En el nombre de la hija
Sinopsis de la película
Verano de 1976. Manuela lleva el nombre de su padre, socialista y ateo, pero su abuela, católica y conservadora, insiste en darle el nombre que todas las primogénitas de la familia han llevado por generaciones: Dolores. Empeñada en defender las ideas de su padre, Manuela se enfrenta a las ideas de sus primos y abuelos, pero un encuentro inesperado le obliga a enfrentarse a sí misma. Oculto en la biblioteca de la casa de hacienda, hay un tío loco dedicado a liberar a las palabras de las ataduras de los dogmas. Con él Manuela debe romper sus propias ataduras y esto cambia para siempre su relación con el lenguaje y con los nombres, incluido el suyo propio.
Detalles de la película
- Titulo Original: En el nombre de la hija
- Año: 2011
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
6.6
44 valoraciones en total
La directora Tania Hermida vuelve a mezclar drama y comedia costumbrista en esta película en la que los niños, fenomenal actuación de los hermanos, reflejan el mundo de los adultos, sus miserias y sus aspiraciones.
Quizás el personaje de Manuela resulta demasiado politizado pero como la propia directora ha reconocido, es una obra autobiográfica.
Ambientada en el año 1976 y teniendo como escenario una hacienda situada en la sierra ecuatoriana, En el nombre de la hija nos narra la historia de Manuela, una niña de 9 años, y su pequeño hermano Camilo, quienes se ven obligados a pasar las vacaciones con sus abuelos y primos maternos. Las ideologías de los familiares contrastan con el entorno habitual de Manuela y su hermano, cuyos padres son socialistas y ateos, dando paso a diferentes conflictos familiares que se desarrollan a lo largo del metraje. La película es de tono costumbrista y toca temas como la religiosidad, el clasismo y la búsqueda de la identidad, todo ello abordado desde la perspectiva de los niños protagonistas con una fusión entre la realidad y la fábula. Una obra un tanto atrevida en la cinematografía ecuatoriana, en la que nuevamente Hermida señala los males sociales de Ecuador sin caer en el drama exagerado, por el contrario, y siguiendo la tónica de su ópera prima, crea una comedia dramática singular, un microuniverso donde los niños tienen la voz cantante y revelan los fallos y aciertos presentes en sus mayores y que inevitablemente ellos han heredado .
La cinta cuenta con un reparto infantil muy bien elegido que aporta simpatía y credibilidad a cada uno de sus personajes: sobre todo destaca la interpretación de Eva Mecham. La historia transcurre de una manera fresca y agradable con el toque cómico típico ecuatoriano pero sin caer en el chiste fácil o la vacuidad, ofreciendo así al espectador una obra interesante, entretenida y con mucha personalidad. En el nombre de la hija se perfila como una obra más intimista y probablemente menos exportable que la anterior película de la directora (Qué tan lejos), pero aun así estamos ante un guión que, aunque esquivo a profundizar y matizar los temas que toca, resulta interesante e irradia simpatía a través de un reparto que convence y entretiene en cada fotograma. Además, está complementada con una correcta factura técnica: destaca su fotografía, diseño de arte y música.
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@CineAmateur
La película se vuelve amena en su trama principal, un juego de niños que cuestionan las tradiciones, pero que oculta lecturas más interesantes si se sabe leer entre líneas.
Una película excelente, con una historia simple que demuestra el machismo, racismo y la discriminación de clases económicas en el Ecuador. Buena critica socio religiosa al ecuador, donde se demuestra la doble moral de muchos religiosos. Una película que te gustara especialmente si eres ateo.
Dejando de lado las actuaciones más que potables de los niños (Markus Mecham se merece un especial aplauso) y de la intentona de la autora por generar diálogos memorables y momentos sugerentes, estamos ante un indudable bodrio.
El principal problema para mí son las pretensiones prepotentemente didactizantes y agitadoras que destila la autora a lo largo de toda la cinta. Subrayo el adverbio porque el didacticismo me lo banco en directores como Todd Solondz o Lars von Trier, a los que admiro mucho y cuyas comedias tristes, que desde luego que también pretenden ser provocadoras y polémicas, son manejadas con una madurez y un respeto por la inteligencia del espectador que Hermida obivamente no conoce.
Manuela se supone que es una niña precoz con una mente maravillosa y creativa que se enfrenta a un mundo de dogmas y prejuicios. Las creencias de ella, heredadas de sus padres marxistas y ateos, contra las de sus padres, abuelos y primos, de corte religioso y tradicionalista. Pues bien, se trata de un país de dogmas burdamente caricaturizado y con un sesgo innegable a favor de las creencias ideológicas que reproduce Manuela (lo que no sorprende, dado que Hermida es una militante de extrema izquierda), quien frecuentemente es presentada como una pequeña heroína incomprendida, una Mafalda sindicalista y justiciera. A mí me pareció un personaje bastante odioso. La niña es malhumorada, belicosa, sentenciosa y chocante, su presencia es excesivamente dominante en la película, al punto de eclipsar al resto de personajes: los parientes conservadores de Manuela, en lugar de verse como una presencia autoritaria y cargante, son facilonamente minimizados, especialmente en las contiendas ideológicas contra Manuela, contiendas que por cierto se ilustran a base de situaciones y diálogos bastante forzados. Hermida en calidad de ventrílocua usa a Manuela como marioneta, a través de ella quiere pontificar contra todo lo que le fastidia de la sociedad conservadora (a saber, el catolicismo, el heterosexismo, el capitalismo, etc.). Algunos diálogos además pecan de anacrónicos o son muy sobreexplicativos (todas esas observaciones sobre el género y el feminismo se sienten como una excusa torpe). Ni las referencias fantásticas ni las escenas más oníricas e imaginativas (con el tío Felipe, el personaje más interesante de la película) logran salvar a la película de su tosquedad, el lenguaje simbólico y las ideas más subyacentes en esas escenas son o demasiado obvias o demasiado oscuras. Los guiños referentes a la coyuntura política actual del país (en las escenas de Manuela con el tío Felipe hay un guiño muy notorio que evidentemente tiene relación con el tema de la prensa y del ejercicio de la libertad de expresión) me parecieron de particular mal gusto (por la bandería que Hermida obviamente fomenta).
En el nombre de la hija pretende ser un filme de humor y sensibilidad, pero Hermida no maneja bien ninguno de esos conceptos.