El violín rojo
Sinopsis de la película
En un taller de la Italia del siglo XVII, un maestro artesanal crea su obra definitiva, un violín perfecto y barnizado en rojo, para su hijo a punto de nacer. A partir de ese momento, el instrumento viaja de mano en mano desde Europa a Canadá, pasando por China, hasta la época actual.
Detalles de la película
- Titulo Original: Le Violon rouge (The Red Violin)
- Año: 1998
- Duración: 130
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Opinión de la crítica
Película
7
75 valoraciones en total
La historia de un violín perfecto narrada desde su concepción hasta nuestros días. Y lo hace contando episodios distintos (épocas y lugares diferentes) con el nexo común de su origen en el siglo XVII y el momento actual.
Me recuerda la novela El escarabajo de Manuel Mújica Láinez, mucho más ambiciosa y conseguida como historia de historias. En todo momento me da la impresión de ya visto y la tensión de la intriga a lo largo de la película con respecto a lo que pasará en el momento actual se ve defraudada por un final simplón.
Muy bien el tratamiento estético, con un tono rojizo en el color que guarda relación con el color del violín y proporciona sobriedad a las imágenes.
La melodía que actua como leitmotiv es dulzona y en poco recuerda a un verdadero motivo clásico.
En suma, un producto de consumo agradable disfrazado de película de calidad.
Esta película cuenta la historia a través de tres siglos de un precioso violín Stradivarius, desde su concepción, en 1861, hasta nuestros días. La película tiene tres puntos de interés claros.
Por un lado, la narrativa utilizada es muy interesante, mezclando lo mejor de la linealidad temporal y rompiendo esa regla durante toda la película para la primera y la última historia, que son los dos eslabones narrativos. Esta última, que se desarrolla en nuestros días, está hábilmente estructurada, repitiéndose y completándose cada vez que sabemos algún dato más de la historia del violín. El objetivo no es sino dotar de intriga y tensión a la última parte de la película, algo que se consigue.
El segundo punto de interés está en el diseño de producción. La azarosa aventura del violín le lleva por todo el globo, desde Italia a Austria, pasando por Inglaterra, China y, por último, Canadá, pero con una diferencia de 300 años. Pues bien, todos estos lugares en cada una de sus épocas están conseguidos estupendamente. Quizás se lleven la palma las escenas que recrean Shanghai, seguidas de cerca por las que se desarrollan en Viena.
Y, por último, como no podía ser de otra manera, la música. El violín es el protagonista, y se hace notar durante toda la partitura. Creo que ese año ganó el Óscar en este apartado.
Pero los logros no acaban aquí, todos los actores están realmente bien. La fotografía es muy atrayente, porque huye de buscar las típicas postales en la recreación de época para mostrar las escenas de una forma completamente realista, con puntos de luz naturales, incluidos la luz de las velas. La dirección está muy conseguida, y la narrativa es clara y precisa. Destacan algunas secuencias que muestran el paso del tiempo, muy bien resueltas.
Desapercibida para la mayoría, cosas del marketing, deja huella a quien la ve. Una historia en diferentes historias, diferente tiempo y espacio, diferentes lenguas. Impresiona.
No encontré alma por ningún lado en esta bienintencionada, por momentos original y metafórica cinta. El alma se pierde en un sinfín de idas y venidas que entorpecen el discurso, la narración, hasta límites insospechados. Una amalgama de tópicos mal hilvanados arrancan la cinta, con detalles técnicos y poca chicha que llevarse a la boca. La academicidad otorga un desapasionado panorama tan glacial que no llega a motivar. Interesar sólo a ratos de la mano de una buena puesta en escena y diferentes actores de oficio.
La torpeza de la narración estropea lo que me parece una buena idea acerca de elementos transversales del tiempo a través de los sentimientos que provocan la música.
Menos fino, como digo, es el recurso a lo nigromántico para justificar una serie de narraciones que poco tienen en común las unas con las otras más que la sospecha de que se ha querido envolver la ideas original con otras que pretenden adornarlas y, más bien, la echan a perder.
Existen muchas cosas en esta cinta, demasiado metraje, demasiada buena intención, pero por ningún lado se transmite al espectador el arrobamiento que se le supone a ese instrumento medio divino que nace de las manos del amor de un padre. Ese sentimiento enseguida se echa a perder y falta mucho pegamento para engarzar los diferentes momentos y tiempos.
Existen, sin embargo, unas malas transiciones temporales que no dicen nada bueno de los guionistas.
Como digo buenas intenciones y poco más.
Hay aquí una sensualidad tan poderosa que trasciende la cotidianidad de muchas épocas… para alcanzar el profundo corazón de lo poético, a través siempre de la música y de las pasiones humanas.
El director no había realizado ninguna película pero era un especialista en música, un músico singular, un artista fuera de los ambientes tradicionales y logró un reparto estupendo para componer esta maravilla que entremezcla todas las calidades técnicas y plásticas para elaborar un bellísimo, conmovedor poema de lo esencial: el destino, el amor y la muerte.