El vicio del poder
Sinopsis de la película
Explora la historia real sobre cómo Dick Cheney (Christian Bale), un callado burócrata de Washington, acabó convirtiéndose en el hombre más poderoso del mundo como vicepresidente de los Estados Unidos durante el mandato de George W. Bush (Sam Rockwell), con consecuencias en su país y el resto del mundo que aún se dejan sentir hoy en día.
Detalles de la película
- Titulo Original: Vice aka
- Año: 2018
- Duración: 132
Opciones de descarga disponibles
Si lo deseas puedes descargar una copia de esta película en formato 4K y HD. A continuación te añadimos un listado de opciones de descarga disponibles:
Opinión de la crítica
Película
6.8
36 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Abigail Marlowe
- Adam Bartley
- Alfred Molina
- Alison Pill
- Amy Adams
- Bill Camp
- Brandon Firla
- Brandon Sklenar
- Brian Poth
- Cailee Spaeny
- Christian Bale
- Don McManus
- Eddie Marsan
- Fay Masterson
- Jeff Bosley
- Jesse Plemons
- Jillian Armenante
- Joe Sabatino
- Joey Brooks
- Kirk Bovill
- Lily Rabe
- Lisa Gay Hamilton
- Liz Burnette
- Mark Bramhall
- Matt Nolan
- Naomi Watts
- Sam Rockwell
- Scott Christopher
- Shea Whigham
- Stefania Owen
- Stephane Nicoli
- Steve Carell
- Tyler Perry
Puntuación: 8,5
Verdades y mentiras
Antes de dirigir películas lo suficientemente serias como para recibir premios, el escritor, productor y director Adam McKay nos trajo comedias tan disparatadas como La leyenda de Ron Burgundy, Hermanos por pelotas y Pasado de vueltas.
La gran apuesta, donde trató un tema tan serio como la crisis económica de 2008 con gran dosis de humor, llevó a Mckay a hacerse un hueco en la primera división de la industria. Todo parece indicar que no tiene prisa por volver atrás. Y con razón. Si La gran apuesta le valió el Óscar a mejor guion adaptado, con El vicio del poder, McKay podría llevarse más de una estatuilla, incluyendo a mejor guion original. Y es que el retrato que el director hace del que fue el hombre más poderoso del mundo es tan despiadado como divertido.
La realidad que McKay comparte con nosotros supera con creces a la ficción. La película abarca, en solo dos horas, tanto el panorama político del país a lo largo de tres décadas como la vida privada de los personajes principales. Se sirve para ello de una imaginación desbordante a la hora de conectar historias y eventos entre sí. Y tal vez sea ese estilo tan ingenioso y osado el que haga difícil creer que todo lo que Adam McKay nos cuenta es verdad.
Grandes interpretaciones
Cuando Christian Bale recibió el Globo de Oro a mejor actor interpretar a Cheney, el actor galés agradeció a Satanás el haberle servido de inspiración a la hora de dar vida a su personaje. También lo podríamos hacer nosotros, los espectadores, afortunados de poder disfrutar de una interpretación certera, trabajada y, en resumidas cuentas, impecable.
Sus compañeros de reparto no se quedan atrás. Amy Adams interpreta a Lynne Ann Vincent, la esposa de Cheney y su hacedora. La actriz dota a su personaje de tanta personalidad que bien podría ser protagonista de su propio biopic.
Steve carell y Sam Rockwell tienen papeles mucho más pequeños pero no por ello fáciles de olvidar. El primero se pone en la piel de Donald Rumsfeld, un hombre arrojado e inteligente y el mentor perfecto para un hombre decidido a llegar lejos. Sam Rockwell, por su parte, da vida, literalmente, a George W. Bush, el presidente que dio a Cheney el poder para liderar el mundo desde las sombras.
Encajando las piezas
Tan importante como cada uno de los personajes que protagonizan El vicio del poder es el montaje a manos de Hank Corwin, quien ya trabajó con McKay en La gran apuesta, Como si se tratara de un juego, y con la intención de quitarle un poco de hierro a una historia tan demoledora, Corwin hilvana escenas que discurren en un mundo imaginario, falsos finales y momentos alejados entre sí con una agilidad asombrosa.
Conclusión
El vicio del poder es una película sin pelos en la lengua que cuenta una historia digna de toda nuestra atención. Con unas actuaciones estelares y una gran puesta en escena, McKay juega con el espectador de la misma forma que lo hizo Dick Cheney con los ciudadanos estadounidenses pero sin causar estrago alguno.
Escrito por Esther Alvarado
https://cinemagavia.es/el-vicio-del-poder-critica/
No está mal verla para tener en cuenta como crítica al gobierno republicano en general, aunque se centre en particular en el del Bush hijo que llevó a la guerra de Irak en el 2003. Para la gente de izquierdas esto será obvio por lo cual no tan interesante (aunque la constatación de las propias creencias nos gusta a todos). Para la gente de derechas, que por lo que dicen las votaciones a nivel mundial no escasean ni mucho menos, la peli ayuda a reconsiderar lo artificial de cierta parte de su ideología (think tanks financiados por grandes empresas, grandes campañas de marketing, etc.), que efectivamente pueden hacer sentir al espectador de derechas que le han tomado el pelo.
Ahora bien, así como el (gran) Clint Eastwood en la mediocre J. Edgar muestra los claros y los oscuros de la política republicana, o como el reportaje Rumores de guerra muestra básicamente los claros del controvertido Robert McNamara (responsable de la guerra del Vietnam y mil cosas más), aquí se muestran solamente los oscuros, bien oscuros, de la administración Bush. Se les presenta como un grupo de hombres más bien tontos, sin ideales siquiera, que movidos por la voluntad de poder acaban, de forma nada reflexionada, creando un percal descomunal de opresión y desigualdad a nivel mundial. En el caso de Dick Cheney apenas se llega a mostrar qué le guía en esa maldad, lo cual para mí hace el film bastante pobre, en especial si se compara con las obras que he mencionado o muchas otras. Por añadir otra comparación, en la excelsa serie The Wire ves y comprendes como nunca las razones que lleva a cada uno de los varios bandos e individuos a liarla como la lían.
Otro problema importante es que realmente no sabes hasta qué punto creerte tal narrativa: aunque lo aparenta no es un documental sino una ficción. Por ello, la cantidad de manipulación, maniqueísmo y sobresimplificación que pueden hacer es ilimitada. Y no parece haber un intento serio de tratar un tema complejo. Es un montaje como de graciosillo modernete hipster, lleno bromitas frívolas mezcladas con escenas de muertos inocentes causados por las guerras.
Probablemente sean muchas las personas que quieran evitar ver una película sobre el mundo de la política, ya que desde hace tiempo uno puede sentirse sobrecargado de tantos programas y noticias que hablan de nuestros políticos, de lo que hacen bien, de lo que hacen mal, de lo que se gastan de su bolsillo o a cuenta del contribuyente. Sí, a veces los ciudadanos se merecen un respiro y desconectar de la política viendo, por ejemplo, una película.
Por eso, El vicio del poder llega en un momento delicado, porque no todo el mundo está dispuesto a visualizar una historia de más de dos horas sobre un personaje político. Pero pensar así puede ser un error, pues El vicio del poder no solo habla sobre un individuo implicado en diversos acontecimientos que afectó a todo un país (y al mundo), sino que posee la virtud de narrar los hechos con tranquilidad, sin fatigar al espectador, hablando de muchos sucesos como el escándalo Watergate, la teoría del Ejecutivo unitario o los atentados del 11-S, pero sin profundizar mucho en ellos. Se trata, más que de contar la historia de Estados Unidos a partir de los años 60, hacerlo de aquellas personas que estaban en los despachos. Y aquí entra en juego Dick Cheney, interpretado magistralmente por Christian Bale y que le ha supuesto volver a realizar otra de sus múltiples transformaciones físicas. Desconozco si lo que se cuenta de él es más verdad que mentira, pero lo que sí sé es que la película funciona tanto en su faceta política como familiar, donde también está el personaje de Amy Adams, quien vuelve a demostrar que es una de las mejores actrices del momento.
Lo que más me gusta y valoro de El vicio del poder es que, tratando temas que no tienen ninguna gracia, es capaz de provocar en el espectador una permanente sonrisa gracias a su continuo humor, introducido inteligentemente y en el momento oportuno y que no todos podrán apreciar. Algo parecido pasa, por ejemplo, con el cine de los hermanos Coen. No todo humor debe gustar a todo el mundo. Y el de esta película es especial, cosa que los realizadores saben y dejan claro que es así (no se vayan de la sala segundos después del final de la película). Observen, por ejemplo, la memorable escena protagonizada por Alfred Molina, cómo se elige a un equipo de gobierno o el momento en el que se piensa profunda y minuciosamente en tomar la difícil decisión de atacar a Iraq. Todo ello con un montaje absolutamente dinámico y atractivo para deleite del espectador, quien no debería tener motivos para aburrirse con esta historia que merece ser vista, al menos, una vez.
La crítica de un film como éste, supera con mucho a una mera reseña de los valores fílmicos. Es un tipo de films como el anterior de su director The Big Short, tremendamente ambiguos cuyo análisis requiere más que centrarse en lo que cuenta, hacerlo en lo que no cuenta. A base de flashes para condensar algo tan complejo como la política norteamericana de los últimos años, desde la muerte de Kennedy, utiliza los hechos en beneficio de lo que pretende contar, por eso la pregunta es doble: en primer lugar Qui prodest (A quien beneficia), y en segundo y lo más importante qué omite y por qué.
Podemos decir que toda selección de los hechos de la historia encubre un designio del relato y sirve para ocultar otros relatos.
El film al igual que su antecedente The Big short, es tramposo en cuanto que oculta una parte del relato de la historia de EEUU. Está construido en forma de guión, hoy muy típico del cine americano, que suelta fragmentos a borbotones, que se disfraza de bioepic o biografía, pero que sus últimas intenciones son claramente políticas para criticar algo y para afirmar, elípticamente, otras cosas.
De lo que cuenta: La ascensión al poder de Dick Cheney, y que cómo Vice, asume los poderes totales del Presidente, y es responsable, mediante una hermenéutica de las leyes consiguir el Poder Ejecutivo Unitario y que presenta como títere a la Presidencia de Bush 2, y a su vez infiere la pérdida de soberanía del pueblo americano. Es algo conocido. La implicación de la guerra de Irak en los intereses de la multinacional Halliburton de la que fue CEO, Cheney, también era conocido.
Qué es lo que no muestra?.. y sería necesario. Si el film comienza con la Presidencia de Nixon, y sólo vemos en una breve aparición a H. Kissinger, Debería asumir que todo empezó con la política de ese extraordinario muñidor que fue Henry Kissinger. Secretario de Estado con Nixon, republicano y con Ford, demócrata y hacedor del nuevo orden mundial que ha sido el más influyente político americano al que debemos el orden, que hasta el momento, ha prevalecido.
Sus datos son fácilmente accesibles:
– 1955: Asesor del Consejo de Seguridad Nacional
– Sus viajes secretos a China, para establecer relaciones y su participación con Soros en el desmoronamiento de la la Unión Soviética. Su participación económica en la China Ventures Inc y su implicación en la instauración de lo que hoy llamamos globalización.
– Su implicación en la Crisis de Oriente Medio. Israel/Paises Arabes. (1973)
– Su participación en la instauración de todas las dictaduras del Cono Sur.
– Su intervención en los bombardeos secretos de Camboya y su implicación/responsable en la ascensión de Pol-Pot.
– Su viaje a España en 1973, cuando Franco era un espectro del pasado (ver:Charles Degaulle) y preparar nuestra futura democracia.
– La implicación en el Inpeachment de Nixon. (Son conocidas sus desavenencias en el Orden que pretende instaurar.)
– Su actuación durante muchos años en la trastienda del poder hasta la actualidad.
Otro tema escamoteado es la economía financiaría de los EEUU, con la ruptura de los acuerdos de Breton Woods, y el abandono del Patron Oro y la creación del patrón Dólar y los Petrodolares. (Nixon 1971).
Las Crisis económicas a partir de la ruptura de los acuerdos de Breton Woods. (Patron Oro)
La Utilización de la FED.
Otra simplificación es la oposición infantil de Republicanos y Demócratas y no mostrar el trasvase de poder de las Oligarquías de los clásicos republicanos conservadores a las oligarquías que apoyan al partido Demócrata. Petroleo, Armamento, Salud- Medicare: Cheney/Clinton Obama etc.
Efectivamente, ese es otro film, pero éste no es un simple bioepic con un Tyrannos y un presidente bobo. Detrás está la política norteamericana desde el final de la 2ªG.M. Y cómo fue posible la ascensión de un gris Cheney en una administración preparada desde los tiempos de Henry Kissinguer/Bush I/CIA etc.
Otra cosa que extraña es que en la breve mención de todos los presidentes a través de flashes o fotofijas, no está Bill Clinton otro títere movido por los hilos de las multinacionales/globalistas, de la que fue fiel escudera su esposa Hillary.
Demasiadas omisiones para llegar.. a dónde?. Restituyamos el poder al pueblo frente al autócrata Donald Trump?. Vemos que como productor aparece el demócrata Brad Pit.
Estas consideraciones/especulativas son necesarias, a mi juicio, para entender el film y poder hacer una crítica de él.
Empezaré siendo sincero: no soy demasiado fan de Adam McKay. No lo era de sus comedias de los 2000, pero esta nueva etapa suya de analista político-económico que inició con La gran apuesta tampoco me termina de convencer. Veo virtudes en su forma de hacer, pero el resultado me resulta caótico.
Lo que más me transmite McKay como guionista es inseguridad. Veo a un artista que sabe que tiene debilidades, y que teme sus limitaciones. Es por eso que Vice se vale de truquitos constantes para distraer al espectador y maquillar estas debilidades: un cameo de Alfred Molina por aquí, otro de Naomi Watts por acá, un poquito de metraje de noticieros entremezclado con el resto de escenas, un narrador que uy, quién será y por qué sabe tanto sobre Dick (por la puta cara, ya os lo digo yo) y que aparece cuando no sabe cómo continuar el guion de manera orgánica, etc. El resultado es caótico, y aún más importante, poco consistente.
Poco consistente porque al final de la película tienes una escena en la que un personaje rompe la cuarta pared y le habla directamente a la cámara cuando es algo que durante el resto de la película solo ha hecho el narrador.
Poco consistente porque utiliza la voz en off del protagonista durante una escena y no vuelve a hacerlo en ninguna otra. Poco consistente porque mezcla realidad con ficción de forma completamente arbitraria. A veces el tono es grave, otras jocoso. Se utiliza metraje real de Obama, Hillary Clinton o Reagan, pero los demás personajes están interpretados por actores. A veces las escenas son metafóricas, pero otras no. Otras simplemente son recreaciones sacadas del ojete porque es que nadie sabe qué pasó en realidad (en serio, la escena de los diálogos shakesperianos, qué coño me estás contando). Se puede tener mordiente, se puede ser satírico, se puede ser todo lo transgresor que quieras, pero el lenguaje cinematográfico tiene que tener foco, dirección, y el de esta película no lo tiene. Encima nos la venden como si fuera una comedia dramática, cuando de comedia más bien poquito.
Otro problema que encuentro es la información que presenta, y cómo la presenta. Cuando eres pequeño, tu padre te da la comida a cucharadas. Adam McKay usa un cucharón, y te pone un embudo en la boca. Durante toda la segunda mitad las escenas se atropellan, sobrecargadas de información, mucha de ella irrelevante e innecesaria. Utilizando el recurso del tablero y las fichas (otro truquito que hace que todo parezca súper loco e innovador) te presenta a personajes que no tienen ninguna trascendencia en la trama. No vuelven a aparecer. Datos legislativos, fechas, otro personaje que vuela por la pantalla, subtramas, etcétera. Da la sensación de que el guionista quiere hablar de muchos eventos, pero se queda sin tiempo, así que los comenta por encima y pasa al siguiente. Se acumulan datos y más datos, uno detrás de otro, y presentados con una preocupante falta de orden. El montaje, acelerado, histérico y en ocasiones abrupto, solo contribuye a la vorágine.
Todos estos vicios (que bueno, para mí son vicios, seguro que a mucha otra gente fue precisamente lo que les enganchó) ya estaban presentes en La gran apuesta, pero me da la sensación de que aquí están aún más fuera de control. Y es una lástima, porque no es una película terrible ni exenta de virtudes, ni mucho menos. De vez en cuando McKay pone el freno de mano, se relaja y presenta muy buenas escenas, escenas en las que realmente tenemos la oportunidad de sumergirnos con más calma en las dinámicas de la Casa Blanca, y aún más importante, en la figura de Dick Cheney, que es, a todas luces, una figura fascinante, independientemente de dónde se sitúe cada uno en el espectro político. Pero claro, enseguida se le vuelve a ir la olla y reaparece Naomi Watts en modo eh mira, soy Naomi Watts haciendo otro cameo , cosa que me vuelve a sacar de la película por completo. ¿Estoy viendo Torrente y no me he enterado?
Estaremos todos de acuerdo en que lo mejor de la película es Christian Bale, ese señor loco que te pierde no sé cuántos kilos para hacer El maquinista y que unos meses después se pone petadísimo y empieza a rodar Batman begins. Su transformación aquí es digna de admirar, sin duda, pero eso solo demuestra compromiso con el papel. A la hora de la verdad, es la interpretación lo que vende al personaje. Por suerte, Bale está fantástico, una vez más. Las formas, los pequeños gestos, los patrones de habla, todo funciona a las mil maravillas en la construcción de Dick Cheney. Amy Adams, actriz que a mí me parece infravaloradísima, suma otro éxito a su enorme lista de actuaciones notables. El resto del elenco también funciona bastante bien.
También cabe decir a favor de la película que el mensaje que pretende trasmitir llega con claridad, y es que el guion de Vice no se caracteriza por su sutileza, ni muchísimo menos. La manipulación de los medios, el abuso de poder, la corrupción política… Asuntos que es evidente que frustran y mucho a Adam McKay (y bueno, a todos nosotros, asumo) y que están señalados con rabia y nervio. La intencionalidad queda clara, desde luego.
En resumen, Vice me ha parecido una historia fascinante asfixiada bajo el peso de una película que, a pesar de sus aciertos, sufre a mi juicio de graves problemas de cohesión, tanto estilística como narrativa. Yo lo siento, sé que a mucha gente le ha gustado, y sé de un par de colegas míos a los que les va a encantar, pero es evidente que el rollo de Adam McKay no está hecho para mí. Qué se le va a hacer. Siempre me quedará Aaron Sorkin.
Puntuación: 5,9