Un reino unido
Sinopsis de la película
Biopic sobre el Príncipe Seretse Khama, el rey de Botsuana, que al contraer matrimonio en 1948 con Ruth Williams, una mujer blanca británica, originó un conflicto internacional, ya que el apartheid sudafricano no permitía los matrimonios interraciales. En 1947 Seretse conoció a Ruth, una oficinista londinense. La atracción fue inmediata, ella quedó prendada de él por su visión de un mundo mejor, mientras que él quedó cautivado por su disposición a aceptar esa visión. Eran la pareja perfecta, pero su intención de contraer matrimonio se enfrentó al rechazo, no sólo de sus familias, sino también de los gobiernos británico y sudafricano.
Detalles de la película
- Titulo Original: A United Kingdom
- Año: 2016
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
5.9
34 valoraciones en total
El apartheid fue el denigrante sistema de segregación racial que imperó en Sudáfrica, consentido por el gobierno británico durante muchos años por intereses geoestratégicos y políticos, que bajo el dominio de una minoría blanca estuvo en vigor hasta 1992. Ese lamentable régimen afectó indirectamente a los países vecinos que Sudáfrica pretendía anexionarse como era el protectorado británico de Botswana, asolado por la pobreza, cuando era un rico territorio en oro y diamantes. Básicamente, este sistema de discriminación racial en Sudáfrica consistía en la creación de lugares separados, tanto habitacionales como de estudio o de recreo, para los diferentes grupos raciales, en el poder exclusivo de la raza blanca para ejercer el voto y en la prohibición de matrimonios o incluso relaciones sexuales entre blancos y negros.
Es lo que denuncia este film a través de un biopic sobre Seretse Khama (David Oyelowo) que luchó por la independencia y derechos humanos para Botswana. Se trata de un clásico melodrama sentimental en un determinado marco político y social basado en hechos reales. El film se sitúa en 1947 centrándose en la relación sentimental entre un futuro rey de un pequeño país africano y una oficinista británica blanca. Seretse y Ruth, se conocen, se enamoran y se casan, en un Londres posbélico, en contra de sus familias y varios gobiernos, es la trama de amor alrededor de la que se articula un drama humano como motor sociopolítico de un mundo intransigente. La difícil convivencia de un matrimonio en una época hostil y asfixiante para las relaciones interraciales.
La película resulta bastante previsible y convencional, aunque no carente de momentos emocionantes, como cuando Seretse se dirige a su pueblo liderando nobles ideales. El trabajo de Rosamund Pike, actriz emergente de belleza singular, como la abnegada esposa resulta aceptable, sobre todo por su interés en adaptarse a un nuevo mundo para ella, llena de dificultades y discriminaciones. La ambientación está muy lograda, aunque quizás peca un tanto de ser poco objetiva y un tanto simplista a la hora de retratar a los malvados británicos, representados por políticos y funcionarios mentirosos y mezquinos por sus interese bastardos.
Una visión bastante dura del colonialismo británico, que se apoderaba y explotaba los recursos naturales de los territorios que controlaban. El pensamiento crítico es un ingrediente primordial de todo totalitarismo, pero la directora del film es incapaz de dar matices a unas imágenes convertidas en postales, demasiado platónicas e incuestionables, demasiado complacientes y poco profundas. En todo caso el film se deja ver y gusta por su elegante humanidad que seduce a todo tipo de espectador, pero que no termina de convencer a los más exigentes.
Siempre he creído que la finalidad de las grandes biografías se revela por el tiempo que pasa entre que sucede lo que se cuenta, y el propio momento en el que por fin se cuenta.
La historia del príncipe Seretse y Ruth podría ser un titular viejo del siglo pasado, y leído hoy aún podría despertar curiosidad, pero desde luego se perderían todas las pequeñas intimidades claves para entender cómo vivió la pareja, o porque hizo lo que hizo.
Intimidades que son recolectadas en esta modesta película, probablemente nacida para ganar premios, pero que a la postre despierta cierto interés por el período histórico que retrata.
A United Kingdom, si no supieras de qué va, empezaría como cualquier otro romance.
Dos personas se dedican nerviosas miradas en una reunión social común, buscando la manera de encontrarse, retrocediendo ante la gigantesca timidez que supone acercarse a alguien con los sentimientos a flor de piel, pero decididos a encontrar una excusa para hablar toda la noche.
David Oyelowo y Rosamund Pike son tan magníficos actores que venden desde el primer momento su rápido enamoramiento, apenas esbozado, pero perfectamente reflejado en sus rostros, sonrisas y miradas. Entre Ruth y Seretse surge una de esas conexiones mágicas que se dan de vez en cuando, y todo parece tan natural como podría serlo.
De hecho, no es hasta mucho después que se revelan las verdaderas consecuencias de su relación: Seretse es el heredero gobernante de Bechuanalandia, y cualquiera de sus pasos ya están marcados, imposibles de seguir para una tímida taquígrafa que apenas se para a contemplar sus vidas en común. Pero, ante semejante responsabilidad que casi es desafío, Ruth dice una simple palabra que lo cambia todo: sí, quiero .
Ellos pasan por encima de la cuestión racial, porque el amor no debería atender a detalles tan insignificantes.
Pero, desafortunadamente, es algo que se adivina detrás de todos los que ven su unión inaceptable: es una deshonra, una verdadera tragedia, e incluso un inconveniente político. Seretse no puede casarse con Ruth proclaman todos los malos consejeros, en realidad queriendo decir un despreciable un negro no puede casarse con una blanca .
En el principio, hemos sentido que el amor no se atiene a razones o fronteras, pero después se dice que eso ya no cuenta, los prejuicios pueden más que la felicidad de una naciente pareja y descubrimos, más o menos al mismo ritmo que Seretse y Ruth, que el racismo puede funcionar en ambos sentidos, de las maneras más sutiles, sirviendo a los intereses más hipócritas.
Su romance entonces deja de ser un trozo de Historia, para confirmarse como una prueba de que merece la pena defender una causa si hemos puesto el corazón en ella, por mucho que nos llamen equivocados.
Ruth y Seretse todavía encuentran tiempo para relajarse bajo el teñido atardecer de África, lejos del ruido de las intolerancias, reduciendo a polvo las erróneas opiniones que les ven juntos por interés, y nada más importa.
Porque precisamente será el recuerdo de esos momentos (los que de verdad valen la pena) lo que les permite seguir adelante más tarde, cuando la ley se pone en medio, solo porque no han querido escuchar las recomendaciones de un Reino Unido clasista y manipulador.
De fondo queda la sensación de que las buenas intenciones son aplastadas a la mínima en este mundo, a poco que se salgan de la norma, por trajeados que carecen de los sentimientos necesarios para hacer caso a un Rey que sufre, o a una primeriza Reina que le quiere de vuelta.
El camino a la aprobación de ambos no es inmediato ni fácil, pero con el tiempo son capaces de demostrar, a ojos de todos, que su amor es más importante que lo que cualquiera pueda pensar de ellos.
Lo bueno, lo correcto, lo importante permanece, a poco que se tenga el coraje de lucharlo.
Y alguien tiene que dar los primeros dolorosos pasos, que empiecen a ganar la carrera contra una injusticia invisible, que hace daño a través de titulares, tratados y promesas incumplidas.
Viendo a Seretse y Ruth, no extraña que ellos fueran los que demostraron que se podía, los primeros: porque su amor apasionado requería una valentía más allá de cualquier consideración política, legal o incluso humana.
Asante no dirige una gran película, pero el tema siempre es interesante. Un problema complicado como es el del racismo, que aunque parezca importante en esa época (y lo era) aún lo sigue siendo y debería llamar al menos la atención de los espectadores, sobre todo por conocer un poco más a fondo cómo de problemático es esto. Aún así me ha parecido un guion aburrido y lento en el que no pasa nada emocionante. Tarantino lo hubiera escrito y dirigido de manera más vibrante en cualquiera de sus películas bestias. Tampoco sobresalen en su papel o en su trabajo los actores. Pike me gustó mucho en Perdida, pero luego he visto más trabajos de ella y es sosa, no tiene más registro que una cara dulce y de pena. Oyelowo está correcto, pero desde luego ningún actor emociona. Tampoco el metraje en si mismo nos trasmite demasiado.
Pasable.
A finales de los años 50 el heredero al trono de un país africano se enamora perdidamente de una oficinista británica. Nadie acepta a la pareja por su color de piel. Ellos lucharán con todas sus fuerzas para hacerles cambiar de opinión.
La directora londinense Amma Asante dirige una película que apunta muy alto en el tráiler pero que una vez se alza el telón y los fotogramas van sucediéndose, la cinta se va esbafando cual gaseosa. Se enreda con complejos temas políticos que nos pillan muy lejanos en el tiempo y en la distancia, es demasiado propagandística y los personales de pareja por lo general están ligeramente edulcorados. La pareja protagonista la forman David Oyelowo, futuro rey pero bastante rígido en sus movimientos y académico en sus formas y Rosamund Pike, más creíble, luchadora e impredecible. Una pareja que lucha por su amor, único y sincero para ellos pero interracial y problemático para los ojos de los dos continentes, el africano y el europeo, que solo quieren destrozar esa unión…para su beneficio propio. Seguro que la historia real fue más violenta y complicada que esta esponjosa cortina rosa que se nos muestra aquí. No me gusta, no entro nunca en ella y se me hace muy pesada. Ni los exhuberantes paisajes africanos me alientan para engancharme a esta película que su no escaparate en la carrera de los recientes Oscar nos hacen intuir entre bambalinas que no era del gusto de los académicos…ni de los exhibidores. Iba para ver una historia de amor verdarero y me encontré con una aburrida clase de política y de independentismo colono.
Sacapuntas de oro: Los contrastes entre las dos civilizaciones: la cosmopolita y la salvaje. El título, rotundo y que permite dobles interpretaciones. Los inigualables paisajes africanos. Agún que otro tejemaneje político que nos pilla de cerca 70 años después. El amor, que todo lo puede.
Sacapuntas de madera: La peliculera escena del primer encuentro entre los protagonistas. La alargada (y autoritaria) sombra de la figura paterna en los tiempos pasados. La falta de una banda sonora potente. Que los biopic siempre estropean al producto original.
Nota: 4 Sacapuntas.
Un brillante faro de luz e inspiración , tomo prestadas las palabras de Mandela sobre esta historia real para describir a esta película, un drama romántico, político e histórico (tratado por este orden, pero no por ello sin dejar de manejar los tres aspectos con una notable elegancia y un gran sentido común (por fortuna esto no es telefilm de sobremesa apocado, tópico y superficial)) basado en hechos reales, que nos cuenta la historia de Seretse Khama (David Oyelowo), príncipe de los Bamangwato, y Ruth Williams (Rosamund Pike), una mecanógrafa londinense. Ambos se enamoran, se casan y forman una familia para felicidad suya y para desgracia de los demás… pues Seretse es el heredero al trono de la actual Botsuana (por aquel entonces colonia británica), y su decisión de casarse con una extranjera de raza blanca da lugar a multitud de conflictos geopolíticos (desde una tensión abierta con la vecina y poderosa Sudáfrica metida de lleno en el apartheid, pasando por los intereses británicos de seguir controlando el gobierno de Botsuana como colonia, hasta llegar a los recelos de los propios Bamangwato y sus tradiciones, o al provecho que quieren sacar de toda la situación las empresas anglosajonas explotadoras de diamantes).
En fin, como ven estamos hablando de una película muy rica y completa, que abarca mucho más que una historia de amor (tremendamente cuidada, realista y cómplice, por cierto) y que se amplía en dimensiones tanto como merece la propia historia real en la que se basa (la independencia de Botsuana fue consecuencia directa de Seretse Khama y su situación personal y política).
Y es que Amma Asante estampa en la pantalla un romance instruído (se agradece que el libreto muestre madurez en los dos personajes protagonistas, personajes que dejan de lado los tópicos y lo somero, y protagonizan conversaciones avezadas, realistas y profundas) y colmado de sinceridad, verdad, ardor y entusiasmo.
También ayudan en el romance las impecables interpretaciones de Oyelowo y Pike, que además de bordar todas sus escenas en cada gesto o mirada, comparten una química descomunal. Tanto Oyelowo como Pike demuestran una naturalidad y una franqueza en sus roles… que los actores desaparecen para solo dejar en carne viva a sus personajes (atención a la escena se Seretse defendiéndose en el consejo Bamangwato), pero Pike me ha cautivado especialmente por su carisma y presencia tan eminentes (es como si a la intérprete le resultara de forma completamente innata su Ruth Williams, y cada ademán o examen que realiza al resto de personajes se convierte en oro puro). El resto de actores (secundarios en esta gran historia, todos ellos), también cumplen con oficio en sus papeles sin quedar opacados en exceso por el tandem protagonista.
Assante además demuestra (como ya hizo también en Belle (2013). Aunque en mi opinión aquí ha logrado lucirse más como directora) una sensibilidad especial en la narrativa de la historia. Pues, sin hacer alardes con la cámara (no hay ni un solo plano en A United Kingdom que pretenda ser insólito), Assante nos describe la historia con un énfasis sincero y seco (hay mucho plano cerrado mantenido, y mucha música suave para ensalzar ciertas situaciones) y a la vez con lirismo artístico (destacan esos planos que nos muestran Botsuana y sus aldeas).
El film es pues un deleite para cualquier espectador, está bien narrado en la puesta en escena (con unos actores protagonistas en estado de gracia, una realización habitual (de mucho plano/contraplano… aunque según el relato se traslada a África, los planos se van abriendo más (y no es casualidad) y también hay más descripciones con planos generales de la bella África) pero jamás errada y con un perfecto ritmo y equilibrio), una fotografía con algunos filtros ocres tan eficaz y lograda como elegante y distinguida, y un diseño de vestuarios y escenarios espléndido), y posee una trama potente que se desarrolla en el libreto con gran inteligencia, astucia y armonía.
Porque no solo de una historia de amor real vive el film, cualquier espectador que tenga inclinación por el cine de intrigas políticas (admito que es mi caso), aquí está de enhorabuena. Pues el matrimonio Khama/Williams desenboca en tantos conflictos políticos y sociales… y todos están tratados en el libreto con tal habilidad y clarividencia… que será imposible que el espectador pierda interés en un solo segundo del metraje.
Así pues, el romance cotidiano (y trasladado con mucha magia y anhelo en la cinta) se entremezcla con la intriga y el suspense político, y el drama político con el suspense romántico… y esto se da porque la sociedad y los poderes de los países se empeñaron en aunar ambos aspectos de esta pareja, en hacer de su diferencia de raza un asunto de varios estados y demasiados intereses ocultos.
Pero la cinta, como Mandela dijo de esta historia, es una luz, una luz que brilla. Pues ni Saratse ni Ruth están dispuestos a separarse ni a dejar de vivir su mutua felicidad como pareja. Y con esta idea tan clara muy arraigada, tratarán de que los enredos y las confabulaciones de los poderes estatales no dejen a Botsuana despojada de decisión y poder en sus asuntos.
Una película muy recomendable. Posee una trama firme, consistente, robusta, juiciosa, evolutiva y dinámica. Jamás difusa, simple, acomplejada o trivial. Con una directora muy competente (e infravalorada en mi opinión) y unos intérpretes completamente mimetizados y colmados de carisma en sus personajes.
Hermoso, franco y natural romance, reflexión política sobre la explotación colonial, interesante tensión sobre las maquinaciones de los poderes públicos y apología de África y su castigado pueblo. Todo se trata con estilo, honradez y lo combina con maestría.
Desde La habitación de 2015 no había puesto un 9 a un film, pero éste lo merece. Una película para ver no una sola vez y para recordar por siempre. Enamora.
Lo mejor: Todo, no sabría por donde empezar…