El otro lado de la puerta
Sinopsis de la película
Maria, una mujer que ha perdido recientemente a su hijo, descubre un ritual que le permite despedirse del niño, pero por error se abre la puerta entre este mundo y el de los muertos. Maria deberá arriesgarlo todo para salvar a su familia del espíritu del que un día fue su querido hijo.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Other Side of the Door
- Año: 2016
- Duración: 96
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Opinión de la crítica
Película
4.3
53 valoraciones en total
La pobre Maria se volvió a quedar sola en casa. Y no en cualquier casa, sino en la mansión de corte colonial que su marido se compró en la India. Seis años atrás, cuando ambos decidieron, de muy mutuo acuerdo, que lo mejor para fundar una familia era irse al este y dejar atrás los negros nubarrones de su tierra natal, poco podían imaginarse que los que se iban a encontrar en su nuevo hogar serían mucho peores. Y es que por muy bien que empezaran las cosas (y efectivamente, así fue), la situación no tardó nada en dar un giro dramático de ciento ochenta grados. Llegaron las lluvias del monzón, y con ellas, un incremento exponencial en el caos de la ya de por sí caótica circulación en las ciudades indias. Una cosa llevó a la otra, y en un abrir y cerrar de ojos, Oliver desapareció. Para siempre. La pérdida irreemplazable del hijo primogénito arrastró a todos sus seres queridos, pero sobre todo a Maria, su madre, hacia una espiral de desconsuelo, amargura, desesperación, y claro está, miedo.
Esto mismo sentía ella en aquel preciso instante. La sensación nació en el estómago y recorrió, unos segundos después, toda su espina dorsal hasta convertirse en puro terror. Ahí estaba, sola en la mansión. Fuera, caía una tormenta que amenazaba con inundar al país entero, dentro, los sucesos paranormales se sucedían a la velocidad de la luz. En el piso de arriba, donde teóricamente no había nadie (¿se ha dejado ya claro que María estaba sola en la mansión?), se oían pasos, cada vez más rápidos, cada vez más violentos. No sólo esto, sino que alguien (¿sería la misma persona que estaba armando tanto alboroto en el piso de arriba?) se había dedicado a mover todos los muebles. Pelos de punta, porque una cosa era haber visto antes todo esto en aproximadamente unas diez mil películas de terror distintas, pero experimentar todo aquello en sus propias carnes era algo demasiado insoportable. Aunque no lo fue tanto como la siguiente experiencia extrasensorial que el destino le tenía preparada. Y es que cuando parecía que las cosas parecían estar calmándose, el viejo piano de cola del recibidor empezó a emitir sonidos. De nuevo, nadie podía estar tocando dicho instrumento, pero ahí estaba esa dichosa melodía diabólica para llevarle la contraria a la razón, pues no había aleatoriedad en la secuencia de notas tocadas, sino que éstas venían a reproducir, con total exactitud, la misma canción que al pequeño Oliver tanto le gustaba hacer sonar.
Mientras, ahí estaba yo, desperdiciando otra hora y media de mi patética vida, en otro insignificante pase de prensa en Barcelona. Aquella mañana, el ambiente entre los asistentes estaba un poco más animado de lo normal, lo que significa que la habitual decrepitud generalizada había ascendido a la categoría de sosería-no-demasiado-depresiva. Ya era algo. Y no era para menos, pues las películas de género nos van, al menos a los cuatro freaks que nos dedicamos a esto de la crítica cinematográfica. Para aquella peli sobre el día de la madre nos escaqueamos como las sabandijas que somos, pero con ésta fichamos a gustísimo. Y esto que las referencias con las que llegaba a nuestro territorio el nuevo trabajo de Johannes Roberts eran, por lo menos, preocupantes. Y esto que la distribuidora tuvo a bien el advertirnos que la proyección iba a ser en Versión Pervertida. Ojo ahí. Botón de pausa, y pequeña nota del autor, porque esto forma parte del código interno de los pases de prensa. Algo así como una internal-joke diseñada a modo de declaración de intenciones, concerniendo la calidad (?) del film en cuestión. En otras palabras, que la ausencia de Versión Original en estos lares suele indicar que lo que se está a punto de ver, poco (o nada) merece la pena. Aunque claro, si hablamos de una cinta protagonizada por una actriz tan floja como Sarah Wayne Callies, puede que el doblaje sea para proteger, al menos, el oído del espectador.
Pero ni así. Y es que no hay cómo salvar un desastre del calibre de El otro lado de la puerta. Básicamente porque sus propios responsables se niegan a ello. La desgana se funde con la ineptitud en el enésimo ejercicio de lectura de manual que tiene de todo (es un decir), menos inspiración. Cuatro años después de que Joss Whedon y Drew Goddard expusieran tan bien los peligros de un género (en este y ese caso, el terror) encerrado en el conformismo de las fórmulas repetidas, nos damos cuenta de que todo sigue exactamente igual. Para muestra, la película que ahora nos concierne, demostración, en última, negativa y estiradísima instancia, de que la globalización sigue su curso implacable. No importa si estamos en Reino Unido o en la India: el producto es exactamente el mismo. Igual de malo, se entiende. El exotismo es una falsedad, una más en la lista casi interminable de barateces a las que nos somete Johannes Roberts. Niños siniestros, trucos sobadísimos de espejos y la siempre inefable ayuda del aumento abusivo de volumen para hacer saltar del asiento, quizás, a quien no haya visto antes un film de -supuesto- terror en su vida. Así, cuando ni algo tan fácil como el mero susto funciona, se desnudan, con demasiada facilidad, el resto de carencias sobre las que intenta sustentarse el producto. La técnica visual es digna, siendo generosos, de trabajo de final de carrera, la narración no conoce otra arma que el aburrimiento para hacer avanzar la historia, las interpretaciones caen demasiado a menudo en los infectos territorios de la vergüenza ajena… y así, hasta robarle a tu alma otra hora y media. Esto sí que es terrorífico.
El sugerente título de esta película ya hace que nos preguntemos: ¿Qué habrá al otro lado de la puerta? La curiosidad seguramente hará que en algún que otro momento nos pase por la cabeza abrirla y darnos de bruces con lo bueno o lo malo que se esconda detrás. En ocasiones los nombres de los films llevan a que, solo por eso, nos atrevamos a verlos, como aquel que no se puede resistir a la tentación. Lo que nos encontremos detrás, cinematográficamente hablando, ya es otra cosa, o salimos corriendo cual atleta del hectómetro o nos quedamos clavados ensimismados admirando la obra. En este caso nos decantamos por la segunda opción. Por catalogarla de alguna manera ésta sería: mística, en el término menos religioso de la palabra.
Ese lado más espiritual viene dado por la mezcla de culturas. Por una parte la occidental y por otro la hindú. Los mundos se entrecruzan y ese lado más pragmático, representando por lo occidental, se adentra en ese otro más oscuro y mágico. El resultado es una siniestra historia de convivencia entre dos universos, aunque con muy poca armonía.
María ha perdido a su hijo varón en trágicas circunstancias. La cuidadora Piki le explica un ritual en el cual puede comunicarse con su hijo a través de una puerta que separa el mundo de los vivos con el de los muertos. Solo hay una condición, esa puerta nunca debe abrirse.
Johannes Roberts, a través de un guión escrito por él mismo junto al catalán Ernest Riera, nos narra con muy buen ritmo, algo que hemos podido degustar en innumerables ocasiones en el mundo del cine. No por ello pierde interés, al contrario, está rodada con esa sabia mezcla que hemos comentado antes, lo que la hace bastante original. A ello contribuye también la excelente banda sonora obra de Joseph Bisara, un maestro en la materia, no en vano ya nos deleitó, por destacar algunos, en los tres films que componen la saga Insidious, en Expediente Waren y Annabelle. Entre las cosas a mejorar sería la poca presencia de escenas perturbadoras, lo que le habría dado un toque más terrorífico, en cambio esa ausencia potencia la parte más poética, cosa que tendrá sus detractores, sobre todo cuando hablamos de los más acérrimos seguidores del género.
La parte interpretativa es bastante interesante. Los actores lo hacen realmente bien. Empezaremos por Sarah Wayne Callies en el papel de María, la angustiada madre. Otra que lo borda es Sofia Rosinsky en el papel de Lucy, la otra hija del matrimonio. En papeles menores, pero no exentos de importancia tenemos a Jeremy Sisto, como padre, y a Suchitra Pillay como la enigmática Piki.
Una buena película de terror que se os hará corta. Eso ya de por sí lo podemos considerar un halago. Interesante.
http://www.terrorweekend.com/2016/04/el-otro-lado-de-la-puerta-review.html
Decidí verla por una crítica de usuario de esta página. Escribía haciendo una valoración positiva, y me encontré con un trucha rellena e insípida.
Una lástima, porque puede gustarte o no, pero… es que esto… en fin… No puedo recomendarla, porque resulta lamentablemente insufrible. Mucho convencionalismo y poca originalidad.
¿Que es lo peor que puede pasar viendo una película? Que cada cinco minutos le eches una ojeada al reloj ¿Te suena conocido, porque te ha sucedido alguna vez? Pues ya sabes.
El otro lado de la puerta’ resulta un film fallido porque todo se desmorona nada más que Maria (Sarah Wayne Callies) comete la imprudencia de abrir la puerta. A partir de aquí lo que tenemos es un refrito de situaciones vistas en otras películas, reuniendo además todos los clichés del mal cine de terror actual, esto es: situaciones terribles que no se concretan en nada y le dejan a uno con cara de tonto, abuso de los golpes de sonido y música para asustar (¡ojo! que a Joseph Bishara también se le van escuchando ya las costuras) y comportamientos poco claros o inexplicables en según qué personajes. En definitiva, un buen catálogo de lo que ya hemos visto mil veces en los últimos años.
No obstante lo anterior, hay que reconocer que la película empieza de manera prometedora yendo directamente al grano y con dos buenos alicientes: una premisa siempre interesante en el género como es el contacto con los muertos, y una ambientación exótica en Bombay que nos hace evocar clásicos como ‘La serpiente y el arco iris’, cuya acción también se desarrollaba en un país exótico y con una cultura poco explotada comercialmente como Haití. La pena es que, como expuse en los párrafos anteriores, luego todo se atropella y resulta derivando en un film que pasa a convertirse en una promesa no satisfecha.
Ahondando ahora en las interpretaciones poco hay que comentar. La protagonista absoluta es Sarah Wayne Callies que se esfuerza y mucho por sacar adelante tanto a su personaje como a la propia película. No lo hace mal nuestra querida Sara Tancredi. Algo de ayuda le prestan los pequeños Logan Creran como Oliver y Sofia Rosinsky dando vida Lucy en el que es su primer largometraje. El televisivo Jeremy Sisto interpreta sin sobresalir pero tampoco sin fracasar a Michael, el cabeza de familia. Mención para Javier Botet se mete en el pellejo de alguna de las deformes criaturas sobrenaturales que se dejan ver en el film.
En definitiva: La esforzada labor de Sarah Wayne Callies y un buen planteamiento y arranque inicial no son suficientes para lograr que esta película pase el corte. ‘El otro lado de la puerta’ prometía ofrecer algo diferente… y al final termina pecando de caer en todos o casi todos los recursos fáciles que abundan en el cine de terror actual.
-Lo mejor: El guión partía de una muy buena premisa que podía haber dado mucho jugo. Los esfuerzos de Sarah Wayne Callies de salvar el film. El principio y el final.
-Lo peor: La floja, repetitiva y despersonalizada dirección que condena a la película al fracaso.
-Más en: http://www.cineycine.com
Estamos ante otra película de terror, a granel, donde lo sobrenatural es la base principal del argumento y que confluencia con otras cintas que quedaron en tierra de nadie como Todavía estamos aquí, Sinister 2, Insidious 3, Silent House entre otras. ¿Y eso es malo? Para nada. Forman parte del denominado fast food del terror y suelen salvar tardes tediosas.
El atractivo del film reside en su corto metraje haciéndola digerible y en su idea principal, donde el sufrimiento de nuestra protagonista hará las delicias del espectador cuando haga caso omiso a la instrucción de no abrir la puerta. Obviamente tendrá sus consecuencias. También por curiosidad, deberíamos encontrarnos en esa situación y ver como responderíamos.
Si de algo no se esconde este director de serie B es de mostrarnos las fuentes de inspiración que le han hecho llevar a cabo el film. Por ejemplo, los animales de la familia son los mismos que vemos en la película Poltergeist y para más inri, en una de las escenas, vemos en foto a la directora de la cinta Cementerio Viviente (1989).
La historia es atractiva y posee un final interesante con cierto toque al Exorcista, y este es otro detalle por el cual la cinta pierde carisma. Demasiadas referencias y abundantes homenajes a otras, limitando al espectador a ofrecerle algo nuevo. No hay nada original y de ahí radica su valoración excesivamente baja, de la apariencia de copiar y pegar que lleva implícita la película.
Producida por el gran Alexandre Aja, el Otro lado de la puerta se deja ver, es una historia entretenida con sus clásicos sustos elevando los decibelios a tope, y posee un reparto bastante potable donde destacaría la participación del polifacético Javier Botet. ¿Os suena la niña Medeiros?
Un saludo.