El pequeño ladrón
Sinopsis de la película
Esse ha perdido su trabajo como aprendiz de panadero, y tras ello se muda a Marsella, iniciando una nueva vida con un grupo de delincuentes, cuya pasión aparte de robar en chalets, es el boxeo. Esse les acompañará a los atracos, y hará recados y favores al líder, apodado el Ojo…
Detalles de la película
- Titulo Original: Le petit voleur
- Año: 1999
- Duración: 63
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Opinión de la crítica
Película
7
85 valoraciones en total
Zonca nos deleita con esta genial historia en la que un jóven aprendiz de panadero juega a ser Tony Montana, y que poco a poco, descubre que la vida del malhechor no es tan apacible y sencilla como pintan las películas, sino que esta llena de hostias, mugre y de gente muy hija de puta. Su duración no es un inconveniente, al contrario, más metraje igual hubiese sido una cagada, porque la película sabe sostenerse durante una hora, no necesita más. Brillante interpretación de Duvauchelle, que con sólo una mirada al suelo o un puñetazo al aire es capaz de transmitir. Notable guión. Tal vez el desenlace demasiado moralista, pero no por eso es malo.
Zonca, como los hermanos Dardenne y algún otro nos sirve la película en crudo, sin salsas ni aditamentos, nos ensecha una realidad minuciosa, seca y cruel, sin concesiones ni artificios.
La crónica descarnada de un joven que busca su futuro en la delincuencia, un mundo sin satisfacciones, sucio, oscuro, tenebroso. Una bajada a los infiernos donde ni el afecto, ni la sonrisa existen, solo la negrura y la humillación. Buen retrato, buena película.
No muy original, pero directa y eficaz. Es bastante obvio que Zonca bebe de Kassovitz, Malle o Truffaut en esta cinta, pero no lo hace a lo Tarantino, copiando a lo loco, sino que bebe del espíritu de La haine o Les 400 coups y le da un toque muy especial. Desde el comienzo, se ve que no es típico cine palomitero: el guión, la dirección, fotografía, y, como no Nicolas Duvauchelle se salen de la pelleja. Hasta que llegamos al final, donde te vuelves a dar cuenta por enésima vez que con un presupuesto ridículo se puede decir mucho.
Juzguen ustedes mismos…
Ahora sí, carguen escopetas, apunten y fuego a discrección.
Saturday se apunta otro tanto, te debo una postal el improbable día que visite París.
Apabullante obús de una veracidad escalofriante, más cruda que un invierno en Rusia y más certera que un tiro en el entrecejo. Pues va ser que sí, ésta es la cumbre de Zonca, como aventuraba discodavid. No inventa nada, de hecho viaja en un tranvía llamado fatalismo al que se suben los franchutes habitualmente, pero ésta toma como rehén al conductor y lo descarrila en la primera curva que encuentra. Transmite como pocas el evanescente embrujo, la pegajosa tela de araña de la vida rápida, fácil y delictiva de los barrios marginales de hoy en día, y pocos escenarios mejores para esta caída libre que Francia, como ya demostró El Odio hace más de una década. Adrenalínica, de estilo documental, filmada a base de puñaladas cortas al esternón. No hay tregua, como cantaban Barricada, este juego ha terminado mucho antes de empezar. Así lo presiente uno en los primeros compases de la función, pero poco importa, es imposible no verse arrastrado, ves venir la pared y no te queda otra que dejarte los dientes. Estás aquí para golpear y ser golpeado, le espetan al protagonista de la función, que realiza una interpretación formidable, al igual que el resto de secundarios, mientras lo cosen a hostias encima de un ring, y en fin, desde luego Zonca no es un gran admirador de Capra, eso queda demostrado, especialmente en una devastadora recta final que apunta a la yugular. Y ya digo, muchas películas juegan esta mano, me viene a la mente Solo Contra Todos de Noe, con un afán desmedido por epatar y desgarrar, pero aquí Zonca lo consigue con una naturalidad pasmosa y para nada forzada, sin un gramo de efectismo y una tonelada de efectividad.
Pues eso, tremebunda.
La afinidad que produce el personaje principal a guisa de concentrar en sí mismo una propiedad de acercamiento tal, en un inicio se produce de esta forma una empatía, que posteriormente se torna visceral, un sujeto, que no se establece básicamente en nada, rehuye de un compromiso central y capital, a propósito de establecerse debidamente en otro estadio relacional, inter-textos y metalenguajes por doquier, es preciso anotar con un sentido del poder, este poder se repite concentrándose en figuras femeninas como masculinas y las interfases correspondientes, las escenas claramente delimitadas, sugieren que los hechos se den con fluidez, dando aspecto líquido al mismo, emocionalmente.
Difiero aunque es preciso convenir las relaciones con 400 golpes y cualesquiera de Bresson, personajes aturdidos acaecen constantemente en la historia (nadie se aprovecha de ello), de modo que no sea estrictamente definitorio en declararlo de inmediato de tal manera, el personaje es astuto, más que cualquier otro, sin embargo lo conlleva la emoción.
Se sabe defender: en esto difiere de los personajes de Truffaut y Bresson, es decir, hay una incubación de valores diciplinarios, y es inoculado en un sentido de irrupción, violentado y diferido, es utilizado patológicamente, es un fantasma, o es la acción de la vida -sur le mort-, en ello se constata consecutivamente.
La película vale tanto la pena como lo es Pizza, Birra, Faso .
Sí se tratase de bajo presupuesto, pues ¡Urra!