El príncipe de los zorros
Sinopsis de la película
Renacimiento italiano (ss. XV y XVI) César Borgia encarga al ambicioso cortesano Andrea Orsini que se infiltre en una ciudad-estado para que le mande informes que le permitan organizar su invasión. Pero Orsini se enamora de Camilla, la joven esposa del bondadoso conde Varano, que gobierna la ciudad. Así las cosas, Orsini, finalmente, será incapaz de traicionarlos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Prince of Foxes
- Año: 1949
- Duración: 107
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Opinión de la crítica
Película
6.6
24 valoraciones en total
Bien sabido que pocos directores destacaron tanto en el cine de aventuras como Henry King, quizá sólo Raoul Walsh alcance un nivel similar. Pues bien, en mi opinión, El príncipe de los zorros es una de sus mejores obras en este terreno.
Los escenarios son soberbios, los exteriores (parece que rodados en la misma Italia en vez de ser recreados en estudio, táctica habitual en la época que permitía abaratar costes) bellísimos, la fotografía espectacular, y los actores espléndidos: tanto Tyrone Power (el actor predilecto de King, en su eterno papel de galán cautivador e inteligente), como el gran Welles, y los secundarios Everett Sloane o Felix Aylmer. Quizá Wanda Hendrix no sea la actriz más adecuada para el papel de protagonsta femenina (ahí hubiesen brillado Olivia de Havilland o Gene Tierney, pero es sólo una valoración personal), si bien cumple perfectamente con el rol que se le exige en este tipo de films.
Intrigas políticas, romanticismo, secretos familares y una dosificada acción son los elementos destacables en esta película que Henry King maneja con la soltura de los grandes, sin llegar que la línea argumental decaiga en momento alguno gracias al brillante guión de Milton Krims (autor de decenas de guiones memorables como el de Las hermanas , El telón de acero o Confesiones de un espía nazi , entre muchos otros) y a la perfecta banda sonora del siempre inspirado Alfred Newman.
Lo dicho, un film clásico de aventuras que, degraciadamente, no se estrenó en España en su momento, y que merece la pena revisitar ahora que se encuentra disponible en DVD.
Como anécdota, mencionaré un pequeño resbalón histórico: en la escena en que Andrea Orsini llega a Venecia se aprecia a lo lejos la silueta de la iglesia de Santa Maria della Salute. Ningún problema. Pero hay que recordar que la acción se desarrolla a principios del siglo XVI, y aún faltaba más de un siglo para que dicho templo fuese edificado.
Excelente film dirigido esta vez con pasión y mucho ritmo por Henry King, un buen director, con notables obras, pero considerado, no sin razón, como muy académico.
En esta ocasión no lo es y nos narra de forma muy fluida una historia inventada en una época real que mezcló la crueldad y guerras con el arte más insigne.
Muy entretenida, posee una labor de ambientación realmente notable y la fotografía en blanco y negro es excelsa.
Muy guapas sus dos actrices principales, da gusto también cumplir con su estimable labor a actores como Orson Welles y/o Everett Sloan, este en un precioso y agradecido papel.
Gusta mucho.
https://filmsencajatonta.blogspot.com
Henry King, es un cineasta de la casa, Twenty Century Fox, artesano y eficiente. En esta ocasión nos relata una estupenda película clásica de aventuras de capa y espada, protagonizada por la gran estrella de la casa, Tyrone Power, rodada en escenarios naturales italianos, con una gran fotografía de Leon Shamroy en un excelente blanco y negro. Acompañada por una banda sonora descriptiva y evocadora de la época, del gran Alfred Newman (el CD con la BSO viene de regalo). Basada en una novela de Samuel Shellabarger. Tengo la impresión de que esta película no se estrenó en España, pues el doblaje del DVD está en un español (neutro) que es como se denomina al doblaje latinoamericano.
Andrea Orsini (Tyrone Power) es un arribista en la Italia de los Borgia, que empieza ocultando por estrategia su apellido plebeyo, Zappo, y sirviendo a los intereses de el cruel Cesare Borgia (Orson Welles) para acabar transformándose en un hombre diferente durante su estancia en la pequeña Cittá del Monte (que no es sino una ciudad imaginaria formada por localizaciones hechas en tres ciudades distintas: San Marino, Siena y San Gimignano), donde descubre la armonía. El ambiente relajado, con ecos casi panteístas, que encuentra allí, la serenidad del bondadoso Conde que la gobierna, Varano (Felix Aylmer), quién le hace entender que la juventud no es la época más feliz en la vida del ser humano, y la ingenuidad y nobleza de la esposa de este, Camilla (Wanda Hendrix) de la que Andrea se ha enamorado, obran esa transformación, que lo lleva a enfrentarse a su antiguo señor, el malvado Cesare, ayudando a sus nuevos amigos contra el asedio de las poderosas tropas del Borgia.
En El príncipe de los zorros se dan la mano elementos filosóficos y místicos muy del agrado del cineasta, Henry King, quién hace de esta aventura en la Italia renacentista un relato de aliento a un tiempo épico e intimista contra la idea y la figura del Poder (lo cual, si se tiene en cuenta que el film fue realizado poco tiempo después de la Segunda Guerra Mundial, puede ser entendido como una referencia a Hitler). Por ello, aunque hay dos partes en la película (antes y después de la llegada de Andrea a Cittá del Monte) el conjunto tiene gran coherencia. El film comienza con los funerales del marido de Lucrezia Borgia, que componen una cadena de rituales (religiosos, políticos, guerreros, amorosos) filmados con innegable elegancia y eficacia narrativa: cada plano y cada encuadre poseen un sentido que advierte sobre el significado de los hechos, gestos y miradas que conducen el relato.
Hay una parte en la personalidad de Andrea, artística y humanista, le gusta pintar y le ennoblece su humildad reconociendo que tiene mucho que aprender. Un film que a pesar de ser de aventuras, también recrea audazmente la época artística en la que ocurren los hechos, con unos buenos secundarios que le dan al film un lustre digno de admirar.
Supongo que a Orson Welles le hizo gracia interpretar a Cesar Borgia por lo que representa como mito histórico. Ya saben, presuntamente es para quien escribió Nicolás Maquiavelo El príncipe . Aunque otras fuentes dicen que en realidad se inspiró en Fernando el Católico, Rey de Aragón. En fin, quédense con la hipótesis que les dé la gana, ya se sabe que grado de confianza da un historiador: ninguna. Pero en esta película es lo de menos, el gozo de Welles en un pozo. Es una mera excusa para una mera película de aventuras al uso. No encontrarán maquiavélicas intenciones, y las que se aproximan son de chichinabo.
Pero como película de aventuras no está mal. Tyrone Power siempre da el pego como galán, y es bastante entretenida.
Lo más destacable es que se rodó en escenarios naturales, y salen unos palacios con unos salones rencentistas portentosos y preciosos. Sólo por eso ya vale la pena verla.
Excelente película de aventuras en los albores del renacimiento italiano, sin más pretensión que la de entretener y, a ratos, sobrecoger y emocionar, que no es poco. Eso sólo se puede hacer con buena dosis de talento. Su director, Henry King, era un maestro de ese género, el compositor, un siempre inspiradísimo Alfred Newman, lo era en su terreno, y, por supuesto, el conjunto de actores, excelente, hace el resto: bellísima Wanda Hendrix, secundarios de la talla de Everett Sloane, encarnando a un hombrecillo siniestramente simpático, o Félix Ailmer, quien siempre da especial majestad a sus personajes, y un Orson Welles mucho más comedido que otras veces, perfecto en su papel de maquiavélico, frío y despiadado estadista, dan realce a la cinta. Y, en el papel de Andrea Orsini, un Tyrone Power siempre por encima de su personaje. Me explico: Andrea Orsini bien pudiera ser un héroe plano , a lo Errol Flynn, con su lucha a espada incluída, pero Power siempre enriquece con más facetas de personalidad a sus héroes que, por decirlo de alguna manera, casi nunca son de una sóla pieza. Así, el material con que va forjado el héroe Orsini llevaba buena dosis de cinismo e inteligencia puestos al servicio de una desmesurada ambición de poder.
A estas virtudes hay que añadir una maravillosa fotografía de paisajes en blanco y negro, y de interiores de los auténticos palacios venecianos, que son puro deleite visual. Resumiendo: cine de aventuras del mejor, injustamente olvidado.