El último viaje del juez Feng
Sinopsis de la película
Provincia de Yunnan, al sudoeste de China. Un tribunal ambulante recorre los sinuosos caminos en su gira anual. El viejo Feng es el juez. Su secretaria, Yang está a punto de jubilarse. Les acompaña el joven juez Ah-Luo, que se estrena en esto de las giras. Un caballo viejo transporta la insignia nacional, los expedientes y todas sus pertenencias. Un viaje fuera de lo común por la China rural y sus minorías étnicas, en donde, a través de los conflictos, se nos muestran tradiciones y leyes ancestrales y cómo la justicia del Estado choca con la sabiduría campesina.
Detalles de la película
- Titulo Original: Mabei shang de fating (Courthouse on the Horseback)
- Año: 2006
- Duración: 101
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Opinión de la crítica
6.2
51 valoraciones en total
Para una aficionada a todo ese cine oriental de excelente calidad que nos llega de China, Japón, Corea del Sur y otros lugares, en el que se incluye ese cine dedicado a los pueblos perdidos en medio de la nada, a esa población rural que entiende poco del frenesí urbano, esta película es una propuesta como mínimo interesante. No ha pasado de ese grado, pero al menos deja con buen sabor.
Se trata de cine social de ritmo lento, sin prisas, que muestra a la gente llana y humilde de los extensos interiores de China, y que trae aromas a tradiciones atávicas.
Sin más decoración que unos paisajes abruptos e inacabables, seguimos los pasos del experimentado juez Feng, de su secretaria que está a punto de jubilarse, y de un joven juez primerizo que empieza a estrenarse en el complicado oficio de ser juez ambulante.
Las grandes distancias en un país enorme como China, y la enorme dificultad que se le plantea a la numerosísima población para acceder incluso a los servicios más básicos, conllevan la aplicación de medidas como los tribunales ambulantes. Un equipo formado generalmente por un juez y algún ayudante se aventura por zonas de difícil acceso para administrar justicia en diversos poblados y aldeas distribuidos por la intrincada geografía china.
Estos poblados tienen poco acceso al mundo exterior y viven casi aislados y sujetos a sus leyes locales y a sus costumbres cerradas e inamovibles. Leyes propias que en muchos casos contradicen o discrepan con la justicia institucionalizada, representada por el juez ambulante.
De este modo, el juez Feng año tras año se halla ante una dura tarea, porque es condenadamente difícil administrar una justicia razonable y equitativa y que sea aceptada por los lugareños. Éstos tienen sus propios conceptos erráticos de la ley, y además median conflictos y rencillas entre clanes y la desorbitada testarudez y un feroz orgullo, ya que al tratarse de aldeas pequeñas, la imagen pública es más importante y más delicada de lo que pueda parecer. Cualquier mínima disputa puede derivar en un baño de sangre si no interviene una mente lúcida y acostumbrada a lidiar con tanta obstinación.
Vamos de pueblo en pueblo, conociendo costumbres, conflictos y el modo en que se van resolviendo o no. El viaje anual del juez Feng es mucho más que un viaje de trabajo. Es un viaje existencial en el que la soledad le persigue, la amargura por lo perdido, los quebraderos de cabeza de su delicado oficio, y la lucha consigo mismo. Observamos su interacción con sus compañeros de viaje. Con su secretaria sensata y llena de fuerza interior. Con el jovencísimo juez novato, impulsivo y rebelde, recordando a Feng quizás una juventud que le duele recordar. Y con las gentes de la aldea y sus férreos códigos de honor.
Pese a haber pasado la censura, la película refleja la separación de dos mundos, el de la ciudad y el campo. También nos introduce en el problema de la autoridad, que sin símbolos no se puede impartir y sin el respeto del pueblo tampoco.
Hay un gran trasfondo social que analiza el problema del Partido y del pueblo en el que reina. Nos ambienta en una parte de la realidad social de China actual, aunque podría ser cualquier época de los últimos 50 años. Descubres que existen otras formas de pensar y otras prioridades en la vida.
Es una película para ver relajado, no hay acción, porque para eso estamos en el campo. Refleja la dureza del camino, aunque algunas veces puede llegar a cansar, pues la banda sonora no ayuda mucho (aunque al final le coges cariño). Es lenta como el pasar del tiempo en algunas zonas rurales.
El juez Feng y su ayudante la Tía Yang, acompañados por el joven juez Ah-Luo, inician un viaje de trabajo por varios pueblos del cantón de Ninglang, situado en las montañas de la provincia de Yunnan, al sudoeste de China, y aislado del resto de la región por peligrosos senderos. Resuelven pequeñas disputas entre vecinos de pueblos recónditos, encaminados por un caballo que lleva a cuestas el emblema del gobierno. Significativo es el título en inglés de la película: Courthouse on the Horseback.
Feng, quien a lo largo de los años ha adquirido sentido de la legalidad, respeto por las tradiciones y por la complejidad de los seres humanos, y su colega, que le secunda aplicando tacto psicológico a los asuntos, se hacen de respetar a base de adaptar el derecho vigente a las leyes consuetudinarias. Contrastan con el inexperto e idealista Ah-Luo, quien no comparte la idea de Feng sobre la justicia. El viaje da cuenta de la difícil aplicación práctica de lo instruido en la Universidad, así como la labor conciliadora de los jueces rurales.
La ambientación, la cuidada fotografía y la interpretación de los personajes hacen que la película, sobre todo en su primera mitad, aparezca como un documental. Estupendas las canciones populares chinas que se oyen sobre un enorme desfiladero. Estupendo también el traje de la novia y resto de vestuario. Pero a medida que avanza la película se va añadiendo más trama al argumento, por lo que no pierde intensidad dramática ni se hace larga, dura 101 minutos.
Como en la mayoría de películas chinas, los personajes no hablan mucho (es recomendable verla en VOS), pero se les entiende a la perfección. Estupendos los proverbios chinos. La mejor escena es cuando el juez y su colega hablan antes de separarse, mientras ella lava su camisa. Tu vida entera puede resumirse en el tiempo que se tarda en lavar una camisa.
Es un drama que trata, no exento de algún toque de humor, los cambios generacionales y culturales, y en definitiva el destino humano, plasmando los enormes contrastes de la china de hoy, que en el siglo XXI todavía cuenta con ésta región de unos 200.000 habitantes donde una de sus 12 minorías étnicas, los Moso, sigue rigiéndose por un sistema matriarcal. Estupenda la escena en la que ven por primera vez la televisión.
Y ofrece también una muestra de las políticas que ha implantado el gobierno chino como la del único hijo o el reclutamiento de funcionarios entre las minorías étnicas (para veinte años más tarde jubilarlos por carecer de título).
Recomendable. Una buena película para ver en el año olímpico.
Magnífica película por lo que transmite de una cultura tan alejada de la nuestra y la delicadeza del relato. Se agradece que durante un rato no nos martiricen con encuadres retorcidos y cámara al hombro, para contarnos una historia interesante y compleja a pesar de su aparente sencillez. Interpretaciones más que correctas en un film cuyo reparto se adivina no profesional en su mayoría.
Tribunal o Juzgado a caballo . Todavía hay en la China recóndita, rural, más alejada de las ciudades, jueces que pasan cada equis tiempo por aldeas remotas para juzgar y arreglar conflictos de intereses entre los aldeanos. El juez Feng es uno de estos magistrados, un hombre con más de medio siglo, muy bregado por años recorriendo a pie caminos polvorientos y montañosos, en compañía de una colega nativa de la región, contratada por el Estado chino como ayudante e intérprete del dialecto local (no por estudios universitarios), y ahora, en este viaje que nos narra el filme, también acompañado por un joven juez recién salido de la universidad y con la actitud prepotente de quien se cree que lo sabe todo porque acaba de obtener una titulación, aunque en realidad sea un ignorante de las relaciones humanas en el medio donde ha de ejercer.
Película de mucha hondura espiritual y humanística. Deliciosa de ver porque muestra la función social de poner paz y justicia, en su expresión más natural, llana y efectiva para el pueblo, ejercida por un hombre que sabe más por viejo sumido en la periferia humilde del mundo que por ciudadano subido a la cresta de la ola exitosa de la gran ciudad.
Pero, este aparente juececillo trabajando en una labor de funcionario pobretón, en el fondo está más acorde con la vida que el juez Garzón o cualquier otro perteneciente a Tribunales Supremos de Justicia: está menos politizado y es menos dependiente de facto del Poder Ejecutivo de su Estado-Nación (como dice el refrán: Del jefe y del mulo cuanto más lejos más seguro ), además, goza de lo que Garzón u otros famosos y ricos jueces no pueden, de la práctica de la justicia útil, sin burocracia endiosada a más importante que el HACER JUSTICIA, encima tiene gratis y cotidianamente aire puro, paisajes magníficos, Naturaleza espléndida rodeando su transcurrir, y por supuesto ¡el contento de vérselas con gente todavía conectada a la sencillez y al vivir pausado, poco artificializado, donde los viejos y tranquilos valores no han sido desplazados por la prisa amenazante de relojes o teléfonos!
Dado que el juez Feng representa la calma, el paso lento, integral y contemplativo de ser, nunca estará patrocinado por mandamases como el Banco Santander o ING, que lo que potencian son la supervelocidad de deshumanizantes efectos secundarios, la marginación del respirar sosegado, la tiranía del ritmo desquiciante, cuya imagen es representada por tipos como Fernando Alonso o Luis Hamilton y sus bólidos.
Y al fin y al cabo, ¿no tenemos que acabar todos premiosamente solos, unos con un perrito en casa, otros con una mujer que te lleva al hospital para que no le ensucies la cama y otros junto a un caballo y la vasta Naturaleza? Al menos el juez Feng lleva su mente repleta de Naturaleza gratificante y de contacto con personas que aún viven sin achuchones, lo cual no es poca dicha en un mundo cada vez más globalizado en lo artificioso desnaturalizador.
Fej Delvahe