Evelyn
Sinopsis de la película
Evelyn viaja a España desde su pueblo natal en Perú. Piensa que va a trabajar con su prima en un restaurante. Pero es engañada y secuestrada para ejercer la prostitución en un club de carretera. Esta es la historia de un lavado de cerebro, el que transforma a una ingenua chica de pueblo en una esclava sexual.
Detalles de la película
- Titulo Original: Evelyn
- Año: 2011
- Duración: 96
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Opinión de la crítica
Película
5.6
26 valoraciones en total
Parte Isabel de Ocampo de la premisa más realista para narrar un fenómeno pandémico, la trata de mujeres y la explotación sexual, que afecta especialmente a España y que se lleva por delante, sin piedad, a una ingente cantidad de personas a las que la vida sonreía poco y llegado el momento ya no hace más que mirar con desprecio. La desdicha y la crueldad humana no conocen límites, y De Ocampo no se anda por las ramas al reafirmarlo, retratando la desesperación de una de esas víctimas que es ficción pero es realidad. El engaño y consiguiente desengaño, la asfixia de quien sólo respira aire viciado y enfermizo, la progresiva pérdida de voluntad e identidad… De Ocampo lo describe todo con crudeza pero desde una óptica humanista, existen dosis de comprensión hacia todos los sujetos del relato aunque nunca pretende justificarlos.
La película se centra en una joven peruana, Evelyn, que abandona su país mediante una agencia que le tramita un visado a España, donde se supone que va a trabajar sirviendo cafés. Lógicamente no es así, y una vez llegada al país empieza el calvario que De Ocampo muestra y denuncia con una meritoria y personal fórmula, lejos de cualquier tentativa exploitation. Es en su vertiente más psicológica donde la película de la realizadora salmantina cobra fuerza, bien conducida además por una Cindy Díaz que debuta notablemente como protagonista con un papel difícil, solista de un tema afinado pero atípico, de tonos graves y acordes bruscos. La claustrofobia, la resistencia a la subyugación, a la pérdida de libertad… De Ocampo conjuga su guión con un interesante manejo de los recursos cinematográficos para jugar con lo sensorial, procurando que el espectador empatice al máximo con su protagonista sin recurrir en demasía a la sordidez visual.
En este sentido, Evelyn es un triunfo, la valentía y lenguaje directo de la directora y la acertada actuación de Díaz conectan con un público que siente lástima y miedo y rabia ante algo que trasciende lo cinematográfico. Ya lo hizo con su cortometraje Miente (2008), ganador de un Goya, y repite ahora con su primer largometraje, hablando de lo mismo con harta coherencia y sensibilidad. Y aunque se alarga un pelín demasiado y que no todas la actuaciones están al mismo nivel, Evelyn es un potente baño de realidad cinematográfica.
Lo mejor: su óptica femenina es tan visible como necesaria.
Lo peor: le sobra, quizás, un cuarto de hora de metraje.
[Tupeli.es]
No apta para los que busquen cine con grandes realizaciones y las mismas historias de comerciales de siempre. Es una historia estremecedora y una denuncia muy necesaria sobre la explotación sexual, es tan dura como la vida misma y la vida de estas mujeres. Quizás falla un poco el guión en los giros y peca de algo paternalista pero es un gran homenaje a esas mujeres que sufren la explotación sexual tanto en los países enriquecidos como en los empobrecidos. Ocampo no de deja bien parado a los hombres, evidentemente a los que pertenecen a esas mafias pero tampoco a los clientes que, al final, son quienes demandan esos servicios. Si no hay esa demanda desenfrenada y no se regula la situación de estas muejres, las mafias seguirán explotando, amenzando y aprovechando de esta manera. Del mismo modo, este juego del capitalismo provoca que estas mujeres no sean libres ni se les reconozcan sus derechos.
La película comienza con la protagonista preparando pan en la panadería de la familia, sirviendo de metáfora para el desarrollo de la película, donde la evolución de la protagonista es como esa masa, siendo una masa blanda que se va endureciendo con el tiempo y las circunstancias que la rodean.
La cinta está diestramente dirigida, acompañada por un guión sólido y la música perturbadora de Antonio Escobar. En ella, podemos disfrutar de la actuación de Cindy Díaz con su primer papel protagonista, donde acaba conquistando al espectador con su personaje tímido e ingenuo que no acaba de creerse que eso le pueda estar pasando.
Junto a ella, están una serie de personajes que representan los diferentes sectores de este mundillo, como son el proxeneta y su mujer, la chica que ya no es víctima sino que intenta sacarle partido a su trabajo, y la mujer nigeriana que hará lo que sea por volver a ver a su bebé.
En el papel del proxeneta se luce Adolfo Fernández (‘Todos estamos invitados’), con una actuación de un tipo duro que ve a las chicas como mercancía, un negocio rentable y muy lucrativo, llevándolas con mano dura. A su lado, está su mujer Amanda, interpretada por Guadalupe Lancho (‘Lo contrario al amor’), una mujer que ha asumido que su marido le es infiel con las prostitutas, así que paga su ira y frustración con ellas.
Aunque se palpa en el ambiente el sexo y se alude a él durante todo el metraje, se agradece la forma en el que lo tratan, no de forma directa o explícita, sino dejando que el espectador se lo imagine, produciendo un mayor escalofrío y empatía hacia las chicas implicadas.
En resumen, nos encontramos ante un título imprescindible, un film de denuncia social verdaderamente recomendable, el cual no cae vulgarmente en lo lacrimógeno, manteniendo un equilibrio perfecto entre el thriller y el suspense.
Lo peor: Que será sepultada por otros estrenos, en su mayoría blockbusters vacíos, dejando inocua su denuncia social.
Lo mejor: Un guión sólido, con interpretaciones formidables y magníficamente dirigido. Trata un tema muy delicado de manera eficaz y muy creíble, sin dejarse llevar por los tópicos.
Eduardo Quintana (Crítico de Cineralia) @EduQuintana16
La realidad plasmada en esta película no es nada nuevo. La hemos visto decenas de veces en televisión y en el cine. Sigue el mismo planteamiento de la serie Matrioski, narrando la historia desde que la chica ingenua es captada por la red de prostitución, los intentos de huir, los castigos,…
A ella la engañan prometiéndole un trabajo en una cafetería. A la compañera africana haciéndole vudú. A otras amenazándolas con hacer daño a su familia. Cada una tiene su historia.
La película intenta ser suave, por lo que no entra en castigos físicos ni monta escenas brutales de abusos sexuales para domar a la chica. Estoy seguro de que la realidad es bien distinta. Creo que esto es así porque la película pretende ser más un film de denuncia que un thriller.
En hora y media aporta muchísima información sobre el tema (ver spoiler), y espero que sirva para que alguna chica ingenua, sin formación y sin esperanzas sospeche cuando le ofrezcan algo demasiado bueno para ser verdad y consiga escapar de las garras de estos desalmados.
Matrioski fue ideada precisamente para informar y educar a las chicas de los países del este. No sería mala idea que emitiesen esta película por todas las televisiones públicas de Latinoamérica.
De Ocampo nos encierra en una habitación (quizá sea lo mejor) y descarga todo el peso de la película sobre los hombros de la peruana Cindy Díaz (que hace su esfuerzo), secundada por un mágnífico Adolfo Fernández.
Esta es la base material para contar ésa sórdida historia de esclavitud sexual que ya hemos visto (y quizás leído) otras veces.
Y sigue sin cuajar.
El planteamiento estructural de lo que se nos quiere decir, flota como un corcho en la superficie más o menos agitada de la consciencia del espectador, en vez de caer a plomo como una piedra que le golpee y le haga abrir los ojos a la sorpresa del sufrimiento (que, al fin y al cabo, es lo que se pretende ¿no?).
Pero De Ocampo se abandona, limitándose a narrar sin salirse de las líneas escritas, evitando (o siendo incapaz de) elaborar ése impacto que la historia, por sí misma, lleva implícito y, a cambio (no queda otro remedio), intenta (también sin conseguirlo) enternecer entre rincones oscuros, miradas duras y algunas interpretaciones secundarias verdaderamente penosas, mientras el tiempo se le queda en nada.
En resumen: para pasar el rato, nada más.