El veredicto (La ley del menor)
Sinopsis de la película
Fiona Maye (Emma Thompson) es una prestigiosa jueza del Tribunal Superior de Londres especializada en derechos familiares que atraviesa por una grave crisis matrimonial. Cuando llega a sus manos el caso de Adan (Fionn Whitehead), un adolescente con leucemia que se niega a hacerse una transfusión de sangre al ser Testigo de Jehová, Fiona descubrirá sentimientos ocultos que desconocía, y luchará para que Adan entre en razón y sobreviva.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Children Act aka
- Año: 2017
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
6.1
51 valoraciones en total
El veredicto no es un drama judicial. Aunque lo parece. De hecho la premisa de partida, extremadamente dolorosa desde un punto de vista ético, no tiene mucho recorrido de carácter jurídico. Esto el espectador lo juzgará. La película arranca con la negativa de una familia – con unas creencias religiosas determinadas – en autorizar el tratamiento que requiere transfusiones para un joven de 17 años.
Esta premisa no es el elemento central sino una ilustración sobre otro conflicto: la crisis de una pareja compuesta por Emma Thompson y Stanley Tucci. Y el drama del joven abre el camino a una relación bastante peculiar entre él y la Juez (a). Y esta relación permite la reflexión posterior sobre el sentido de la vida, el significado del amor y la muerte. No es que el material de partida sea malo, pero encajar estos elementos no es simple y me temo que el director Richard Eyre no ha entendido demasiado bien al guionista y autor de la novela original.
Pienso que Woody Allen hubiese hecho una obra maestra describiendo los ángulos de una crisis de pareja y una reflexión sobre la vida con el impacto de un drama acerca de la salud, la ley y la fe. Pero me temo no es el caso. No es sólo la lentitud de la cinta, es lo forzado de alguna de las situaciones y la cursilería extrema en otras (Emma Thompson vestida de noche correteando por un hospital…y uno pensando ahora veo al maquillador o al director de iluminación para que Emma salga fantástica ) Sí, es esa sensación de falsedad e impostura lo que te saca continuamente de la película. Fallos de dirección.
Los recitales de Yeats rozan la vergüenza ajena. Y los momentos musicales – desde mi punto de vista – tienen un punto engolado y falso que parece estar orientado a jugar con los sentimientos del espectador, consiguiendo lo contrario.
Stanley Tucci está serio y es creíble. Humano. El resto no, lo siento. Una lástima para una materia prima que daba para mucho y que cocinada por Richard Eyre nunca cobra autenticidad.
Para mí la trayectoria de Richard Eyre es desconcertante: es capaz de hacer proyectos televisivos curiosos, productos mediocres o películas notables como, para mí, la mejor que él ha dirigido, Diario de un escándalo. No recuerdo ninguna que sea abiertamente mala, pero sus resultados son muy desiguales. Esto le ocurre a muchos directores y creo que se debe, sobre todo, a que muchas veces, el material que tienen entre manos es más prometedor sobre el papel que a la hora de llevarlos a cabo. Es lo mismo que le ocurre a su novelista, Ian McEwan, autor de moda, que al ejercer de guionista le falta el pulso que tiene como novelista, interesando más el tema a tratar que su resultado, y es lo que ocurre sobre todo en esta ocasión con El veredicto (La ley del menor). Y es una pena, porque podía haber salido mejor.
El transcurso del film es como una de las primeras gotas de lluvia que caen sobre el cristal de una ventana, sea en Londres o en Newcastle, precisamente donde se ha rodado: su forma es definida, va marcando un recorrido que, según va bajando, el tamaño de su gota va decreciendo hasta llegar al pretil casi imperceptiblemente. Y esta forma poética de narrarlo me nace, como diría un argentino de pro, del mismísimo orto, ya que en su deficiente doblaje por ejemplo, confunden al poeta irlandés Yeats con un mal pronunciado Yates. Mal empezamos, sobre todo en un film pretendidamente refinado en el que, lógicamente, el magnífico juego de tonalidades de voz de su protagonista se pierde. Es más, para la creación de su personaje central, Fiona Maye, creo que McEwan ha bebido de la estupenda adaptación que hizo Gerald Ayres de la obra de Joyce Van Druten, Ricas y famosas, concretamente del personaje de Liz Hamilton que encarnó Jacqueline Bisset. Aparte de sus ciertas referencias literarias en el spoiler detallaremos más motivos que nos inducen a pensar eso.
El caso es que, como decíamos, el film empieza bien pero según va avanzando va perdiendo fuerza e interés, por lo que al final se queda en un film correcto, pero del montón, que se olvidaría con rapidez, a no ser por unos pocos factores: su interesante banda sonora, el eficiente reparto de secundarios y sobre todo por el descomunal y muy difícil trabajo de su protagonista, Emma Thompson, la cual ya sabíamos que era capaz de muchas cosas como, por ejemplo, tocar el piano o cantar, cosas que hace en la película, muy virtuosa ella por cierto. Pero también es verdad que, aunque atravesó una época que muchos le cogieron cierta tirria al ser Doña Perfecta, llevarse un Oscar como actriz y otro Oscar como guionista al adaptar de maravilla a Jane Austen e imponer a Ang Lee con el mejor olfato del mundo, sigue siendo una actriz con pocas oportunidades para la comedia, pero sus trabajos, en la mayoría de los casos, son toda una lección de interpretación sin ni siquiera aparentar serlo, lo cual es mucho más meritorio, como en este caso. Su posible nominación al Oscar podría caer en saco roto, pero no sería ningún favoritismo si acabara siendo una de las finalistas en la próxima edición, aunque la Academia de Hollywood haya determinado hace tiempo que ya ella no esté de moda, quizás por acumular muchos títulos irrelevantes en su carrera. Estas cosas de los premios son así.
Todo es corrección y hay incluso cierta asepsia, cuando no debió ser tan impoluta, al tocar, se supone, un tema espinoso y además pretender poner en tela de juicio, nunca mejor dicho, muchos temas en la palestra. Lo que sí me gusta es que la pareja de forman Thompson y Tucci no sea convencional, sobre todo físicamente, ya que ella es más alta que él, y con tacones más. Está bien que esos detalles dejen de importar.
Basada en la novela del mismo titulo de 2014 escrita por Ian McEwan (En la playa de Chesil) quien también escribe el guión de la película. Dirige Richard Eyre conocido por películas muy interesantes como Diario de un escándalo , Iris o Belleza Prohibida .
La juez Maye (Thompson) es una esposa sin hijos que vive con su marido Jack (Tucci), pero también es una adicta al trabajo, algo que le está ocasionando problemas en su matrimonio, sometida a mucho estrés se ve afectada por un caso en el que está trabajando de un joven llamado Adam (Fionn Whitehead de Dunkerque ) testigo de Jehová y menor de edad, ya que él y sus padres se niegan por motivos religiosos a una transfusión de sangre que necesita desesperadamente para combatir su leucemia. La juez decide ir a verle al hospital provocando en los dos unos sentimientos intensos.
Emma Thompson está espectacular en su papel resolviendo juicios a menores con la máxima atención y justicia lo que le lleva continuamente a estar en el punto de mira de la prensa. Férrea y elegante pero con la falta de un hijo al que amar y un marido que la abandona unos días para tener una aventura con otra mujer, cae en una sensible responsabilidad moral con el caso del joven que está juzgando.
El film tiene una buena carga dramática muy respetable, pero al igual que En la playa de Chesil los personajes emocionalmente son muy intensos, pero hay veces que no te crees la manera que tienen de actuar por las complejas cuestiones morales que intenta examinar.
Magnífica banda sonora de Stephen Warbeck.
Destino Arrakis.com
Es una historia contada diferente, sin pasión y sentimentalismos fáciles, donde la elección de los actores marca el resultado. Porque si la protagonista no fuera Emma Thompson no sería lo mismo,por la naturalidad y armonía que muestra en cada escena. Resulta siempre tan creíble que se desdibuja la actriz y solo ves el personaje.
Es un planteamiento sencillo, la decisión de una jueza durante un proceso con un menor a las puertas de su mayoría de edad. Decision hecha en un momento de bajón personal y que influye en el desarrollo de la historia.
La edad biológica frente la legal. En un momento otros deciden por ti y a los dos meses ya eres adulto para tomar tus decisiones. Y es que la película solo habla de las decisiones en la vida personal, en el trabajo y como van influyendo en los acontecimientos propios y de los que nos rodean aunque sean circunstanciales afectan como una ola que se expande.
Con un final de lucimiento para su protagonista y Stanly Tucci que trata de comprender en un momento lo que por su decisión anterior no ha compartido.
Una película de actores con una historia real sin expavientos dramáticos que merece mucho la pena.
Aplicar, impasible, los preceptos legales no es siempre sinónimo de justicia. Sobre todo, cuando permanecemos abducidos por la urgencia de lo inmediato y persistimos en el hábito de lo prestigiado por el paso del tiempo y que sancionamos como inamovible y completado. Nada más falaz que creer que todo seguirá siendo siempre igual a lo que ya conocemos porque no conseguimos imaginar otra posibilidad. Cada caso particular merece ser tratado con mimo y dedicación, con la debida atención y cariño como si fuera único e irrepetible. Y en nuestra vida cotidiana deberíamos aplicar este mismo axioma: hoy nada es igual a cómo ayer lo fue, sino que está sometido a las mudanzas y alteraciones que el tiempo marca con su inexorable erosión y descuido. Creer cualquier otra cosa es mantenerse de espaldas a la realidad.
Una vez más, Ian McEwan nos propone, tanto en su novela original como en su guion adaptado, una historia en apariencia ordinaria que encubre abismos de desasosiego y ponzoña que van más allá de lo evidente. Por una parte, tenemos un matrimonio de mediana edad, sin hijos, entre un profesor universitario y una juez cuya relación parece resentirse de la corrosión del tiempo y el orgullo. Por otra parte, un caso judicial de extrema urgencia: unos tercos padres, Testigos de Jehová, que niegan a su hijo adolescente una transfusión para facilitar el tratamiento contra la leucemia que lo está postrando en su lecho de muerte. Pero ambas historias se acaban cruzando hasta converger en una única, en la que las certezas de la inconmovible magistrada se ven socavadas, al tiempo que entabla una ambigua relación con el menor hospitalizado, que – una vez repuesto – busca su tutela y guía.
Sin embargo, ante la pregunta: ¿de qué va todo? cabe decir que no es unívoca. La ambigüedad puede causar inquietud en aquellos que necesitan certezas y ser llevados de la mano para evitar el temor o la incertidumbre. Pero, en mi opinión, ésta es una de las virtudes de la cinta, que no antepone las posibles respuestas ante la intranquilidad que su desarrollo nos puede ocasionar. Como personas libres que somos, debemos enfrentarnos a la turbación que se nos abre durante el desarrollo de la trama, sin dejarnos condicionar ni por lo que sabemos ni por lo que estamos viendo. Deberemos sacar nuestras propias conclusiones – y si no nos atrevemos a aceptar el envite, es que somos huérfanos del libre albedrío que tan alto pregonamos como, en lo íntimo y callado, podemos lamentar. Si la vida fuera fácil, ¿qué mérito o provecho habría en transitarla?
Resaltar la excelente interpretación de Emma Thompson. Y quien sepa todas las respuestas que oposite a demiurgo.