¡El soplón!
Sinopsis de la película
A principios de los años noventa, un agente del FBI, con la ayuda de un bioquímico (Matt Damon), consigue desenmascarar una fraudulenta política de control de los precios por parte de una multinacional del sector agrícola.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Informant!
- Año: 2009
- Duración: 108
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Opinión de la crítica
Película
5.5
30 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Adam Paul
- Allan Havey
- Andrew Daly
- Ann Cusack
- Ann Dowd
- Brian Gallivan
- Candy Clark
- Chic Daniel
- Clancy Brown
- Craig Ricci Shaynak
- Daniel Hagen
- Dann Seki
- Dick Smothers
- Eddie Jemison
- Frank Welker
- J.P. Gillain
- Jayden Lund
- Jimmy Brogan
- Joe Chrest
- Joel McHale
- Joshua Funk
- Larry Clarke
- Lucas McHugh Carroll
- Ludger Pistor
- Matt Damon
- Melanie Lynskey
- Patton Oswalt
- Paul F. Tompkins
- Raymond Ma
- Richard Steven Horvitz
- Rick Overton
- Rome Kanda
- Rusty Schwimmer
- Scott Adsit
- Scott Bakula
- Thomas F. Wilson
- Tom Papa
- Tom Smothers
- Tony Hale
- Wayne Pére
- William Marsh
De nuevo en colaboración con Matt Damon, Soderbergh edifica toda una trama de malévolas corporaciones internacionales para ponerla al servicio de un personaje inmenso, Mark Whitacre, un ejecutivo de una multinacional que denuncia al FBI la conspiración de su compañía para la fijación de precios a nivel mundial. Desde un punto de partida en el que no queda claro cuál es el juego del protagonista, la película se dilata en una serie de reuniones, grabaciones, huidas y mentiras que convierten la primera parte de la narración en un relato un tanto tedioso para los espectadores más impacientes.
Hay que aclarar que en ningún momento es una comedia de chiste al uso, facilón y sin complicaciones, y que tampoco vamos a encontrarnos con una humorada al estilo de las de los hermanos Coen, por ejemplo Quemar después de leer. Su juego es otro. Nos ofrece la posibilidad de asistir a la construcción impecable, genial a ratos, de Mark Whitacre, interpretado por un Matt Damon en estado de gracia. Soderbergh da una vuelta de tuerca a una historia condenada a convertirse en un filme de espionaje y tribunales, y la transforma en una comedia llena de sarcasmo y diálogos hilarantes.
La película en todo momento es imprevisible, y dicha condición empieza por un inaudito (y eficaz) proceso de construcción psicológica de su protagonista: Whitacre se define mediante monólogos interiores que pueden ir desde comentarios sobre la textura del aguacate o la traducción alemana de boli, pero también desde sus ilusas menciones a La tapadera (Sydney Pollack, 1993) o una declaración de principios sobre la idea de que todo es relativo, todo esto desde su optimismo casi imbécil. Esta voz en off del protagonista combinada con la burlesca (y acertada) música de Hamlisch y las grises oficinas en las que se desarrolla la historia cumplen la función de desviar la atención del espectador en todo momento hasta el vertiginoso final.
Soderbergh podría haber aplicado tintes más dramáticos e histriónicos a su historia, pero ha elegido la sencillez en todo momento y en todas las parcelas de su película, desde la fotografía hasta el montaje o la planificación, de manera que nos encontramos ante una historia intimista que con frecuencia nos recuerda el cine independiente más modesto, lo cual es bueno, porque nos acerca más a los personajes y proporciona más realismo a las situaciones.
Se aprecia una sutil crítica hacia el sistema financiero que sustenta el planeta, con más razón si cabe, en el momento económico actual. La historia relatada en la película esta basada en hechos reales sucedidos a principios de los noventa, pero no hay que ser muy astuto para comprender que el panorama no ha cambiado mucho. Casos recientes como el de la empresa Enron o el de Benard Madof demuestran que vamos de mal en peor…
En este país todo el mundo es víctima de un delito corporativo antes de que acabe el desayuno
De primeras me echaba la culpa a mí: no la viste en un buen momento , no atendiste bien , no tienes base para entender todos estos líos de empresa . Pero ya he podido observar en algunas críticas profesionales la misma sensación, con la que acabas la película sin haberte enterado de qué está pasando.
Si esto sólo afectara a ciertos aspectos pues no sería tan contraproducente como lo es cuando afecta también al propio protagonista, porque llegado un punto ya no sabes qué pensar de él. El que en un principio es tu principal punto de unión y simpatía con la historia pierde por completo dicha función, uno empieza a sentir la historia desde fuera, perdiendo toda implicación. En este punto ya sólo tiene interés la resolución legal, que tampoco se presenta de la forma más adecuada, con un final atropellado que aprovecha el basado en hechos reales para ponerte gran parte de las cosas en forma de texto. Así, la única cosa que aún te mantenía interesado se resuelve de forma muy insatisfactoria y con bastantes dudas al respecto.
Hay que señalar, aunque esto no afecte a la valoración de la película, que aunque fuera vendida como comedia no es el caso. Tiene un tono ligero, sí, y el propio personaje en su comportamiento ingenuo y estúpido hacen que algunas escenas parezcan intencionalmente cómicas, pero no son aún así las suficientes como para considerarla cómica. Lo que sí que es cierto es que resulta difícil de comparar con otras obras más oscuras como El Dilema , pero como ya dije, más por su densidad que por ser una comedia.
La película resulta con todo lo suficiente interesante en muchos puntos, y supongo que de haberme enterado (y haberse explicado mejor) su argumento y sus implicaciones a nivel de funcionamiento empresarial habrían resultado un punto fuerte que habría compensado mejor defectos como la separación con el protagonista o la resolución clásica de año y descripción de acontecimientos.
Steven Soderbergh es un director de trayectoria extrema, siempre se ha movido entre el cine abiertamente comercial (la trilogía Ocean) y el más experimental (Full Frontal, Bubble). ¡El soplón! se situaría a medio camino, no se puede considerar una rareza pero tampoco una película destinada a acaparar multisalas. El referente más cercano que podemos encontrar en la filmografía de Soderbergh sería Erin Brockovich, pues al igual que aquella se basa en la historia de una persona anónima que consiguió gran popularidad, aunque por razones muy diferentes.
Soderbergh mima la psicología de Mark Whitacre, el soplón que da título a la película encarnado por un gran Matt Damon, hasta el punto de que no paramos de oír sus pensamientos a lo largo de todo el filme, en un intento de desviar la atención de los tejemanejes que se trae con su empresa y el FBI, pero nos va dando una idea de cómo es en realidad el personaje, y aún así no llegamos a conocerlo del todo hasta el desenlace. Damon realiza una labor irreprochable, interpreta a Whitacre con rasgos ambiguos y tragicómicos sin incidir nunca en lo caricaturesco.
La trama de la película no es fácil de seguir ni es emocionante, viene a decirnos que el mundo del espionaje no tiene el glamour que nos han vendido en películas como las del agente 007. Si a este desencanto por las operaciones secretas le sumamos un ritmo bastante pausado obtenemos el aburrimiento de la mayor parte del personal. Aunque la película se catalogue dentro del género de la comedia, son pocos los momentos hilarantes, casi todos centrados en la torpeza del protagonista con las prácticas habituales de los espías. El problema es que la mayoría ya los habían enseñado en el tráiler.
Por tanto, ¡El Soplón! es el notable estudio de una personalidad insólita, pero ni es un apasionante thriller ni una ávida comedia, aunque tampoco pienso que esa haya sido la intención desde un principio. Destaca el excelente Matt Damon y la impecable factura técnica del filme, mención aparte a la armoniosa banda sonora, propia de los clásicos de la comedia y que aquí funciona estupendamente como contrapunto al aburrido trabajo de oficina, tanto el de una empresa agrícola como el del FBI.
La película nos cuenta cómo un ejecutivo de una empresa internacional de maíz, decide colaborar con dos agentes del FBI, para tratar de parar los chanchullos que se realizan en dicha empresa. Durante esta colaboración, pasarán todo tipo de sucesos, y nunca se sabrá cuándo se dice la verdad.
La historia en sí es interesante y peculiar, pero todo lo que reside en ella, paradójicamente resulta aburrido, en ningún momento de la película se muestra interés por lo que nos cuenta del maíz, las lisinas, los precios etc.
Tampoco ayuda un ritmo demasiado irregular, por momentos la pelicula aburre, y va de más a menos, toda la parte judicial se hace pesada, y deja una sensación de que le sobra algo de metraje. Una vez que deja de ser un soplón , pierde drásticamente fuerza el film.
Lo mejor probablemente, sea tanto la dirección de Soderbergh, como la actuación de Matt Damon, que resulta bastante creíble como ejecutivo soplón algo tocado del ala. Los secundarios también están bastante aceptables, a excepción de una muy sobreactuada Melanie Lynskey haciendo de mujer de Damon.
No fui al cine con muchas expectativas, ya que tampoco se la ha dado mucho bombo, pero sí he de decir que me esperaba más de esta película, en parte decepcionante.
Lo Mejor: Matt Damon
Lo Peor: Que como ya he dicho la peli baja mucho el ritmo en la última parte.
La carta de presentación del nuevo film de Steven Soderbergh no podía tener mejor pinta: una historia real, una trama curiosa y original, un humor inteligente y dinámico, Matt Damon con unos kilos de más…
Pero allí va un chivatazo más suculento que cualquiera que pueda soltar Mark Whitacre durante la película: todo eso es mentira. Al igual que el personaje de de Damon, este film no es más que un farsante.
Al igual que en toda la película, el inicio de ésta nos deleita con un guiño que parece asegurarnos carcajadas durante toda la sesión, pero es justamente después de este pequeño detalle que las risas cesan de forma estrepitosa, pasando de el interés general, a la distracción, bajando a la somnolencia e incluso al mal humor. El metraje muestra un guión monótono, aburrido, parecida a una reunión de empresa. No consigue mantener al espectador enganchado o interesado en lo que pasa. Y cuando intentas volver a conectar, te sientes perdido y vuelves a perder el interés en la película.
Este es el panorama del film durante una hora y cuarto, una trama poco interesante, mal explotada y monótona que consigue que el espectador, al igual que el protagonista se ponga a pensar en las cosas más remotas y extrañas (por cierto, sólo alguno de los delirantes pensamientos de Mark son lo único que pueden sacar al espectador del trance).
La última media hora, es cuando la cosa se pone interesante, pero resulta demasiado tarde. Una vez todos los espectadores están más atentos a las gotas que corren por las latas de sus bebidas que a la película, incluso con las mejores intenciones, cuesta arrancar el vuelo.
Increíblemente, es en la recta final dónde sale a la luz todo lo que se esperaba de la película: el humor, las situaciones, los personajes, el dinamismo… Todo lo que Soderbergh prometió, llega demasiado tarde para que la gente pueda disfrutarlo.
Una película que prometía mucho pero que se quedó atrás. Sólo para gente con mucha paciencia.