El Rey Lear
Sinopsis de la película
El veterano rey Lear de Bretaña decide que ha llegado el momento de ceder su reino a sus tres hijas, Gonerilda, Regania y Cordelia, y poder así vivir tranquilo sus últimos días. Para ello el monarca somete a sus hijas a prueba, y declara que se llevará la mayor parte del reino la que más le ame… Siete años después de filmar la que está considerada como la mejor adaptación de Hamlet al cine, el realizador Grigori Kozintsev (Don Quijote, La nueva Babilonia) volvió a tomar una obra de William Shakespeare como fuente del que sería su último largometraje, El Rey Lear . Bajo la influencia de Orson Welles, Kozintsev quiso que también esta tragedia fuese rodada en un blanco y negro que acentúa los conflictos internos y externos de los personajes. Al igual que en Hamlet, Kozintsev recurrió a la espléndida traducción de Boris Pasternak. Además, volvió a confiar la banda sonora a su viejo amigo Dimitri Shostakovich, quien compuso una de sus magistrales y más inspiradas partituras.
Detalles de la película
- Titulo Original: Korol Lir
- Año: 1971
- Duración: 132
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Opinión de la crítica
7.7
67 valoraciones en total
No soy precisamente fan de Shakespeare ni por supuesto un gran conocedor de su obra. No puedo entonces más que aceptar, ya que así lo afirman otros, que esta adaptación pueda ser un poco fría o falta de dramatismo. Pero os juro que me haría un póster con cada fotograma de la película si tuviese suficientes paredes para colgarlos (y mi novia no me echase después de casa).
En serio, visualmente impresionante.
Grigori Mijáilovich Kózintsev (1905-1973), de origen judío-ucraniano y contemporáneo de Sergei M. Eisenstein, fue uno de los pioneros del primer cine soviético. Cofundador a la edad de quince años, junto con Sergei Yutkevich y Leonid Trauberg, del colectivo de artistas de vanguardia Fábrica del Actor Excéntrico (FEKS), que en 1922 publicó el Manifiesto del Excentricismo, sus primeros filmes fueron comedias burlescas de propaganda política influidas por el expresionismo y las teorías teatrales de Vsévolod Meyerhold. Kozintsev llevó a cabo una intensa carrera cinematográfica desde los años veinte hasta mediados de los cuarenta al lado de Trauberg, con quien codirigió todas sus películas, incluida La Nueva Babilonia y la popular trilogía protagonizada por un obrero llamado Máximo.
Ya sin Trauberg, en la era postestalinista, y compaginándolas con su dedicación al teatro y la enseñanza, Kozintsev realizó tres versiones basadas en la literatura occidental. La primera fue Don Quijote (1957), la mejor adaptación del clásico de Miguel de Cervantes, rodada en sovcolor en el áspero paisaje de Crimea. El mayor éxito internacional lo obtuvo con las siguientes: Hamlet (1964) y El Rey Lear (1971), ambas adaptaciones de obras de William Shakespeare y codirigidas por su amigo Iosif Shapiro. Dos filmes tardíos, obras maestras absolutas, que hicieron que Kozintsev fuera reconocido como uno de los grandes directores del cine mundial.
El Rey Lear (Korol Lir), escrita por Kozintsev a partir de la espléndida traducción al ruso que realizó el Premio Nobel Boris Pasternak en 1949, narra la historia del Rey Lear de Inglaterra (Jüri Järvet), un monarca oprimido por la vejez que decide dividir su Reino entre sus tres hijas. Sin embargo, primero deben decirle cuánto le aman. Las dos hijas mayores, Goneril (Elza Radzina) y Regan (Galina Volchek), arpías duchas en el arte de la adulación hipócrita, conmueven el corazón del padre, mientras que la más joven, la dulce Cordelia (Valentina Shendrikova), declara con sencillez, sin falsos halagos, un amor sincero (mi amor es más rico que mi lengua). Colérico ante la falta de énfasis, Lear repudia a Cordelia y, pese a las advertencias de esta, reparte las tierras entre Goneril y Regan y sus respectivos maridos, el Duque de Albania (Donatas Banionis) y el de Cornualles (Aleksandr Vokach).
Desgraciada decisión, la de un Rey vanidoso y megalómano, que será el detonante de un remolino de pasiones marcadas por la ambición, el egoísmo, la lujuria, la traición y el odio. Humillado y desterrado por sus hijas mayores, el Rey Lear es obligado a vagar como un mendigo por áridos páramos en compañía de su inseparable Bufón (magnífico Oleg Dal), único capaz de hacerle ver la estupidez de sus actos, y un puñado de leales seguidores harapientos. Pronto cae víctima de la locura (como Hamlet y Otelo), la cual da paso a una tardía iluminación espiritual, y es testimonio impotente de la aniquilación de su Reino, sumido en la disensión y el caos, y de su familia.
Fiel al texto original, Korol Lir es una reflexión pesimista sobre el poder y su efecto engañoso, sobre el absolutismo y la ingratitud (que afecta no solo a Lear y a sus hijas sino a las contrafiguras del vasallo Gloucester y sus dos hijos, el noble Edgar y el bastardo Edmund). Si el texto bebe de la tradición inglesa de la literatura, la física de la película lo hace de la tradición soviética, deparando imágenes poderosas para transmitir en términos visuales la sensación de tragedia, no dejando que esta dependa únicamente de la palabra. La mayor virtud de Kozintsev reside en el papel preponderante que concede al espacio, actuando el paisaje y el desorden atmosférico (viento, polvo, niebla, lluvia) como perfecto correlato de los conflictos internos y externos de los personajes, todo lo cual queda realzado por la fotografía en blanco y negro de Jonas Gritsius, que juega con las luces y las sombras y abrillanta la belleza y fervor de los cielos.
Uno de los mayores aciertos del filme fue contar con el estonio Jüri Järvet (1919-1995) en el rol del arrugado y atormentado Rey Lear, un actor enérgico y apasionadamente expresivo idóneo para transferir emoción y patetismo. Casualmente o no, tanto él como Donatas Banionis, que interpreta al honesto Duque de Albania, tendrían un año más tarde los papeles principales en Solaris, de Tarkovsky, lo que tiende puentes entre el genio ruso y Kozintsev. Otro elemento que contribuye a la redondez final de la película es la última banda sonora de Dmitri Shostakovich (1906-1975), uno de los compositores y pianistas más importantes del siglo XX y habitual colaborador de Kozintsev, cuya partitura evoca el ánimo fatalista y melancólico de la historia.
Puro cine soviético, formalmente austero, de énfasis pictórico (en sus inicios Kozintsev estudió pintura) y de dimensión telúrica, donde la tierra y los acontecimientos son un cascote que absorbe a los personajes, que se convierten en barro, y los arrastra inevitablemente hacia la ruina y la degradación. El Rey Lear, junto a Hamlet, del mismo Kozintsev, y Trono de Sangre, de Kurosawa, son las mejores, y más espiritualmente profundas, adaptaciones al cine que se han hecho de Shakespeare, por encima de Ran (también basada en El Rey Lear) y de la trilogía de Orson Welles, grandiosas igualmente.
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El Rey Lear es según muchos críticos la obra cumbre de Shakespeare, lo que se traduce en que es la cima del teatro universal de todos los tiempos. Durante siglos se la ha visto como demasiado despiadada para el ser humano y crítica con los poderosos. Por ello hasta Auswitchz -donde se escribió la página más tenebrosa de la Historia- no había sido puesta en toda su dimensión. Tampoco el cine la había versionado en todo su dramatismo.
Se da la circunstancia de que la primera versión, de 1910, fue coloreada, a pesar de no existir el color, mientras que esta versión de Kozintsev, al igual que la de Peter Brook, también de 1971 son en blanco y negro, como lo fuera la de Orson Welles en 1956, para potenciar el dramatismo de algunas escenas. Pero tampoco Welles ahondó como sí fue el caso de las dos versiones antedichas, duda las mejores que se hayan llevado a cabo, pero especialmente la de Grigor Kozintsev, tanto por la versión de Boris Pasternak, como por la música de Sostakovich y especialmente por las interpretaciones de Jüri Jarvet y Oleg Dahl, en los papeles de Lear y Bufón respectivamente. Pero no se queda atrás la fotografía ni la ambientación, así como el tratamiento coreográfico de los grupos humanos que aparecen en pantalla. Imprescindible para quien quiera conocer a Shakespeare en su profundidad, ni siquiera las versiones inglesas protagonizadas por Ian Holm -excelente-, Ian Mckellen o Anthony Hopkin se le aproximan.
Son realmente pocas las versiones en cine del excelente texto de William Shakespeare, tal vez sea que por hilo narrativo el texto es demasiado teatral que en gasto en ambientación la posible película necesitaría mucho presupuesto, hay varias adaptaciones a nivel de televisión incluso una en la que participo el gran Orson Welles, pero son producciones que por su restringida distribución son muy difíciles de localizar. Allá por el año 1971 en la antigua Union Sovietica Grigori Kozintsev y Iosif Shapiro se atrevieron a adaptar el texto de Shakespeare al cine, y de verdad que los directores hicieron de Tripas Corazón, con un presupuesto en arcas relativamente bajo y actores desconocidos (por lo menos a nivel mundial), esta versión de Rey Lear es un gran homenaje al texto original, destacable sobre todo el trabajo histriónico de cada uno de los personajes, como he dicho antes para hacer Shakespeare lo más importante es lograr actuaciones de altura, el montaje visual es maravilloso, los directores soviéticos se decantaron por copiar la formula de Orson Welles y filmaron la película en blanco y negro logrando una fotografía en que ensalzaba la traición que le hicieron al viejo y poderoso Rey Lear. Una versión diferente, bien ejecutada y sorprendentemente bien adaptada en base al texto. Por cierto escuchar la música de Dmitri Shostakovich siempre un placer.
El Rey Lear, de William Shakespeare, es uno de los dramas más grandiosos de la historia. Trata casi todos los temas importantes de esta vida con la poética lucidez de la que sólo es capaz Willy. Ahí hay un peliculón, y Kozintsev lo ha hecho… más o menos.
Vamos a ver, si no me hubiese leido la obra de teatro a lo mejor la peli de Kozintsev sería mi peli favorita… o a lo mejor me hubiese dormido víéndola. Esas cosas nunca se saben. Así que me tengo que limitar a juzgarla como adaptación. Y como tal es cojonuda. Me es muy fácil imaginarme un peliculón bastante mejor partiendo de la obra original, pero mi imaginación es muy pretenciosa, así que puede que esta versión rusa sea casi insuperable.
Visualmente está muy bien. Las interpretaciones son en su mayoría brillantes. ¿Qué le falta entonces? Pues aparte de que la música (aunque suena mal decirlo al ser del mismísimo Shostakovich) es flojilla, le falta emotividad. Está claro que Kozintsev no es Zeffirelli, y opta por una adaptación no fría pero si sobria que no logra emocionar del todo aunque fascine con su magistral desfile de personajes y tragedias.
Particularmente me molesta el desaprovechamiento de dos momentos clave de la obra de teatro, que son de lo mejor que ha escrito Shakespeare (que ya es decir): Los reencuentros paternofiliales Gloster-Edgar y Lear-Cordelia. Están ahí, pero demasiado recortados y no consiguen transmitir todo el dramatismo del momento.
De todos modos es una adaptación muy fiel y meritoria, con momentos de gran cine. Y es la mejor película basada en una obra de Shakespeare que he visto… de momento.