que yo he visto, su nombre figura contra sus deseos.
Resulta además, poco delicado con las damas rusas, que en estos filmes que hemos citado, sean tres mujeres las que se han visto tentadas con el encanto capitalista como si no hubiese hombre alguno que también se aviniera con el consumismo y con los atractivos físicos de las mujeres americanas.
Pero ¡así es la vida!, y con holgada frecuencia, el cine también demuestra que, según quien lo haga, puede estar tan lejos del arte como un automóvil de evolucionar en mariposa.
Título para Latinoamérica: LA FALDA DE HIERR0
EE.UU. siempre ha sido un país curioso y la historia del cine nos ha narrado cuales han sido sus obsesiones a lo largo del tiempo.
En esta simpática, aunque discreta comedia de Bob Hope y Katherine Hepburn, el eje central de la trama ya deja bien a las claras lo que pasaba por esos lares en los años 50: El miedo real que los estadounidenses tenían ante la posibilidad de que el comunismo soviético se expandiera en su país.
Y esta comedia lo retrata tal que así, con chistes y chascarrillos no siempre afortunados y con un deje moralista un tanto molesto en ocasiones, aunque también buscando un toque conciliador que a pesar de todo no es capaz de disimular su moralina.
Todo comienza con el aterrizaje de un avión soviético en la base estadounidense de la Alemania Occidental, pilotada por Vinka Kovalenko (Katherine Hepburn), una fiel súbdita y defensora del comunismo de su país. Al no ser una entrada intrusiva en suelo americano sino producida por motivos personales, el ejército estadounidense urde un plan: Convencer a Vinka de las bondades del capitalismo y así dar en las narices a los rusos haciendo cambiar la ideología de uno de los suyos. Todo muy apañado.
En estas que la misión se la encomiendan al pobre capitán Chuck Lockwood (Bob Hope) del ejército americano, al que la misión le fastidia su plan de viajar a Londres para formar matrimonio con una mujer adinerada.
Él mismo cambia los planes engañando a todos, ejército y Vinka, llevándosela a Londres para que él pueda formalizar la unión con su novia mientras dice al ejército que en Londres Vinka verá las maravillas del sistema capitalista y a la propia Vinka todo lo contrario, que él pretende pasarse al comunismo.
Con ese planteamiento echa a andar la película salpicada por algunos chascarrillos y frases ingeniosas de Bob Hope y otras muchas torpezas sin demasiada gracia, pero se agradece que el aire simpático el film no lo pierda en ningún momento más allá de lo afortunado o no de sus diálogos y situaciones.
El trabajo de los actores realmente es poco destacable: Bob Hope hace de sí mismo con sus chistes y salidas de tono, y Katherine Hepburn está regular tirando a mal en uno de los papeles menos agradecidos que le tocaron sacar adelante, aunque lo solventa con cierto entusiasmo. Nada destacable. Los secundarios cumplen sin más.
El guión es pobre (chistes y más chistes sobre comunistas), el planteamiento bastante desperdigado en su desarrollo y algunas situaciones tienen sus cosas (la secuencia del baile en Londres es quizás de lo más destacado), pero en general no interesa. Aparte, el final es un despropósito de dimensiones considerables.
Termino en el spoiler por falta de espacio, aunque no desvelo nada de la trama.
Desenfadado film de mediados del siglo XX, generoso en situaciones cómicas en un contexto marcado por las desavenencias entre las naciones que porfiaban por imponer su hegemonía en el mundo.
Es cierto que R. Thomas quiere asegurar el éxito de la producción recurriendo a tópicos y a determinados lugares comunes pero también es verdad que ofrece gags muy ocurrentes y chascarrillos llenos de ingenio que alientan la sonrisa.
Su ritmo es vertiginoso, demuestra soltura, frescura narrativa y un sentido del humor muy meritorio.
El papel de galán lo desempeña un B. Hope apuesto y seductor mientras que el registro cómico de K. Hepburn le permite acreditar, de nuevo, su asombrosa versatilidad como actriz.