El tesoro de Sierra Madre
Sinopsis de la película
Año 1925. Fred C. Dobbs (Humphrey Bogart) decide ir a Tampico en busca de oro para salir de la miseria. Emprende el viaje con otros dos vagabundos (Walter Huston y Tim Holt), pero la codicia y la envidia que surge entre ellos les creará más problemas que cualquier dificultad del camino.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Treasure of the Sierra Madre
- Año: 1948
- Duración: 126
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Opinión de la crítica
Película
8.1
77 valoraciones en total
Qué sencillo parece hacer maravillas cuando ves cintas como esta. Hace falta tener un talento innato para sacar lo mejor de una historia con los mínimos recursos, y aquí abunda y sobra.
Una de las mejores películas de aventuras de la historia, tan entretenida como lóbrega, de una belleza plástica encomiable. Es lo que pasa cuando en la dirección se besa el cielo y en la interpretación se juntan espaciotemporalmente los actores más adecuados para las características de cada personaje: Bogart siempre tuvo esas pintas de paleto avaricioso con culo plancha y pantalones hasta los sobacos, con lo cuál sólo tuvo que aprenderse el guión para resultar creíble, sin necesidad de esforzarse como hacía cuando le tocaba ir de traje, Tim Holt representa perfectamente la honradez en constante lucha con el egoísmo –magnífica la escena del derrumbamiento de la pequeña mina–, y Walter Huston represente la ambigüedad, pues, aunque todos queremos verle desde el principio como un abuelete resabiado pero de buen fondo, hasta el final no sabemos realmente de qué pie cojea. Vamos, que John Huston logra que seamos uno más en la excavación y que desconfiemos de todos nuestros compañeros.
Es el tesoro de Huston, no me cabe ninguna duda.
Es digno de citarse el discurso de Walter Huston al recibir el Oscar: «Many years ago… MANY, MANY years ago… I brought up a boy, and I said to him: Son, if you ever become a writer, try to write a good part for your old man sometime . Well, by cracky, thats what he did!». Como para no estar orgulloso de su hijo.
Es uno de los films más conocidos de la primera época del realizador John Huston (1906-87). El guión, del propio Huston, adapta la novela The Treasure of the Sierra Madre (1927), de Berwick Traven. Se rueda en escenarios naturales de Méjico (Jungapeo, Tampico…) y California (Iverson Ranch, Mojave Desert…) y en los platós de Warner Studios (Burbank, CA), con un presupuesto estimado de 3,8 M USD. Nominado a 4 Oscar, gana 3 (director, película y actor reparto). Producido por Henry Blanke para la Warner, se proyecta en sesión de preestreno el 6-I-1948 (EEUU).
La acción dramática tiene lugar en Tampico (Méjico), en Sierra Madre y en el camino entre ambas localizaciones, a lo largo de 10 meses, entre febrero y diciembre de 1925. Fred C. Dobbs (Bogart), Bob Curtin (Holt) y Howard (W. Huston), son tres perdedores norteamericanos residentes temporalmente en Tampico, que se conocen en el dormitorio municipal para indigentes El oso negro. Con el propósito de cambiar su fortuna, deciden ir a las montañas en busca de oro. Dobbs, de media edad, sin trabajo fijo, es desconfiado, mezquino, paranoico y vive a la deriva. Curtin es joven, ingenuo y honrado. Howard, viejo buscador de oro, tiene principios y es experimentado, sensato y conciliador.
El film suma aventuras, drama, western y acción. Es la tercera película de John Huston y la primera que realiza tras su participación en la IIGM. Básicamente es una obra de aventuras, en la que éstas no constituyen el fin último del relato, sino el medio a través del cual el autor explora aspectos de la condición humana relacionados con la ambición, la codicia, la avaricia y el egoísmo. Su estudio se plantea, sobre todo, cuando el ser humano se ve sometido a condiciones extremas, sean físicas (deshidratación, fatiga, desnutrición…), psicológicas (desesperación, desamparo, soledad…) o emocionales (angustia, miedo…). Muestra cómo y en qué medida la obtención de oro tiende, en general, a impulsar afanes de posesión, acumulación y rapiña. Estas conductas en algunos casos se manifiestan como reflejo de estados de descontrol, alienación o locura. La fascinación que, en general, el ser humano siente por el oro puede dar lugar a enfrentamientos, disputas y luchas cruentas, derivadas de pulsiones asociadas a la codicia. Los choques personales se plantean y resuelven, en el film, por medio de un juego brillante de diálogos, que dibuja un cuadro complejo y rico en detalles de la psicología y de las interrelaciones de los personajes.
Se analiza la camaradería masculina y sus contrarios: el individualismo, el egoísmo y las disputas que esterilizan la cohesión del grupo. Se construye un retrato, no superado en otros films, de la figura del derrotado por la vida y del fracasado. Se explora con lucidez la mediocridad, mezquindad, debilidades y miserias del ser humano. Se envuelve la acción en una atmósfera desasosegante.
(Sigue en el spoiler sin desvelar partes del argumento)
De puta madre, sí. Así mismo te quedas después de ver peliculones como El tesoro de sierra madre. Pelis que te obligan a mascar el polvo y a sentir como un pegajoso sudor corre por tu espalda bajo un sol abrasador. Pelis que te ayudan a comprender que la vida no es el jardín del Edén. Pelis que te hacen retroceder hasta aquellos años en los que la puesta en escena, la fotografía o los contraplanos nos la sudaban porque no existían en nuestro criterio cinéfilo y lo único que le exigíamos al puto celuloide era agilidad, emoción, héroes y canallas.
Disfrutar por primera vez del clásico de Huston a mi edad produce una extraña sensación. Por un lado te asaltan determinados ‘dejà vu’ que te impulsan a creer que esa peli ya la has visto. Pero cuando la memoria te certifica implacablemente su desconocimiento, lo único a lo que puedes agarrarte es a esa poderosísima ilusión que de pequeño te empujaba a creer a pies juntillas en los personajes desempeñados por monstruos como John Wayne, Gary Cooper, Kirk Douglas y, como no, Bogart. Humphrey Bogart. Tipos duros, íntegros, audaces y victoriosos.
El tesoro de sierra madre, sin embargo, es un clásico atípico. Un clásico inclasificable, manufacturado como a Huston le gustaba hacerlo: sin cánones, ataduras o libretos preestablecidos. A su puta bola, como siempre. Un bisoño John rompió la baraja e hizo la peli que le salió de los cojones. Sin héroes, momentos trepidantes, trasfondo épico ni pollas en vinagre. Un verdadero decálogo de fracasados, de desheredados, de seres desprovistos de cualquier código ético que luchan como gatos panza arriba para esquivar su mal fario y alcanzar lo que nunca tendrán: una vida cómoda y apacible. En este sentido, Fred Dobbs (Bogart) sintetiza a la perfección ese prototipo. Despojado de cualquier atisbo de firmeza, integridad o empatía, Dobbs tritura nuestra ingenua y romántica percepción del aventurero por excelencia y se nos revela como un tipo mezquino, cobarde e indeseable. Aún así, el retoño de Walter no quiso ser excesivamente implacable con su público y le reservó a su progenitor un papel algo más agradecido y carismático. Nadie mejor que su propio padre podría haber personificado esa socarronería y picaresca tan genuinamente hustoniana.
De puta madre.
John Huston pertenece, para los críticos profesionales de esto, a la segunda fila de los grandes directores de la historia.
Le faltaba la puntilla, el toque personal, la ida de olla, para formar parte en la lista de Los Genios (Lang, Chaplin, Hawks, Ford, Keaton, Wilder, Welles, Lubistch…)
Cuando uno no tiene olfato para hilar tan fino, pues se fía de los entendidos.
Así que yo me lo creo.
Otra cosa es mi gusto. Eso es personal e intransferible. No lo toca ni Dios.
Y a mi, Huston, me gusta mil veces más que Wilder y Hawks juntos.
Ya escucho las sirenas. Vienen por mi.
Y en fin, esta película es uno de los 4 westerns, que no son westerns, y que me encantaría grabar juntos en un único DVD de oro para vérmelos de una sentada, y en este orden:
La balada de Cable Hogue (después de comer)
Conspiración de silencio (a media tarde)
El tesoro de Sierra Madre (cenando)
Las aventuras de Jeremiah Johnson (en absoluta oscuridad)