El prado de las estrellas
Sinopsis de la película
Alfonso (Álvaro de Luna) es un jubilado que visita a Nanda (Mari González), una anciana que lo crió cuando se quedó huérfano, en una residencia en la que trabaja Luisa (Marian Aguilera), una joven asistente social. Una mañana, recogiendo caracoles en el Prado de las Estrellas, Alfonso se encuentra con un joven que surge de entre la niebla en su bicicleta (Óscar Abad). A partir de entonces, surge una amistad entre el viejo maestro y la joven promesa del ciclismo. Apoyado por sus amigos, Alfonso hará de Martín, sin equipo ni patrocinadores, no sólo un gran campeón, sino también una gran persona.
Detalles de la película
- Titulo Original: El prado de las estrellas
- Año: 2007
- Duración: 114
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Opinión de la crítica
5.5
37 valoraciones en total
Irregular película de Camus, a mi me ha quedado la sensación de que quería decirnos muchas cosas, a través de imágenes y algunos diálogos. Sin embargo, se ha quedado en un intento, pues la peli está poco conseguida, destila escasa espontaneidad y mucho artificio por casi todos los sitios. Queda patente viendo el trabajo de los actores, que el casting fue completamente equivocado, rozando como mucho la mediocridad, pasean a través del film con más pena que gloria,aunque el trabajo de Álvaro de Luna es correcto, hace bien su papel, así como la anciana de la residencia (Mary González) el suyo. El resto de actores, o están sobreactuados (la corta escena de los abogados con Alfonso) o pecan de ser completamente planos y faltos de emociones, como la trabajadora social o Martín el ciclista (he leído en una crítica que había sido nominado a un Goya por su interpretación, si es así será al peor actor porque sino no lo entiendo…). Es una lástima no haber sacado más autenticidad de los personajes, están faltos de detalle,definición y profundidad. En ocasiones, se nota sencillez y autenticidad en el relato que pretende Camus, pero pronto queda empañado ante el cansino desarrollo de la película, que acaba por aburrir ante la falta de interés que provoca el fallido guión y la desidia de los actores. Sin duda me quedo con los paisajes de Cantabria que son realmente hermosos, con la interpretación de la anciana y Alfonso, y con el intento de contarnos una historia auténtica, a través de la sencillez y humildad de sus personajes. Un saludo.
Sorprendente y seria película de la que muchos directores españoles de cine, de los de ahora, tendrían que aprender, no por la trama o la dirección en sí, que puede ser discutible, sino por la clase y el estilo.
Ni una palabra soez, ni escenas escabrosas de mal gusto o gusto estúpido o tonterías fuera de lugar, sin payasadas ni reivindicaciones lloreras.
En su lugar, panorámicas hermosas, ausencia de musiquillas machaconas y orquestales, un guión trabajado… Y eso que al principio la película está mal enlazada, que pierde mucho gas tal vez por exceso de confianza del autor en creerse que todo está muy claro, los parentescos y las diferentes relaciones.
Va surgiendo el amor, el afán por el trabajo, el deporte, la vejez, la generosidad de esos amantes del ciclismo, la formación del joven (que importancia se le da a los estudios), los intereses…
Y, así, a medida que avanza la historia, se observa enseguida una madurez en los personajes asombrosa, entonces, el argumento se acopla y la emoción florece sin problemas.
Bien contada, al fin.
Se me plantean varias preguntas después de haber visto esta película:
– ¿Qué quiere contar Mario Camus?
– Si lo que quiere contar no va más allá de lo que reluce en la película y de los preciosos planos y encuadres, entonces, ¿a mí que me importa?
– ¿Qué idea, aunque sea una y muy poco definida, quiere transmitir la película?
– ¿Por qué la banda sonora es de película de miedo?
– ¿Álvaro de Luna nominado al Goya por este papel? A mí me parece que no pasa de correcto…
– ¿Óscar Abad nominado al Goya también? ¿El chico este que pone siempre la misma voz y cara en todas las escenas?
– ¿Por qué Marián Aguilera tiene una sonrisa irónica durante toda la película, sea cual sea la situación que vive?
– Los paisajes filmados son preciosos, pero, ¿tienen que ser tan largos los recorridos en bici?
En fin, no sé, a ver si alguien me puede contestar a alguna de estas preguntas…
Es decepcionante que uno de los últimos iconos de madurez del cine español, Mario Camus, perpetre un largomentaje tan flojo. En sujetos como Suárez o Aranda no extraña. Pero Camus parecía otra cosa.
No se explica que no se haya dado cuenta del churro que le estaba saliendo, o tal vez sí, y le sea doblemente doloroso. El fiasco se gestó en el guión, descosido y anárquico, y continuó en la pésima selección de actores.
Salvo la decente fotografía de bellísimos paisajes de Cantabria, nada se salva. La música pretende alcanzar cotas altas, con códigos propios, pero no termina de cuajar. Todo resulta fofo, facilón, ingenuamente tonto, que no es lo mismo que humilde.
El guión pasaría por una representación escolar, o lo que es sin duda peor, a veces parece escrito por el mismísmo Ken Loach, ese mediocre que husmea causas nobles para dejar en ellas su excremento de sermón, moralina e izquierdosismo cutre. Los trazos que perfilan los personajes, buenísimos o malísmos, son tan gruesos que el efecto final es una burda caricatura. Son caracteres de opereta, no de trabajo serio y adulto que respete la inteligencia del espectador.
Los diálogos son tan artificiales y la interpretación tan plana, que si uno quita el volumen, es incapaz de distinguir si el actor (o la actora) está anunciando que padece una enfermedad terminal o que quiere sal en el huevo frito para la cena. Pero el guión tampoco ayuda nada. En la parte con spoiler justifico esta afirmación.
En conclusión, una oportunidad perdida, porque se nota que había pasta para la producción y ambiciones artísticas detrás de este proyecto. Por desgracia ninguna de esas expectativas se ha cumplido.
El prado de las estrellas simboliza aquel lugar en el volvemos de nuevo a ser niños, momento aquel en el los sueños aún eran posibles, en el que todavía el irreductible paso del tiempo no nos había vuelto cínicos, en el que el desencanto aún no nos había sustraído parte de nuestra alma, en el que las esperanzas brillaban como las estrellas en una noche cálida, con todo su fulgor, en el que los horizontes se situaban frente a nosotros en toda su amplitud, en el que el cielo era de un color azul intenso, momento aquel, en definitiva, en el todavía la vida no nos había frustrado con sus inclementes embates.
El prado de las estrellas representa aquel lugar mágico que para nosotros cierto día tuvo algún significado, simboliza la infancia, la inocencia, la ilusión, la esperanza no mellada… el prado de las estrellas encarna el recuerdo, la remembranza de todos aquellos lugares que en momentos de dificultad nos proporcionaron un mínimo de cobijo.
El prado de las estrellas puede ser un lugar, un paisaje, una atmósfera… puede ser el recuerdo de una cara, de una voz o de una palabra, puede ser la memoria de una suave caricia, el sueño de un cálido abrazo, o, incluso, la vibrante emoción de una promesa a tiempo.
Pero sobre todo el prado de las estrellas significa el vivo recuerdo, evocador del melancólico sentimiento de días pasados y anhelados, que, pese a quien pese, nunca más regresarán.