Eros
Sinopsis de la película
Película dividida en tres episodios sobre el erotismo, la sensualidad y el amor.
The Dangerous Thread Of Things, de Michelangelo Antonioni.
Toscana. Durante un viaje a la costa, una pareja se enfrenta a crisis de su matrimonio. La pasión del marido se despierta con la aparición de una misteriosa joven.
Equilibrium, de Steven Soderbergh.
Nueva York, 1955. Un ejecutivo estresado tiene unos sueños eróticos recurrentes con una mujer que no puede identificar.
The Hand, de Wong Kar Wai.
Hong Kong, 1963. Chang es un joven sastre que se enamora de la seductora Hua la primera vez que toma las medidas de su sensual cuerpo. A lo largo de los años, Chang permanece fiel a ese amor no correspondido. Mientras tanto la señorita Hua se enfrenta a tiempos difíciles.
Detalles de la película
- Titulo Original: Eros
- Año: 2004
- Duración: 104
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Opinión de la crítica
5.9
43 valoraciones en total
Una película de tres episodios dirigidos por Antonioni, Soderbergh y Wong Kar Wai, con el erotismo como tema principal pero con extrema libertad como para que cada uno de estos grandes realizadores despliegue sus particulares estéticas y estilos.
El primero de los episodios es el del legendario Michelángelo Antonioni, El filo peligroso de las cosas , que parte de un argumento mínimo: una pareja discute, él le reprocha su desinterés por el sexo y ella (Cloe) se molesta con la desmesurada importancia dada a ese tema. Un encuentro casual con otra joven exteriormente parecida a la primera (Linda), permitir invertir los términos de la (in)comunicación y las palabras se reemplazan por un encuentro de los sentidos. El careo final entre ambas mujeres introduce de pleno al simbolismo del doble y sus opuestos complementarios: Cloe es el raciocinio, Linda la sensualidad.
Dando prioridad a la luz y al silencio, Antonioni acompaña el deambular de los tres personajes a través de todo tipo de espacios.El erotismo de la película se basa en un marcado despojamiento del cuerpo femenino reinserto en la naturaleza.
De los exteriores con cielos, nubes, mares y horizontes infinitos del territorio anterior pasamos a la atmósfera claustrofóbica del segundo relato, Equilibrium , donde un ejecutivo perturbado relata a su analista un sueño erótico recurrente con una bella mujer. Ambientado entre los años 40 y 50, mezcla las sombras inquietantes del cine de esa época con toques de humor, donde el sicoanálisis participa de una especie de gag en el que un estrambótico siquiatra (Alan Arkin), antes que prestar atención al relato de su paciente, parece más atento a mirar con largavistas por la ventana del consultorio y a lanzar avioncitos de papel con destinatario desconocido.
La parodia opaca con su sonrisa al supuesto tema central del erotismo, y el todo conforma una historia más bien hermética que deja la sensación de un juego experimental.
Con su estilo barroco, unido a un delicado y particular halo de romanticismo, Wong Kar Wai presenta en el tercer episodio La Mano , la historia de un sastre enamorado de una prostituta de alto nivel. Un amor no correspondido y marcado por la fatalidad, que irá afirmándose en el tiempo. El relato está trabajado potenciando su intensa concentración dramática con la precisión de un orfebre.
WKW usa desprejuiciadamente muchos recursos del lenguaje publicitario y de los videoclips, demostrando que pueden ser traspasados al cine, y no duda en acudir al uso enfático de la música para subrayar un determinado estado emocional. De exquisita factura, La Mano resulta una honda experiencia para los sentidos y la emoción.
Teniendo en cuenta que los directores de las tres piezas son tan admirados como despreciados a partes iguales, resulta difícil (o prácticamente imposible) ser imparcial y no decantarse por uno de los episodios, aunque si Eros fuese un concierto, Antonioni y Soderbergh serían los teloneros de Kar-Wai por mucho que le pese a alguien.
Comienza el anciano haciendo lo que sabe: escupir imágenes impregnadas de una preciosa fotografía y exteriores con una banda sonora a tono dejando al espectador que anude los cabos sueltos. Es decir, no contar nada en un ejemplar ejercicio de vacuidad autocomplaciente (salvo para los espectadores que sepan sacar la esencia de un cuadro totalmente pintando de blanco) y dormir hasta las piedras observándolo.
Lo mejor: la bizarra e inclasificable competición de baile femenino al desnudo en una playa, donde el único riesgo (no cinematográfico) de Antonioni es dejar sin protección solar a sus portentosas protagonistas.
Soderbergh quiere realizar en su episodio un nuevo salto con tirabuzón y excelente fotografía en blanco y negro (firmada con su seudónimo habitual) directo a la somnolencia. Consigue los mismos efectos que los 90 minutos de Solaris en un tercio de metraje. Olvidable como tirar un avión de papel por una ventana.
Lo mejor: ZzzzzzzzzzzzZzzzzzzzzzzzzzzZzzzzzzzzzzzzzz… ¡¿Eh?! ¡Un pezón! …ZzzzzzZZZZzzzzzzzzzzzzZZ….
Kar-Wai a través de la historia de un sastre hace lo que sabe: narrar una historia de amor imposible con elementos recurrentes en su filmografía que tanto desquician y agradan al respetable. Ni es lo mejor del director de Deseando amar, ni toca de lejos sus cumbres artística-pedantes que tanto me cautivan y alabo, pero supone un bálsamo de cafeína cinematográfica ante tanta modorra e ingravidez soporífica. ¿O qué director actual puede transformar una paja en algo primoroso sin que un espectador tan despreciable y puntilloso como un servidor pueda mofarse a sus anchas?
¿Lo mejor? Es lo mejor de Eros por mucho, mucho y mucho que le pese a alguien. Aunque para gustos ya sabemos que están los colores y en Eros, para bien o mal, hay una completa gama de tonos y matices fílmicos.
El 1º, El Filo peligroso de las cosas , de las peores creaciones que le he visto a Michelangelo Antonioni. Debe ser que se vio apremiado a participar en este trio de directores y compuso y filmó sobre la marcha esta mediocridad surrealista para salir del paso.
El 2º, Equilibrium , en blanco y negro la realidad y los sueños en color, quizás el más serio y fundamentado de los tres micros. Pero aún así, tampoco esta obra de Steven Soderbergh es nada del otro mundo, floja, no da el aprobado.
El 3º, La mano , es una historia triste de amor entre una prostituta y un sastre, sin duda la más caliente y pasional de todas, Wong Kar-Wai la hace relevante por una simple masturbación que la dama le hace al muchacho aprendiz de sastre, mandándole bajarse los pantalones, luego los pantaloncillos y metiéndole las manos entre las piernas para jugar con el órgano masculino del varón hasta hacerle gemir de gusto y regusto.
Poco más. Tres excelente directores de cine tratando el tema de Eros con la mínima creatividad y aliciente para el espectador, tanto que si alguien se pierde este film sepa que da igual, no se pierde nada en especial.
Fej Delvahe
Mediometraje de Michelangelo Antonioni, filmado años atrás, complementado con dos piezas de encargo. El propósito es doble: publicar la última realización de Antonioni (93 años) y rendirle un homenaje de reconocimiento.
1. La pieza de Antonioni ( El filo misterioso de las cosas ) se sitúa en la costa de la Toscana en la época actual. Se basa en un cuento del propio Antonioni de su libro Quel bowling sul Tevere . Narra la relación de la pareja de Cloe (Regina Nenni) y Christopher (C. Buchholz), que en lugar de explicarse el malestar afectivo que sienten mediante el silencio, lo hacen con palabras y gestos que no dicen nada. La discusión entre los protagonistas, la relación efímera de sexo de Christopher y Linda (Luisa Ranieri), el baile de Cloe y Linda y la luz crepuscular, definen un relato de amor y sexo que busca la inmediatez y la intrascendencia. Imágenes de gran belleza y música sugestiva.
2. El episodio de Steven Soderbergh ( Equilibrium ) se sitúa en NYC en 1955, cuando el psicoanálisis estaba de moda en EEUU como panacea de muchos males. El motivo que mueve la acción es un sueño reiterado de un ejecutivo estresado, Nick Penrose (Robert Downy), por un trabajo sin alicientes, de jornada continuada, sin ejercicio físico y sin sexo. Le atiende con manifiesto desinterés un psicoanalista, el Dr. Pearl (Alan Atkin), que mira con anteojos una figura posiblemente femenina, situada en una vivienda del otro lado de una calle anchísima. Los temores que suscita un sueño erótico, más vacío que minimalista, y el voyerismo de una imagen difuminada e inalcanzable son los motivos de distracción, preocupación y obsesión de dos personajes de un universo sin afecto y sin comunicación emocional. Comedia esperpéntica, con toques de humor, glosa la desolación de una sociead sin amor, porque para ella sólo vale el dinero y lo que se adquiere con él. No habla de erotismo, sensualidad y amor, sino de su muerte.
3. La pieza de Kar-Wai ( La mano ), se sitúa en 1963. Narra la historia del amor imposible de un joven sastre por una prostituta de lujo, que vistió siempre con extraordinaria elegancia. Ella despierta en Zhang (Chang Chen) el deseo sexual, el sentido de las caricias y las emociones afectivas. Pero Hua (Gong Li) está enferma, pierde su belleza, los clientes no la visitan y ella sale a la calle como buscona. Las historias de los grandes amores y de las pasiones desbordadas son del pasado, hoy impera la inmediatez. Kar-Wai aporta el contrapunto de la historia de Antonioni, el contraste que la explica. Justo y acertado homenaje al viejo maestro de un cineasta que reconoce su deuda impagable con él. Imágenes bellísimas y grata música de Peter Raben.
Encadenan las historias unos dibujos magníficos de Lorenzo Mattoti y la canción Michelangelo Antonioni de Caetano Veloso. Soderbergh y Kar-Wai explican, a su manera, cómo y en qué medida el legado del maetro persiste en su trabajo. El film se estrenó en el Festival de Venecia.
Cuando varios directores con vínculos comunes se juntan para realizar una película, suelen acabar dando a luz a un enjendro multiforme que reune lo más detestable de cada uno de ellos. Se puede ver en Historias de Nueva York , donde Coppola, Scorsese y Allen se parodiaban a si mismos ofreciendo un resultado final, cuanto menos, decepcionante.
Eros no se queda atrás. Las dos primeras historias son patéticas. Antonioni, que posiblemente no estaba en las condiciones más optimas para ponerse a dirigir, se recrea en una sucesión de escenas, supuestamente llenas de simbolismo, pero que harán sonrojar a cualquiera que haya sentido alguna admiración por el realizador italiano. Absolutamente infame su capítulo. El bailecito que la actriz se marca al final es la culminación de una historia disparatada y que carece por completo de cualquir tipo de interés.
De Soderbergh casi nada que decir: su capítulo resulta en la misma línea del resto de la filmografía de uno de los realizadores más sobrevalorados de la última década. El rigor con el que retrata una sesión de psicoanálisis es el mismo con el que un guerrillero colombiano analizaría las obras completas de García Márquez. Lo dicho, otro despropósito de un hombre al que han dado mucha más coba de la que sin duda se merece.
Menos mal que al final aparece Wong Kar-Wai con una historia llena de sensibilidad que está perfectamente a la altura de sus obras mayores como Deseando amar o Happy Together . Increible el Hongkones: reinventándose a si mismo con un relato que derrocha genialidad en cada uno de sus planos. Mención especial al último encuentro entre Gong Lee y Chang Chen: se trata de una escena memorable. Cruda pero a la vez, envuelta en un halo de belleza capaz de conmover al más insensible de los seres humanos.
Me estoy imaginando la cara de Wong Kar-Wai al ver los cortos de Antonioni y Soderbergh. ¿Qué he hecho yo para merecer ésto?, pensaría. Su estupenda historia pasará desapercibida por culpa de sus dos compañeros de viaje. Una lástima.