El pequeño fugitivo
Sinopsis de la película

Un niño huye de su casa y encuentra el paraíso en el parque de Coney Island, tras ser engañado por su hermano mayor y sus amigos, quienes le hacen creer que ha cometido un crimen. Joey, este pequeño fugitivo de la ley encuentra, casi sin buscar, aventuras y una nueva forma de vida en el parque emblemático de la clase media norteamericana de los años 50.
Detalles de la película
- Titulo Original: Little Fugitive
- Año: 1953
- Duración: 80
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Opinión de la crítica
Película
7.2
24 valoraciones en total
De nuevo, llegué a esta película persiguiendo sombras y reflejos del viejo Cassavetes, quien, cuando empezó a ser reconocido y entrevistado, al ser preguntado por sus referentes, entre ellos y muy especialmente siempre mencionaba a Morris Engel y este pequeño fugitivo. Incluso Truffaut sentenció en su momento: La Nouvelle Vague nunca se habría producido de no haber sido por el joven estadounidense Morris Engel, que nos mostró el camino hacia la producción independiente con su excelente película El pequeño fugitivo . Esta sentencia puede provocar cierto desasosiego, al menos a mí, a pesar del viejo Cassavetes y a pesar de los pesares. Y es que no deja de ser curioso los distintos objetivos que alcanzaron Cassavetes y los franceses partiendo de propuestas similares. Y bien, es fácil reconocerle a esta El Pequeño Fugitivo el carácter innovador y seminal y puede observarse su larga sombra sobre obras como Los Cuatrocientos Golpes, Shadows o El Globo Rojiblanco. Pero esas son obras más ambiciosas, y esta sin embargo es una película que rebosa sencillez por los cuatro costados, la historia de un niño que vaga durante un día por Coney Island pensando que ha matado a su hermano mayor y es perseguido por la justicia. Engel parte de esta premisa para ir pergeñando un entrañable relato del mundo infantil, minimalista y libre de artificios, con una inusitada facilidad para reflejar la fascinación inocente por el extraño mundo que le rodea, creando situaciones llenas de ternura. La antítesis de las estocadas que Rossellini con Alemania Año Cero o De Sica con El Limpiabotas, los verdaderos creadores de todo este invento, propinaron a la infancia unos años antes. Y esa es su mayor baza: el encanto y las buenas vibraciones que transmite, la sencillez de su propuesta. Y si esta caricia sirvió para que una patada en los riñones como Faces viera la luz quince años después, pues bendita caricia.
Filme pionero del cine independiente estadounidense y que influirá en la creación del New American Cinema Group de Mekas, Cassavetes, Rogosin y el propio Engel entre otros, El pequeño fugitivo es un gran desconocido en España, como así lo atestiguan las escasas votaciones que presenta hasta la fecha.
El pequeño Joey, que ha sido dejado al cuidado de su hermano mayor por su madre (viuda, trabajadora y pendiente de la salud de una abuela de los muchachos), sufre una broma pesada del primero, quien con ayuda de sus amigos le hace creer que ha cometido un asesinato mientras jugaba con una escopeta. El traumatizado Joey escapará, como todo buen fugitivo, en busca de un refugio adecuado, en su caso el parque de atracciones de Coney Island, situado al sur de Brooklyn, Nueva York. A Engel y sus colaboradores, influidos por el neorrealismo italiano, los documentales televisivos y los reportajes fotográficos sobre la vida cotidiana propios de revistas como Look o Life , esta sencilla historia les sirve para plasmar todo un manifiesto artístico que se aparta de las convenciones características de la industria de Hollywood.
En efecto, la película, más allá del argumento antes referido, posee un carácter semidocumental, en tanto en cuanto centra su interés en retratar el ocio y la vida de las clases medias y populares neoyorquinas. Es un filme callejero, rodado mayoritariamente al aire libre, en el que lo importante no es el drama de Joey -quien por otra parte se lo pasa estupendamente en el parque de atracciones y la playa- sino captar el pulso vital de la ciudad y sus gentes, que abarrotan literalmente los planos, caracterizados por sus encuadres abiertos. La cámara se mueve, nerviosa e inestable, sin seguir unas pautas concretas, lo que unido a la improvisación de muchas secuencias (en el parque, las andanzas de Joey son plenamente naturales -con alguna excepción-, por no mencionar las del resto de la gente anónima que aparece) y a unas actuaciones instintivas, refuerza el carácter amateur y rompedor de la película, que no se resiente de ello, resultando siempre fresca, entretenida y entrañable. Es de justicia mencionar, además, la buena banda sonora, a cargo de Eddy Lawrence Manson.
Así, el viaje iniciático y liberador de Joey por Coney Island viene a ser una metáfora del viaje artístico emprendido por los creadores del filme, en ambos casos, son viajes difíciles, inestables y caprichosos, sin formas ni objetivos definidos, en los que cada mirada infantíl y cada plano cinematográfico constituyen un descubrimiento de la realidad y una experiencia vital y creadora. Y es que en el arte, como en la vida, son imprescindibles muchos pequeños fugitivos, y otros tantos lugares como Coney Island por descubrir.
La película nos enseña la forma de ocio de los newyorkinos en aquellos años a la vez de la picardía y manera de sobrevivir de los niños de entonces, sin móviles, sin juegos, solo con calle, calle y más calle.
Es una película que no estorba, que te hace pasar un rato entretenido y que es realmente original, no le veo más lecturas. Interesante. El resto en spoiler.