El vacío (The Void)
Sinopsis de la película
Un policía traslada a un hombre herido a un pequeño hospital, y la violencia no tarda en desatarse. Los pocos médicos y pacientes que hay se ven rodeados por unos encapuchados y amenazados por una extraña criatura que crece dentro del hospital.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Void aka
- Año: 2016
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
5
85 valoraciones en total
Me resulta difícil el ponerle la nota a la película ya que si durante su visionado, en su primera parte sobretodo, estaba encantado y la película me había agarrado mis intestinos y no hacía más que retorcerlos, en su tramo final claramente todo es mucho más espeso y va perdiendo intensidad y llevándote a un lugar, al que cada vez estás más seguro de que no entenderás totalmente su significado.
Para mí está más que clarísimo que es un Survival de terror de los más asfixiantes que he visto y que se aproxima y mucho al cine de su compatriota canadiense David Cronenberg. Por supuesto que la atmósfera de Lovecraft está ahí y también su temática, llamémosla horror cósmico .
Le pondremos un 6 de nota ya que sí me entretuvo pero como digo la parte final me deja un pelín helado ya que no se si no la llegué a entender del todo o que no había mucho más que entender. A lo mejor en un segundo visionado que haga y que probablemente no sea en Versión Original subtitulada le subo nota… o a lo mejor se la bajo.
Recomendada para los amantes del Survival, Lovecraft y/o Cronenberg.
Los directores de esta película son bastante más listos de lo que pudiera parecer.
Habría sido fácil mezclar todo Lovecraft y Clive Barker en un mejunje tan atractivo como superficial, servirlo con algunos trucajes de maquillaje de la vieja escuela y proponerse que la cosa en cuestión no baje el ritmo en ningún momento.
Pero lo difícil, lo especial de esta propuesta, es proponerse una película de terror diferente, evitando que los personajes hagan el tonto convenientemente para avanzar la trama, y que todo lo que les pase tenga crudas y aterradoras consecuencias.
The Void es consciente de sus carencias, pero elige maximizarlas desde el primer minuto: un policía lleva a un misterioso herido al hospital más próximo, donde se encuentra su ex-mujer, mientras unos siniestros enmascarados cercan el recinto con algún propósito.
Lo que podría parecer una pieza de agobio en la que los residentes del sitio deben lidiar con acosadores fanáticos da paso a un asalto continuado y progresivo, en la que los personajes no se encuentran a salvo por mucho que se alejen de la amenaza.
Rondan monstruosidades inimaginables por los pasillos, mientras una embarazada sufre sus primeras contracciones en un despacho, y dos brutos armados deciden que es el mejor momento para añadir un poco de violencia al cóctel.
En estas circunstancias, se podría haber hecho que Daniel, el policía protagonista, tuviera que calmar a un grupo cada vez más asustado y torpe, que intenta salir de la situación como puede: nada más lejos de la realidad, pues se prescinde del clásico tonto que morirá el primero, o la clásica tonta que no tiene cuidado alguno.
Aquí todos están asustados, superados por la situación, y tienen serios problemas para poder salir adelante. Hasta Daniel, que hasta poco antes apenas había parecido un capullo, encuentra tiempo para sacar cabreo de su miseria, harto de ser un mindundi al que nadie presta atención.
Todo esto solo beneficia los prodigios de maquillaje tentacular y sanguinolento que se ven: quizás empecemos a temer porque una de esas aberraciones intente masticar a la enfermera en prácticas, que intenta ser útil, o por la pobre médico que intenta rehacer su vida tras perder un hijo.
No están ninguno de esos temidos momentos nos ponemos a hablar de nuestras cosas o te cuento mi historia triste para que llores porque no hay tiempo, el culto de túnica blanca quiere entrar en el hospital y dichos dramas individuales solo suman a la mezcla, sin que en ningún momento tengan que bajar su efectividad.
El clímax es pura pesadilla subconsciente: una inmersión en el derruido sótano del hospital, donde moran fallidas fusiones de carne o durísimos traumas personales.
Pero hay que atravesarlo, no queda otra, siendo así una celebración de la valía de la persona corriente frente a terrores cósmicos, que tienen muy segura su conquista sobre nuestros oscuros deseos o retorcidos alivios.
Al final, puede que te quede una buena sensación de satisfacción: la que solo puede provocar una historia que sabe perfectamente en qué puede lucirse.
Una clara elegía a Lovecraft, es lo que es precisamente The Void (The Void, 2016) una película estrenada en el festival de Sitges del pasado año y dirigida a medias entre Jermy Gillespie y Steven Kostanski. De producción canadiense, la película es una mezcla entre los filmes de terror de los años ochenta y un homenaje a la literatura del citado Lovecraft. Hay que añadir que la producción y la mayoría del reparto son canadienses, una cinematografía que si bien hasta ahora se dedicaba a producir a mansalva películas directas a un mercado menor, en la última década han sido capaces de perfeccionar la calidad de sus obras.
El argumento es sencillo, pero el filme no desvela sus intenciones de golpe, sino que se dedica poco a poco a ir soltando los entresijos de la trama. En realidad, uno de los grandes juegos de la película consiste en precisamente en ir sorprendiendo al espectador con diferentes golpes de efecto. Algunos bien intencionados, otros cogidos más con pinzas. El inicio de la película es de hecho la esencia misma del filme: Sin que sepamos porque, lo que parecen un par de psicópatas intentan matar a sangre fría a dos personas. Una de ellas consigue escapar, y se encuentra con un policía, nuestro personaje principal, interpretado por el actor canadiense Aaron Poole, quien lo llevará a un pequeño hospital que se encuentra en remodelación, y donde trabaja precisamente su exmujer, interpretada por Kathleen Munroe. A partir de ahí, la trama se complicará enormemente, tocando numerosos palos del género, incluyendo el fantástico y el thriller.
No es la dirección uno de los fuertes de la película. Ya al inicio de la obra se puede observar una cámara dubitativa, que en algunas ocasiones aborda de manera fallida a nuestros personajes siguiéndolos mediante cámara en mano. Una narrativa muy poco sólida que no encuentra su sitio ni tampoco sabe exactamente como ajustar la forma con el fondo, si exceptuamos algunas partes concretas del metraje. Es cierto que hay momentos a destacar, pero no están creados por la dirección, sino por la ambientación que aporta el maquillaje y los efectos especiales.
Y es que uno de los puntos más decisivos del filme es sin duda los efectos especiales y el maquillaje. Esto puede sonar a priori contradictorio, pero en realidad estos dos elementos constituyen per ser una más que interesante parte clave del filme. La atmósfera del filme, que es el gran pilar en el que se sustenta la obra (a años luz del argumento) está constituida en estos dos pilares, de los que hay que hacer mención obligatoriamente. Especialmente por la recreación que consigue hacer el filme de algunas secuencias, y es que pocas veces se ha conseguido plasmar en la gran pantalla un panorama tan desasosegante como el que nos presenta el filme, especialmente en los últimos minutos del metraje, donde como bien dice una de las líneas del diálogo, nos encontramos ante el mismísmo infierno. Los cineastas, ayudados por un genial equipo técnico, son capaces de dar (por lo menos en gran medida) una atmósfera que inevitablemente recuerda a las obras de Lovecraft (desde los monstruos, pasando por el portal interdimensional, citando obligatoriamente las criaturas que parecen existir antes que el bien y el mal, como los primigenios, incluso algunas citas argumentales como la del Mad Doctor…), pero también parecen aparecer otros elementos populares. El hospital desierto recuerda a la saga de videojuegos de Silent Hill, así como el diseño de algunas de las criaturas que aparecen hacia el final.
Uno de los grandes problemas del filme es su superficialidad. A pesar de que los elementos del filme evocan a los grandes pilares del género fantástico, la película no es capaz de pasar de la cita. La profundidad no se vislumbra y desafortunadamente todo queda en un giñapo que como película de serie B sin pretensiones tiene su público y su funcionamiento, pero que deja la sensación de que se podría haber aspirado a un poco más.
En definitiva, una película obligatoria para los amantes del género, pero que no esperen una obra maestra, sino una obra artesanal hecha desde el amor a lo más nauseabundo. Hacia aquellos seres que estaban antes que Dios y el Diablo y de los cuales apenas podemos llegar a entender. El horror cosmológico os espera.
https://wordpress.com/post/neokunst.wordpress.com/8228
Que más decir, hace años que no he visto una buena película de serie B de terror como ésta. Homenaje a Carpenter pues hay muchos detalles de la trama sacados de varias películas suyas pero bien hilado y me ha hecho sacar una sonrisa al recordarlos.
Hay detalles en la fotografía muy buena, conforme se acerca al final.
Teniendo en cuenta que son actores desconocidos del filón de cine de terror canadiense que últimamente se ve mucho en el canal SciFy, no lo hacen tan mal, aunque he echado de menos alguna cara conocida como en las de Carpenter.
Y lo bueno para el final……LOS MONSTRUOS NO SON POR ORDENADOR!! VIVA LA VIEJA ESCUELA!!! 😀
A quien le guste este tipo de películas de serie B no la defraudará.
Divertidísimo terror de serie B, sin pretensiones ni tonterías. The Void rinde homenaje a las maravillas cuasi artesanales con que el maestro John Carpenter reinventara el subgénero en los fecundos 80. En concreto vendría a ser el insalubre producto de refundir Assault on Precinct 13 (Asalto a la comisaría del distrito 13, 1976) —libre remake, a su vez, de Río Bravo (ídem, 1959), casi nada— y The Thing (La cosa. El enigma de otro mundo, 1982).
No contentos con tales premisas, Jeremy Gillespie y Steve Konstanski, responsables de esta bendita locura, deciden sazonarla, y de manera generosa, con una serie de motivos lovecraftianos que llevan el despiporre hasta más allá de las fronteras del paroxismo. Porque el resultado es una orgía de mocos, tentáculos, evisceraciones, aberraciones anatómicas y cabezas estallando como piñatas. Todo ello bajo la omnicomprensiva coartada del horror cósmico y narrado con indesmayable sentido del rtimo.
El recurso a las prótesis y a los efectos especiales analógicos dotan a The Void de un encanto añadido, haciéndola parecer de otra época. De hecho, y como muchas cintas del último cine de terror, la propia historia se ambienta en esa especie de locus amoenus en que el boyante negocio de la nostalgia ha convertido los años anteriores a la totalitaria revolución de las telecomunicaciones.
¿Qué importa si el guión presenta unas lagunas más grandes que el mar Caspio? ¿O que haya unos fallos de raccord que ni un corto con colegas filmado en una noche sin mejores cosas que hacer —¿acaso las hay?— y bajo los efectos de una variada gama de sustancias nefandas? Minucias. Un puñado de palomitas, un sonoro sorbo al refresco de litro y a esperar el siguiente regüeldo bizarro. Nada que temer, apenas si tarda unos segundos en producirse. Y así durante 85 gozosos minutos. Qué alegría, qué jolgorio.