En nombre del pueblo italiano
Sinopsis de la película
Mariano Bonifazi (Ugo Tognazzi) es un honrado pero inflexible juez de izquierdas italiano. Mientras lleva a cabo la investigación del asesinato de una joven, ocurrido en extrañas circunstancias, comienza a sospechar que un famoso empresario llamado Lorenzo Santenocito (Vittorio Gassman) está vinculado al crimen. Lorenzo, desprejuiciado, multimillonario y prevaricador, es un vividor con pasado fascista. El funcionario cree firmemente que ha mantenido relaciones con la muerta, así que dirige su investigación a destruir la coartada que el industrial se ha armado.
Detalles de la película
- Titulo Original: In nome del popolo italiano (In the Name of the Italian People)
- Año: 1971
- Duración: 103
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Opinión de la crítica
6.9
20 valoraciones en total
Entretenida comedia, italianísima en todos los aspectos. Por una parte, las caracterizaciones del empresario Lorenzo Santenocito (Vittorio Gassman), verborreico, epicúreo, falto de escrúpulos, y la del magistrado Mariano Bonifazi (Ugo Tognazzi), funcionario probo e incorruptible. Por otra parte, la banda sonora de Carlo Rustichelli, muy similar a las de Nino Rota en tantas películas de Fellini. También por la aparición de numerosos personajes secundarios -ninguno de los cuales resulta plano-, que contribuyen a crear una rica polifonía en torno a las dos figuras que protagonizan la historia.
El desarrollo de la trama -la investigación del juez en torno a un asesinato en el que el empresario podría estar implicado- a veces parece un mero sostén, un apoyo para que Gassman y Tognazzi puedan realizar eso que suele llamarse duelo interpretativo entre grandes actores. La película concluye con una secuencia de marcado simbolismo, en la que el título In nome del popolo italiano adquiere plena significación más allá de la simple fórmula judicial.
Si hay películas que envejecen con el tiempo, hay otras que no solamente no lo hacen, pareciera que rejuveneciesen, En nombre del pueblo italiano es una buena muestra de esto último, los últimos acontecimientos políticos no hacen si no darle la razón y esta película italiana de los 70 muestra como pocas la realidad española de hoy día.
Se trata de un drama policial lleno de golpes de humor, que esconde una enorme y brutal crítica social a todos los estamentos. Estamos ante una película con una dirección estupenda e invisible, unos protagonistas magníficos y un guión ácido, de excelentes diálogos y lleno de una poderosa inventiva, los personajes secundarios, los flashbacks en blanco y negro, los pensamientos de los protagonistas, hacen de esta una película que se sabe diferenciar del resto. Y como pocas sabe ganarse al espectador, hacerle reír y a la vez exponerlo a la cruda realidad y como colofón, plantearle un difícil dilema moral.
Película muy recomendable e incluso imprescindible en los tiempos que corren.
No es fácil dar tantas vueltas y vueltas con las ironías y no acabar cansando, usar el humor para realizar una contundente crítica a las estructuras de un país tan corrupto, tan podrido, como la Italia que nos presenta Dino Risi. Cuenta para ello con dos monstruos de la interpretación, antagonistas en sus papeles, dos inmensos colosos que chocan porque son portadores de dos maneras de entender las cosas totalmente distintas.
Tognazzi y Gassman representan la lucha de dos visiones opuestas de su Italia. La excusa de la película es la muerte de una mujer, tras la cual todo hace pensar que se encuentra el empresario Gassman. El letrado Tognazzi va tras él, pero ya no por los hechos en sí, su lucha tiene que ver con una idelogía a la que se opone. Dino Risi consigue que funcione gracias a los dos portagonistas, tocados por la varita mágica, camuflando el drama de su Italia contemporánea con momentos de humor maravillosos. Si no fuera porque esto es una comedia, la película sería un coñazo.
Eco, mucho eco. No sé si hacia la propia Italia del actual siglo, sí seguro a la lamentable España de La Roja, de la corrupción generalizada, del impuesto del Sol y la mordaza, la España de la que muchos queremos huir porque es insana, porque la manejan mafiosos encorbatados que sólo se interesan por perpetuar su poder…
Qué bonitas las banderas cuando el equipo de fútbol gana. Como Italia le da un meneo a Inglaterra todo es felicidad… Y la chica muerta y su diario directamente al olvido…
Dos de los grandes más grandes de la comedia italiana, Gassman y Tognazzi, se enfrentan bajo las órdenes de otro grande, Dino Risi, en una mezcla de comedia cáustica e intriga política que no deja títere con cabeza: Tognazzi es un juez riguroso e incorruptible, un tanto inadaptado en tanto en cuanto vive rodeado del cinismo y la corrupción, y Gassman un empresario de éxito con muchas influencias y muy pocos escrúpulos, que se darán de bruces uno con el otro a costa de la muerte misteriosa de una joven prostituta. Sus encuentros y desencuentros, sus diálogos llenos de pullas, sirven a Risi para hacer una radiografía de una sociedad podrida por la caradura y los chanchullos y una justicia que se cae literalmente a pedazos.
Muy recomendable.
Esta es una película sin esperanza, de las que hicieron Risi y Gassman cuando se hicieron mayores. Sus dosis de vitriolo son absolutamente letales porque ya no vienen diluidas,como antaño, en cierta ternura o piedad hacia los personajes. La decepción y la amargura impregnan cada fotograma, cada escena, desde ese palacio de justicia que se desploma, pasando por esas playas llenas de mierda, (en las escenas risianas de los sesenta estaban llenas de turistas despreciables, pero aún eran veraniegas), hasta llegar a la patética claudicación final del juez en una escena memorable que a mí me recuerda a cien mil merluzos empapados en una fuente, pitando con sus claxon y gritando soy español, español, español en medio de la putrefacción cultural, molicie moral y venalidad institucional que nos rodea, como un cáncer ya inextirpable.
Esa virtud de radiografiar nuestra propia miserable realidad española la ha tenido muchas veces el cine italiano, ya que aquí estábamos con Martínez Soria. Pero pocas veces, como en esta película, puede uno contemplar su propia realidad social con el calendario actualizado en la mano, aunque fuera realizada hace más de cuarenta años. Es tal el parecido que asusta.
Las actuaciones de los protagonistas están en sintonía con esta idea: el histrionismo de Gassman es el de la gente abducida que grita por la calle, el de la locura del boom inmobiliario, el de que siga la fiesta para tapar el olor a podrido. En la línea del gran actor italiano, los secundarios aparecen histriónicos, sobreactuados, (como los padres de la prostituta), inmersos en esa vorágine de suciedad en la que no se entretienen ni un momento en pensar. Por el contrario, la contención recargada,.valga la paradoja, de Tognazzi, intenta dar una triste réplica a ese mundo corrupto y vulgar, hasta que le estalla la cara de sobriedad en la apabullante secuencia final. Son dos extraordinarios actores en un mano a mano espectacular, pero también son dos maneras de ver la vida y el mundo. Y ninguna complacencia por parte de Risi.
Lástima que el ritmo cinematográfico esté algo descuidado, como si sólo importara la denuncia, o que el guión aparezca desmayado o el metraje con demasiados momentos sobrantes. Pero son muchas las virtudes de esta terrible, tristísima, claudicadora cinta que, como Benjamin Button, quizá nació vieja y hoy tiene una actualidad apabullante.