Evil (Ondskan)
Sinopsis de la película
Erik, un joven de 16 años expulsado de su escuela por su comportamiento violento, recibe la última oportunidad cuando su madre la envía a un exclusivo colegio privado. Allí pronto descubrirá, sin embargo, que los alumnos mayores ejercen un cruel reinado del terror sobre los estudiantes más jóvenes.
Detalles de la película
- Titulo Original: Ondskan (Evil)
- Año: 2003
- Duración: 114
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Opinión de la crítica
Película
7.1
47 valoraciones en total
En un capítulo de Los Simpsons, el doctor Hibbert decía que sólo una persona entre un millón tiene lo que los cientificos llamamos el gen de la maldad. Hitler lo tenía. Walt Disney lo tenía. Y Freddy Quimby lo tiene . En Evil dicho gen de la maldad lo tiene Erik, el protagonista… claro, que también la tiene Silvian, y el resto de lacayos, y el propio padrastro de Erik. Si la cinta se hubiera llamado Una historia de violencia, no le habría venido nada mal. Y es curioso también destacar el ambiente totalmente totalitario, nazi, que desprende la película, mostrando un entorno totalmente anclado en el pasado, con normas totalmente primitivas, siempre en un marco completamente violenco y casi surrealista, donde la sangre es el precio que hay que pagar por sacar buenas notas.
Quizás el argumento pueda parecer trillado, el abuso y el maltrato a estudiantes es algo que siempre se trata del mismo modo, pero no desde el mismo rasero con el que el director envuelve la historia. Y es que se nota cuando está en manos de un cineasta europeo una historia que en América se habría convertido en un dramón ultraviolento sin el mensaje que transmite esta durísima historia. Pero sí deja cierto regusto a cine americano, y no sólo por el look a lo James Dean del protagonista durante toda la cinta. Una puesta en escena brillante, un manejo del suspense totalmente magistral, con algún encuadre que recuerda más a Welles que a Bergman, y con una tensión que se palpa constantemente durante todo el metraje. Como ya he dicho, una durísima crítica al totalitarismo y a la separación totalmente fascista de clases, tema tocado con repulsión por el director, aunque ciertamente todo con un toque bastante exagerado que hace que pensemos que estamos ante una durísima pesadilla vivida por el protagonista.
Y aún queda por hablar del dilema moral que supone colocar de protagonista a alguien que, dentro de las novatadas y maltratos, no hace más que recibir de su propia medicina, por mucho que pretenda resarcirse. Sin tener claro del todo si hace lo correcto o no en un mundo donde prima la fortaleza y donde, a modo de Esparta o la Alemania nazi, los débiles son sacrificados y humillados por las clases superiores, es imposible no permanecer atento y pegado al asiento. Unas interpretaciones notables, a pesar de lo difícil de creer que el protagonista tenga realmente 16 años. Pero lo más notable es la dirección, sobria aunque brillante, y un guión sencillo, aunque contando con la exageración como punto fuerte para impresionar aún más. La película retrata la violencia de una forma diferente a como lo harían Peckinpah o Leone, no es algo bello, casi un ballet, aquí es algo sucio y rápido, y a diferencia del cine americano, aquí los golpes duelen.
La película es dura. Reparte tanta violencia y golpes que parece como si el espectador tras verla quedara golpeado, tocado, casi noqueado, mucho más que si hubiese pasado por el Club de la lucha (David Fincher, USA 1999).
Es una historia que nos atrapa y no permite la perdida de atención casi su entero desarrollo. Y sobre todo es un filme que equivale a un chute de adrenalina, con momentos donde hasta el más pacifista grita: ¡dale, dale, toma cabrón!
Sin lugar a dudas, la venganza es un plato estilizado, al estilo de Ferran Adriá, que gusta hasta al más indiferente, sobremanera si es la venganza de alguien que ha recibido atropellos incalificables. Y aquí de todo eso hay grandes dosis.
Esta es una buena película (a mi entender) por varias razones:
– La primera y más importante, Andreas Wilson. Sé que una buena interpretación no convierte un film en bueno pero, debido a que acompañan otros factores, situaré la estupenda actuación de Wilson en el primer lugar. Su cara comunica fuerza y represión a la misma vez. Todo un guaperas al estilo James Dean mezclado con Gandhi. La cámara no esconde en ningún momento su baja estatura, se supone que para demostrar los 16 años (poco creíbles que tiene en la película). Hay que recordar que cuando Wilson hizo Ondskan tenía 22 en la vida real…
– El argumento es el típico que parece que ya has visto antes en numerosas ocasiones. Esto parece que sea un contraargumento pero en realidad no lo es. Ondskan habla de bullying al estilo La revancha de los novatos pero en clave dramática y lo hace como si fuera un tema nuevo, con frescura y humildad. Estan todos los tópicos: el guaperas rebelde que se solidariza con los pringados, su amigo feo pero inteligente, la chica joven que se enamora del guapo, los mayores que pegan a los pequeños, los profesores que no se atreven a meter baza…
– Si esta película hubiera caído en las garras de la todopoderosa Hollywood, hubiera sido o una comedia a lo American Pie o un drama con todavía más sangre y lágrimas. Sin embargo, desde las lejanas tierras suecas, Hafström escribe y dirige una obra como le da la gana, sin caer ni en la risa ni en la lágrima fácil. Y sobretodo sin la presión de la taquilla.
En definitiva, tal vez Ondskan se acerque más al cine convencional y comercial al que estamos acostumbrados. Pero no por ello deja de ser una más que correcta película. Hay quien la tacha de Pasable o Regular por el simple hecho de que Hafström sea sueco y no decidiera hacer una opera prima underground, personal e inaccesible. ¡No todo el mundo es Bergman o Moodysson!
Una de las principales sensaciones que acompañan a esta peli es la de sentir que, en cualquier momento, nuestra propia tolerancia va a encontrar su punto límite, entraremos por vía metafísica a través de la pantalla y haremos justicia por mano propia. O bien, dicho de forma más concisa: la empatía inevitable con el sufrido prota.
Y es que no hay lugar para las vueltas: cuando una peli, cuya temática es la injusticia desmedida a base de fuerzas totalitarias, está plasmada desde la mirada de la víctima…el espectador se transforma, más a la corta que a la larga, en una víctima más.
Desde luego, no sólo el prota se encarga de hacernos carne trémula de su sufrir, es también una fotografía nítida, unos travellings de acercamiento allí, donde no querés ver, un devenir argumental bien conocido, puesto que las torturas serán cada vez peores y se nota poco después de iniciado el conflicto, pero esto no es un error, tan sólo una decisión formal.
El asco que provoca la asepsia de los que tienen el poder, esos garabatos de traje y corbata que cenan como en otro plano junto a las desmesuras que plagan su propia institución. Ese asco es, quizás, el que realmente no se tolera.
Por otro lado, y considero a este el punto tanto más interesante como debatible de la peli, la postura del prota es de una blancura, una excelencia moral que lo ubica, casi sin querer/queriendo, en un terreno que está más allá de toda limitación humana: su manera de resolver el conflicto es una prueba palpable de ello, colocando a este sujeto en una dimensión heroica sólo comparable a las de, por ejemplo, el Mio Cid o el Conde de Montecristo. Aunque es cierto que desafía un poco los límites de la verosimilitud.
Una de esas pelis para ver con los dientes apretados, como masticando maldad…
Erik, un joven de 16 años expulsado de su escuela por su comportamiento violento, recibe la última oportunidad cuando su madre la envía a un exclusivo colegio privado. Allí pronto descubrirá, sin embargo, que los alumnos mayores ejercen un cruel reinado de terror sobre los estudiantes más jóvenes.
Argumento bastante trillado en películas igualmente alabadas por el público como por la crítica durante los últimos años. En esta ocasión nos vamos a enfrentar a una dura historia que intenta plantear los problemas referidos a la violencia dentro del ámbito familiar y escolar. Con una trama ágil, enfocada principalmente sobre el personaje de Erik, un joven que vive marcado por el maltrato padecido a manos de su padrastro, un hombre rígido y cruel, Evil retrata el enfrentamiento de un joven que comienza a padecer en sus propias carnes los mismos abusos que él ejercía tiempo atrás, en su anterior colegio. Tintado con una cierta crítica al nazismo, el desarrollo del film presenta los tópicos personajes dentro de su cine, joven rebelde, joven inadaptado (su fiel amigo), atractiva chica (novia del protagonista) y panda de despiadados estudiantes (antagonista y sus secuaces). Quizás este sea el error de la historia, no resulta creíble la existencia de unos personajes tan maquiavélicos en un mundo impasible ante un abuso tan evidente como el que sucede en el internado de Erik
Visualmente el film es bastante correcto. Mikael Hafström dirige de forma muy efectiva, usando unos movimientos de cámara suaves que unidos con el empleo de algún que otro picado, transmiten una sensación de calma que confronta con el tono violento de la historia. La fotografía de Peter Mokrossinski, utiliza una iluminación naturalista de colores vivos. El reparto conformado principalmente por actores lleva a cabo un buen trabajo. Andreas Wilson, ejerce una maravillosa interpretación, en el papel de Erik, un adolescente conflictivo. Entre el resto de intérpretes destacan Henrik Lundström, Gustaf Skarsgård. La banda sonora, dirigida por Francis Shaw, combina excelentes partituras muy bien enmarcadas en un ambiente de sordidez y constante tensión.
Evil es un notable largometraje que deja entrever los peligros de la violencia. Como apunte final, cabe decir que la película fue elegida para representar a suecia en la gala de los Oscar.