El rey león
Sinopsis de la película
La sabana africana es el escenario en el que tienen lugar las aventuras de Simba, un pequeño león que es el heredero del trono. Sin embargo, al ser injustamente acusado por el malvado Scar de la muerte de su padre, se ve obligado a exiliarse. Durante su destierro, hará buenas amistades e intentará regresar para recuperar lo que legítimamente le corresponde.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Lion King
- Año: 1994
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
Película
7.9
49 valoraciones en total
PRIMERA PARTE (crítica normal, en mi línea)
En primer lugar quiero aclarar que no vi la película en mi infancia. Como bastante gente me la había recomendado, por fin me decidí a verla… y esperaba encontrar una obra maestra, una película de animación para niños y adultos. Me decepcionó.
Empecemos por lo bueno: es una película corta y no aburre, aunque la historia sea bastante llana y sencilla. Las imágenes con las que empieza están muy bien, igual que todos los paisajes de la sabana (sobre todo el cementerio de elefantes) y la animación en general. Muy bien también la batalla final entre Simba y Scar.
Hasta aquí, todo bien: una entretenida película de dibujos animados para niños (eso sí, con el puñetero estilo de Disney de protagonista huérfano, maltratado y desgraciado).
SEGUNDA PARTE (ADVERTENCIA: de aquí en adelante te encontrarás con mis desvaríos filosóficos, dedicados a los amigos con los que me dedico a comentar las películas en ese plan)
Los mensajitos que se pueden sacar de la historia me han cabreado bastante, no sé si porque soy tan gilipollas de no quedarme con lo superficial que nos trata de enseñar (o sea, las típicas moralejas sobre justicia, la superación personal y bla bla bla) o por no haber tenido la suerte de verla en mi infancia… pero tengo ganas de hurgar entre líneas.
Los niños no son idiotas. Que las películas infantiles no suelan hablar sobre la muerte, el sexo, la traición, la venganza y otros grandes temas de la vida, no quiere decir que ellos no lo intuyan, vislumbren o especulen sobre ello. Quizás es por eso que El rey león es la película más inteligente que ha hecho Disney desde hace muchos años: porque no toma al público infantil por tonto ni por alienado sino que les habla de cosas muy serias sin dejar de lado sus tics habituales: secundarios cómicos, cancioncillas a mansalva, malos muy malos y buenos muy buenos…Pero en el fondo esta es una película sobre una crío que pierde a su padre siendo muy pequeño y no lo acaba asumiendo hasta que es adulto. Y Disney, una vez más se arroga la tarea de educar a los niños…incluso para la muerte.
A lo largo de mi vida he visto todo tipo de películas, de muchas nacionalidades, de directores diversos y en marcos diferentes. Unas son malas, otras buenas. Hay un número más reducido de ellas que me han tocado, que realmente me llegan y emocionan. El Rey León está por encima de esa categoría, siendo para mi más que una película, convirtiéndose en una vivencia. Parte de mi, un recuerdo imborrable, alimentado ahora por su bendito reestreno en cines. Hacía siglos que no la veía (aunque la devorase cientos de veces en VHS, sin exagerar) y no tengo miedo de decir, en voz alta, y para quien lo quiera saber: es mi película favorita. Casi parece una broma, lo ideal es decir El Padrino o alguna película europea aclamada por público y crítica (insértese aquí título de Dreyer, Bergman, etc). Se acepta incluso algo de Tarantino, para no parecer carcas. Pues la mía es El Rey León .
Los motivos atienden a vivencias personales, relacionadas tanto con el contexto en que la vi por primera vez como a lo que se narra en ésta, que me acercan peligrosamente a lo sufrido por ese pequeño león que se ve privado de una figura clave en su vida y es obligado a madurar, a marchas forzadas, bajo ese irreal lema del Hakuna Matata , que encierra más tristeza de la que puede parecer. Hay en los 90 minutos de El Rey León algunos de los momentos más hermosos que he podido contemplar en cualquier película, comenzando por ese maravilloso prólogo a ritmo de Circle of Life , que sencillamente se dedica a dejar respirar y mostrar la naturaleza, con un tono similar al del mejor cortometraje de Disney, The Old Mill (1937), ideas y conceptos insuperables e inabarcables, narrados casi en voz baja pero visibles a poco que el espectador quiera realmente ver, y no limitarse a mirar ( Look inside yourself (…) You are more than what you have become ), y uno de los trabajos técnicos más soberbios que ha dado un gran estudio en décadas. El Rey León se adelantó a su tiempo, es atemporal, contando incluso con algunas escenas que parecieran pensadas para su conversión al 3D por el riesgo que muestran sus responsables a la hora de alterar el punto de vista y buscar la profundidad entre sus trazos.
Pero sobre todo, es El Rey León una película de emociones, sentimientos, sensaciones. La soberbia banda sonora compuesta por Hans Zimmer (ambientes), Elthon John y Tim Rice (composición y letra) no infecta la imagen, la complementa, llegando a la comunión total en instantes como ese hermosísimo final, presidido por una lluvia, y catalizado a través de un rugido. Las herramientas cinematográficas (el uso de las elípsis es superlativo) se alían para dar luz a un canto a la vida (a través de la muerte, representada con total naturalidad) que se presume maestro a la hora de transmitir, divertir, emocionar y educar. No es El Rey León una película más, es una que define a una generación. O al menos es, yo lo tengo claro, MI película. La que me divierte y emociona. La que me define.
El Rey León es la mejor película que ha hecho la factoria Disney sin lugar a dudas. Aún me acuerdo las interminables colas que había para ver la película en el antiguo Continente ,y, la verdad es una película que es capaz de conmover a cualquiera. También quiero destacar la BSO ya que es muy buena y el excelente doblaje de Constantino Romero que le hace a Mufasa.
Aquellos que no hayan visto la película (creo que serán pocos) os habeis perdido una joya de película.
Con las películas de animación sucede que parecen verse con condescendencia, a veces de reojo y sin entrar en un parque temático para niños. Que la infancia ha de ser la época de los juegos despreocupados. Y así las valoras, imbuído por el espíritu de los veranos pasados.
Mención aparte para los animes y parentela, nacidos con intención adolescente en la que tiene cabida todo argumento y toda clasificación.
Yo quería hablar de esas historias dibujadas en las que Disney mandaba, que comencé a ver de la manos de los padres a finales de los setenta. Patio de colegio con pantalla mágica, risas pequeñas, descontrol en la butaca, lloros de los mayores ( ¡Han matao a Baloo! Ah, pues no ). Muchas, muchas películas que yo sentía ñoñas pero espectaculares, un regalo por la tarde. Con el tiempo, con toda su carga conservadora y moralista, me parecen entrañables por capciosas, por traviesas e ingenuas a la vez. Hasta que llegaron los noventa.
La bella y la bestia , El jorobado de Notre Dame . Eres un veintañero con cierto cine a cuestas y pagas la entrada por ver otra de Disney. Viste que cambiaron. Las historias eran más grisáceas, los personajes extremos de un lado y de otro, aparecía la ambigüedad, los intereses mayores. Y me gustaron desde esa misma cinefilia adulta.
Y El rey león . Bien entrada la veintena fuí con mis padres y unos niños hiperactivos en plena terapia de grupo. Como es bien supuesto, la algarabía comenzó al apagarse la luces y resoplé. Pero comenzó todo. Los golpes de Zimmer, el cachorro, Mufasa, Skar, las hienas, la sabana…
La hora y media más paradójica que he pasado en una sala de cine. SILENCIO (relativo). Y al acabar la película, bajando las escalera hacia la calle, mi padre me buscó sonriendo.
Si en ese momento hubiese sabido, le hubiera dicho que ese mismo instante, la salida del cine, su mirada, con el tiempo lo he convertido en un recuerdo dibujado, nostálgico, ñoño, entrañable.
Quizá porque esa fue la última película de Disney que ví con mi padre.
Seguro que es por eso esta crítica. Por todo lo que estos dibujos significaron en mi vida como hijo de alguien, acabándose entre leones.