El teatro de Minnie
Sinopsis de la película
El famoso actor de teatro Don Wilson (Walker), después de los ensayos de una nueva obra, sale de excursión con unos amigos. En las afueras de la ciudad encuentran un teatro ambulante en el que actúa una compañía de aficionados, cuya primera actriz, Ginger Bolivar (Love), contrata a Don como actor secundario. Con él representan ante el productor Arnold Wingate (Hilliard) el melodrama Guerra Civil. El productor cree que es una magnífica comedia cómica, por lo que ofrece a la compañía un contrato para actuar en Broadway.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Matinee Idol
- Año: 1928
- Duración: 60
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Opinión de la crítica
6.5
89 valoraciones en total
He aquí las extrañas maneras que tiene la vida para poner a los seres humanos donde anhelan estar. En ocasiones se trata tan sólo de hacer, lo que amas hacer, lo mejor que tú puedas. Si lo haces muy bien, el triunfo está casi asegurado a causa de tu propio empeño. Pero, si lo haces regular aunque pongas en ello todos tus esfuerzos, quizás alguien vea en lo que haces lo que tú nunca viste y pueda sacarle partido como nunca lo esperaste. Son las jugarretas del destino, y como todo lo que nos sucede en la vida, tienen también un claro objetivo.
Ginger es una chica dulce y encantadora quien, con su familia -los Bolivar Players-, tiene una carpa donde presenta modestas obras teatrales. En su último montaje, alusivo a la Guerra de Secesión, uno de los actores ha decidido abandonar el escenario y la chica coloca un aviso a la entrada solicitando un reemplazo. En el momento en que ella hace el casting a los aspirantes al puesto, entrará en la fila Don Wilson, uno de los artistas más renombrados de Broadway, a quien se conoce como El comediante de la cara negra. Sin saber de quien se trata, ella le hará lugar en su obra, mientras Don acepta por gozarse el rato a sabiendas de que sus amigos han entrado al espectáculo.
De repente, Don se sentirá muy atraído por la suave chica y sus amigos se reirán tanto con los simples recursos y las fallas de la obra, que entre todos planean como llevarse el grupo a Broadway. Así se inicia un raro camino hacia el éxito, motivado por unos afanes que ignoran por completo los sentimientos personales, porque no ven otra cosa que el propio beneficio.
Frank Capra logra, en esta sencilla pero encantadora película, extraer toda la gracia que podía emanar de esa singular actriz llamada Bessie Love, poniéndola como ejemplo de la joven con carácter y compromiso que, de manera imprevisible, es guiada por los hilos del destino para que tenga experiencias que, del amargo, talvez consiga extraer una cierta dosis de progreso y de dulzura.
El film tiene chispa, emotividad y para mi fue muy fácil encariñarme con los personajes de aquella humilde carpa, pues siempre me han atraído, muy especialmente, los circos más modestos. Capra logra un ambiente con marcado sabor a pueblo, y con gran austeridad consigue una obra que remueve unas cuantas fibras.
¡Ah, sí! La película es muda, pero ya verán lo poco que hacen falta, en ocasiones, las palabras.
Título para Latinoamérica: EL ÍDOLO DE LAS MUJERES
Séptima película de Capra. Escrita por Elmer Harris y Peter Milne (continuidad), adapta el relato Come Back To Aaron , de Robert Lord y Ernest S. Pagano. Se rueda en estudio y en escenarios reales (sala de teatro) durante 15 días. Producida por Harry Cohn, se estrena el 14-III-1928 (EEUU).
La acción tiene lugar en una localidad rural de NY y en Broadway (NYC), en 1928. El ídolo de las chicas, Don Wilson (Walker), es invitado por unos amigos a pasar el fin de semana fuera de la ciudad. Una avería del coche les deja en una localidad rural, donde Don conoce a Ginger Bolivar (Love), primera actriz de una modesta compañía de teatro (Bolivar Players), de la que su padre Jasper Bolivar (Lionel Belmore) es el titular.
El film combina los géneros de comedia y drama. Durante años se consideró perdido, hasta que a comienzos de los 90 se descubre un ejemplar en la Cinemateca Francesa. Restaurado con técnicas avanzadas, se obtiene una versión de 54 minutos, 6 menos que el primitivo original, que se pone en circulación en 1999. El título original recoge una expresión popular que se aplicaba a actores famosos entre el público femenino joven por su aspecto físico. El título de la versión española, El teatro de Minnie , substituye Ginger por Minnie, de más fácil dicción. Bessie Love, de 30 años durante el rodaje, interviene en Intolerance (1916) y en numerosos films: El mundo perdido (1925), The Broadway Melody (1929)… Rojos (1981) , El ánsia (1983). Lionel Belmore interviene en Frankenstein (1931), Oliver Twist (1933), Cleopatra (1934). Johnnie Walker, tras colaborar en numerosas películas mudas, cae en el olvido.
La obra es un cuento delicioso, ligero y divertido. Basa gran parte de la comicidad en la confusión de identidades y en las contraposiciones ciudad/campo, esnobismo/sencillez, ricos/pobres. Se sirve ocasionalmente de la parodia: el disfraz de Don evoca una escena de Marcha nupcial (Stroheim, 1928). A los personajes acaudalados y poderosos, Capra les asigna papeles cínicos y desaprensivos, como de costumbre. Explica que el amor suele saltar por sorpresa donde y cuando uno menos lo espera. Dice, además, que por encima de burlas, sinsabores, dificultades y lágrimas, el amor siempre acaba triunfando. La máscara negra de Don y sus parodias afroamericanas no constituyen una referencia racista. Se usan a raíz del éxito de El cantante de jazz (Crosland, 1927). La presencia de un muchacho gay se explica por el hecho que hasta 1934 no se prohibe su aparición en pantalla. Es importante el valor documental de la obra (postal de Broadway, automóviles, indumentaria…).
La música añadida en 1999, de Robert Israel, es vibrante, alegre y subraya con gracia los lances de la acción. La fotografía, de Philip Tannura ( Desde aquel beso , 1941), gratamente luminosa y bien contrastada, se sirve de tomas lejanas, giros suaves y sucesiones de planos que delatan un buen montaje. El plano final es propio de un gran maestro del cine.
Enternecedora y cómica obra de Frank Capra perdida en el espacio y en el tiempo durante más de seis décadas. Afortunadamente recuperada para los amantes del séptimo arte, ha conseguido hacerme sonreír durante los escasos 56 minutos de que consta. La recomiendo con fervor, ya que posee un ritmo vibrante, unas interpretaciones excelentes y una banda sonora alegre y dinámica que cumple su función envolvente con verdaderas dosis de genio. En definitiva, una obra atemporal, genial y perfectamente estructurada que aún sabiendo siempre lo que ocurrirá después, atrae al espectador con fuerza ante la frescura de sus imágenes. Muy buena.
1) El cantor de jazz (Alan Crosland, 1927). Don Wilson es una estrella de variedades del Broadway. Actúa con una capa de betún que le cubre el rostro, guantes blancos y smoking.
2) El circo (Charles Chaplin, 1928). Un personaje que por circunstancias adversas acaba participando en el mundo del espectáculo.
3) Época dorada de los Slapstick de Chaplin, Keaton o Mack Sennett:
A) Representación de la compañía de teatro.
B) Don esconde su identidad cuando Ginger entra a su camerino.
4) La cámara muestra Broadway. Con sólo un plano es suficiente para mostrarnos la marabunta.
5) La representación: Lionel Belmore se sienta orgulloso en el anfiteatro. Sólo bastan sus ojos. El talento de Capra siempre fue aflorar los sentimientos del espectador prescindiendo de los diálogos, sólo con imágenes.
6) Sugiriendo: la última escena nos muestra unos pies. ¡Brillante! Es algo ya olvidado. Era una forma de implicar al espectador antes de que este dijera eso de yo entro al cine para entretenerme, no a pensar.