Elemental, doctor Freud
Sinopsis de la película
En 1890, el famoso detective Sherlock Holmes malvive en Londres convertido en un cocainómano. Al encontrarlo en semejante estado, su inseparable compañero Watson decide llevarlo a Viena, a la consulta del joven psicólogo Sigmund Freud, con la esperanza de que éste le ayude a superar su adicción a las drogas. A través del psicoanálisis y la hipnosis, Freud consigue adentrarse en el subconsciente del detective. Juntos, Freud y Holmes se ocupan de resolver un caso de secuestro en el que está involucrada una misteriosa paciente del doctor.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Seven-Per-Cent Solution aka
- Año: 1976
- Duración: 113
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Opinión de la crítica
6.1
66 valoraciones en total
En primer lugar habría que aclarar que éste filme contiene, al menos, dos películas diferentes en su interior… una primera parte magnífica, fiel como pocas a los libros de Conan Doyle con frases, comportamientos y situaciones que son extraídos directamente de ellos con la riqueza que eso conlleva para dar forma a un personaje tan carismático.
Pero el inteligente guión de esta parte no sólo se conforma con aprovechar la base literaria sino que la utiliza para dar otra vuelta de tuerca al personaje y ofrecer una explicación plausible a la enigmática mente de Holmes y encima relacionándolo todo con uno de los episodios más famosos de sus aventuras, su muerte.
Ésta parte es totalmente cautivadora con escenas para el recuerdo como, por ejemplo, una escena que se parece sospechosamente a otra que se hizo famosa en Trainspotting y con la cual tiene numerosos puntos en común.
Lamentablemente no todo iban a ser parabienes porque luego hay otra parte de la película que es el misterio al que se ha de enfrentar Holmes… el problema de mezclar las dos es que la parte del caso de investigación queda desdibujada por lo deprisa que ha de narrarse para ajustar la duración del filme y cometen una serie de desatinos que hacen bajar el nivel total del mismo (ver spoiler).
Pese a todo la parte de aventura no deja de tener su lado entretenido pero huele a imposición por parte de la productora pues hacer una película de Holmes sin un misterio debía y debe ser considerado anatema.
En resumen una película notable que encantará a todos los fans de Conan Doyle y a los que no lo sean les entretendrá durante hora y media.
Al igual que la brillante y personal visión que Billy Wilder dio de Sherlock Homes en su película La vida privada de Sherlock Holmes, Herbert Ross consigue merced al prodigioso guión de Nicholas Meyer, otra fabulosa comedia de intriga protagonizada por un elenco de postín. Meyer hace coincidir en su historia a los personajes de Sherlock Holmes y Sigmund Freud que unen sus talentos para resolver un misterioso reto irresistible para probar la capacidad deductiva de ambos genios. Esta particular mezcla funciona y resulta de lo más original. Tres años después Meyer haría lo mismo con la también magnífica Los pasajeros del tiempo, esta vez dirigida por él mismo.
El holgado presupuesto permite a sus creadores disponer de los suficientes medios como para ambientar la historia por todo lo alto con profusión de decorados y suntuosidad de vestuario a parte de contar con un grupo de excelentes actores. Nicol Williamson es un perfecto Sherlock Holmes cuyos problemas de adicción a la cocaína tratará de solventar el reputado Dr. Freud encarnado con propiedad por el gran Alan Arkin. Robert Duvall por su parte, interpreta al siempre fiel Dr. Watson. En el apartado femenino tenemos a dos preciosas pelirrojas, Vanessa Redgrave y Samantha Eggar. Y como estrella invitada con un breve papel pero distinguido, tenemos al maestro Laurence Olivier. Y por último destacar la enérgica banda sonora que proporciona el justo tono a la cinta.
Elemental, doctor Freud, adaptación de la novela homónima de Nicholas Meyer, es ante todo una recreación del mundo de Sherlock Holmes. Y aunque, personalmente lo pasé mejor leyendo la novela, la película resulta entretenida. Tal vez sea algo irregular, con una primera parte apasionante, hasta el encuentro de Holmes con el Doctor Freud y su tratamiento de desintoxicación de su adicción a la cocaina, mientras que baja bastante en la resolución del caso con el que se encuentra casualmente en Viena, tal vez demasiado simplista.
Buenas interpretaciones en el papel de Holmes y un siempre eficaz Robert Duvall como Watson.
Buena película, con un elenco de primera categoría. Nos relata la lucha de Sigmund Freud por sacar a Sherlock Holmes de la nefasta adicción a la cocaína. El relato nos lleva a a investigación de un caso y a desentrañar los motivos del odio de Sherlock hacia Moriarty. Me gustó mucho la actuación del fallecido Nicol Wiliamson y secundado notablemente por Alan Arkin y el gran Robert Duvall. Jeremy Kemp siempre eficiente como el malo de la película. BUena.
Casi todos los intentos de llevar a Sherlock Holmes a la gran pantalla en la década de los setenta son bastante flojos. Ya le pasó al maestro Billy Wilder con la anodina La vida privada de Sherlock Holmes y le volvió a pasar a un director limitado pero interesante como Herbert Ross, en esta a priori muy prometedora pero desgraciadamente fracasada Elemental, Dr. Freud.
Y es una pena porque la película tenía casi todos los requisitos para ser una cinta memorable, sin ir más lejos porque los personajes de Arthur Conan Doyle sumados a la descomunal figura de Freud parecía que los ingredientes eran buenos.
Pero sin un buen guión la cosa es imposible que funcione y Nicholas Meyer, autor del mismo conoce la obra de Freud como yo la de Rocío Jurado y la de Conan Doyle tan superficial que parece que su apellido debería ser Epidermis en vez de Meyer. Y es que es lógico, no hace falta más que ver que su filmografía como director y guionista está llena de películas para adolescentes y con las aventuras como esencia de ellas.
Y en cambio esta película requería otra cosa. No se puede tratar las drogas, el psicoanálisis, el método deductivo o el Imperio Otomano con esa simpleza y acabar viendo a un supuesto Freud jugando al pádel o haciendo piruetas encima de un vagón de un tren como si fuera Espartaco Santoni.
Pero aprueba y es recomendable echarla un vistazo –no más- porque tiene una buena factura, cuidada fotografía, destacable dirección artística y puesta en escena sosegada y clásica. Además de contar con un Robert Duvall que hace uno de los mejores Watson que recuerdo en décadas.
Desgraciadamente una película desaprovechada que acaba progresivamente terminando por ser ridícula y que puede molestar a aquellos que se toman un poco en serio el cine. Pero quizá lo peor de todo es que no es una película familiar ni para niños ni jóvenes, pero tampoco lo es para un público adulto con más paladar. Se queda en el camino de todo sin llegar a nada y por eso se encuentra en el lugar donde se encuentra: Olvidada.