El soldadito
Sinopsis de la película
Año 1958, durante la Guerra de Independencia de Argelia contra Francia. Bruno Forestier, un desertor del ejército francés refugiado en Ginebra, acuerda trabajar para una organización antiterrorista en contra del país africano.
Detalles de la película
- Titulo Original: Le petit soldat
- Año: 1963
- Duración: 88
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Opinión de la crítica
Película
7.1
58 valoraciones en total
Película contextualizada en la guerra de Argelia de los años 50-60. Curiosamente, la Nouvelle Vague no había tratado este tema a pesar de la enorme importancia social y política que tenía. Quizá la cinta fue censurada por eso, ya que, a pesar de rodarse en 1960, no pudo estrenarse hasta 1963.
Bruno está metido en la OAS (facción ultraderechista que aplica la guerra sucia sistemáticamente y que lucha en tierra Suiza contra el FLN argelino), pero se enamora de una chica (Veronice) y desierta. A partir de aquí comenzará una trama manchada de violencia, mentiras, y un giro final interesante.
En un contexto de guerra sucia, política, tortura * y cuestionamientos ideológicos se nos habla de la imposibilidad del amor. Godard, el director que mejor retrata la belleza femenina, se había enamorado de Ana Karina en la vida real (el protagonista se le declara a la chica en la película de la misma manera que Godard lo hace en la vida real durante el rodaje), y el film adopta la forma de toda una declaración de amor. A destacar dos maravillosas coreografías con las que nos obsequia Godard: la sesión de fotos del primer bloque de la historia, con una voz en off intercalada y una Ana Karina, bella como un amanecer, que nos muestra su infinito atractivo y sensualidad, enamorando a todos: a la cámara, al protagonista, al director y, por supuesto, al espectador, y una segunda en el último bloque de la cinta, más ideológica, más tensa, más transcendental, pero no por ello más importante que la anterior.
Y ¿Qué decir de la puesta en escena? Godard en estado puro de sus primeros pasos como realizador. La utilización del sonido, los desencuadres, las constantes referencias culturales, los juegos de palabras y frases geniales ** … En fin, una gozada.
Jean-Luc Godard, con 33 años encontró la musa de su viva, Anna Karina, con 18 años recién cumplidos. Creó un buen guión de la novela de Lionel White. Raoul Coutard nos regaló una imagen impecable. Un drama que refleja perfectamente la movida de los años 1955-75.
Con meticulosa precisión nos muestra las técnicas empleadas por los terroristas y por los sicarios del FLN para desarrollar sus operaciones subversivas.
Hasta ahora mi vida ha sido simple. Un tipo sin ideales
En Ginebra, Bruno Forrestier, periodista, fotógrafo y desertor forma parte de un comando de la OAS -Organisation de lArmée Secrète- en la guerra secreta contra el independentismo argelino hacia 1958. Con esta película Goddard inaugura su interés por la política cuya voz no tiene mucho de original y sí bastante de reiterativa e impostada, como impostadas y un poco pedantes son buena parte de las citas literarias y referencias culturales. No termina de cuajar el tema político, infantilmente tratado, en el que Goddard, al menos en aquellos años, se encontraba bastante perdido aunque resulte muy interesante su posición contra el uso de toda violencia. De hecho, las escenas de las terribles sesiones de tortura de la célula comunista proargelina, entre lecturas de Lenin y Mao, siguen produciendo un escalofrío por su desnudez y distanciamiento –a causa de ellas la película tardaría en estrenarse tres años en Francia-. Más interesante resulta el análisis del vacío de los discursos políticos ya a la altura de los años 50, en una postura que hoy nos resulta mucho más atractiva que su posterior etapa de compromiso mayodelsesentayochista, callejón sin salida inconmensurablemente aburrido y sobrevaloradamente destacado de su filmografía.
¿Para qué hacer hoy la revolución? La derecha gana y entonces aplica políticas de izquierda. Y viceversa. Yo, gane o pierda, lucho solo
La película, pese a estar narrada a través de la analítica y reflexiva voz en off del protagonista, una suerte de terrorista dubitativo y parlanchín, es deslavazada y confusa. Goddard, influido como su gran amigo Jean-Pierre Melville por el cine negro americano de los años 50 -noche, calles, coches y luces de neón-, no consigue resolver satisfactoriamente los hilos narrativos de una película menor en comparación con sus producciones de esos mismos años y pese a que cuenta con sus habituales y brillantes recursos estilísticos -cámara en mano, tono documental, narración autorreflexiva, desenfoques, montaje sincopado seco y áspero, apelaciones al espectador- le falta la chispa de sus anteriores películas y esa anárquica brillantez narrativa tan admirable, tan fresca de su cine, lastrado ahora por un exceso de parla algo enfática.
La fotografía es la verdad. Y el cine es la verdad 24 veces por segundo
Pues me importa muy poco la vida personal del señor Godard, si se enamoro durante el rodaje, si Anna Karina dejó a su novio por Godard, por lo menos yo me intereso por la obra y no por el artista. La película me pareció muy mala, supuestamente el antiterrorista sufre una crisis ética que no le permite hacer su trabajo, a Godard no le interesa explorar ese hecho, se burla de todos los espectadores o es que la película estaba hecha para su grupo de amiguitos franceses. En su momento debe haber originado la censura de algún conservador francés pero que feo ha envejecido, sólo a los Godardianos les puede gustar este bodrio.
Si bien Le petit soldat fue realizada en 1960, constituyendo el segundo largometraje de Godard, el film fue prohibido hasta el 25 de Enero de 1963, ya que en esta obra Godard demuestra una osadía sin límites, tratando el tema tan candente en la Francia de aquella época, como huérfano de referencias cinematográficas, que es la cuestión de Argelia.
Godard, suizo, rueda en su país, epicentro en aquella época de las intrigas entre el FNL argelino y los grupos secretos de la extrema derecha, un film valiente, arriesgado (como todos los suyos), donde mezcla, como es habitual, amor y filosofía, a lo que añede política y trama policial.
Aquí su musa es Ana Karina, a la que hizo debutar en el cine con este film, sedujo a pesar de que tenía novio, y acabo quedándose con ella, presa, por lo que trasluce en la película, de una mezcla de amor y fascinación por una mujer que siempre traspasa la pantalla, y a la que Godard no deja de homenajear.
Godard, lejos de enviar un mensaje claro en un film tan político, mantiene cierta ambiguedad y distancia entre los bandos, aunque subyace su rechazo a una guerra sucia en contraposición a los ideales que despertó la guerra civil española 20 años antes.
Respecto a la parte policiaca, realmente o la estética de la novelle vague no permite otra cosa, o yo estoy totalmente colonizado por el cine negro americano, pero algunas de las persecuciones, y las escenas de torturas, no solo no transmiten tensión alguna, sino cierto sonrojo y ridículo.
En lo referido a las memorables reflexiones y frases de sus películas, aquí hay sobrados ejemplos, muchas referencias literarias, preguntas sin respuesta, conflictos sin fin, y una de sus enunciados más célebres La fotografía es la verdad, y el cine es la verdad 24 veces por segundo , esto se lo dice el protagonista a Ana Karina, de la que Godard se estaba enamorando. Quizás sea esa la única indistutible verdad para Godard, al amor.
La pelícual es rica, no redonda, pero si interesante, y como en muchas de su filmografía, al final da un golpe seco al espectador, al que no deja ni reaccionar.