El vuelo (Flight)
Sinopsis de la película
Tras un aterrizaje de emergencia en medio del campo gracias al cual salvan la vida un centenar de pasajeros, el comandante Whip Whitaker (Denzel Washington), que pilotaba el avión, es considerado un héroe nacional. Sin embargo, cuando se pone en marcha la investigación para determinar las causas de la avería, se averigua que el capitán tenía exceso de alcohol en la sangre.
Detalles de la película
- Titulo Original: Flight aka
- Año: 2012
- Duración: 138
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Opinión de la crítica
Película
6.6
62 valoraciones en total
Se han rodado bastantes, y en ocasiones muy buenas películas en torno a los estragos causados por alcohol y drogas en consumidores y entorno de los mismos, mayormente asistiendo a autodestructivos procesos con o sin causa que al espectador le llegue como justificada, y en la mayoría de los casos dejando un poso amargo.
A mi juicio, la clave de lo notable de esta historia, es como esta contada por Robert Zemeckis, y ser el siempre bien recibido gran actor Denzel Washington el encargado de dar vida a ese experimentado y reputado piloto cuyo descenso a los infiernos y convicción personal de que tal circunstancia es injusta de ser esgrimida como causa del accidente, intentando salir airoso del grave embrollo penal que se le avecina.
Zemeckis brillante en esa primera media hora electrizante que culmina con el avión estrellado, y cumpliendo con ese oficio de gran director a la hora de convertir en imágenes que implican y remueven las entrañas del espectador, ese pozo sin fondo que parece no tener salida, manteniendo durante todo su metraje una acertada y creciente dosis de tensión, y Denzel Washington no menos brillante haciendo que desde esos minutos en el que le vemos manejar con precisión, calma y grandes dosis de coraje ese avión (escenas que hermanan con esos papeles marca de la casa vistos en muchos de sus trabajos y que a día de hoy le han convertido en un icono a la altura de James Stewart o Gary Cooper, cuando de un hombre que hace lo que tiene que hacer hablamos), logra despertar una empatia que te hace alegrar en sus pequeños y puntuales triunfos sobre la adicción, y sufrir y hasta ponerte de mala leche al verle decaer (brillante la escena protagonizada por un botellón de licor en plano fijo sobre un mueble bar de habitación de hotel).
Súmese una muy acertada banda sonora repleta de míticos temas resaltando de forma brillante los diversos estados de animo (ese Feelin Alright sonando en las subidas anímicas provocadas por sustancias varias es de traca), y un lustroso elenco de buenos actores arropando la función (bueno el contrapunto emocional – ese Sweet Jane interpretado por Cowboy Junkies – aportado por Kelly Reilly y un exuberante John Goodman, y buenos los aquí contenidos Don Cheadle, Melissa Leo, y Bruce Greenwood), y tenemos uno de esas películas destinadas a referencia en cuanto a adicciones, además de una buena y muy interesante propuesta.
Los críticos saludan Flight como la mejor película de Zemeckis después de 10 años. Y tal vez lo sea, aun cuando ello no garantice el visionado de una película rotunda. A pesar de un elenco magnífico, donde sobresale un Denzel incomensurable y de la filmación brillante del accidente aéreo (una de las mejores jamás rodadas), la película no es consistente. Una extensión desmedida (dos horas y media), un guión con numeros altibajos y escenas donde la blandura del cine comercial salta en escena, dan la de arena en demasiados compases.
El argumento es el siguiente. Con un matrimonio hundido, inmerso en un romance con una azafata y con un régimen donde conviven el exceso de drogas y el alcohol, Whip Whitacre (protagonizado por Denzel Washington) está lejos de ser el piloto modelo. Sin embargo, cuando el destino deja en su manos la responsabilidad de salvar la vida de más de 200 pasajeros ante un avión, Whip pasa a convertirse de la noche a la mañana en una suerte de héroe nacional al ejecutar una maniobra casi milagrosa. Lo que la mayoría ignora es que el futuro de su héroe de barro depende de su capacidad para ocultar y mentir sobre su condición como alcohólico para sobreponerse a las turbulencias que se aproximan a su vida.
Como decía anteriormente, Flight tiene en su escena del accidente en caída libre y en Denzel Washington a sus mayores bazas. A estos elementos positivos cabe añadir el resto del elenco. Kelly Reilly y la siempre consistente Melissa Leo configuran un contrapunto sólido. Lo mismo cabe decir de Don Cheadle que, aunque siempre parezca repetir papel, sabe resolver su papel con la eficiencia acostumbrada. Hablamos, pues, de un elenco de calidad, liderado por un Denzel que, gracias a ese tipo de alma torturada, convence y conmueve.
El problema llega cuando uno empieza a prestar atención a la extensión del metraje, a las irregularidades del guión y al saldo algo acursilado de muchos compases. En primer lugar a Zemeckis se le va la mano en el primer acto del guión. Con mayor economía de medios podía haber ahondado más y mejor en el personaje principal. Algo parecido cabe decir del retrato del personaje de Nicole, la novia drogadicta de Whip. Al espectador se le muestra la figura de quién es el único apoyo del protagonista, de la que se nos dice que es fotógrafa y le gusta la lectura, y sobre la que apenas si se profundiza. ¿Para qué esa larga introducción de un personaje al que después casi se abandona sin miramientos? Al guión extenso, se añade pues una cierta forma de circunloquio estético que gira alrededor de sus personajes sin dar en la diana.
De poco sirve el inconexo apunte de comic relief de John Goodman. Si se pretendía algo así como el gracioso del teatro de los siglos de oro se podía hacer hecho mejor. La figura del camello divertido no termina de encajar y produce más enfado que simpatía.
Tampoco convencen esos giros de falso suspense: Whip frente a la botella, que sí que no que caiga un chaparrón. Ese efectismo no es solo innecesario sino que le quita verdadero dramatismo y seriedad a un personaje bien trabajado por Denzel.
Lo peor con todo es el jarro de agua fría que el director arroja como coda. Aunque por lógicas razones no puedo destriparles el final, es lamentable que después de un crescendo bien llevado Zemeckis nos conduzca al final a la americanada más facilona. ¡Qué obsesión en este país con gente lanzando discursitos y reconciliaciones que no vienen ni con cola!
¡ Flight , tanto esfuerzo a menudo bien llevado y después errar el tiro!
Una auténtica pena: un notable prólogo y un interesante tema sobre la fe, el destino y las dobleces morales de las heroicidades queda doblegada y emborrachada por la-típica-historia-de-redención con una historia de amor a golpe de obligado chupito.
Y es una pena, porque El vuelo (Flight) habla mucho mejor de la fe —dentro de los márgenes del cine comercial donde queda encuadrada— que, por ejemplo, el new age digital que propone Ang Lee en La vida de Pi. Si Dios (en este caso, la pluma del guionista) maniobra de maneras diferentes y se revela de modos y formas misteriosas en ambas cintas, en el filme de Robert Zemeckis demuestra marcar mejor las cartas de la baraja sin necesidad de revelar una evidente manipulación. Algunos dirán que la culpa la tienen los Rolling Stones y el vicio, aunque la película está fragmentada sobre dos vuelos imposibles que tiene que sobrellevar el personaje principal.
La fe sobrevuela el destino del protagonista y Zemeckis no se molesta en dejar a la vista evidentes tormentas —meteorológicas y morales— y deus ex machina con capacidad de quebrar la vida del (anti)héroe. El vuelo (Flight) puede ser vista como una original cinta sobre el alcoholismo para lucimiento de un inconmensurable Denzel Washington y una espectacular y notable introducción/variación a lo piloto de Lost. También, como parte de la dualidad del destino y de la fe, de Dios y los misteriosos caminos y obstáculos, a modo de pruebas, para seguir la buena senda preestablecida alcanzando la redención.
Precisamente El vuelo (Flight) puede ser ‘descartada’ o vaciada cual peligrosa y etílica botella en el fregadero cinéfilo por ambas vertientes. Sabemos que tenemos una pretendida redención sobre la mesa… pero también disponíamos de los Rolling Stones, de adicción, vivir en una mentira, de la corrupción dentro de las grandes corporaciones y esa repetición ‘reanimadora’ del mismo plano como un elemento para conducir la propuesta hacía un vuelo más oscuro.
Por ese motivo, el apéndice final y resolución, es simple moralina. Un descenso previsible con una azafata sonriente por el maquillaje de la peor calaña y calado. El filme, como su arranque, debería finalizar con un aterrizaje de emergencia, fálico, panza arriba y rompiendo la tranquilidad de la celebración religiosa. Y, por supuesto, con otra canción de los Rolling Stones.
Lo dicho: empezar como Jack Daniels y acabar tragando DYC de garrafa produce resaca… dolor de cabeza y, finalmente, olvido por culpa de un mal trago.
Diez años ha tardado Robert Zemeckis en volver a hacer una película de imagen real, tras su titubeo con la animación mo-cap y un decreciente interés en esta, que ha terminado por matar un proyecto eternamente postergado (el remake de Yellow Submarine ). No me quejaré porque con Flight el realizador de Forrest Gump o Naufrago demuestra que sigue sabiendo qué hacer con una cámara y nos regala un primer acto impecable, en el que vemos cómo un hombre consigue aterrizar un avión en un campo abierto tras lo que podría haberse convertido en un accidente con más de un centenar de víctimas mortales. Filmada con nervio y fuerza, esta parte muestra a un Zemeckis muy cercano a Spielberg, que se permite además presentar a dos personajes en paralelo que poco o nada tienen que ver con su trabajo de los diez últimos años. Él es Denzel Washington, un borracho que nada más empezar el filme yace en la cama con una preciosa mujer que se pasea por la habitación como Dios la trajo al mundo, para posteriormente mostrar cómo el primero toma cocaína. La otra protagonista es Kelly Reilly, una yonki tiradísima a la que se le ofrece participar en una peli porno y que tras rechazarlo sufre una sobredosis en su apartamento.
La película arranca, pues, fortísimo: en 20 minutos tenemos a dos personajes definidos (en el caso de ella, peor y con menos tacto), hemos asistido a una tensísima secuencia de acción y bueno… restan dos horas. Zemeckis no puede hacer milagros con el guión y aunque el film nunca llega a decaer tampoco muestra momentos excesivamente notables, pues todo lo que sigue al casi-accidente se limita a mostrar cómo los personajes lidian con sus problemas, sobre todo los de él, tanto los legales relacionados con el tema del avión como los de alcoholismo. Denzel, que interpreta al único hombre-corriente que le faltó por hacer con Tony Scott, da un recital que bien merece ser destacado y que se convierte en ua de las razones de peso para ver Flight , un filme que merece la pena y que sin llegar a ser notable tiene al menos alicientes suficientes como para ser recomendado. Zemeckis sigue vivo, que es lo importante y lo que casi, casi, había conseguido que dudásemos.
¿Cansado de críticas largas? Entonces estás en el lugar indicado. Vamos al grano…
Es una buena película pero no más que eso, el argumento es interesante y está bien llevado el tema del alcoholismo. El problema es que Robert Zemeckis no arriesga mucho, todo parece correcto, todo está en su lugar, pero sin llegar a brillar. Hay muchas secuencias que no tienen mayor relevancia en la trama y lo peor es que nos regala un desenlace muy hollywoodense, muy cliché.
¿Por qué debería ver esta película?
– Por la tremenda actuación de Denzel Washington. Logra una caracterización totalmente creíble de un personaje afectado por el alcohol y las drogas.
– Por la secuencia del avión que dura 25 minutos. Es realmente notable, sólo equiparable al episodio piloto de la serie Lost.
– Por cada aparición de John Goodman, un secundario que siempre aporta con toques de humor. Me recordó a su personaje Walter Sobchak en El gran Lebowski (1998).
– Por la secuencia inicial en la que aparece una sexy Nadine Velazquez completamente desnuda paseando por delante de la cámara.
Nota: 7/10