El rey del río
Sinopsis de la película
El joven César crece como sus hermanos, aprendiendo a pescar a orillas de un hermoso y cristalino río salmonero. Su sueño es capturar un mítico salmón que llaman el rey del río. Pero nada es lo que parece y bajo la belleza y la armonía del paisaje familiar, se esconden pasiones, secretos y ambiciones.
Detalles de la película
- Titulo Original: El rey del río
- Año: 1995
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
Película
5.6
24 valoraciones en total
La película se pierde en una historia que nunca jamás acaba concretándose, ofertando un interés que nada aporta a la historia. En cuanto a las interpretaciones, correctas, sin grandes derroches. La historia sucede en un pueblo aislado de Galicia, con un médico y su familia… A su cargo, un sobrino, de una cuñada con la que parece que hubo algo, a saber por los gestos… No importa, nunca nos enteramos.
El inicio, en una mansión al estilo Downton Abbey, nos hace esbozar que, más adelante, la historia irá por unos derroteros que luego poco importan para el guionista. Mientras tanto, vemos cómo se va desarrollando la personalidad de un muchacho egoísta, tramposo y, esto es curioso, asesino natural.
Todavía yacen por esas aguas, o por otras, los restos de un cadáver al que nadie echó nunca de menos, ni nadie tuvo la suerte de encontrar. ¿Fallo de guión o mala de remate? Lo desconozco. Quizá, cuando la veas, te quedes igual que al principio. Ni chicha, ni limoná.
Una historia bien contada que interesa y atrae en un entorno paradisíaco. El director maneja magistralmente las elipsis en unos tiempos que abarcan desde el nacimiento hasta el paso a la madurez. Los actores están muy bien. Incluso los infantiles. La verdad es que el relato sabe a poco y dan ganas de saber como continúa. Buen cine.
Una película algo desvencijada en el guión, con escenas repetidas para ganar tiempo. Unos caracteres no bien dibujados del todo. Algunos episodios como el de la desaparición del psicólogo son peregrinos y no vienen muy a cuento.
Buena la fotografía y el paisaje, porque ya se sabe que el Norte de España (en realidad cualquier lugar) da muy bien en el cine.
Alfredo Landa y Carmen Maura como siempre, bien, pero tampoco tienen que esforzarse mucho. Bien los niños en la parte de Fernando y César. Pero de mayores, 18 años, tanto Achero Mañas como Gustavo Salmerón están un poco pasaditos. Más de veintitantos seguro.
Y una vez más, como en no pocas pelis españolas, sobre todo desde los setenta, no se acierta en progresar bien hacia el final.
Tan bonita como irregular, esta película se asemeja a esos paisajes que vistos desde lejos, nos parecen preciosos y encantadores y una vez llegamos ahí, resulta que no eran para tanto.
El principal encanto de El rey del río reside principalmente en su mitad inicial, que narra el paso de la infancia a la juventud de dos hermanos en unos idílicos parajes campestres, a la vera de un río en cuyas profundidades habita la leyenda de un pez gigantesco, personaje recurrente y simbólico donde los haya en este tipo de películas de aires iniciáticos. El modélico comienzo es una pastoral de paisajes verdes y frondosos por los cuales se desarrolla la infancia de los bíblicos protagonistas, cuyos nombres no recuerdo, pero que podrían llamarse tranquilamente Caín y Abel.
La película empieza a torcerse en cuanto pierde sus aires de cuento bucólico y crecen los chavales, resultando de esto un enredo de secretos, traiciones y mentiras que no acaba de enganchar, a pesar de los esfuerzos actorales de un Alfredo Landa y una Carmen Maura siempre dignos (Salmerón, Mañas y Álvarez tirando a desastrosos, sin sorpresas en este aspecto).
En un balance general, la película no es completamente desaconsejable, porque en verdad su primera parte es una delicia, con esa fotografía luminosa, su particular reflejo del paraíso perdido y esa música de Milladoiro que acompaña a la perfección el despliegue de paisajes norteños. Pero deja una sensación decepcionante por aquello que pudo haber sido y nunca fue. Y qué pena.
Tras un paréntesis televisivo ( El Quijote ), el regreso de Gutiérrez Aragón al cine. Y nada nuevo bajo el sol.
Otra fábula iniciática (un joven de padre desconocido acogido y criado por sus tíos) dónde se utiliza la metáfora de un enorme salmón -el rey del río- como símbolo de que ante la vida no hay que arredrarse, hay que ser valientes y luchar como ese sal´món hipercodiciado por todos los pescadores, dado su tamaño, su sapiencia. La película es tan irregular, insustancial e irrelevante como la mayoría de su autor, llena de imprecisiones narrativas y con una discreta dirección de actores y difuminación en el retrato de los personajes. Ni mejor ni peor, pues, que el grueso del cine de Gutiérrez Aragón.